Ander Martín (Torrevieja, 2000) pertenece a una nueva generación de remeros que han encontrado en el mar su verdadero hogar. Hijo y nieto de pescadores, creció en La Mata, una pedanía marinera donde la vida gira en torno a las olas y al viento. Desde niño buscó su sitio en el deporte hasta que un día se subió por primera vez a un bote. Aquel instante marcó el rumbo de su vida. Durante años combinó su pasión costera con el remo olímpico tradicional, pero cuando se confirmó que el remo de mar formaría parte del programa de Los Ángeles 2028 supo que estaba ante su gran momento. Acaba de proclamarse subcampeón de Europa y la semana que viene vuelve a Turquía para competir en el Mundial (6 a 9 de noviembre). Es la gran esperanza española de una modalidad que aspira a sonar con fuerza en los próximos años.-¿Quién es Ander Martín? ¿De dónde viene su relación con el remo?-Era un niño muy inquieto y probé muchos deportes: baloncesto, balonmano, hockey, fútbol… nada me enganchaba y mi madre no sabía qué hacer conmigo. Siempre he estado ligado al mar por mi familia, y sentía que tenía que dedicarme a algo relacionado con ello. Pasaba casi todo el tiempo en la playa y quería probar algo con más contacto con el mar. La vela se salía del presupuesto, pero justo por aquel entonces un compañero de trabajo de mi madre estaba montando un club nuevo de remo. Le dijo que me llevara a probar. Fui, me subí a un barco y me fascinó. Desde entonces supe que eso era lo mío.-Y ya no lo dejó.-Fui subiendo categorías como cualquier chaval. En juvenil entré en el equipo nacional de remo olímpico. Estuve siete años en Sevilla. Pero hace unos años empezó a hablarse de que el remo de mar podía ser olímpico. En cuanto lo escuché supe que ese era mi camino. No por los resultados, sino porque disfruto mucho más con esta modalidad. Es puro mar, mucho más dinámica. Cuando se confirmó, decidí centrarme al cien por cien en ella.-La apuesta le está funcionando.-Estoy en un punto en el que disfruto de lo que hago. Quiero ver hasta dónde puedo llegar, conocer mis límites y romperlos si puedo. Esta especialidad me ha devuelto la ilusión. En el remo tradicional parecía que las grandes potencias ganaban siempre; aquí todos tenemos opciones si trabajamos bien. Eso motiva mucho.-¿Qué hace especial a su deporte?-Diría que es puro espectáculo. Empiezas corriendo desde la arena, saltas al barco, remas hasta la boya, haces un giro de 180 grados, vuelves y saltas al agua para correr hacia la bandera. Dura dos o tres minutos, pero es a muerte. En fases finales haces varias regatas seguidas y terminas reventado. La gente lo entiende rápido y se engancha, porque lo ve en directo desde la playa. Es adrenalina pura.-¿Cuál es el momento crítico?-Hay tres: embarcar, girar la boya y desembarcar. Si fallas en cualquiera de los tres puedes perder varios segundos y eso es casi imposible de recuperar. Un mal salto, un asiento que se sale, una virada abierta o llegar mal a la orilla te puede costar la carrera. Cada detalle cuenta.-La base del equipo nacional se ha instalado en el Centro de Alto Rendimiento de Los Alcázares, cerca de su casa. Mejor, imposible…-Sí, estoy a veinte minutos, así que las tardes de descanso me escapo. Las instalaciones son grandes y están muy bien, es un sitio que me gusta y en el que podemos trabajar en condiciones hasta los Juegos. Pero también es verdad que necesitamos otro sitio donde combinarlo con olas. El Mar Menor es lo que es. No hay una condición real de olas, de fondo, de marea… Estaría bien tener esa versatilidad.-¿Y qué más se necesitaría para luchar por el oro olímpico?-Un entorno estable. Fisio propio, preparador de carrera, de fuerza, un equipo con el que trabajar todo el año. Necesitamos ‘handlers’, que son los que nos ayudan en playa. También recursos y libertad para movernos y entrenar en distintos lugares. Cada competición usa barcos de marcas distintas, así que hay que adaptarse. Vengo de una familia humilde y me conformo con poco, pero si queremos ser campeones olímpicos hay que cuidar los detalles.