Del Tourmalet a la Loze: los cinco puertos de leyenda del Tour 2025

El Tour son sus puertos, la esencia del ciclismo. Un diseño de la madre naturaleza plasmado en montañas milenarias y carreteras centenarias que unen valles, caminos asfaltados para recoger al ganado o rutas hacia las estaciones de esquí. Este sábado empieza el Tour y en las cordilleras de Francia, los Alpes y los Pirineos, volverán a imponer su ley las cumbres que cualquiera recita de memoria sin obligación de ser fanático del ciclismo. Para los corredores cobrará sentido aquella frase de Greg Lemond, tres veces ganador del Tour: «Solo se puede disfrutar aquello que se ha conseguido con sacrificio».El Tourmalet. La historia del ciclismo, del Tour, cabe en esta montaña. Es el símbolo de este deporte, un obstáculo transformado en fetiche que sirve para describir una dificultad máxima. La traducción del coloso anuncia dolor y pasión, ‘viaje de mal retorno’. Es un coloso de 17 kilómetros de escalada desde Saint Marie de Campan y 19 desde el sector oeste (Bareges), con una pendiente media del 7 por ciento que supera el 12 al aproximarse a la cima, a 2.115 metros.Un templo que nació con una mentira telegrafiada en 1910 por el periodista Alphonse Steinés a su director, Henry Desgrange, director del diario ‘L’Auto’ (actual L’Equipe) que fundó la carrera. «Atravesado Tourmalet. Stop. Muy buena ruta. Stop. Perfectamente practicable. Stop». Steines ocultó la verdad. El chófer de su coche lo abandonó por miedo a la nieve y los osos. El periodista continuó a pie, más de diez kilómetros sobre la nieve y la noche negra. A duras penas alcanzó la cumbre, empezó a descender pero se perdió, tropezó por un barranco y sintió los síntomas de congelación. En la soledad de la montaña y la impotencia, descubrió las primeras luces de Bareges. Y se lanzó hacia la oficina de telégrafos.Hautacam. A la salida de Lourdes, en dirección a las cordilleras nevadas, se alza una carretera convertida en un clásico moderno del Tour, Hautacam. Su estreno aconteció en el cuarto Tour de Induráin, 1994, y aquello fue deslumbrante. La exhibición del rey Miguel, aspirando a ritmo a todos los rivales salvo a Luc Leblanc (ganador en la cima), descubrió un puerto potente, angosto y muy duro. Son 13,8 kilómetros al 7,8 por ciento, con la máxima exigencia concentrada en la parte central, dos kilómetros al once por ciento (11 metros de desnivel por cada 100 metros de longitud). Grandes nombres han conquistado esta cima: Induráin (1994), Riis (1996), Javier Otxoa ante Armstrong (2000), Piepoli (2008), Nibali (2014) y Vingegaard (2022).Superbagneres. Ubicado en una estación invernal a escasos diez kilómetros de la frontera con España por el Valle de Arán, Superbagneres es un clásico de los años ochenta venido a menos. Por misteriosas razones el puerto que enlaza con el tríptico más famoso del ciclismo, el Peyresourde, el Aspin y el Tourmalet, desapareció de la faz del Tour después de haber sido protagonista en la época de Hinault, Perico Delgado, Greg Lemond y demás. Se estrenó en 1961 y fue entronizada en 1971, en aquel Tour de máxima rivalidad entre Luis Ocaña y Eddy Merckx. Ocaña se cayó en el descenso de Mente cuando era líder y Merckx se negó al día siguiente a lucir el maillot amarillo en señal de respeto al español.Mont Ventoux. Situado en el corazón de la Provenza, es algo así como el Teide en Tenerife o el Etna en Sicilia. Domina toda la región, imponente macizo solitario que ha popularizado historias singulares del ciclismo. Es el monte maldito, allí donde la vegetación acaba en los últimos kilómetros y la visión le confiere un horizonte lunar, un cráter desértico que asciende hacia una base militar en cuyas entrañas se esconden secretos del país vecino.En el Mont Ventoux (16 kilómetros al 8,8 por ciento) murió Tom Simpson, un líder del Tour en 1967 que cayó fulminado por una mezcla explosiva de anfetaminas y alcohol. Es territorio de campeones. Eddy Merckx ahogado por la dureza de la subida en los setenta. Lance Armstrong y Marco Pantani mantuvieron una pugna que pudo ser épica en 2000 y que estropeó el texano dejando ganar al italiano, pura humillación lo que pretendía ser una deferencia. Y la más reciente, la carrera a pie de Chris Froome en 2016. El líder del Tour perdió los nervios al verse atrapado en un enjambre de motos y coches en la subida, dejó su bici y prosiguió la subida a la carrera.Loze. El col de la Loze es el Angliru del Tour de Francia, un descubrimiento reciente (debut en 2020) con aspecto infernal. Es la carretera mínima, un sendero asfaltado que une las estaciones de Meribel y Courchevel. Una dedicada íntegramente a las bicicletas, sin tráfico de coches. Todo lo demás son números muy potentes en un puerto Tour por excelencia. Larguísimo (22 kilómetros), sin descanso (pendiente media del 7,6 por ciento), muy duro (una pared en algunos tramos al 14 por ciento) e interminable (se asciende a 2.304 metros). No tiene la leyenda de los colosos con historia, pero es punto clave en materia deportiva para la resolución del Tour. Una pared que no acaba nunca, colofón de un tránsito matador: los ciclistas tendrán que ascender previamente los