El oro más desconocido: los Juegos Olímpicos de halcones y águilas reales

Hay himnos, y podios, y medallas, y una especie de Villa Olímpica donde se reúnen los participantes. Y hay plumas, por doquier, porque aquí los protagonistas son los halcones y águilas reales que compiten en la modalidad de cetrería. Luis Guijarro Panadero representó a España en el último Festival Internacional de Cetrería « Shygys Salburyny «, en la región de Ulán, al este de Kazajistán. Ya tenía experiencia competitiva en este tipo de torneos, pues también formó parte del equipo español que disputó los Juegos Mundiales Nómadas, en Astaná, en 2024. Es una modalidad más desconocida en España, pero que gana adeptos y presencia sobre todo por la importancia que se le da en países árabes en los últimos tiempos.Principalmente se compite con águilas reales; pero también hay torneos con halcones y con azores . Y hay varias pruebas, como explica Guijarro. «Un halconero suelta el águila desde lo alto de una pequeña montaña y el rival llama desde un caballo al águila. Lo que puntúa es el tiempo que tarda en recorrer los 600 u 800 metros y que llegue al guante lo más directo posible. Otra modalidad es la del señuelo. Es un señuelo mecánico que simula un zorro; y el halconero libera al águila real desde la montaña y se puntúa la velocidad a la que va hacia el zorro y si captura o no captura; pero principalmente se mide el tiempo».Más allá de lo que indica el crono, es un arte y un diálogo intenso entre el halconero y el animal. Como norma, cada competidor lleva el suyo propio, que ha podido cuidar, mimar y domesticar de alguna manera durante tiempo para que pueda reconocer mejor el guante y la mano que lo cuida. Pero Guijarro se encontró con un problema, la gripe aviar : «No es fácil exportar animales a este tipo de países. En este caso me cedieron los ejemplares adiestrados por ellos. Y lo único que pude hacer fue estar dos días con ellos para ver su comportamiento. No es lo ideal».Lo ideal, claro, es competir con el animal que conoces. ¿Y cómo se crea esta relación? «Todas las aves valen para este tipo de trabajo, aunque tienen su personalidad, y los halconeros   somos los que nos tenemos que adaptar a ellos. A mí me gusta empezar el adiestramiento sin que nadie haya podido interactuar antes con el animal para que no tenga manías adquiridas. A partir de allí, no hay una técnica única, ni una forma más adecuada que otra, yo he ido aprendiendo de otros halconeros y a ver lo que me funcionaba».Luis Guijarro PanaderoGuijarro siempre ha tenido un vínculo especial con los animales y con el campo. Un día conoció a una persona que practicaba la cetrería y le llamó tanto la atención que acabó buscando información para aprender. «Y cuando adquirí un halcón peregrino en 2003, fue la perdición», bromea. Porque ya no pudo despegarse de este arte comprometido y sacrificado porque se trata con animales y no puedes dejarlo ni un solo día. «Adquirir un animal es para todas su vida, no es un capricho . No es todo tan bonito y te tiene que gustar. Es bastante esclava esta profesión».Comer de tu manoUna profesión que Guijarro aprendió de otros halconeros, de su interés por la cetrería y, por supuesto, de fallos y aciertos que ha ido adquiriendo. «Es un proceso de adiestramiento para ganarte su confianza. Somos sus depredadores, pero si les das de comer, y todo lo que viene de ti hacia el animal es positivo (comida y protección ante otros depredadores, sobre todo), empieza a crearse ese vínculo. Tienes que hacer que el animal se sienta tranquilo contigo , que no reaccione contra el halconero. Ellos se acostumbran a que con la llamada comen de tu mano. Si hay alguna actividad saben que si aparecen se van a alimentar. Y al no tenerte miedo, toleran que te acerques y les cambies la captura por una comida que quieras darle». Y añade: «Al principio cuesta más, pero los años y la experiencia te van dando las respuestas: sabes los fallos que has cometido, porque cada ave responde de una manera: algunos parece que nacen aprendidos y lo hacen todo a la primera. Es tener conocimientos y práctica. No es algo difícil».