Pekín enviará al vicepresidente chino a la toma de posesión del presidente estadounidense, la mayor representación en la investidura norteamericana en la historia de China Leer Pekín enviará al vicepresidente chino a la toma de posesión del presidente estadounidense, la mayor representación en la investidura norteamericana en la historia de China Leer
Tres días antes de la ceremonia de investidura de Donald Trump, el presidente electo de Estados Unidos ha descolgado el teléfono para llamar a su homólogo chino, Xi Jinping, a quien, según han asegurado este viernes varios medios estadounidenses, habría invitado a asistir a su toma de posesión el próximo lunes.
Xi, como era de esperar, había rechazado la invitación. Pero para sorpresa de todos, este viernes Pekín anunció que el representante del país asiático en el acto de Washington será el vicepresidente Han Zheng. Nunca antes un funcionario chino de tan alto rango había viajado hasta Estados Unidos para estar presente en la investidura de un presidente. Normalmente, el Gobierno del Partido Comunista Chino (PCCh) suele enviar a su embajador o a un diplomático inferior.
¿Se avecina al fin un deshielo en las tormentosas relaciones entre las dos superpotencias? Las señales que envían ambas partes invitan a cierto optimismo, siempre mesurado, porque los dos países tienen demasiados frentes abiertos.
«La llamada ha sido muy buena tanto para China como para Estados Unidos. Espero que resolvamos muchos problemas juntos. Hablamos de equilibrar el comercio, del fentanilo, de TikTok y de muchos otros temas. El presidente Xi y yo haremos todo lo posible para que el mundo sea más pacífico y seguro», resumió Trump en redes sociales.
Según ha desvelado el republicano, ambos dirigentes hablaron sobre el cierre en Estados Unidos de la aplicación china TikTok el próximo domingo. El propio Trump, a pesar de que fue el impulsor en su primer mandato de este bloqueo, ahora se posiciona en contra de la ley bipartidista aprobada el año pasado para prohibir la plataforma porque es un «peligro para la seguridad nacional», en referencia a que el Gobierno chino podría tener acceso a los datos de los usuarios de una app que parió ByteDance, la compañía china matriz. Minutos después de la charla, el Tribunal Supremo de Estados Unidos confirmó la prohibición de TikTok a no ser que ByteDance venda su participación a un comprador no chino antes del domingo.
Otro tema que se ha puesto sobre la mesa es la crisis de fentanilo que ha provocado la epidemia de drogas más mortífera en la historia de Estados Unidos. Desde China salen hacia México los precursores químicos indispensables para fabricar fentanilo, y luego los narcos mexicanos son quienes introducen la sustancia por la frontera estadounidense. Xi y Trump se han comprometido a luchar juntos contra esta cadena.
La lectura china de la conversación la hizo la agencia Xinhua, que aseguró que ambos habían discutido «la crisis en Ucrania y el conflicto israelí-palestino». Sobre uno de los asuntos donde más suelen chocar los dos países, la situación de Taiwan, Xi instó a Trump a «tener cautela» porque «la cuestión de Taiwan está relacionada con la soberanía nacional y la integridad territorial de China».
Un importante avance en la charla es que Xi y Trump se habrían comprometieron a «establecer canales estratégicos de comunicación y mantener contactos regulares sobre los principales temas de interés común para los dos países». El comunicado de Pekín también destaca que «Xi le dijo a Trump que China y Estados Unidos podrían ser buenos amigos y socios«.
«Estamos dispuestos a trabajar con el nuevo Gobierno de Estados Unidos para mejorar el diálogo y la comunicación, gestionar adecuadamente las diferencias, ampliar la cooperación mutuamente beneficiosa y encontrar la manera correcta para que los dos países se lleven bien», manifestó el viernes el Ministerio de Exteriores de China.
Este mismo mes, Trump aseguró que había estado hablando con Xi «a través de intermediarios», y añadió que ambos líderes «probablemente se llevarían muy bien». Un guiño que llegaba después de que el republicano amenazara a la segunda economía mundial con imponer a sus productos unos aranceles del 60%.
En noviembre, tras la contundente victoria de Trump en las elecciones, el presidente chino le llamó para felicitarle. Una primera y breve toma de contacto después de cuatro años en los que Xi instó al estadounidense a «gestionan adecuadamente sus diferencias».
En China conocen bien los giros inesperados de Trump en su primera etapa. Especialmente, no se olvidan del último año del republicano en la Casa Blanca, cuando, en medio de la pandemia, repetía una y otra vez que el «virus chino» había salido de un laboratorio de la ciudad de Wuhan, y que el régimen de Xi debía pagar por ello.
En Pekín, lo cierto es que llevan meses preparándose para una guerra comercial 2.0, una nueva fase mucho más dura de la batalla arancelaria que el propio Trump desató en su primer mandato imponiendo aranceles sobre productos chinos por valor de unos 550.000 millones de dólares. China, por su parte, respondió aplicando aranceles a productos estadounidenses por valor de 185.000 millones de dólares.
Fueron necesarias una docena de rondas de conversaciones a lo largo de aproximadamente un año y medio antes de que las dos partes acordaran en enero de 2020 el llamado acuerdo de Fase Uno, que puso fin a los aumentos arancelarios recíprocos. Aunque, desde 2021, la Administración Biden ha continuado imponiendo aranceles adicionales y desatando una cruzada contra las exportaciones chinas, así como la inclusión de hasta 75 empresas del país asiático en la lista negra de Washington y restricciones para inversiones estadounidenses en China en sectores como los semiconductores, la inteligencia artificial y la computación cuántica.
Los medios estadounidenses han publicado que Trump, para las relaciones con China durante su nuevo mandato, aunque por ahora está colocando en los puestos clave de su Gobierno a halcones muy críticos con su rival asiático, recurrirá a una lista de multimillonarios con amplia experiencia en negocios en ese país, empezando por el multimillonario Elon Musk, quien mantiene buenas relaciones con el Gobierno de Xi por sus negocios en Shanghai: una planta que produce en estos momentos más de la mitad de los Tesla fabricados a nivel mundial y una nueva fábrica que se está construyendo para producir megapacks, las famosas súper baterías de almacenamiento de energía empleadas para estabilizar las redes eléctricas y evitar cortes de suministro.
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