puertos de Glandon y Madeleine. El Tour son sus puertos, la esencia del ciclismo. Un diseño de la madre naturaleza plasmado en montañas milenarias y carreteras centenarias que unen valles, caminos asfaltados para recoger al ganado o rutas hacia las estaciones de esquí. Este sábado empieza el Tour y en las cordilleras de Francia, los Alpes y los Pirineos, volverán a imponer su ley las cumbres que cualquiera recita de memoria sin obligación de ser fanático del ciclismo. Para los corredores cobrará sentido aquella frase de Greg Lemond, tres veces ganador del Tour: «Solo se puede disfrutar aquello que se ha conseguido con sacrificio».El Tourmalet. La historia del ciclismo, del Tour, cabe en esta montaña. Es el símbolo de este deporte, un obstáculo transformado en fetiche que sirve para describir una dificultad máxima. La traducción del coloso anuncia dolor y pasión, ‘viaje de mal retorno’. Es un coloso de 17 kilómetros de escalada desde Saint Marie de Campan y 19 desde el sector oeste (Bareges), con una pendiente media del 7 por ciento que supera el 12 al aproximarse a la cima, a 2.115 metros.Un templo que nació con una mentira telegrafiada en 1910 por el periodista Alphonse Steinés a su director, Henry Desgrange, director del diario ‘L’Auto’ (actual L’Equipe) que fundó la carrera. «Atravesado Tourmalet. Stop. Muy buena ruta. Stop. Perfectamente practicable. Stop». Steines ocultó la verdad. El chófer de su coche lo abandonó por miedo a la nieve y los osos. El periodista continuó a pie, más de diez kilómetros sobre la nieve y la noche negra. A duras penas alcanzó la cumbre, empezó a descender pero se perdió, tropezó por un barranco y sintió los síntomas de congelación. En la soledad de la montaña y la impotencia, descubrió las primeras luces de Bareges. Y se lanzó hacia la oficina de telégrafos.Hautacam. A la salida de Lourdes, en dirección a las cordilleras nevadas, se alza una carretera convertida en un clásico moderno del Tour, Hautacam. Su estreno aconteció en el cuarto Tour de Induráin, 1994, y aquello fue deslumbrante. La exhibición del rey Miguel, aspirando a ritmo a todos los rivales salvo a Luc Leblanc (ganador en la cima), descubrió un puerto potente, angosto y muy duro. Son 13,8 kilómetros al 7,8 por ciento, con la máxima exigencia concentrada en la parte central, dos kilómetros al once por ciento (11 metros de desnivel por cada 100 metros de longitud). Grandes nombres han conquistado esta cima: Induráin (1994), Riis (1996), Javier Otxoa ante Armstrong (2000), Piepoli (2008), Nibali (2014) y Vingegaard (2022).Superbagneres. Ubicado en una estación invernal a escasos diez kilómetros de la frontera con España por el Valle de Arán, Superbagneres es un clásico de los años ochenta venido a menos. Por misteriosas razones el puerto que enlaza con el tríptico más famoso del ciclismo, el Peyresourde, el Aspin y el Tourmalet, desapareció de la faz del Tour después de haber sido protagonista en la época de Hinault, Perico Delgado, Greg Lemond y demás. Se estrenó en 1961 y fue entronizada en 1971, en aquel Tour de máxima rivalidad entre Luis Ocaña y Eddy Merckx. Ocaña se cayó en el descenso de Mente cuando era líder y Merckx se negó al día siguiente a lucir el maillot amarillo en señal de respeto al español.Mont Ventoux. Situado en el corazón de la Provenza, es algo así como el Teide en Tenerife o el Etna en Sicilia. Domina toda la región, imponente macizo solitario que ha popularizado historias singulares del ciclismo. Es el monte maldito, allí donde la vegetación acaba en los últimos kilómetros y la visión le confiere un horizonte lunar, un cráter desértico que asciende hacia una base militar en cuyas entrañas se esconden secretos del país vecino.En el Mont Ventoux (16 kilómetros al 8,8 por ciento) murió Tom Simpson, un líder del Tour en 1967 que cayó fulminado por una mezcla explosiva de anfetaminas y alcohol. Es territorio de campeones. Eddy Merckx ahogado por la dureza de la subida en los setenta. Lance Armstrong y Marco Pantani mantuvieron una pugna que pudo ser épica en 2000 y que estropeó el texano dejando ganar al italiano, pura humillación lo que pretendía ser una deferencia. Y la más reciente, la carrera a pie de Chris Froome en 2016. El líder del Tour perdió los nervios al verse atrapado en un enjambre de motos y coches en la subida, dejó su bici y prosiguió la subida a la carrera.Loze. El col de la Loze es el Angliru del Tour de Francia, un descubrimiento reciente (debut en 2020) con aspecto infernal. Es la carretera mínima, un sendero asfaltado que une las estaciones de Meribel y Courchevel. Una dedicada íntegramente a las bicicletas, sin tráfico de coches. Todo lo demás son números muy potentes en un puerto Tour por excelencia. Larguísimo (22 kilómetros), sin descanso (pendiente media del 7,6 por ciento), muy duro (una pared en algunos tramos al 14 por ciento) e interminable (se asciende a 2.304 metros). No tiene la leyenda de los colosos con historia, pero es punto clave en materia deportiva para la resolución del Tour. Una pared que no acaba nunca, colofón de un tránsito matador: los ciclistas tendrán que ascender previamente los puertos de Glandon y Madeleine.  