«Somos sus depredadores, pero si les das de comer, y todo lo que viene de ti hacia el animal es positivo (comida y protección), empieza a crearse ese vínculo» Luis Guijarro PanaderoPero sí hay que estar muy pendiente, cada día, verano, invierno, vacaciones o festivos. Sobre todo si se apunta al nivel de participar en torneos. «Para estar a nivel competición, todos los días, o el 90 % de los días, hay que dedicarle tiempo: darle buenas lecciones. Yo trabajo y vivo con ellos. Así que tiempo les dedico mucho». Por eso se le hizo raro que en Kazajistán solo pudiera tener dos días para poder compenetrarse lo mejor posible. «Me fui cinco días a un viaje muy largo y te adaptas a lo que hay. Son aves ya manejadas y a mí no me gusta eso. Había que cruzar los dedos para que el que me dejaran no tuviera muchas manías. Puedes ver si tiene rechazo a la mano, si tiene buena reacción a la llamada. Intentas que esté el mayor tiempo posible en el guante para ver cómo reaccionan cuando les quitas la caperuza y al darles de comer. Si se asusta de ti o del caballo no vamos bien».Un Mundial en familiaAprendió mucho de su estancia en Kazajistán, la cuna de este arte, y más allá de los premios y las medallas, se queda con la experiencia. «Siguen manteniendo estas tradiciones porque forman parte de sus vidas. Y se aprende mucho de ellos. Me impresionó su hospitalidad; la gastronomía es increíble porque es muy casera, con muchos guisos. Y la competición en sí es muy sana; es como una gran familia de halconeros. Son como unos Juegos Olímpicos, con espectáculos, iluminaciones, conciertos. Después hay cenas para que puedas charlar con todos, y mucha calidez», recuerda de su estancia allí.Noticias relacionadas estandar Si Buenas palabras y poca concreción en la nueva hoja de ruta del deporte español Javier Asprón estandar Si El tenis de mesa le gana el juego al párkinson: «El cuerpo acaba destrozado, pero tan emocionado que estoy al mínimo de medicación» Laura MartaEl vínculo es para siempre, incide Guijarro. «Si no los trastornas con mala praxis, el ave va a estar con este carácter hasta el final. El vínculo es compañerismo; evitar las actuaciones negativas. Tienes que aprender. Si hay que arreglar picos, uñas o medicar, esto no es como un perro. A un ave no le gusta que la cojas. Hay herramientas como la caperuza para que no te asocien a ti con ese acto negativo; y procuras no hablar en esos momentos para que tampoco te reconozcan después. Si lo haces bien, el ave puede estar veinte años contigo sin problemas en cautividad, y quizá algo menos si está en la naturaleza». Hay peligros por doquier y, además, se crea una relación de la que cuesta despegarse. « Yo creo demasiados vínculos a veces . Un problema que tenemos todos los cetreros es que estamos rodeados de peligro: molinos de viento, carreteras, torres de alta tensión… Cada vez que liberamos a un halcón ellos deciden dónde van, aunque estén amaestrados. Y es libre. No puedes tener un ave rapaz en una jaula».Fernando Sanz Roche, Javier Álvaro Meca, Enric Freixa Mas y Luis Guijarro PanaderoEs un arte, un deporte, una forma de vida, pero también se mueve dinero. «Sobre todo en las carreras de halcones en países del Golfo. Se está empezando a competir más en Europa y se intentan traer las carreras, pero no estamos todavía a su nivel. Son carreras de velocidad con cronómetro: el halconero suelta al ave y se llama con un señuelo a 400 metros; se puntúa la velocidad. Está teniendo muchísimo auge».Más allá de la labor deportiva, la cetrería tiene otros muchos ámbitos de actuación. «Ahora mismo está en uso el control de fauna con la cetrería, más que para captura es por medidas disuasorias: en campos de fútbol, aeropuertos, pistas de tenis…», cuenta Guijarro. Ahí está Rufus , el halcón que sobrevuela las pistas de Wimbledon para evitar que otros animales destrocen la hierba; y Vargas, el halcón de la Caja Mágica que impide el acceso de otras aves al recinto. Pero hay muchos más, como exhibiciones y educación ambiental, por ejemplo. «Yo he hecho trabajos de terapia con personas mayores y con alzhéimer . Aunque estos son métodos de llevar este arte a las personas, porque la cetrería en sí es caza con aves rapaces».«Intentas que esté el mayor tiempo posible en el guante para ver cómo reaccionan cuando les quitas la caperuza y al darles de comer. Si se asusta de ti o del caballo no vamos bien» Luis Guijarro PanaderoLo importante, siempre, es el animal, subraya Guijarro: «Los animales son muy agradecidos si se les trata bien. Y no es tratarlo como si fueran humanos, no hay que tenerlo en un sofá sin ofrecerle lo que les da su instinto, para lo que ha ido evolucionando cada especie. No son animales que tengan un entendimiento como un perro. No van a entender los premios o los castigos. Quizá los premios es que les pongas una comida que les gusta más que otra. Lo importante es que tienen que tener un vínculo positivo siempre. Si hay alguien que quiera dedicarse a esto, que se informe primero, y muy