-¿Y usted se ve con ese oro?-Queda mucho camino, muchos campeonatos antes de los Juegos. No quiero sonar arrogante, pero sí soy ambicioso. Sé lo que busco y trabajo para ello a pico y pala.-¿Cuál es su punto fuerte?-Soy competitivo. En carrera soy agresivo, determinado. Si algo se me mete en la cabeza, me lanzo a por ello.-¿Y en qué tiene que mejorar aún?-Mi punto débil es la contrarreloj: me cuesta rendir igual cuando no tengo a otro barco al lado. Es algo que tengo que mejorar. Técnicamente trabajo en la virada y en hacer más fluido el desembarque.-¿Tiene algún referente?-Aprendo de mi madre. Ha pasado por muchas cosas y siempre ha tirado adelante. En casa nunca lo hemos tenido fácil, pero me enseñaron a pelear. Esa mentalidad la aplico en el deporte.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Queralt Castellet: «Veo a diario el riesgo, pero sin volar no salen los trucos» noticia Si Andrés Temiño: «La presión de los Juegos me pudo y paré; no veía beneficio, solo desgaste» noticia Si Orlando Ortega: «Ha sido muy doloroso intentar volver y no conseguirlo»-¿Le sigue en las regatas?-No puede verme competir, se pone nerviosa. La primera vez que vino a un campeonato nacional se fue a dar una vuelta para no mirar. Pero siempre me dice lo mismo: «Tú mira al frente y rema todo lo fuerte que puedas».-Su pasión por el deporte le ha llevado incluso a montar una academia en Torrevieja.-No es una academia al uso; hacemos formación y también entrenamientos de alto rendimiento para equipos nacionales. Hemos trabajado con Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón… De hecho, el chico inglés que me ganó el Europeo había entrenado en Torrevieja. Me dio rabia, pero también alegría, porque demuestra que el sitio funciona. Ander Martín (Torrevieja, 2000) pertenece a una nueva generación de remeros que han encontrado en el mar su verdadero hogar. Hijo y nieto de pescadores, creció en La Mata, una pedanía marinera donde la vida gira en torno a las olas y al viento. Desde niño buscó su sitio en el deporte hasta que un día se subió por primera vez a un bote. Aquel instante marcó el rumbo de su vida. Durante años combinó su pasión costera con el remo olímpico tradicional, pero cuando se confirmó que el remo de mar formaría parte del programa de Los Ángeles 2028 supo que estaba ante su gran momento. Acaba de proclamarse subcampeón de Europa y la semana que viene vuelve a Turquía para competir en el Mundial (6 a 9 de noviembre). Es la gran esperanza española de una modalidad que aspira a sonar con fuerza en los próximos años.-¿Quién es Ander Martín? ¿De dónde viene su relación con el remo?-Era un niño muy inquieto y probé muchos deportes: baloncesto, balonmano, hockey, fútbol… nada me enganchaba y mi madre no sabía qué hacer conmigo. Siempre he estado ligado al mar por mi familia, y sentía que tenía que dedicarme a algo relacionado con ello. Pasaba casi todo el tiempo en la playa y quería probar algo con más contacto con el mar. La vela se salía del presupuesto, pero justo por aquel entonces un compañero de trabajo de mi madre estaba montando un club nuevo de remo. Le dijo que me llevara a probar. Fui, me subí a un barco y me fascinó. Desde entonces supe que eso era lo mío.-Y ya no lo dejó.-Fui subiendo categorías como cualquier chaval. En juvenil entré en el equipo nacional de remo olímpico. Estuve siete años en Sevilla. Pero hace unos años empezó a hablarse de que el remo de mar podía ser olímpico. En cuanto lo escuché supe que ese era mi camino. No por los resultados, sino porque disfruto mucho más con esta modalidad. Es puro mar, mucho más dinámica. Cuando se confirmó, decidí centrarme al cien por cien en ella.