El Tour son sus puertos, la esencia del ciclismo. Un diseño de la madre naturaleza plasmado en montañas milenarias y carreteras centenarias que unen valles, caminos asfaltados para recoger al ganado o rutas hacia las estaciones de esquí. Este sábado empieza el Tour y en las cordilleras de Francia, los Alpes y los Pirineos, volverán a imponer su ley las cumbres que cualquiera recita de memoria sin obligación de ser fanático del ciclismo. Para los corredores cobrará sentido aquella frase de Greg Lemond, tres veces ganador del Tour: «Solo se puede disfrutar aquello que se ha conseguido con sacrificio».El Tourmalet. La historia del ciclismo, del Tour, cabe en esta montaña. Es el símbolo de este deporte, un obstáculo transformado en fetiche que sirve para describir una dificultad máxima. La traducción del coloso anuncia dolor y pasión, ‘viaje de mal retorno’. Es un coloso de 17 kilómetros de escalada desde Saint Marie de Campan y 19 desde el sector oeste (Bareges), con una pendiente media del 7 por ciento que supera el 12 al aproximarse a la cima, a 2.115 metros.Un templo que nació con una mentira telegrafiada en 1910 por el periodista Alphonse Steinés a su director, Henry Desgrange, director del diario ‘L’Auto’ (actual L’Equipe) que fundó la carrera. «Atravesado Tourmalet. Stop. Muy buena ruta. Stop. Perfectamente practicable. Stop». Steines ocultó la verdad. El chófer de su coche lo abandonó por miedo a la nieve y los osos. El periodista continuó a pie, más de diez kilómetros sobre la nieve y la noche negra. A duras penas alcanzó la cumbre, empezó a descender pero se perdió, tropezó por un barranco y sintió los síntomas de congelación. En la soledad de la montaña y la impotencia, descubrió las primeras luces de Bareges. Y se lanzó hacia la oficina de telégrafos.Hautacam. A la salida de Lourdes, en dirección a las cordilleras nevadas, se alza una carretera convertida en un clásico moderno del Tour, Hautacam. Su estreno aconteció en el cuarto Tour de Induráin, 1994, y aquello fue deslumbrante. La exhibición del rey Miguel, aspirando a ritmo a todos los rivales salvo a Luc Leblanc (ganador en la cima), descubrió un puerto potente, angosto y muy duro. Son 13,8 kilómetros al 7,8 por ciento, con la máxima exigencia concentrada en la parte central, dos kilómetros al once por ciento (11 metros de desnivel por cada 100 metros de longitud). Grandes nombres han conquistado esta cima: Induráin (1994), Riis (1996), Javier Otxoa ante Armstrong (2000), Piepoli (2008), Nibali (2014) y Vingegaard (2022).Superbagneres. Ubicado en una estación invernal a escasos diez kilómetros de la frontera con España por el Valle de Arán, Superbagneres es un clásico de los años ochenta venido a menos. Por misteriosas razones el puerto que enlaza con el tríptico más famoso del ciclismo, el Peyresourde, el Aspin y el Tourmalet, desapareció de la faz del Tour después de haber sido protagonista en la época de Hinault, Perico Delgado, Greg Lemond y demás. Se estrenó en 1961 y fue entronizada en 1971, en aquel Tour de máxima rivalidad entre Luis Ocaña y Eddy Merckx. Ocaña se cayó en el descenso de Mente cuando era líder y Merckx se negó al día siguiente a lucir el maillot amarillo en señal de respeto al español.Mont Ventoux. Situado en el corazón de la Provenza, es algo así como el Teide en Tenerife o el Etna en Sicilia. Domina toda la región, imponente macizo solitario que ha popularizado historias singulares del ciclismo. Es el monte maldito, allí donde la vegetación acaba en los últimos kilómetros y la visión le confiere un horizonte lunar, un cráter desértico que asciende hacia una base militar en cuyas entrañas se esconden secretos del país vecino.En el Mont Ventoux (16 kilómetros al 8,8 por ciento) murió Tom Simpson, un líder del Tour en 1967 que cayó fulminado por una mezcla explosiva de anfetaminas y alcohol. Es territorio de campeones. Eddy Merckx ahogado por la dureza de la subida en los setenta. Lance Armstrong y Marco Pantani mantuvieron una pugna que pudo ser épica en 2000 y que estropeó el texano dejando ganar al italiano, pura humillación lo que pretendía ser una deferencia. Y la más reciente, la carrera a pie de Chris Froome en 2016. El líder del Tour perdió los nervios al verse atrapado en un enjambre de motos y coches en la subida, dejó su bici y prosiguió la subida a la carrera.Loze. El col de la Loze es el Angliru del Tour de Francia, un descubrimiento reciente (debut en 2020) con aspecto infernal. Es la carretera mínima, un sendero asfaltado que une las estaciones de Meribel y Courchevel. Una dedicada íntegramente a las bicicletas, sin tráfico de coches. Todo lo demás son números muy potentes en un puerto Tour por excelencia. Larguísimo (22 kilómetros), sin descanso (pendiente media del 7,6 por ciento), muy duro (una pared en algunos tramos al 14 por ciento) e interminable (se asciende a 2.304 metros). No tiene la leyenda de los colosos con historia, pero es punto clave en materia deportiva para la resolución del Tour. Una pared que no acaba nunca, colofón de un tránsito matador: los ciclistas tendrán que ascender previamente los puertos de Glandon y Madeleine. El