bien. Es un animal, no un capricho». Hay himnos, y podios, y medallas, y una especie de Villa Olímpica donde se reúnen los participantes. Y hay plumas, por doquier, porque aquí los protagonistas son los halcones y águilas reales que compiten en la modalidad de cetrería. Luis Guijarro Panadero representó a España en el último Festival Internacional de Cetrería « Shygys Salburyny «, en la región de Ulán, al este de Kazajistán. Ya tenía experiencia competitiva en este tipo de torneos, pues también formó parte del equipo español que disputó los Juegos Mundiales Nómadas, en Astaná, en 2024. Es una modalidad más desconocida en España, pero que gana adeptos y presencia sobre todo por la importancia que se le da en países árabes en los últimos tiempos.Principalmente se compite con águilas reales; pero también hay torneos con halcones y con azores . Y hay varias pruebas, como explica Guijarro. «Un halconero suelta el águila desde lo alto de una pequeña montaña y el rival llama desde un caballo al águila. Lo que puntúa es el tiempo que tarda en recorrer los 600 u 800 metros y que llegue al guante lo más directo posible. Otra modalidad es la del señuelo. Es un señuelo mecánico que simula un zorro; y el halconero libera al águila real desde la montaña y se puntúa la velocidad a la que va hacia el zorro y si captura o no captura; pero principalmente se mide el tiempo».Más allá de lo que indica el crono, es un arte y un diálogo intenso entre el halconero y el animal. Como norma, cada competidor lleva el suyo propio, que ha podido cuidar, mimar y domesticar de alguna manera durante tiempo para que pueda reconocer mejor el guante y la mano que lo cuida. Pero Guijarro se encontró con un problema, la gripe aviar : «No es fácil exportar animales a este tipo de países. En este caso me cedieron los ejemplares adiestrados por ellos. Y lo único que pude hacer fue estar dos días con ellos para ver su comportamiento. No es lo ideal».Lo ideal, claro, es competir con el animal que conoces. ¿Y cómo se crea esta relación? «Todas las aves valen para este tipo de trabajo, aunque tienen su personalidad, y los halconeros   somos los que nos tenemos que adaptar a ellos. A mí me gusta empezar el adiestramiento sin que nadie haya podido interactuar antes con el animal para que no tenga manías adquiridas. A partir de allí, no hay una técnica única, ni una forma más adecuada que otra, yo he ido aprendiendo de otros halconeros y a ver lo que me funcionaba».Luis Guijarro PanaderoGuijarro siempre ha tenido un vínculo especial con los animales y con el campo. Un día conoció a una persona que practicaba la cetrería y le llamó tanto la atención que acabó buscando información para aprender. «Y cuando adquirí un halcón peregrino en 2003, fue la perdición», bromea. Porque ya no pudo despegarse de este arte comprometido y sacrificado porque se trata con animales y no puedes dejarlo ni un solo día. «Adquirir un animal es para todas su vida, no es un capricho . No es todo tan bonito y te tiene que gustar. Es bastante esclava esta profesión».Comer de tu manoUna profesión que Guijarro aprendió de otros halconeros, de su interés por la cetrería y, por supuesto, de fallos y aciertos que ha ido adquiriendo. «Es un proceso de adiestramiento para ganarte su confianza. Somos sus depredadores, pero si les das de comer, y todo lo que viene de ti hacia el animal es positivo (comida y protección ante otros depredadores, sobre todo), empieza a crearse ese vínculo. Tienes que hacer que el animal se sienta tranquilo contigo , que no reaccione contra el halconero. Ellos se acostumbran a que con la llamada comen de tu mano. Si hay alguna actividad saben que si aparecen se van a alimentar. Y al no tenerte miedo, toleran que te acerques y les cambies la captura por una comida que quieras darle». Y añade: «Al principio cuesta más, pero los años y la experiencia te van dando las respuestas: sabes los fallos que has cometido, porque cada ave responde de una manera: algunos parece que nacen aprendidos y lo hacen todo a la primera. Es tener conocimientos y práctica. No es algo difícil».