-La apuesta le está funcionando.-Estoy en un punto en el que disfruto de lo que hago. Quiero ver hasta dónde puedo llegar, conocer mis límites y romperlos si puedo. Esta especialidad me ha devuelto la ilusión. En el remo tradicional parecía que las grandes potencias ganaban siempre; aquí todos tenemos opciones si trabajamos bien. Eso motiva mucho.-¿Qué hace especial a su deporte?-Diría que es puro espectáculo. Empiezas corriendo desde la arena, saltas al barco, remas hasta la boya, haces un giro de 180 grados, vuelves y saltas al agua para correr hacia la bandera. Dura dos o tres minutos, pero es a muerte. En fases finales haces varias regatas seguidas y terminas reventado. La gente lo entiende rápido y se engancha, porque lo ve en directo desde la playa. Es adrenalina pura.-¿Cuál es el momento crítico?-Hay tres: embarcar, girar la boya y desembarcar. Si fallas en cualquiera de los tres puedes perder varios segundos y eso es casi imposible de recuperar. Un mal salto, un asiento que se sale, una virada abierta o llegar mal a la orilla te puede costar la carrera. Cada detalle cuenta.-La base del equipo nacional se ha instalado en el Centro de Alto Rendimiento de Los Alcázares, cerca de su casa. Mejor, imposible…-Sí, estoy a veinte minutos, así que las tardes de descanso me escapo. Las instalaciones son grandes y están muy bien, es un sitio que me gusta y en el que podemos trabajar en condiciones hasta los Juegos. Pero también es verdad que necesitamos otro sitio donde combinarlo con olas. El Mar Menor es lo que es. No hay una condición real de olas, de fondo, de marea… Estaría bien tener esa versatilidad.-¿Y qué más se necesitaría para luchar por el oro olímpico?-Un entorno estable. Fisio propio, preparador de carrera, de fuerza, un equipo con el que trabajar todo el año. Necesitamos ‘handlers’, que son los que nos ayudan en playa. También recursos y libertad para movernos y entrenar en distintos lugares. Cada competición usa barcos de marcas distintas, así que hay que adaptarse. Vengo de una familia humilde y me conformo con poco, pero si queremos ser campeones olímpicos hay que cuidar los detalles.-¿Y usted se ve con ese oro?-Queda mucho camino, muchos campeonatos antes de los Juegos. No quiero sonar arrogante, pero sí soy ambicioso. Sé lo que busco y trabajo para ello a pico y pala.-¿Cuál es su punto fuerte?-Soy competitivo. En carrera soy agresivo, determinado. Si algo se me mete en la cabeza, me lanzo a por ello.-¿Y en qué tiene que mejorar aún?-Mi punto débil es la contrarreloj: me cuesta rendir igual cuando no tengo a otro barco al lado. Es algo que tengo que mejorar. Técnicamente trabajo en la virada y en hacer más fluido el desembarque.-¿Tiene algún referente?-Aprendo de mi madre. Ha pasado por muchas cosas y siempre ha tirado adelante. En casa nunca lo hemos tenido fácil, pero me enseñaron a pelear. Esa mentalidad la aplico en el deporte.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Queralt Castellet: «Veo a diario el riesgo, pero sin volar no salen los trucos» noticia Si Andrés Temiño: «La presión de los Juegos me pudo y paré; no veía beneficio, solo desgaste» noticia Si Orlando Ortega: «Ha sido muy doloroso intentar volver y no conseguirlo»-¿Le sigue en las regatas?-No puede verme competir, se pone nerviosa. La primera vez que vino a un campeonato nacional se fue a dar una vuelta para no mirar. Pero siempre me dice lo mismo: «Tú mira al frente y rema todo lo fuerte que puedas».-Su pasión por el deporte le ha llevado incluso a montar una academia en Torrevieja.-No es una academia al uso; hacemos formación y también entrenamientos de alto rendimiento para equipos nacionales. Hemos trabajado con Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón… De hecho, el chico inglés que me ganó el Europeo había entrenado en Torrevieja. Me dio rabia, pero también alegría, porque demuestra que el sitio funciona.
