Los pulpos llaman la atención por su gran inteligencia , inesperada en un invertebrado, pero también son famosos por su extraordinaria destreza. Sus ocho brazos, una de las estructuras más flexibles de la naturaleza, les permiten explorar el entorno, comunicarse, capturar presas, defenderse e incluso aparearse.Un nuevo estudio dirigido por la Universidad Atlántica de Florida (FAU) y el Laboratorio de Biología Marina (MBL) en Woods Hole (Massachusetts) ha recopilado, por primera vez, todas las formas en las que los pulpos salvajes mueven sus brazos en la naturaleza. Aunque los ocho son capaces de realizar todo tipo de acciones, los hallazgos, publicados este miércoles en ‘Scientific Reports’ , revelan que los cefalópodos tienden a emplear uno específico para cada tarea concreta, un comportamiento que solo se conoce bien en primates o roedores.Los investigadores estudiaron tres especies de pulpo salvaje ( Octopus vulgaris, Octopus insularis y Octopus americanus ) en seis hábitats distintos, desde fondos marinos lisos y arenosos hasta entornos de arrecifes de coral altamente complejos, cinco en el Caribe y uno en España. Los pulpos son magos del camuflaje, cambiando con facilidad el color y la textura de su piel para mimetizarse con el entorno, así que encontrarlos para documentar su comportamiento fue un verdadero desafío para el equipo. En general, los buzos descubrían primero el hábitat del animal (los pulpos comen de forma desordenada y suelen dejar restos de comida alrededor de sus escondites) y esperaban a que este regresara para monitorear su actividad durante los días siguientes. Los pulpos pasan aproximadamente el 80% del tiempo en sus guaridas, saliendo solo una o dos veces al día para buscar alimento.Rodar y andar con zancosA pesar de las dificultades, los investigadores cuantificaron casi 4.000 movimientos de brazos a partir de 25 grabaciones de vídeo e identificaron doce distintos en quince comportamientos. Descubrieron que los brazos a ambos lados del cuerpo se utilizan por igual, pero que los cuatro delanteros se usan con mucha más frecuencia que los cuatro traseros (64 % en comparación con el 36 %). Las extremidades delanteras sirven principalmente para explorar el entorno, mientras que las traseras son más útiles para desplazarse. Como resultado, dos acciones se realizan con mayor frecuencia utilizando los apéndices traseros: rodar, para lo que el brazo se mueve por debajo del pulpo a lo largo del fondo marino de forma similar a una cinta transportadora; y el zanco, que implica que el brazo se extienda hacia abajo para elevar el cuerpo.«Al observarlos en la naturaleza, vimos que los pulpos usan diferentes combinaciones de acciones de los brazos: a veces solo un brazo para tareas como agarrar comida y otras veces varios brazos trabajando juntos para comportamientos como gatear o lanzar un ataque con paracaídas, una técnica de caza para atrapar presas», explica Chelsea Bennice , autora principal e investigadora del Laboratorio Marino de la FAU.«Cuando los pulpos se desplazan por un entorno abierto, utilizan hábilmente sus múltiples brazos para camuflarse de los depredadores, como el truco de la roca en movimiento o pareciendo algas flotantes», apunta Bennice. «Además de la búsqueda de alimento y la locomoción, la fuerza y la flexibilidad de sus brazos son esenciales para construir guaridas, defenderse de los depredadores y competir con machos rivales durante el apareamiento. Estas versátiles habilidades les permiten prosperar en una amplia gama de hábitats», añade.Inspiración robóticaPero, ¿cómo se mueven esas extremidades? Los investigadores observaron casi 7.000 deformaciones en los brazos, que catalogaron en cuatro tipos: acortamiento, alargamiento, flexión o curvatura y torsión. Diferentes regiones de cada brazo —proximal (más cercana al cuerpo), medial (sección media) y distal (punta)— se especializaban en tipos específicos de deformación, lo que refleja un alto nivel de especialización funcional. Por ejemplo, las curvaturas se presentaban principalmente cerca de las puntas, mientras que las elongaciones eran más frecuentes cerca del cuerpo.«Comprender estos comportamientos naturales no solo profundiza nuestro conocimiento de la biología del pulpo, sino que también abre nuevas y apasionantes vías en campos como la neurociencia, el comportamiento animal e incluso la robótica blanda inspirada en estas extraordinarias criaturas», asegura Bennice.MÁS INFORMACIÓN noticia Si La Niña del Atlas, la mariposa que se rompió en 200 pedazos y sobrevivió noticia Si Confirmadas las ideas de Einstein y Hawking sobre las ondas gravitacionalesSegún los autores, los resultados del estudio podrían ser utilizados por los investigadores en robótica para desarrollar apéndices robóticos suaves y flexibles que, al igual que los brazos de pulpo, puedan buscar y realizar tareas a través de aberturas estrechas, como entregar alimento y agua vitales a personas atrapadas entre los escombros de edificios derrumbados. Los