Tour son sus puertos, la esencia del ciclismo. Un diseño de la madre naturaleza plasmado en montañas milenarias y carreteras centenarias que unen valles, caminos asfaltados para recoger al ganado o rutas hacia las estaciones de esquí. Este sábado empieza el Tour y en las cordilleras de Francia, los Alpes y los Pirineos, volverán a imponer su ley las cumbres que cualquiera recita de memoria sin obligación de ser fanático del ciclismo. Para los corredores cobrará sentido aquella frase de Greg Lemond, tres veces ganador del Tour: «Solo se puede disfrutar aquello que se ha conseguido con sacrificio».El Tourmalet. La historia del ciclismo, del Tour, cabe en esta montaña. Es el símbolo de este deporte, un obstáculo transformado en fetiche que sirve para describir una dificultad máxima. La traducción del coloso anuncia dolor y pasión, ‘viaje de mal retorno’. Es un coloso de 17 kilómetros de escalada desde Saint Marie de Campan y 19 desde el sector oeste (Bareges), con una pendiente media del 7 por ciento que supera el 12 al aproximarse a la cima, a 2.115 metros.Un templo que nació con una mentira telegrafiada en 1910 por el periodista Alphonse Steinés a su director, Henry Desgrange, director del diario ‘L’Auto’ (actual L’Equipe) que fundó la carrera. «Atravesado Tourmalet. Stop. Muy buena ruta. Stop. Perfectamente practicable. Stop». Steines ocultó la verdad. El chófer de su coche lo abandonó por miedo a la nieve y los osos. El periodista continuó a pie, más de diez kilómetros sobre la nieve y la noche negra. A duras penas alcanzó la cumbre, empezó a descender pero se perdió, tropezó por un barranco y sintió los síntomas de congelación. En la soledad de la montaña y la impotencia, descubrió las primeras luces de Bareges. Y se lanzó hacia la oficina de telégrafos.Hautacam. A la salida de Lourdes, en dirección a las cordilleras nevadas, se alza una carretera convertida en un clásico moderno del Tour, Hautacam. Su estreno aconteció en el cuarto Tour de Induráin, 1994, y aquello fue deslumbrante. La exhibición del rey Miguel, aspirando a ritmo a todos los rivales salvo a Luc Leblanc (ganador en la cima), descubrió un puerto potente, angosto y muy duro. Son 13,8 kilómetros al 7,8 por ciento, con la máxima exigencia concentrada en la parte central, dos kilómetros al once por ciento (11 metros de desnivel por cada 100 metros de longitud). Grandes nombres han conquistado esta cima: Induráin (1994), Riis (1996), Javier Otxoa ante Armstrong (2000), Piepoli (2008), Nibali (2014) y Vingegaard (2022).Superbagneres. Ubicado en una estación invernal a escasos diez kilómetros de la frontera con España por el Valle de Arán, Superbagneres es un clásico de los años ochenta venido a menos. Por misteriosas razones el puerto que enlaza con el tríptico más famoso del ciclismo, el Peyresourde, el Aspin y el Tourmalet, desapareció de la faz del Tour después de haber sido protagonista en la época de Hinault, Perico Delgado, Greg Lemond y demás. Se estrenó en 1961 y fue entronizada en 1971, en aquel Tour de máxima rivalidad entre Luis Ocaña y Eddy Merckx. Ocaña se cayó en el descenso de Mente cuando era líder y Merckx se negó al día siguiente a lucir el maillot amarillo en señal de respeto al español.Mont Ventoux. Situado en el corazón de la Provenza, es algo así como el Teide en Tenerife o el Etna en Sicilia. Domina toda la región, imponente macizo solitario que ha popularizado historias singulares del ciclismo. Es el monte maldito, allí donde la vegetación acaba en los últimos kilómetros y la visión le confiere un horizonte lunar, un cráter desértico que asciende hacia una base militar en cuyas entrañas se esconden secretos del país vecino.En el Mont Ventoux (16 kilómetros al 8,8 por ciento) murió Tom Simpson, un líder del Tour en 1967 que cayó fulminado por una mezcla explosiva de anfetaminas y alcohol. Es territorio de campeones. Eddy Merckx ahogado por la dureza de la subida en los setenta. Lance Armstrong y Marco Pantani mantuvieron una pugna que pudo ser épica en 2000 y que estropeó el texano dejando ganar al italiano, pura humillación lo que pretendía ser una deferencia. Y la más reciente, la carrera a pie de Chris Froome en 2016. El líder del Tour perdió los nervios al verse atrapado en un enjambre de motos y coches en la subida, dejó su bici y prosiguió la subida a la carrera.Loze. El col de la Loze es el Angliru del Tour de Francia, un descubrimiento reciente (debut en 2020) con aspecto infernal. Es la carretera mínima, un sendero asfaltado que une las estaciones de Meribel y Courchevel. Una dedicada íntegramente a las bicicletas, sin tráfico de coches. Todo lo demás son números muy potentes en un puerto Tour por excelencia. Larguísimo (22 kilómetros), sin descanso (pendiente media del 7,6 por ciento), muy duro (una pared en algunos tramos al 14 por ciento) e interminable (se asciende a 2.304 metros). No tiene la leyenda de los colosos con historia, pero es punto clave en materia deportiva para la resolución del Tour. Una pared que no acaba nunca, colofón de un tránsito matador: los ciclistas tendrán que ascender previamente los puertos de Glandon y Madeleine.