El Tour son sus puertos, la esencia del ciclismo. Un diseño de la madre naturaleza plasmado en montañas milenarias y carreteras centenarias que unen valles, caminos asfaltados para recoger al ganado o rutas hacia las estaciones de esquí. Este sábado empieza el Tour y en … las cordilleras de Francia, los Alpes y los Pirineos, volverán a imponer su ley las cumbres que cualquiera recita de memoria sin obligación de ser fanático del ciclismo. Para los corredores cobrará sentido aquella frase de Greg Lemond, tres veces ganador del Tour: «Solo se puede disfrutar aquello que se ha conseguido con sacrificio».

El recorrido del Tour

de Francia 2025

Del 5 al 27 de julio

Salida etapa

Inicio de la carrera

Última llegada

Llegada etapa

Etapa en línea

Contrarreloj

individual

Las etapas

Final en subida

Montaña

Media montaña

Contrarreloj

Día de descano

Lille > Lille

Sábado 5

185 km

Lauwin-Planque > Boulogne-sur-Mer

Domingo 6

Valenciennes > Dunkerque

Lunes 7

Amiens > Ruan

Martes 8

Caen > Caen

Miércoles 9

Bayeux > Vire

Jueves 10

Saint-Malo > Muro de Bretaña

Viernes 11

Saint-Méen-le-Grand > Laval

Sábado 12

Chinon > Châteauroux

Domingo 13

Ennezat > Le Mont-Dore

Lunes 14

Toulouse

Martes 15

Toulouse > Toulouse

Miércoles 16

Auch > Hautacam

Jueves 17

Loudenvielle > Peyragudes

Viernes 18

Pau > Luchon-Superbagnères

Sábado 19

Muret > Carcassonne

Domingo 20

Montpellier

Lunes 21

Montpellier > Mont Ventoux

Martes 22

Bollène > Valence

Miércoles 23

Vif > Courchevel-Col de la Loze

Jueves 24

Albertville > La Plagne

Viernes 25

Nantua > Pontarlier

Sábado 26

Mantes-la-Ville > París-Campos Elíseos

Domingo 27

Fuente: Le Tour / ABC

El recorrido del Tour de Francia 2025

Del 5 al 27 de julio

Dunkerke

5 julio

Boulogne Sur-Mer

Valenciennes

7 julio

Amiens

8 julio

Lauwin-Planque

Bayeux

6 julio

10 julio

Saint-Malo

11 julio

París

Campos Elíseos

9 julio

Muro de

Bretaña

Mantes-La-Ville

27 julio

Saint-Méen

Le-Grand

12 julio

Chinon

13 julio

Pontarlier

Châteauroux

Albertville

Nantua

Inicio de

la carrera

25 julio

26 julio

Ennezat

Última llegada

14 julio

La Plagne

Chinon

Salida etapa

24 julio

Courchevel

Col de la Loze

Valence

Llegada etapa

Bollène

Etapa en línea

23 julio

Toulouse

Mont Ventoux

Contrarreloj

individual

16 julio

17 julio

20 julio

Montpellier

19 julio

22 julio

Hautacam

Carcassonne

Luchon

Superbagnères

Loudenvielle

18 julio

Peyragudes

Tipo de etapa

Final en subida

Media montaña

Montaña

Contrarreloj

Día de descano

Fuente: Le Tour / ABC

El Tourmalet. La historia del ciclismo, del Tour, cabe en esta montaña. Es el símbolo de este deporte, un obstáculo transformado en fetiche que sirve para describir una dificultad máxima. La traducción del coloso anuncia dolor y pasión, ‘viaje de mal retorno’. Es un coloso de 17 kilómetros de escalada desde Saint Marie de Campan y 19 desde el sector oeste (Bareges), con una pendiente media del 7 por ciento que supera el 12 al aproximarse a la cima, a 2.115 metros.