«Somos sus depredadores, pero si les das de comer, y todo lo que viene de ti hacia el animal es positivo (comida y protección), empieza a crearse ese vínculo» Luis Guijarro PanaderoPero sí hay que estar muy pendiente, cada día, verano, invierno, vacaciones o festivos. Sobre todo si se apunta al nivel de participar en torneos. «Para estar a nivel competición, todos los días, o el 90 % de los días, hay que dedicarle tiempo: darle buenas lecciones. Yo trabajo y vivo con ellos. Así que tiempo les dedico mucho». Por eso se le hizo raro que en Kazajistán solo pudiera tener dos días para poder compenetrarse lo mejor posible. «Me fui cinco días a un viaje muy largo y te adaptas a lo que hay. Son aves ya manejadas y a mí no me gusta eso. Había que cruzar los dedos para que el que me dejaran no tuviera muchas manías. Puedes ver si tiene rechazo a la mano, si tiene buena reacción a la llamada. Intentas que esté el mayor tiempo posible en el guante para ver cómo reaccionan cuando les quitas la caperuza y al darles de comer. Si se asusta de ti o del caballo no vamos bien».Un Mundial en familiaAprendió mucho de su estancia en Kazajistán, la cuna de este arte, y más allá de los premios y las medallas, se queda con la experiencia. «Siguen manteniendo estas tradiciones porque forman parte de sus vidas. Y se aprende mucho de ellos. Me impresionó su hospitalidad; la gastronomía es increíble porque es muy casera, con muchos guisos. Y la competición en sí es muy sana; es como una gran familia de halconeros. Son como unos Juegos Olímpicos, con espectáculos, iluminaciones, conciertos. Después hay cenas para que puedas charlar con todos, y mucha calidez», recuerda de su estancia allí.Noticias relacionadas estandar Si Buenas palabras y poca concreción en la nueva hoja de ruta del deporte español Javier Asprón estandar Si El tenis de mesa le gana el juego al párkinson: «El cuerpo acaba destrozado, pero tan emocionado que estoy al mínimo de medicación» Laura MartaEl vínculo es para siempre, incide Guijarro. «Si no los trastornas con mala praxis, el ave va a estar con este carácter hasta el final. El vínculo es compañerismo; evitar las actuaciones negativas. Tienes que aprender. Si hay que arreglar picos, uñas o medicar, esto no es como un perro. A un ave no le gusta que la cojas. Hay herramientas como la caperuza para que no te asocien a ti con ese acto negativo; y procuras no hablar en esos momentos para que tampoco te reconozcan después. Si lo haces bien, el ave puede estar veinte años contigo sin problemas en cautividad, y quizá algo menos si está en la naturaleza». Hay peligros por doquier y, además, se crea una relación de la que cuesta despegarse. « Yo creo demasiados vínculos a veces . Un problema que tenemos todos los cetreros es que estamos rodeados de peligro: molinos de viento, carreteras, torres de alta tensión… Cada vez que liberamos a un halcón ellos deciden dónde van, aunque estén amaestrados. Y es libre. No puedes tener un ave rapaz en una jaula».Fernando Sanz Roche, Javier Álvaro Meca, Enric Freixa Mas y Luis Guijarro PanaderoEs un arte, un deporte, una forma de vida, pero también se mueve dinero. «Sobre todo en las carreras de halcones en países del Golfo. Se está empezando a competir más en Europa y se intentan traer las carreras, pero no estamos todavía a su nivel. Son carreras de velocidad con cronómetro: el halconero suelta al ave y se llama con un señuelo a 400 metros; se puntúa la velocidad. Está teniendo muchísimo auge».Más allá de la labor deportiva, la cetrería tiene otros muchos ámbitos de actuación. «Ahora mismo está en uso el control de fauna con la cetrería, más que para captura es por medidas disuasorias: en campos de fútbol, aeropuertos, pistas de tenis…», cuenta Guijarro. Ahí está Rufus , el halcón que sobrevuela las pistas de Wimbledon para evitar que otros animales destrocen la hierba; y Vargas, el halcón de la Caja Mágica que impide el acceso de otras aves al recinto. Pero hay muchos más, como exhibiciones y educación ambiental, por ejemplo. «Yo he hecho trabajos de terapia con personas mayores y con alzhéimer . Aunque estos son métodos de llevar este arte a las personas, porque la cetrería en sí es caza con aves rapaces».«Intentas que esté el mayor tiempo posible en el guante para ver cómo reaccionan cuando les quitas la caperuza y al darles de comer. Si se asusta de ti o del caballo no vamos bien» Luis Guijarro PanaderoLo importante, siempre, es el animal, subraya Guijarro: «Los animales son muy agradecidos si se les trata bien. Y no es tratarlo como si fueran humanos, no hay que tenerlo en un sofá sin ofrecerle lo que les da su instinto, para lo que ha ido evolucionando cada especie. No son animales que tengan un entendimiento como un perro. No van a entender los premios o los castigos. Quizá los premios es que les pongas una comida que les gusta más que otra. Lo importante es que tienen que tener un vínculo positivo siempre. Si hay alguien que quiera dedicarse a esto, que se informe primero, y muy bien. Es un animal, no un capricho».  

