Es una epidemia en este fútbol moderno de espinilleras minimalistas y suplentes en el banquillo sin vestir: los resbalones en el césped. En el Bernabéu se escurrieron, en distintas situaciones comprometidas, Marcao, Alexis Sánchez, Rodrygo, Fran García y Asencio.No sabemos quién tiene la culpa de tan absurdo espectáculo, más propio en estas fechas de una pista de patinaje sobre hielo que de un estadio de fútbol: si los propios jugadores al elegir los tacos, si los utilleros o si un exceso de riego. Pero que los futbolistas se vayan al suelo de manera recurrente en un campo con cubierta retráctil parece el colmo de un chiste malo.Noticias relacionadas opinion Si Esbozos y rasguños Razones por las que merece la pena vivir Javier Aznar opinion Si esbozos y rasguños Expediente Ceballos Javier AznarEl Madrid fue pitado en distintos momentos del partido por sus ya habituales despistes y desatenciones, amenazado además por un Alexis Sánchez viviendo de repente una segunda juventud . Solo un espléndido Courtois evitó un tropiezo en casa que habría sido ya mortal de necesidad ante un Sevilla con diez jugadores. Mientras tanto, Xabi Alonso continúa como Philippe Petit, caminando sobre la cuerda floja entre las Torres Gemelas. La pregunta es inevitable: ¿cuánto tiempo puede un entrenador soportar esta tensión de pasearse por el alambre?En noches así el Bernabéu no se enfada: se inquieta. No hay bronca sostenida ni pañolada, sino una desconfianza que se instala poco a poco y que pesa más que cualquier pitada. El estadio sabe leer los partidos y detectar cuándo un equipo domina y cuándo simplemente sobrevive como puede. Y esta sensación de provisionalidad, de ir tirando cada semana, es la que termina calando en la grada y marcando el tono de la temporada.Mbappé, por su parte, igualó el récord de goles de Cristiano Ronaldo en un año natural. No deja de ser una mala señal que los motivos para sacar pecho en el Real Madrid sean hoy logros individuales: la Bota de Oro, el Balón de ídem, el récord de Cristiano . Síntomas, quizá, de un equipo que resbala cuando intenta caminar junto.En el Bernabéu siempre se entendió que las grandes cifras llegaban como consecuencia y no como coartada. Primero el equipo, luego la historia, y al final los récords individuales. Cuando el orden se invierte, algo chirría, por mucho brillo galáctico que desprendan los nombres propios. Y quizá por eso los resbalones, los literales y los metafóricos, inquietan más de la cuenta: no por la caída en sí, sino por la sospecha de que el equipo pisa poco terreno firme. Es una epidemia en este fútbol moderno de espinilleras minimalistas y suplentes en el banquillo sin vestir: los resbalones en el césped. En el Bernabéu se escurrieron, en distintas situaciones comprometidas, Marcao, Alexis Sánchez, Rodrygo, Fran García y Asencio.No sabemos quién tiene la culpa de tan absurdo espectáculo, más propio en estas fechas de una pista de patinaje sobre hielo que de un estadio de fútbol: si los propios jugadores al elegir los tacos, si los utilleros o si un exceso de riego. Pero que los futbolistas se vayan al suelo de manera recurrente en un campo con cubierta retráctil parece el colmo de un chiste malo.Noticias relacionadas opinion Si Esbozos y rasguños Razones por las que merece la pena vivir Javier Aznar opinion Si esbozos y rasguños Expediente Ceballos Javier AznarEl Madrid fue pitado en distintos momentos del partido por sus ya habituales despistes y desatenciones, amenazado además por un Alexis Sánchez viviendo de repente una segunda juventud . Solo un espléndido Courtois evitó un tropiezo en casa que habría sido ya mortal de necesidad ante un Sevilla con diez jugadores. Mientras tanto, Xabi Alonso continúa como Philippe Petit, caminando sobre la cuerda floja entre las Torres Gemelas. La pregunta es inevitable: ¿cuánto tiempo puede un entrenador soportar esta tensión de pasearse por el alambre?En noches así el Bernabéu no se enfada: se inquieta. No hay bronca sostenida ni pañolada, sino una desconfianza que se instala poco a poco y que pesa más que cualquier pitada. El estadio sabe leer los partidos y detectar cuándo un equipo domina y cuándo simplemente sobrevive como puede. Y esta sensación de provisionalidad, de ir tirando cada semana, es la que termina calando en la grada y marcando el tono de la temporada.Mbappé, por su parte, igualó el récord de goles de Cristiano Ronaldo en un año natural. No deja de ser una mala señal que los motivos para sacar pecho en el Real Madrid sean hoy logros individuales: la Bota de Oro, el Balón de ídem, el récord de Cristiano . Síntomas, quizá, de un equipo que resbala cuando intenta caminar junto.En el Bernabéu siempre se entendió que las grandes cifras llegaban como consecuencia y no como coartada. Primero el equipo, luego la historia, y al final los récords individuales. Cuando el orden se invierte, algo chirría, por mucho brillo galáctico que desprendan los nombres propios. Y quizá por eso los resbalones, los literales y los metafóricos, inquietan más de la cuenta: no por la caída en sí, sino por la sospecha de que el equipo pisa poco terreno firme.
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