El ‘adelanto’ de la campaña y las expectativas de consumo, claves del ‘fenómeno Grinch’ El ‘adelanto’ de la campaña y las expectativas de consumo, claves del ‘fenómeno Grinch’
Faltan dos días para la cena de Nochebuena, que es el primer gran evento familiar de la Navidad. Pero llevamos todo el mes dándole vuelta … a estas fiestas. Y, por si no te has dado cuenta, no a todo el mundo le gustan. Igual hasta tú, lector, formas parte de ese grupo. Pero te sientes obligado a disimular… y te cabrea. No te sientas mal, «estás en todo tu derecho», señala el psicólogo Juan José López Marañón.
No hay cifras, admite el experto, sobre este fenómeno, pero sí hay una percepción: cada vez hay más gente molesta en cuanto nos acercamos a los festejos. Gente que no lo había sentido antes y que, incluso, hasta disfrutaba de estas fiestas se está rebelando. «Este año ha influido mucho que el fenómeno navideño se ha adelantado», confirma el también coordinador del grupo de Trabajo Psicología y Marketing, Publicidad y Consumo del Colegio Oficial de Psicología de Madrid.
La cifra
5
%
de la población española afronta la Navidad en un proceso de duelo reciente, sufren el ‘síndrome de la silla vacaía’
La industria ha puesto su maquinaria en marcha antes y ha tenido mayor repercusión, algo que funciona como un gatillo para el estrés, la ansiedad y, por ende, el mal humor. Ver los turrones en el súper en octubre es una curiosidad y un tema de conversación de oficina, sí, pero también nos va ‘cargando’. A los que les gustan estas fiestas, para bien: se lo toman como el momento de calentar motores. A los que no, para lo contrario: les calienta la cabeza. Así que llegan a diciembre ya con la paciencia bajo mínimos y se encuentran con un panorama que requiere de todo lo contrario.
Líneas rojas
«El problema no es que no nos guste la Navidad, sino que esto nos haga sufrir», avisa López Marañón. Porque una cosa es que nos queme ir de compras, que haya colas, que encima nos toque la ‘lenta’, que seamos nosotros los que trabajamos en las fechas señaladas… Pero otra es que lo pasemos realmente mal. «Hay dos líneas rojas que no debemos traspasar. Una es esta», señala el experto.
– ¿Y la otra?
– Que hagamos sufrir a los demás.
Es decir, que nos pongamos en «modo rebelión» y busquemos la confrontación con el resto de personas que nos rodean, provoquemos el conflicto y tengamos todo el día en la boca frases como ‘la Navidad es una basura’, ‘esta fiesta es un rollo’, ‘habría que quitarla’. Si nos encontramos en cualquiera de estos dos extremos tenemos que parar y reflexionar: ya no estamos ante una cuestión de gustos ni de tener derecho a disentir de la mayoría.
Cuenta López Marañón que tampoco hay que sentirse un bicho raro porque no nos guste la Navidad (incluso aunque antes sí lo hiciera). «Y mucho menos hay que tener miedo a decirlo». Es razonable que nos suceda. Hay motivos para que temamos estas fechas: emocionales, económicos, familiares… El más claro tiene hasta nombre: «El síndrome de la silla vacía». Si hemos perdido a alguien, estas fechas solo van a hacer que recordárnoslo. Además, en mayor o menor medida todos lo hemos vivido. ¿Qué hacer? Dejar que el sentimiento nos atraviese y que quien no lo vea como nosotros, lo respete.
Ahora bien, más allá de esta situación, ¿podemos manejar mejor nuestra aversión a la Navidad para que no se convierta en un problema? La respuesta es sí. López Marañón nos da tres tips que nos van a ser útiles. No se trata de que nos pasemos a la acera contraria, pero sí de que modulemos nuestros sentimientos y no crucemos ninguna de las dos líneas rojas que hemos mencionado anteriormente. Vamos con ellos.
Respeta lo que sientes
Si no te gustan las navidades, no te gustan. «Debemos tratarlas como otra fiesta cualquiera. Yo tengo unos conocidos que en San Fermín huyen de Pamplona», explica López Marañón. En este caso, es más complicado porque son fiestas invasivas: luces, decoración, publicidad… que nos persiguen donde vayamos, ya sea Madrid, Santander o Rota. Pero si «hay sufrimiento, rencor o sentimos que la sociedad nos debe algo», cuidado. Es síntoma de que alguna cosa va mal… y no es porque sean Navidad.
Fija tu nivel de expectativas
A veces no es que no nos guste la Navidad, sino de que lo que esperamos de ella no es lo que obtenemos. Y ahí tenemos que hacer un ejercicio y poner nosotros nuestros propios límites, no dejar que estos vengan de fuera. Sobre todo, porque fuera todo es felicidad, alegría y gasto, señala el psicólogo. «Hay que ajustar todo esto a nuestra realidad». También hay que ser realistas y no idealizar este periodo. «A lo mejor para ti la Navidad perfecta fue la de tu infancia. No puedes esperar que vuelva ni comparar esta con aquella», añade.
Descarta «el TAS»
Si pese a poner en práctica los dos ejercicios anteriores, tu malestar continúa, igual sí que necesitas una ayuda extra.«Cuando se juntan tristeza, ansiedad y soledad, lo que los psicólogos llamamos TAS, de forma profunda y permanente, no estaría mal ir a un profesional. Pero no para que te ayude a que te guste la Navidad y puedas divertirte el año que viene, sino para que aceptes la situación, pues tienes derecho a ella, y no sufras», insiste el experto.

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