Hay himnos, y podios, y medallas, y una especie de Villa Olímpica donde se reúnen los participantes. Y hay plumas, por doquier, porque aquí los protagonistas son los halcones y águilas reales que compiten en la modalidad de cetrería. Luis Guijarro Panadero representó a … España en el último Festival Internacional de Cetrería «Shygys Salburyny«, en la región de Ulán, al este de Kazajistán. Ya tenía experiencia competitiva en este tipo de torneos, pues también formó parte del equipo español que disputó los Juegos Mundiales Nómadas, en Astaná, en 2024. Es una modalidad más desconocida en España, pero que gana adeptos y presencia sobre todo por la importancia que se le da en países árabes en los últimos tiempos.

Principalmente se compite con águilas reales; pero también hay torneos con halcones y con azores. Y hay varias pruebas, como explica Guijarro. «Un halconero suelta el águila desde lo alto de una pequeña montaña y el rival llama desde un caballo al águila. Lo que puntúa es el tiempo que tarda en recorrer los 600 u 800 metros y que llegue al guante lo más directo posible. Otra modalidad es la del señuelo. Es un señuelo mecánico que simula un zorro; y el halconero libera al águila real desde la montaña y se puntúa la velocidad a la que va hacia el zorro y si captura o no captura; pero principalmente se mide el tiempo».

