En tiempo de crisis de los equipos, como ocurre con la actual del bético en juego y resultados (Pellegrini dixit, omnes dicunt), la afición se convierte en juez implacable y sentencia sobre la marcha, sin escuchar a los «investigados», que para eso su soberanía es absolutista. Ocurre sin embargo, que el fútbol regido sobre la base de las sociedades anónimas convierte a muchos de los aficionados en jueces y parte en su condición de accionistas. Los mismos que con sus votos avalan la gestión de sus gestores bajo el techo donde se celebran las Juntas se ven legitimados para criticarlos al aire libre.Por eso no es de extrañar lo que está aconteciendo al final de la Palmera. Sobrada mayoría en el cónclave de accionistas, con oreja y vuelta al ruedo al final de la faena, y lluvia de almohadillas dialécticas al retirarse los espadas del coso. De la ovación, al «Directiva dimisión», «Haro salta al campo y mete un gol» o «¿Dónde está el dinero, el dinero dónde está?», proclamas que nos remiten, con denominaciones jurídicas desfasadas o patronímicos distintos, a tiempos pretéritos.Sucede además, que el aficionado es de letras y no de ciencias, y le resulta difícil entender algunas cosas. Cómo después de préstamos personales, créditos de la Liga, ampliaciones de capital, refinanciaciones de las deudas, beneficios por traspasos e ingresos por las participaciones continuadas en competiciones europeas, las plantillas de sus equipos van perdiendo paulatinamente valor, consecuencia de dejar ir lo testado y esperanzarse en el rendimiento de lo que no deja de ser presunto.El Consejo verdiblanco trata ahora en el mercado de invierno de revertir la situación. Se ha firmado a Antony, que no es poco nombre, aunque quede por ver si es también lo que Manuel Pellegrini define como «hombre», sinónimo de refuerzo. Y se habla de un par de incorporaciones más. Tratamiento urgente en función de los síntomas y a la espera del diagnóstico sobre el origen de la enfermedad. Los «soberanos» ya emitieron su dictamen frente al Alavés: el foco infeccioso no es el entrenador. En tiempo de crisis de los equipos, como ocurre con la actual del bético en juego y resultados (Pellegrini dixit, omnes dicunt), la afición se convierte en juez implacable y sentencia sobre la marcha, sin escuchar a los «investigados», que para eso su soberanía es absolutista. Ocurre sin embargo, que el fútbol regido sobre la base de las sociedades anónimas convierte a muchos de los aficionados en jueces y parte en su condición de accionistas. Los mismos que con sus votos avalan la gestión de sus gestores bajo el techo donde se celebran las Juntas se ven legitimados para criticarlos al aire libre.Por eso no es de extrañar lo que está aconteciendo al final de la Palmera. Sobrada mayoría en el cónclave de accionistas, con oreja y vuelta al ruedo al final de la faena, y lluvia de almohadillas dialécticas al retirarse los espadas del coso. De la ovación, al «Directiva dimisión», «Haro salta al campo y mete un gol» o «¿Dónde está el dinero, el dinero dónde está?», proclamas que nos remiten, con denominaciones jurídicas desfasadas o patronímicos distintos, a tiempos pretéritos.Sucede además, que el aficionado es de letras y no de ciencias, y le resulta difícil entender algunas cosas. Cómo después de préstamos personales, créditos de la Liga, ampliaciones de capital, refinanciaciones de las deudas, beneficios por traspasos e ingresos por las participaciones continuadas en competiciones europeas, las plantillas de sus equipos van perdiendo paulatinamente valor, consecuencia de dejar ir lo testado y esperanzarse en el rendimiento de lo que no deja de ser presunto.El Consejo verdiblanco trata ahora en el mercado de invierno de revertir la situación. Se ha firmado a Antony, que no es poco nombre, aunque quede por ver si es también lo que Manuel Pellegrini define como «hombre», sinónimo de refuerzo. Y se habla de un par de incorporaciones más. Tratamiento urgente en función de los síntomas y a la espera del diagnóstico sobre el origen de la enfermedad. Los «soberanos» ya emitieron su dictamen frente al Alavés: el foco infeccioso no es el entrenador.
En tiempo de crisis de los equipos, como ocurre con la actual del bético en juego y resultados (Pellegrini dixit, omnes dicunt), la afición se convierte en juez implacable y sentencia sobre la marcha, sin escuchar a los «investigados», que para eso su soberanía es …
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Volver a intentar
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Sigue navegando
Artículo solo para suscriptores
RSS de noticias de deportes