El Tour son sus puertos, la esencia del ciclismo. Un diseño de la madre naturaleza plasmado en montañas milenarias y carreteras centenarias que unen valles, caminos asfaltados para recoger al ganado o rutas hacia las estaciones de esquí. Este sábado empieza el Tour y en … las cordilleras de Francia, los Alpes y los Pirineos, volverán a imponer su ley las cumbres que cualquiera recita de memoria sin obligación de ser fanático del ciclismo. Para los corredores cobrará sentido aquella frase de Greg Lemond, tres veces ganador del Tour: «Solo se puede disfrutar aquello que se ha conseguido con sacrificio».

El recorrido del Tour
de Francia 2025
Del 5 al 27 de julio
Salida etapa
Inicio de la carrera
Última llegada
Llegada etapa
Etapa en línea
Contrarreloj
individual
Las etapas
Final en subida
Montaña
Media montaña
Contrarreloj
Día de descano
Lille > Lille
Sábado 5
185 km
Lauwin-Planque > Boulogne-sur-Mer
Domingo 6
Valenciennes > Dunkerque
Lunes 7
Amiens > Ruan
Martes 8
Caen > Caen
Miércoles 9
Bayeux > Vire
Jueves 10
Saint-Malo > Muro de Bretaña
Viernes 11
Saint-Méen-le-Grand > Laval
Sábado 12
Chinon > Châteauroux
Domingo 13
Ennezat > Le Mont-Dore
Lunes 14
Toulouse
Martes 15
Toulouse > Toulouse
Miércoles 16
Auch > Hautacam
Jueves 17
Loudenvielle > Peyragudes
Viernes 18
Pau > Luchon-Superbagnères
Sábado 19
Muret > Carcassonne
Domingo 20
Montpellier
Lunes 21
Montpellier > Mont Ventoux
Martes 22
Bollène > Valence
Miércoles 23
Vif > Courchevel-Col de la Loze
Jueves 24
Albertville > La Plagne
Viernes 25
Nantua > Pontarlier
Sábado 26
Mantes-la-Ville > París-Campos Elíseos
Domingo 27
Fuente: Le Tour / ABC

El recorrido del Tour de Francia 2025
Del 5 al 27 de julio
Dunkerke
5 julio
Boulogne Sur-Mer
Valenciennes
7 julio
Amiens
8 julio
Lauwin-Planque
Bayeux
6 julio
10 julio
Saint-Malo
11 julio
París
Campos Elíseos
9 julio
Muro de
Bretaña
Mantes-La-Ville
27 julio
Saint-Méen
Le-Grand
12 julio
Chinon
13 julio
Pontarlier
Châteauroux
Albertville
Nantua
Inicio de
la carrera
25 julio
26 julio
Ennezat
Última llegada
14 julio
La Plagne
Chinon
Salida etapa
24 julio
Courchevel
Col de la Loze
Valence
Llegada etapa
Bollène
Etapa en línea
23 julio
Toulouse
Mont Ventoux
Contrarreloj
individual
16 julio
17 julio
20 julio
Montpellier
19 julio
22 julio
Hautacam
Carcassonne
Luchon
Superbagnères
Loudenvielle
18 julio
Peyragudes
Tipo de etapa
Final en subida
Media montaña
Montaña
Contrarreloj
Día de descano
Fuente: Le Tour / ABC
El Tourmalet. La historia del ciclismo, del Tour, cabe en esta montaña. Es el símbolo de este deporte, un obstáculo transformado en fetiche que sirve para describir una dificultad máxima. La traducción del coloso anuncia dolor y pasión, ‘viaje de mal retorno’. Es un coloso de 17 kilómetros de escalada desde Saint Marie de Campan y 19 desde el sector oeste (Bareges), con una pendiente media del 7 por ciento que supera el 12 al aproximarse a la cima, a 2.115 metros.