Más allá de lo que indica el crono, es un arte y un diálogo intenso entre el halconero y el animal. Como norma, cada competidor lleva el suyo propio, que ha podido cuidar, mimar y domesticar de alguna manera durante tiempo para que pueda reconocer mejor el guante y la mano que lo cuida. Pero Guijarro se encontró con un problema, la gripe aviar: «No es fácil exportar animales a este tipo de países. En este caso me cedieron los ejemplares adiestrados por ellos. Y lo único que pude hacer fue estar dos días con ellos para ver su comportamiento. No es lo ideal».

Lo ideal, claro, es competir con el animal que conoces. ¿Y cómo se crea esta relación? «Todas las aves valen para este tipo de trabajo, aunque tienen su personalidad, y los halconeros somos los que nos tenemos que adaptar a ellos. A mí me gusta empezar el adiestramiento sin que nadie haya podido interactuar antes con el animal para que no tenga manías adquiridas. A partir de allí, no hay una técnica única, ni una forma más adecuada que otra, yo he ido aprendiendo de otros halconeros y a ver lo que me funcionaba».

Luis Guijarro Panadero

Guijarro siempre ha tenido un vínculo especial con los animales y con el campo. Un día conoció a una persona que practicaba la cetrería y le llamó tanto la atención que acabó buscando información para aprender. «Y cuando adquirí un halcón peregrino en 2003, fue la perdición», bromea. Porque ya no pudo despegarse de este arte comprometido y sacrificado porque se trata con animales y no puedes dejarlo ni un solo día. «Adquirir un animal es para todas su vida, no es un capricho. No es todo tan bonito y te tiene que gustar. Es bastante esclava esta profesión».

Comer de tu mano

Una profesión que Guijarro aprendió de otros halconeros, de su interés por la cetrería y, por supuesto, de fallos y aciertos que ha ido adquiriendo. «Es un proceso de adiestramiento para ganarte su confianza. Somos sus depredadores, pero si les das de comer, y todo lo que viene de ti hacia el animal es positivo (comida y protección ante otros depredadores, sobre todo), empieza a crearse ese vínculo. Tienes que hacer que el animal se sienta tranquilo contigo, que no reaccione contra el halconero. Ellos se acostumbran a que con la llamada comen de tu mano. Si hay alguna actividad saben que si aparecen se van a alimentar. Y al no tenerte miedo, toleran que te acerques y les cambies la captura por una comida que quieras darle».

Y añade: «Al principio cuesta más, pero los años y la experiencia te van dando las respuestas: sabes los fallos que has cometido, porque cada ave responde de una manera: algunos parece que nacen aprendidos y lo hacen todo a la primera. Es tener conocimientos y práctica. No es algo difícil».

«Somos sus depredadores, pero si les das de comer, y todo lo que viene de ti hacia el animal es positivo (comida y protección), empieza a crearse ese vínculo»

Luis Guijarro Panadero

Pero sí hay que estar muy pendiente, cada día, verano, invierno, vacaciones o festivos. Sobre todo si se apunta al nivel de participar en torneos. «Para estar a nivel competición, todos los días, o el 90 % de los días, hay que dedicarle tiempo: darle buenas lecciones. Yo trabajo y vivo con ellos. Así que tiempo les dedico mucho».

Por eso se le hizo raro que en Kazajistán solo pudiera tener dos días para poder compenetrarse lo mejor posible. «Me fui cinco días a un viaje muy largo y te adaptas a lo que hay. Son aves ya manejadas y a mí no me gusta eso. Había que cruzar los dedos para que el que me dejaran no tuviera muchas manías. Puedes ver si tiene rechazo a la mano, si tiene buena reacción a la llamada. Intentas que esté el mayor tiempo posible en el guante para ver cómo reaccionan cuando les quitas la caperuza y al darles de comer. Si se asusta de ti o del caballo no vamos bien».