Un templo que nació con una mentira telegrafiada en 1910 por el periodista Alphonse Steinés a su director, Henry Desgrange, director del diario ‘L’Auto’ (actual L’Equipe) que fundó la carrera. «Atravesado Tourmalet. Stop. Muy buena ruta. Stop. Perfectamente practicable. Stop». Steines ocultó la verdad. El chófer de su coche lo abandonó por miedo a la nieve y los osos. El periodista continuó a pie, más de diez kilómetros sobre la nieve y la noche negra. A duras penas alcanzó la cumbre, empezó a descender pero se perdió, tropezó por un barranco y sintió los síntomas de congelación. En la soledad de la montaña y la impotencia, descubrió las primeras luces de Bareges. Y se lanzó hacia la oficina de telégrafos.

Hautacam. A la salida de Lourdes, en dirección a las cordilleras nevadas, se alza una carretera convertida en un clásico moderno del Tour, Hautacam. Su estreno aconteció en el cuarto Tour de Induráin, 1994, y aquello fue deslumbrante. La exhibición del rey Miguel, aspirando a ritmo a todos los rivales salvo a Luc Leblanc (ganador en la cima), descubrió un puerto potente, angosto y muy duro. Son 13,8 kilómetros al 7,8 por ciento, con la máxima exigencia concentrada en la parte central, dos kilómetros al once por ciento (11 metros de desnivel por cada 100 metros de longitud). Grandes nombres han conquistado esta cima: Induráin (1994), Riis (1996), Javier Otxoa ante Armstrong (2000), Piepoli (2008), Nibali (2014) y Vingegaard (2022).

Superbagneres. Ubicado en una estación invernal a escasos diez kilómetros de la frontera con España por el Valle de Arán, Superbagneres es un clásico de los años ochenta venido a menos. Por misteriosas razones el puerto que enlaza con el tríptico más famoso del ciclismo, el Peyresourde, el Aspin y el Tourmalet, desapareció de la faz del Tour después de haber sido protagonista en la época de Hinault, Perico Delgado, Greg Lemond y demás. Se estrenó en 1961 y fue entronizada en 1971, en aquel Tour de máxima rivalidad entre Luis Ocaña y Eddy Merckx. Ocaña se cayó en el descenso de Mente cuando era líder y Merckx se negó al día siguiente a lucir el maillot amarillo en señal de respeto al español.

Mont Ventoux. Situado en el corazón de la Provenza, es algo así como el Teide en Tenerife o el Etna en Sicilia. Domina toda la región, imponente macizo solitario que ha popularizado historias singulares del ciclismo. Es el monte maldito, allí donde la vegetación acaba en los últimos kilómetros y la visión le confiere un horizonte lunar, un cráter desértico que asciende hacia una base militar en cuyas entrañas se esconden secretos del país vecino.

En el Mont Ventoux (16 kilómetros al 8,8 por ciento) murió Tom Simpson, un líder del Tour en 1967 que cayó fulminado por una mezcla explosiva de anfetaminas y alcohol. Es territorio de campeones. Eddy Merckx ahogado por la dureza de la subida en los setenta. Lance Armstrong y Marco Pantani mantuvieron una pugna que pudo ser épica en 2000 y que estropeó el texano dejando ganar al italiano, pura humillación lo que pretendía ser una deferencia. Y la más reciente, la carrera a pie de Chris Froome en 2016. El líder del Tour perdió los nervios al verse atrapado en un enjambre de motos y coches en la subida, dejó su bici y prosiguió la subida a la carrera.

Loze. El col de la Loze es el Angliru del Tour de Francia, un descubrimiento reciente (debut en 2020) con aspecto infernal. Es la carretera mínima, un sendero asfaltado que une las estaciones de Meribel y Courchevel. Una dedicada íntegramente a las bicicletas, sin tráfico de coches. Todo lo demás son números muy potentes en un puerto Tour por excelencia. Larguísimo (22 kilómetros), sin descanso (pendiente media del 7,6 por ciento), muy duro (una pared en algunos tramos al 14 por ciento) e interminable (se asciende a 2.304 metros).

No tiene la leyenda de los colosos con historia, pero es punto clave en materia deportiva para la resolución del Tour. Una pared que no acaba nunca, colofón de un tránsito matador: los ciclistas tendrán que ascender previamente los puertos de Glandon y Madeleine.

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