Ander Martín (Torrevieja, 2000) pertenece a una nueva generación de remeros que han encontrado en el mar su verdadero hogar. Hijo y nieto de pescadores, creció en La Mata, una pedanía marinera donde la vida gira en torno a las olas y al viento. Desde … niño buscó su sitio en el deporte hasta que un día se subió por primera vez a un bote. Aquel instante marcó el rumbo de su vida. Durante años combinó su pasión costera con el remo olímpico tradicional, pero cuando se confirmó que el remo de mar formaría parte del programa de Los Ángeles 2028 supo que estaba ante su gran momento. Acaba de proclamarse subcampeón de Europa y la semana que viene vuelve a Turquía para competir en el Mundial (6 a 9 de noviembre). Es la gran esperanza española de una modalidad que aspira a sonar con fuerza en los próximos años.
Así es el remo de mar
Este frenético duatlón (beach sprint)
tiene lugar en la orilla del mar
Los barcos y las categorías
Eslora: 5,9 m
Manga: 0,75 m
Peso: 35 kg
La popa
abierta está
diseñada para
drenar el agua
que entre en
la bañera
La proa es muy
afilada para tener
una resistencia
mínima
Individual
Masculino y femenino
Así se desarrolla la prueba
Inicio en la arena
Los atletas se posicionan en la playa en la línea de salida
Tienen que correr hasta la costa para
embarcar lo más rápido posible
10-50 m
Asistentes: Ayudan al remero a iniciar el recorrido y hacen de guía en las maniobras (el remero va de espaldas a las boyas)
La carrera se traslada al mar
El campo de
regata mide
250 metros
El tramo de ida
consiste en
un slalom
El regreso a
la costa es
un sprint en
línea recta
En la última boya
se pivota para dar
un giro de 180º
Vuelta a la playa
Un vez en la orilla corren hasta
la línea de meta
Allí tienen un pulsador en el suelo
que tienen que activar para dar por
terminada la carrera
Fuente: World Rowing / remodepraia.com
Así es el remo de mar
Este frenético duatlón (beach sprint) tiene lugar en la orilla del mar
Los barcos y las categorías
Eslora: 5,9 m
Manga: 0,75 m
Peso: 35 kg
Peso atleta: 115 kg máx.
La popa
abierta está
diseñada para
drenar el agua
que entre en
la bañera
La proa es muy
afilada para tener
una resistencia
mínima
Masculino
Femenino
Individual
Así se desarrolla la prueba
Inicio en la arena
Los atletas se posicionan
en la playa en la línea
de salida
10-50 m
Tienen que correr hasta
la costa para embarcar
lo más rápido posible
Asistentes:
Ayudan al remero
a iniciar el recorrido
y hacen de guía
en las maniobras
(el remero va de
espaldas a las boyas)
La carrera
se traslada al mar
El tramo de ida
consiste en un slalom
En la última boya
se pivota para dar
un giro de 180º
Ya en dirección a
la costa, los remeros
hacen un sprint recto
hasta la orilla
Vuelta a la playa
Un vez en la orilla corren
hasta la línea de meta
Allí tienen un pulsador
en el suelo que tienen
que activar para dar por
terminada la carrera
20-30 m
Fuente: World Rowing / remodepraia.com
-¿Quién es Ander Martín? ¿De dónde viene su relación con el remo?
-Era un niño muy inquieto y probé muchos deportes: baloncesto, balonmano, hockey, fútbol… nada me enganchaba y mi madre no sabía qué hacer conmigo. Siempre he estado ligado al mar por mi familia, y sentía que tenía que dedicarme a algo relacionado con ello. Pasaba casi todo el tiempo en la playa y quería probar algo con más contacto con el mar. La vela se salía del presupuesto, pero justo por aquel entonces un compañero de trabajo de mi madre estaba montando un club nuevo de remo. Le dijo que me llevara a probar. Fui, me subí a un barco y me fascinó. Desde entonces supe que eso era lo mío.
-Y ya no lo dejó.