Un Mundial en familia

Aprendió mucho de su estancia en Kazajistán, la cuna de este arte, y más allá de los premios y las medallas, se queda con la experiencia. «Siguen manteniendo estas tradiciones porque forman parte de sus vidas. Y se aprende mucho de ellos. Me impresionó su hospitalidad; la gastronomía es increíble porque es muy casera, con muchos guisos. Y la competición en sí es muy sana; es como una gran familia de halconeros. Son como unos Juegos Olímpicos, con espectáculos, iluminaciones, conciertos. Después hay cenas para que puedas charlar con todos, y mucha calidez», recuerda de su estancia allí.

El vínculo es para siempre, incide Guijarro. «Si no los trastornas con mala praxis, el ave va a estar con este carácter hasta el final. El vínculo es compañerismo; evitar las actuaciones negativas. Tienes que aprender. Si hay que arreglar picos, uñas o medicar, esto no es como un perro. A un ave no le gusta que la cojas. Hay herramientas como la caperuza para que no te asocien a ti con ese acto negativo; y procuras no hablar en esos momentos para que tampoco te reconozcan después. Si lo haces bien, el ave puede estar veinte años contigo sin problemas en cautividad, y quizá algo menos si está en la naturaleza».

Hay peligros por doquier y, además, se crea una relación de la que cuesta despegarse. «Yo creo demasiados vínculos a veces. Un problema que tenemos todos los cetreros es que estamos rodeados de peligro: molinos de viento, carreteras, torres de alta tensión… Cada vez que liberamos a un halcón ellos deciden dónde van, aunque estén amaestrados. Y es libre. No puedes tener un ave rapaz en una jaula».

Fernando Sanz Roche, Javier Álvaro Meca, Enric Freixa Mas y Luis Guijarro Panadero

Es un arte, un deporte, una forma de vida, pero también se mueve dinero. «Sobre todo en las carreras de halcones en países del Golfo. Se está empezando a competir más en Europa y se intentan traer las carreras, pero no estamos todavía a su nivel. Son carreras de velocidad con cronómetro: el halconero suelta al ave y se llama con un señuelo a 400 metros; se puntúa la velocidad. Está teniendo muchísimo auge».

Más allá de la labor deportiva, la cetrería tiene otros muchos ámbitos de actuación. «Ahora mismo está en uso el control de fauna con la cetrería, más que para captura es por medidas disuasorias: en campos de fútbol, aeropuertos, pistas de tenis…», cuenta Guijarro. Ahí está Rufus, el halcón que sobrevuela las pistas de Wimbledon para evitar que otros animales destrocen la hierba; y Vargas, el halcón de la Caja Mágica que impide el acceso de otras aves al recinto. Pero hay muchos más, como exhibiciones y educación ambiental, por ejemplo. «Yo he hecho trabajos de terapia con personas mayores y con alzhéimer. Aunque estos son métodos de llevar este arte a las personas, porque la cetrería en sí es caza con aves rapaces».

«Intentas que esté el mayor tiempo posible en el guante para ver cómo reaccionan cuando les quitas la caperuza y al darles de comer. Si se asusta de ti o del caballo no vamos bien»

Luis Guijarro Panadero

Lo importante, siempre, es el animal, subraya Guijarro: «Los animales son muy agradecidos si se les trata bien. Y no es tratarlo como si fueran humanos, no hay que tenerlo en un sofá sin ofrecerle lo que les da su instinto, para lo que ha ido evolucionando cada especie. No son animales que tengan un entendimiento como un perro. No van a entender los premios o los castigos. Quizá los premios es que les pongas una comida que les gusta más que otra. Lo importante es que tienen que tener un vínculo positivo siempre. Si hay alguien que quiera dedicarse a esto, que se informe primero, y muy bien. Es un animal, no un capricho».

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