El ex diputado y analista árabe-israelí asegura que «los países árabes están capitulando ante la hegemonía de Israel» Leer El ex diputado y analista árabe-israelí asegura que «los países árabes están capitulando ante la hegemonía de Israel» Leer
Azmi Bishara (Nazaret, 1956) fue diputado durante una década en la Knesset, el Parlamento israelí, con el partido de izquierda Balad, una formación nacional progresista que defendía los derechos de los palestinos en el Estado de Israel. Tras una creciente persecución judicial, acusado de colaborar con Hizbulá, desde 2007 reside en Qatar, donde dirige el Centro Árabe de Investigación y Estudios Políticos (ACRPS), también conocido como Doha Institute. En mayo publicó una edición en castellano de Palestina, una cuestión de justicia y verdad sobre el conflicto palestino-israelí (Ediciones Catarata).
- En sus publicaciones señala que la vía diplomática del llamado ‘proceso de paz’ entre Israel y Palestina ha fracasado porque evita abordar la cuestión más esencial, la justicia. Dijo que ninguna solución será duradera a menos que se reconozca el daño histórico causado al pueblo palestino. ¿Cómo se puede abordar ahora esta cuestión, en medio de la ofensiva israelí?
- Ahora se habla de detener el genocidio, de detener la guerra. La cuestión palestina, como telón de fondo de todo esto, ha pasado a un segundo plano. El tipo que está sentado en la Casa Blanca, narcisista e ignorante, cree que la historia comienza con él. No habla en absoluto de la cuestión palestina, hablamos de Gaza como un tema aparte. Ahora todos pensamos en cómo poner fin a esta guerra, en el genocidio. Como pueden ver, si siguen las declaraciones del primer ministro israelí, él habla de las condiciones israelíes para supervisar Gaza, de asuntos de seguridad, de una administración para la Franja de Gaza. En realidad quiere adaptar a su gusto el funcionamiento de Gaza. Netanyahu está ebrio de poder, apoyado por Estados Unidos. Así que nos encontramos en un punto en el que Israel no acepta ningún acuerdo gradual ni parcial. Veremos cómo evoluciona, pero es esencial que cese el genocidio y esta política de hambruna.
- ¿Cómo cree que se puede detener? ¿Cree que Israel aceptaría una rendición total o cree que el fin de la guerra pasa por una intervención internacional?
- Si las autoridades de países europeos reflejaran los cambios en la opinión pública, sería positivo. El otro problema, el principal, son los países árabes, que están, ¿cómo decirlo?, desautorizados, capitulando totalmente ante la hegemonía israelí. Hay declaraciones verbales de condena de lo que hace Israel, pero no están haciendo nada que pueda cambiar la situación. Y al menos algunos, sí pueden. Países como Egipto y otros que normalizaron relaciones con Israel antes de que estallara la guerra, en los llamados Acuerdos de Abraham, podrían influir. Ni siquiera están utilizando esto, normalizaron relaciones sin resolver la cuestión palestina. Fue un error no usarlo para advertir a Israel de que no piense en la expulsión de palestinos, en hambruna. Siento que esperan que Israel destruya la resistencia en Gaza, lo cual es un error porque la hegemonía militar israelí en la región no los perdonará. Este es un cambio crucial en la actitud israelí, en la perspectiva sobre la región, que solía ser más modesta. No presumían de ser dueños de la región. Sabían que en realidad se trata de un estado colonial y buscaban reconocimiento y no al revés. Ahora con este primer ministro, Israel va a forjar la región, a cambiarla estratégicamente. Los está haciendo en Siria, en el sur del Líbano, pronto empezará a hablar con el rey de Jordania y decirles «Quiero esto y aquello».
- Entonces, ¿cómo se puede parar?
- No tengo ninguna expectativa de Washington, mientras en Israel, no sólo la política de extrema derecha religiosa ha ido demasiado lejos, se está adoptando el léxico de extrema derecha también en la Knesset. En Europa hay cambios en algunos países, pero espero que haya más porque este asunto de reconocer el Estado palestino no es una mala señal, pero no hay nada práctico que pueda surgir de ello.
