A Cristina Castaño (Villalba, Lugo, 46 años) le quedan pocas semanas para dar a luz. Va a ser madre primeriza, pero no va a hablar de eso en esta entrevista. “Cualquier cosa que te diga sobre este tema es susceptible de convertirse en un titular y no quiero eso. Quiero que mi carrera sea mi titular”, explica la actriz. Desveló su futura maternidad en solitario hace algunas semanas en La revuelta y la ola de titulares que vino después no le extrañó. Por eso mismo solo quiere hablar de su otra bebé: Lume, miniserie hispano-portuguesa que trata sobre un incendio forestal que afecta a un pueblo en la frontera entre Galicia y Portugal. Casi sin promoción, el thriller en gallego está funcionando muy bien en HBO Max. “Es una historia muy honesta y real, que nos concierne a todos. Cada verano se queman miles de hectáreas en España y muchas veces nadie explica por qué. No se encuentra una razón”, reflexiona. Su personaje, Lucía, la protagonista, es una dura periodista de investigación que quiere encontrar esa razón.
La actriz interpreta a una periodista dura en la miniserie ‘Lume’, un thriller sobre los incendios forestales que cada verano afectan la frontera entre Galicia y Portugal. “Me ha resultado muy satisfactorio y liberador interpretar a una mujer que puede estar enfadada todo el rato”, asegura.
A Cristina Castaño (Villalba, Lugo, 46 años) le quedan pocas semanas para dar a luz. Va a ser madre primeriza, pero no va a hablar de eso en esta entrevista. “Cualquier cosa que te diga sobre este tema es susceptible de convertirse en un titular y no quiero eso. Quiero que mi carrera sea mi titular”, explica la actriz. Desveló su futura maternidad en solitario hace algunas semanas en La revuelta y la ola de titulares que vino después no le extrañó. Por eso mismo solo quiere hablar de su otra bebé: Lume, miniserie hispano-portuguesa que trata sobre un incendio forestal que afecta a un pueblo en la frontera entre Galicia y Portugal. Casi sin promoción, el thriller en gallego está funcionando muy bien en HBO Max. “Es una historia muy honesta y real, que nos concierne a todos. Cada verano se queman miles de hectáreas en España y muchas veces nadie explica por qué. No se encuentra una razón”, reflexiona. Su personaje, Lucía, la protagonista, es una dura periodista de investigación que quiere encontrar esa razón.
Pregunta. Usted tiene mucho de su personaje en Lume. Las dos gallegas, las dos interesadas en el periodismo.
Respuesta. Sí, yo empecé a estudiar Periodismo. Pero era una excusa para venirme a Madrid. En realidad quería ser actriz y mis padres querían que tuviera una carrera seria. El periodismo les parecía más serio que el arte dramático [risas]. Siempre me interesaron los medios y la comunicación.
P. Este papel femenino es muy diferente a otros.
R. Es lo que me gustó del proyecto. El personaje de Lucía no intenta agradar en ningún momento. La directora me decía: “Va a caer mal”. Y yo le respondía: “Es que no tiene que caer bien”.
P. ¿A las mujeres de ficción les ocurre como a las mujeres en la vida real? ¿Se les exige ser simpáticas?
R. Exactamente. La mujer tiene que agradar, la mujer tiene que ser amable, la mujer tiene que sonreír, la mujer tiene que ser dulce. Para mí fue muy satisfactorio y liberador interpretar a una mujer que puede estar enfadada todo el rato y que no tiene que caer bien.
P. Y que tampoco tiene que ser sexy.
R. Exactamente. No tiene que ser sensual, aunque cuando quiere lo es.
P. Alguna vez contó que de pequeña los otros niños se reían de usted por ser pelirroja.
R. La diferencia es lo que marca. Era la rara, la diferente.
P. ¿Eso la marcó?
R. Sí, supongo que de alguna manera. Esas cosas marcan de pequeño. Nunca me he comportado como el sex symbol pelirrojo. He explotado la pelirroja sexy a nivel laboral, pero yo no soy esa femme fatale. Me sigo sintiendo muy Cristina, muy Cristinita.
