Lo ideal es no consumir alcohol, pero si lo hacemos hay ‘red flags’ en cuanto al modo y la cantidad Lo ideal es no consumir alcohol, pero si lo hacemos hay ‘red flags’ en cuanto al modo y la cantidad
Cuando vamos al médico por algún problema de salud hay una serie de preguntas que nos suelen dar vergüenza. Una de ellas es la que … se refiere a cuánto alcohol bebemos. «Pues lo normal», se suele contestar. María Navajas Laboa, que es especialista en aparato digestivo en el Hospital Vithas Vitoria, no sabría poner una cifra a cuántas veces lo ha oído en su consulta. «Ante esto les preguntas ‘¿y cuánto es lo normal’». Las respuestas, claro, son dispares. A todo el mundo le parece que lo que se bebe es poco: «Desde el que todos los días se va a tomar unos txikitos (vasos de vino) con la cuadrilla, al que ‘solo’ bebe los fines de semana».
En realidad, beber alcohol no tiene ‘normalidades’. Y menos hacerlo con asiduidad o en grandes cantidades. Sin embargo, en nuestra sociedad, «todo se celebra con alcohol», prosigue la doctora. Eso hace que nuestra percepción esté distorsionada y que a la hora de responder con sinceridad y cifras a cuánto bebemos seamos incapaces de hacerlo. Muchas veces incluso nos autoengañamos.
«El alcohol no es bueno», sentencia Navajas Laboa. Pero sí muy seductor… y con mucha historia detrás: que si Churchill desayunaba ya con un buen copazo de Johnie Walker y mira qué gran político era, que si Bukowski no sabía lo que es estar sobrio, pero qué poemas hacía, que si en el camerino de Bogart siempre había botellas vacías –sobre todo de wiski, que es una bebida espirituosa con mucho predicamento cinematográfico–… Y ellas también, ojo: la escritora Patricia Highsmith, por ejemplo, decía que bebía para canalizar su inspiración y la actriz Natalie Wood se jactaba de haber empezado a beber con Frank Sinatra cuando solo tenía 15 años.
La cifra
23,34
litros
de vinos, cervezas con alcohol y otras bebidas espirituosas es el consumo per cápita doméstico en España, según datos del Gobierno
Tiene un punto de romanticismo sobre el papel que, luego, en las consultas de los médicos se vuelve bastante más gris. Y sin ponernos en los casos más extremos, en los que los pacientes ya han desarrollado cirrosis o demencia. Consumiendo ‘solo’ «lo normal».
La investigadora de la Universidad de León, Lorena Botella Juan, ha calculado cuánto es exactamente ese «normal» que solemos decir de manera estadística. Según sus cuentas, que parten de la encuesta Europea de Salud en España en 2020, el consumo diario medio de alcohol en nuestro país «está en 11,98 gramos». Así puesto es difícil hacerse una idea palpable de lo que es: ¿una copa? ¿un vaso de sidra?
El papel de la genética
Vamos a intentar convertirlo en algo tangible. Un vaso de vino (de 100 mililitros, una medida similar a la de un yogur) son ocho gramos, los mismos que una caña (200 mililitros) o un carajillo (25 mililitros). Un vermú (de 100 mililitros) ya suma 16, lo mismo que un combinado (50 mililitros).
– ¿A partir de cuánto consumo tenemos que hacer una reflexión seria de nuestros hábitos?
Navajas Laboa: Es distinto en hombres y en mujeres. En ellos, a partir de más de 80 gramos y en nosotras, a partir de 40.
Sin embargo, las recomendaciones de cuánto es el máximo que deberíamos beber para que nuestro cuerpo no empiece a tener problemas para metabolizarlo son bastante más pequeñas, advierte la doctora. Para que nos hagamos una idea clara son solo de dos cervezas en el caso de los varones y una en las mujeres. Aunque «también influye la genética, hay personas predispuestas a tener una menor tolerancia», aclara la especialista.
Más datos
8
gramos
de alcohol tiene una simple caña, igual que una copa de vino o un carajillo.
74,5
%
de los hombres ha consumido alcohol en los últimos doce meses. En el caso de las mujeres el porcentaje es menor, del 59,7%, según datos del INE.
16
%
de los jóvenes que beben admiten haber hecho ‘binge drinking’ en el último mes, recoge la última Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas que elabora el Gobierno.
«Por encima de las tres copas del alcohol al día el riesgo de muerte es muy alto», claman Rosario Ortolá y Fernando Rodríguez, investigadora y profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid. Y ojo, no nos volvamos a hacer trampas al solitario: no depende de qué bebas.«Lo importante no es el tipo de bebida alcohólica, sino la cantidad de alcohol», precisan los docentes.
Eso de bebidas duras y blandas es un mito, como el de la discusión de si es peor meterse un poquito de alcohol cada día o pegarse un atracón los fines de semana. Aunque aquí, los expertos sí tienen claro que las prácticas del ‘binge drinking’, que consiste en tomar entre cuatro o cinco copas en solo dos horas, o del ‘tradicional’ botellón son muy peligrosas. Por la cantidad de alcohol que se ingiere, pero sobre todo por la edad de quienes lo practican.
Pacientes más jóvenes
«El cerebro no termina de formarse completamente hasta los 21 años», detalla Navajas Laboa. Y realmente hasta ese momento, deberíamos evitar el alcohol en todas sus formas para no interferir en el proceso ni que aparezcan daños. Pero no sucede. La edad media a la que los adolescentes españoles empiezan a beber está en los 16 años, según la última edición de la Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas que elabora el Gobierno y que se publicó el pasado diciembre. Y un 16% de los participantes en el estudio admite que ha hecho ‘binge drinking’ en los últimos 30 días.
«Estos atracones son archi-mega-dañinos», enfatiza la doctora casi deletreando. Y los efectos, pese a la creencia popular, se revelan pronto. Lo primero, con un aumento de casos de hígado graso, luego, con una mayor incidencia de pancreatitis. También con hepatitis agudas alcohólicas: «Ahora las vemos en gente de 30 y 40 años» cuando antes no se daban «hasta los 60», señala Navajas Laboa. Y hasta con cirrosis tempranas; su colega del IMQ Blanca Sampedro, que es hepatóloga, ha visto casos en jóvenes de solo 30 años.
– ¿Tardamos en ir al médico?
Navajas Laboa: Sí, aunque ayuda mucho las analíticas que se hacen en los reconocimientos de las empresas. Cuando se detectan ciertas alteraciones, como en las transaminasas, la gente pide cita.
Sin embargo, lo que más ha hecho porque se reduzca el abuso del alcohol en nuestro país no son esos análisis, sino la mismísima DGT. «Las campañas y las multas son las que han influido mucho en que bajemos el consumo. Por suerte ya no hacemos las locuras de hace 20 o 30 años», señala la médico de Vithas Vitoria.
Aun así seguimos teniendo un nutrido mueble bar en casa. El consumo doméstico per cápita de vinos, cervezas con alcohol y otras bebidas espirituosas está ahora mismo en 23,34 litros por persona, dos litros y medio menos que hace 25 años, según los informes anuales de consumo alimentario que elabora el Gobierno central.
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