pulpos llaman la atención por su gran inteligencia , inesperada en un invertebrado, pero también son famosos por su extraordinaria destreza. Sus ocho brazos, una de las estructuras más flexibles de la naturaleza, les permiten explorar el entorno, comunicarse, capturar presas, defenderse e incluso aparearse.Un nuevo estudio dirigido por la Universidad Atlántica de Florida (FAU) y el Laboratorio de Biología Marina (MBL) en Woods Hole (Massachusetts) ha recopilado, por primera vez, todas las formas en las que los pulpos salvajes mueven sus brazos en la naturaleza. Aunque los ocho son capaces de realizar todo tipo de acciones, los hallazgos, publicados este miércoles en ‘Scientific Reports’ , revelan que los cefalópodos tienden a emplear uno específico para cada tarea concreta, un comportamiento que solo se conoce bien en primates o roedores.Los investigadores estudiaron tres especies de pulpo salvaje ( Octopus vulgaris, Octopus insularis y Octopus americanus ) en seis hábitats distintos, desde fondos marinos lisos y arenosos hasta entornos de arrecifes de coral altamente complejos, cinco en el Caribe y uno en España. Los pulpos son magos del camuflaje, cambiando con facilidad el color y la textura de su piel para mimetizarse con el entorno, así que encontrarlos para documentar su comportamiento fue un verdadero desafío para el equipo. En general, los buzos descubrían primero el hábitat del animal (los pulpos comen de forma desordenada y suelen dejar restos de comida alrededor de sus escondites) y esperaban a que este regresara para monitorear su actividad durante los días siguientes. Los pulpos pasan aproximadamente el 80% del tiempo en sus guaridas, saliendo solo una o dos veces al día para buscar alimento.Rodar y andar con zancosA pesar de las dificultades, los investigadores cuantificaron casi 4.000 movimientos de brazos a partir de 25 grabaciones de vídeo e identificaron doce distintos en quince comportamientos. Descubrieron que los brazos a ambos lados del cuerpo se utilizan por igual, pero que los cuatro delanteros se usan con mucha más frecuencia que los cuatro traseros (64 % en comparación con el 36 %). Las extremidades delanteras sirven principalmente para explorar el entorno, mientras que las traseras son más útiles para desplazarse. Como resultado, dos acciones se realizan con mayor frecuencia utilizando los apéndices traseros: rodar, para lo que el brazo se mueve por debajo del pulpo a lo largo del fondo marino de forma similar a una cinta transportadora; y el zanco, que implica que el brazo se extienda hacia abajo para elevar el cuerpo.«Al observarlos en la naturaleza, vimos que los pulpos usan diferentes combinaciones de acciones de los brazos: a veces solo un brazo para tareas como agarrar comida y otras veces varios brazos trabajando juntos para comportamientos como gatear o lanzar un ataque con paracaídas, una técnica de caza para atrapar presas», explica Chelsea Bennice , autora principal e investigadora del Laboratorio Marino de la FAU.«Cuando los pulpos se desplazan por un entorno abierto, utilizan hábilmente sus múltiples brazos para camuflarse de los depredadores, como el truco de la roca en movimiento o pareciendo algas flotantes», apunta Bennice. «Además de la búsqueda de alimento y la locomoción, la fuerza y la flexibilidad de sus brazos son esenciales para construir guaridas, defenderse de los depredadores y competir con machos rivales durante el apareamiento. Estas versátiles habilidades les permiten prosperar en una amplia gama de hábitats», añade.Inspiración robóticaPero, ¿cómo se mueven esas extremidades? Los investigadores observaron casi 7.000 deformaciones en los brazos, que catalogaron en cuatro tipos: acortamiento, alargamiento, flexión o curvatura y torsión. Diferentes regiones de cada brazo —proximal (más cercana al cuerpo), medial (sección media) y distal (punta)— se especializaban en tipos específicos de deformación, lo que refleja un alto nivel de especialización funcional. Por ejemplo, las curvaturas se presentaban principalmente cerca de las puntas, mientras que las elongaciones eran más frecuentes cerca del cuerpo.«Comprender estos comportamientos naturales no solo profundiza nuestro conocimiento de la biología del pulpo, sino que también abre nuevas y apasionantes vías en campos como la neurociencia, el comportamiento animal e incluso la robótica blanda inspirada en estas extraordinarias criaturas», asegura Bennice.MÁS INFORMACIÓN noticia Si La Niña del Atlas, la mariposa que se rompió en 200 pedazos y sobrevivió noticia Si Confirmadas las ideas de Einstein y Hawking sobre las ondas gravitacionalesSegún los autores, los resultados del estudio podrían ser utilizados por los investigadores en robótica para desarrollar apéndices robóticos suaves y flexibles que, al igual que los brazos de pulpo, puedan buscar y realizar tareas a través de aberturas estrechas, como entregar alimento y agua vitales a personas atrapadas entre los escombros de edificios derrumbados.