P. ¿Cuándo dejaron de burlarse de usted?
R. Mi hermana mayor siempre me decía: “Cristina, espera a tener 18 años”. Cuando cumplí 18, todo cambió. De repente, ser pelirroja tenía otro significado.
P. Su imagen impone.
R. Es verdad que doy una imagen más dura de lo que soy. Mucha gente me lo dice. Impongo. Puede parecer guay, pero no sé si es guay.
P. Gran parte de los diálogos de la serie son en gallego. ¿Le sorprende que haya políticos que se ofenden si se habla en alguna de las lenguas cooficiales?
R. Me parece absurdo, una guerra de niños. Que a estar alturas del partido todavía estemos con este problema. Hay que respetar las diferencias que existen en nuestro país. La diversidad es lo que nos define y nos protege de convertirnos todos en lo mismo.
P. ¿La tele convencional ha dejado de apostar por series de autor como Lume?
R. Las grandes cadenas y las grandes plataformas buscan tener audiencias. Buscan lo que funciona, la fórmula. Vamos todo el rato detrás de fórmulas de éxito. Pero hay otro tipo de producto que nos tiene que reflejar, sin importar el resultado. Al final, el sentido del arte es que ser humano se sienta reflejado en él.
P. Hablando de fórmulas del éxito, usted saltó a la fama muy joven en Al salir de clase. ¿Le costó sacarse de encima el personaje de Lydia?
R. No, no me costó. Me siento muy orgullosa de haber estado en Al salir de clase. Entonces no había ni plataformas ni redes sociales. Nosotros éramos los Élite de aquella época.
A las mujeres no nos enseñan a confiar en nosotras, en nuestro poder, en nuestro valor.
P. Interpretaba a una mala malísima. ¿Eso le pasó factura?
R. Sí, me pasó factura. El público no distinguía entre la ficción y la realidad. Pero no me quedé con el cliché de la mala.
P. De hecho, Judith, su personaje en La que se avecina, es muy querido.
R. Allá donde voy me reciben con una sonrisa. Lo que más me sorprende es que ahora hay un público nuevo viendo La que se avecina. Me fui de la serie hace diez años y ahora vienen a hablarme niños de 10 años que la ven y que son fans.
P. ¿Le costó bajarse de ese éxito?
R. Sí, era un salto al vacío. Pero tenía mucha confianza en mí como actriz y tenía mucha necesidad de que el público me viese en otros personajes.
P. Es muy famosa, pero también muy reservada. ¿Cómo se consigue eso?
R. Me gusta mucho la astrología, así que creo que tiene una explicación muy fácil. Soy Escorpio con ascendente en Leo. El Escorpio es tremendamente reservado con su vida privada, no te cuenta sus secretos. Pero mi ascendente en Leo me pide mostrarme al mundo y brillar. El león es el rey de la selva y quiere lucirse. Tengo esa mezcla: te muestro mi melena, pero no te enseño realmente quién soy.
P. Lo que sí se ve es que es una mujer independiente.
R. Sí, me considero una mujer muy independiente. Desde luego no soy dependiente de nadie. Me fui pronto de mi casa. Me vine a Madrid con 19 años y con 20 empecé a ganar mi dinero. Me independicé y nunca más dependí ni de mis padres ni de nadie. Vivo de mi trabajo y tampoco me gusta mucho que me digan lo que tengo que hacer. A la única persona que le permito que me diga lo que tengo que hacer es a un director o a una directora. Creo que la confianza es algo que habría que inculcar a todo el mundo.
P. No nos educan para confiar en nosotros mismos.
R. En absoluto. Y mucho menos a las mujeres. A las mujeres no nos enseñan a confiar en nosotras, en nuestro poder, en nuestro valor. Vivimos en una sociedad en la que la confianza radica en lo que tienes y no en lo que eres. Esta sociedad no premia el ser, pero hay un valor intrínseco simplemente en ser.
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