- Señala que los estados árabes se sienten ‘cómodos’ con la guerra israelí contra la resistencia, pero no hasta el punto de involucrarse en el futuro de Gaza. Por lo menos ahora no quieren intervenir ni con fuerzas de paz. ¿Qué beneficio obtienen entonces?
- Es una situación muy desfavorable para ellos. La brutalidad con la que Israel actúa, se está volviendo vergonzoso para los países árabes. Ante su propia opinión pública, no son capaces ni siquiera de entregar ayuda humanitaria. Saben muy bien que no les conviene, porque Israel impondrá su voluntad en diferentes cuestiones. Aún así no veo ninguna medida significativa para presionar a Israel, como por ejemplo detener los acuerdos de paz. ¿Por qué? Es una larga historia sobre la naturaleza de los regímenes árabes y sus temores desde las revueltas de 2011, su temor a la inestabilidad y a los cambios. Creo que Egipto se da cuenta de que no le beneficia que Israel pueda comportarse como una superpotencia regional. Su principal preocupación es cómo sobrevivir como regímenes despóticos, temiendo a la opinión pública.
- En su experiencia en la Knesset y en el mundo diplomático, ha tratado el reconocimiento del Estado palestino, también la opción de un Estado único. A día de hoy, ¿qué opción le parece más realista?
- La solución de un solo Estado es una idea noble, como escribí pidiendo hace 30 años, cuando los asentamientos en Cisjordania se expandieron de tal manera que se volvieron irreversibles. Estaba muy claro que la base para un Estado palestino, está siendo destruida por Israel. Así que la idea de un solo Estado, es una idea noble, siempre y cuando aceptemos que existen dos nacionalidades en este país y tienen derechos colectivos e individuales. Existe otra posibilidad, la solución de dos Estados, donde se reconoce la igualdad entre las dos naciones. Ambas opciones están muy lejos. La opinión pública israelí se ha desviado muchísimo a la derecha. Las encuestas que leí sobre Israel son trágicas. Hay una mayoría a favor del traslado de los árabes. Incluso cuando Trump habló de trasladar a la población de Gaza, la mayoría de israelíes se mostraron abiertos al respecto. A nivel internacional se edulcora la situación hablando de ocupación. Es una mala palabra porque la ocupación es siempre temporal, pero continúa desde 1967. Israel es un Estado de ‘apartheid’, donde los palestinos viven en el mismo territorio, con la misma economía, bajo la misma soberanía que los israelíes, en una colonia no alejada de Israel. Así que cualquier palestino se sentiría aliviado de no vivir en un Estado de ‘apartheid’, ya sea en igualdad de condiciones como ciudadano o en dos Estados. El problema es que nos estamos alejando de esto.
- Hace poco más de un año las facciones palestinas llegaron a un acuerdo, un acercamiento, en Pekín. ¿Qué queda de esa promesa?
- Las diferencias entre las facciones son muy graves. Una parte está dispuesta a coordinarse con el ocupante en materia de seguridad según los acuerdos firmados con Israel, los acuerdos de Oslo, mientras la otra usa las armas contra Israel. La diferencia es enorme. No se puede llegar a un acuerdo sin que una de las partes cambie de postura. Aunque una parte dejara la lucha armada, aún tenemos problemas para decidir la reconstrucción de Gaza, los asentamientos en Cisjordania, la judaización de Jerusalén. Estos problemas no se pueden resolver con armas, pero por su parte la Autoridad Palestina no quiere compartir el poder con nadie. No es un gran privilegio tampoco formar parte de una autoridad que carece de soberanía. Creo que el camino pasa por reconstruir la Organización para la Liberación Palestina (OLP). El pueblo palestino son más que Cisjordania y Gaza; están en todo el mundo. La OLP les representa, una vez revivida, se puede volver a la cuestión de la autoridad, el aparato de seguridad, la reconstrucción.
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