Los pulpos llaman la atención por su gran inteligencia, inesperada en un invertebrado, pero también son famosos por su extraordinaria destreza. Sus ocho brazos, una de las estructuras más flexibles de la naturaleza, les permiten explorar el entorno, comunicarse, capturar presas, defenderse e … incluso aparearse.
Un nuevo estudio dirigido por la Universidad Atlántica de Florida (FAU) y el Laboratorio de Biología Marina (MBL) en Woods Hole (Massachusetts) ha recopilado, por primera vez, todas las formas en las que los pulpos salvajes mueven sus brazos en la naturaleza. Aunque los ocho son capaces de realizar todo tipo de acciones, los hallazgos, publicados este miércoles en ‘Scientific Reports’, revelan que los cefalópodos tienden a emplear uno específico para cada tarea concreta, un comportamiento que solo se conoce bien en primates o roedores.
Los investigadores estudiaron tres especies de pulpo salvaje (Octopus vulgaris, Octopus insularis y Octopus americanus) en seis hábitats distintos, desde fondos marinos lisos y arenosos hasta entornos de arrecifes de coral altamente complejos, cinco en el Caribe y uno en España. Los pulpos son magos del camuflaje, cambiando con facilidad el color y la textura de su piel para mimetizarse con el entorno, así que encontrarlos para documentar su comportamiento fue un verdadero desafío para el equipo.
En general, los buzos descubrían primero el hábitat del animal (los pulpos comen de forma desordenada y suelen dejar restos de comida alrededor de sus escondites) y esperaban a que este regresara para monitorear su actividad durante los días siguientes. Los pulpos pasan aproximadamente el 80% del tiempo en sus guaridas, saliendo solo una o dos veces al día para buscar alimento.
Rodar y andar con zancos
A pesar de las dificultades, los investigadores cuantificaron casi 4.000 movimientos de brazos a partir de 25 grabaciones de vídeo e identificaron doce distintos en quince comportamientos. Descubrieron que los brazos a ambos lados del cuerpo se utilizan por igual, pero que los cuatro delanteros se usan con mucha más frecuencia que los cuatro traseros (64 % en comparación con el 36 %). Las extremidades delanteras sirven principalmente para explorar el entorno, mientras que las traseras son más útiles para desplazarse. Como resultado, dos acciones se realizan con mayor frecuencia utilizando los apéndices traseros: rodar, para lo que el brazo se mueve por debajo del pulpo a lo largo del fondo marino de forma similar a una cinta transportadora; y el zanco, que implica que el brazo se extienda hacia abajo para elevar el cuerpo.
«Al observarlos en la naturaleza, vimos que los pulpos usan diferentes combinaciones de acciones de los brazos: a veces solo un brazo para tareas como agarrar comida y otras veces varios brazos trabajando juntos para comportamientos como gatear o lanzar un ataque con paracaídas, una técnica de caza para atrapar presas», explica Chelsea Bennice , autora principal e investigadora del Laboratorio Marino de la FAU.
«Cuando los pulpos se desplazan por un entorno abierto, utilizan hábilmente sus múltiples brazos para camuflarse de los depredadores, como el truco de la roca en movimiento o pareciendo algas flotantes», apunta Bennice. «Además de la búsqueda de alimento y la locomoción, la fuerza y la flexibilidad de sus brazos son esenciales para construir guaridas, defenderse de los depredadores y competir con machos rivales durante el apareamiento. Estas versátiles habilidades les permiten prosperar en una amplia gama de hábitats», añade.
Inspiración robótica
Pero, ¿cómo se mueven esas extremidades? Los investigadores observaron casi 7.000 deformaciones en los brazos, que catalogaron en cuatro tipos: acortamiento, alargamiento, flexión o curvatura y torsión. Diferentes regiones de cada brazo —proximal (más cercana al cuerpo), medial (sección media) y distal (punta)— se especializaban en tipos específicos de deformación, lo que refleja un alto nivel de especialización funcional. Por ejemplo, las curvaturas se presentaban principalmente cerca de las puntas, mientras que las elongaciones eran más frecuentes cerca del cuerpo.
«Comprender estos comportamientos naturales no solo profundiza nuestro conocimiento de la biología del pulpo, sino que también abre nuevas y apasionantes vías en campos como la neurociencia, el comportamiento animal e incluso la robótica blanda inspirada en estas extraordinarias criaturas», asegura Bennice.
Según los autores, los resultados del estudio podrían ser utilizados por los investigadores en robótica para desarrollar apéndices robóticos suaves y flexibles que, al igual que los brazos de pulpo, puedan buscar y realizar tareas a través de aberturas estrechas, como entregar alimento y agua vitales a personas atrapadas entre los escombros de edificios derrumbados.
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