-Fui subiendo categorías como cualquier chaval. En juvenil entré en el equipo nacional de remo olímpico. Estuve siete años en Sevilla. Pero hace unos años empezó a hablarse de que el remo de mar podía ser olímpico. En cuanto lo escuché supe que ese era mi camino. No por los resultados, sino porque disfruto mucho más con esta modalidad. Es puro mar, mucho más dinámica. Cuando se confirmó, decidí centrarme al cien por cien en ella.
-La apuesta le está funcionando.
-Estoy en un punto en el que disfruto de lo que hago. Quiero ver hasta dónde puedo llegar, conocer mis límites y romperlos si puedo. Esta especialidad me ha devuelto la ilusión. En el remo tradicional parecía que las grandes potencias ganaban siempre; aquí todos tenemos opciones si trabajamos bien. Eso motiva mucho.
-¿Qué hace especial a su deporte?
-Diría que es puro espectáculo. Empiezas corriendo desde la arena, saltas al barco, remas hasta la boya, haces un giro de 180 grados, vuelves y saltas al agua para correr hacia la bandera. Dura dos o tres minutos, pero es a muerte. En fases finales haces varias regatas seguidas y terminas reventado. La gente lo entiende rápido y se engancha, porque lo ve en directo desde la playa. Es adrenalina pura.
-¿Cuál es el momento crítico?
-Hay tres: embarcar, girar la boya y desembarcar. Si fallas en cualquiera de los tres puedes perder varios segundos y eso es casi imposible de recuperar. Un mal salto, un asiento que se sale, una virada abierta o llegar mal a la orilla te puede costar la carrera. Cada detalle cuenta.
-La base del equipo nacional se ha instalado en el Centro de Alto Rendimiento de Los Alcázares, cerca de su casa. Mejor, imposible…
-Sí, estoy a veinte minutos, así que las tardes de descanso me escapo. Las instalaciones son grandes y están muy bien, es un sitio que me gusta y en el que podemos trabajar en condiciones hasta los Juegos. Pero también es verdad que necesitamos otro sitio donde combinarlo con olas. El Mar Menor es lo que es. No hay una condición real de olas, de fondo, de marea… Estaría bien tener esa versatilidad.
-¿Y qué más se necesitaría para luchar por el oro olímpico?
-Un entorno estable. Fisio propio, preparador de carrera, de fuerza, un equipo con el que trabajar todo el año. Necesitamos ‘handlers’, que son los que nos ayudan en playa. También recursos y libertad para movernos y entrenar en distintos lugares. Cada competición usa barcos de marcas distintas, así que hay que adaptarse. Vengo de una familia humilde y me conformo con poco, pero si queremos ser campeones olímpicos hay que cuidar los detalles.
-¿Y usted se ve con ese oro?
-Queda mucho camino, muchos campeonatos antes de los Juegos. No quiero sonar arrogante, pero sí soy ambicioso. Sé lo que busco y trabajo para ello a pico y pala.
-¿Cuál es su punto fuerte?
-Soy competitivo. En carrera soy agresivo, determinado. Si algo se me mete en la cabeza, me lanzo a por ello.
-¿Y en qué tiene que mejorar aún?
-Mi punto débil es la contrarreloj: me cuesta rendir igual cuando no tengo a otro barco al lado. Es algo que tengo que mejorar. Técnicamente trabajo en la virada y en hacer más fluido el desembarque.
-¿Tiene algún referente?
-Aprendo de mi madre. Ha pasado por muchas cosas y siempre ha tirado adelante. En casa nunca lo hemos tenido fácil, pero me enseñaron a pelear. Esa mentalidad la aplico en el deporte.
-¿Le sigue en las regatas?
-No puede verme competir, se pone nerviosa. La primera vez que vino a un campeonato nacional se fue a dar una vuelta para no mirar. Pero siempre me dice lo mismo: «Tú mira al frente y rema todo lo fuerte que puedas».
-Su pasión por el deporte le ha llevado incluso a montar una academia en Torrevieja.
-No es una academia al uso; hacemos formación y también entrenamientos de alto rendimiento para equipos nacionales. Hemos trabajado con Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón… De hecho, el chico inglés que me ganó el Europeo había entrenado en Torrevieja. Me dio rabia, pero también alegría, porque demuestra que el sitio funciona.
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