Un templo que nació con una mentira telegrafiada en 1910 por el periodista Alphonse Steinés a su director, Henry Desgrange, director del diario ‘L’Auto’ (actual L’Equipe) que fundó la carrera. «Atravesado Tourmalet. Stop. Muy buena ruta. Stop. Perfectamente practicable. Stop». Steines ocultó la verdad. El chófer de su coche lo abandonó por miedo a la nieve y los osos. El periodista continuó a pie, más de diez kilómetros sobre la nieve y la noche negra. A duras penas alcanzó la cumbre, empezó a descender pero se perdió, tropezó por un barranco y sintió los síntomas de congelación. En la soledad de la montaña y la impotencia, descubrió las primeras luces de Bareges. Y se lanzó hacia la oficina de telégrafos.
Hautacam. A la salida de Lourdes, en dirección a las cordilleras nevadas, se alza una carretera convertida en un clásico moderno del Tour, Hautacam. Su estreno aconteció en el cuarto Tour de Induráin, 1994, y aquello fue deslumbrante. La exhibición del rey Miguel, aspirando a ritmo a todos los rivales salvo a Luc Leblanc (ganador en la cima), descubrió un puerto potente, angosto y muy duro. Son 13,8 kilómetros al 7,8 por ciento, con la máxima exigencia concentrada en la parte central, dos kilómetros al once por ciento (11 metros de desnivel por cada 100 metros de longitud). Grandes nombres han conquistado esta cima: Induráin (1994), Riis (1996), Javier Otxoa ante Armstrong (2000), Piepoli (2008), Nibali (2014) y Vingegaard (2022).
Superbagneres. Ubicado en una estación invernal a escasos diez kilómetros de la frontera con España por el Valle de Arán, Superbagneres es un clásico de los años ochenta venido a menos. Por misteriosas razones el puerto que enlaza con el tríptico más famoso del ciclismo, el Peyresourde, el Aspin y el Tourmalet, desapareció de la faz del Tour después de haber sido protagonista en la época de Hinault, Perico Delgado, Greg Lemond y demás. Se estrenó en 1961 y fue entronizada en 1971, en aquel Tour de máxima rivalidad entre Luis Ocaña y Eddy Merckx. Ocaña se cayó en el descenso de Mente cuando era líder y Merckx se negó al día siguiente a lucir el maillot amarillo en señal de respeto al español.
Mont Ventoux. Situado en el corazón de la Provenza, es algo así como el Teide en Tenerife o el Etna en Sicilia. Domina toda la región, imponente macizo solitario que ha popularizado historias singulares del ciclismo. Es el monte maldito, allí donde la vegetación acaba en los últimos kilómetros y la visión le confiere un horizonte lunar, un cráter desértico que asciende hacia una base militar en cuyas entrañas se esconden secretos del país vecino.
En el Mont Ventoux (16 kilómetros al 8,8 por ciento) murió Tom Simpson, un líder del Tour en 1967 que cayó fulminado por una mezcla explosiva de anfetaminas y alcohol. Es territorio de campeones. Eddy Merckx ahogado por la dureza de la subida en los setenta. Lance Armstrong y Marco Pantani mantuvieron una pugna que pudo ser épica en 2000 y que estropeó el texano dejando ganar al italiano, pura humillación lo que pretendía ser una deferencia. Y la más reciente, la carrera a pie de Chris Froome en 2016. El líder del Tour perdió los nervios al verse atrapado en un enjambre de motos y coches en la subida, dejó su bici y prosiguió la subida a la carrera.
Loze. El col de la Loze es el Angliru del Tour de Francia, un descubrimiento reciente (debut en 2020) con aspecto infernal. Es la carretera mínima, un sendero asfaltado que une las estaciones de Meribel y Courchevel. Una dedicada íntegramente a las bicicletas, sin tráfico de coches. Todo lo demás son números muy potentes en un puerto Tour por excelencia. Larguísimo (22 kilómetros), sin descanso (pendiente media del 7,6 por ciento), muy duro (una pared en algunos tramos al 14 por ciento) e interminable (se asciende a 2.304 metros).
No tiene la leyenda de los colosos con historia, pero es punto clave en materia deportiva para la resolución del Tour. Una pared que no acaba nunca, colofón de un tránsito matador: los ciclistas tendrán que ascender previamente los puertos de Glandon y Madeleine.
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