Hay algo de universo poético en la figura de Eddy Merckx (17/06/1945), a quien un accidente casi se lo lleva por delante en 1969. En realidad, fueron dos el mismo año, en los que además hubo varias víctimas mortales. Fue casi al inicio de su memorable vida deportiva; décadas antes de -como acostumbra hoy- salir a montar en bicicleta con la cadera recientemente operada (se la fracturó en 2024 tras una caída absurda, y teme que debe volver ahora a pasar por el quirófano) y sus ochenta primaveras ya cumplidas. Entre medias, las dichosas gestas, quizás lo menos importante de todo. «Con doce años me decían que no tenía físico de ciclista. ¿Te das cuenta?».Noticia Relacionada Arranca la ronda gala estandar Si Del Tourmalet a la Loze: los cinco puertos de leyenda del Tour 2025 José Carlos Carabias Tourmalet, Hautacam, Superbagneres, Mont Ventoux y Loze dibujan el perfil de las montañas emblemáticas-Cuénteme esto, ¿cuándo le dijeron no tener un físico de ciclista?-Cuando tenía doce años. ¿Te das cuenta? Después, mi masajista de confianza (Pietro Mazzocchi), me decía que tenía el trasero demasiado grande para montar en bici. -De todas las controversias que le deparó la vida a nivel deportivo (accidentes, positivo por dopaje, anomalía cardíaca y más sinsabores), quería preguntarle por el episodio que pudo costarle la vida en 1969, cuando ya había ganado el primer Tour. Una grave caída en el velódromo de Blois, Francia, durante una carrera de derny. En ella, su entrenador (Fernard Wambst) murió.-Se le rompió el pedal, y el desbarajuste fue letal. Cayó delante resbalándose, y nosotros que llegábamos detrás pasamos por encima. Fue una tragedia del destino. En mi caso, sufrí lesiones importantes, y cuando me desperté estaba en el hospital. Volví a nacer, porque el golpe fue terrible. Me encontré toda mi cabeza cosida por la conmoción cerebral, además de un esguince cervical, desplazamiento de la pelvis y algunas contusiones. -Hablemos de ciclismo, puro y duro ¿Cree que su victoria en las Tres Cimas de Lavaredo (Giro del 1968) fue el punto más alto y sublime de toda su carrera? Nunca un belga había logrado hasta entonces la ronda italiana.-Creo, sin duda, que se trata de una de las mejores prestaciones de toda mi vida. Una subida mágica. Fuga de nueve corredores, Vittorio Adorni incluido… Sí, senté las bases de mi victoria en ese Giro. -Tremenda musculatura la suya. Además, veloz y resistente tanto física como psicológicamente. Usted ya no se acordará, pero tras semejante azote, dijo esto nada más llegar a meta: ‘Superé el hambre, la intemperie… Sí, hay factores que uno no puede controlar. Muchos, diría. Pero uno sí: a nosotros mismos’. ¿Cree en Dios?-Sí, creo en Dios. Ya no voy a misa ni rezo tanto como antes. La fe sin duda me ha ayudado, pero tampoco hay que depositar demasiado ahí. -Sus grandes rivales fueron Gimondi, De Vlaeminck en las clásicas y José Manuel Fuente, entre otros. Lo dijo siempre.-Fuente era un gran escalador, sin duda. Fortísimo en el Giro, le estimaba y le respetaba. De Gimondi, qué decir… Cuando llegué, él ya había ganado muchísimo. Quizás, el corredor más constante, regular, el más difícil de todos los que tuve. Un contrincante magnífico. -¿Ocaña? En el Tour del 71 le humilló en Los Alpes. Luego, todo el mundo vio lo sucedido, es decir, la caída mientras bajaba el Col de Menté. Una lástima. Usted sufrió lo indecible. La prensa italiana de la época le dio por perdido.-Luis era un magnífico corredor, pero con altibajos. Capaz de lo mejor y lo peor. En la ronda gala que mencionas ganó dos grandes etapas (Nevers-Puy de Dome y Grenoble-Orcieres-Merlette), pero lástima la caída. También para mí, porque me habría gustado ganar el Tour con él compitiendo hasta el último momento. Es como una media victoria. Un gran repertorio a mitad, sí.-Ciudad de México, 1972. Usted [subido en una bici ‘Colnago ad hoc’, clave esta innovación tecnológica)] logró el récord del mundo de la hora. Venía de conseguir, en ese mismo año, Freccia, San Remo, Lieja, Giro, Tour y Lombardía. ¿Es cierto que fue la prueba más difícil y dura de toda su vida? La marca fue un hito. Rompió los límites del deporte.-Llevaba tiempo detrás de eso. Considero que mi carrera, sin esa victoria, no habría sido del todo completa. En agosto, tras el Tour, me sentía fresco. Hicimos una preparación a tres mil metros de altura para adaptarnos al lugar. Lo hice durante seis semanas, y tuve la suerte de batirlo. -Hoy es impensable lograr algo similar a lo de ese bravo 1972.-¿Y qué quieres que te diga? Tenía un gran físico, y esto me permitía lograr todo esto. No veo otros motivos. ¿Pogaçar? Tendrá que intentarlo antes de decir que es o no capaz de emular esto. No te pienses que soy un hombre de otro planeta. -Le gusta mucho el esloveno, ¿verdad?-Grandioso. El más grande de todos, sin duda. Completo, muy completo. Un crack total y absoluto. Carreras de tres semanas, clásicas, en línea… Top mundial. -¿Qué españoles le llaman la atención? Ayuso, Rodríguez, Mas, Landa…-Juan Ayuso es joven, pero creo que en las carreras por etapas no va bien, al menos de momento. Enric Mas ya tiene una edad, y Landa, sí, bueno… A ver si hay más jóvenes, porque no veo ningún candidato para victorias importantes. -¿Sigue montando en bici?-Sí, muy despacio. Ya sabes mis problemas con la cadera. Las prótesis… Ahora, hasta el 18 de julio, tengo que tomar muchos antibióticos. -¿Eso de que le ofrecieron dinero por perder un Giro’69 es cierto?-Sí, claro. Fue Rudy Altig (Salvarani).-La misma escuadra de Felice Gimondi.-Era su compañero de equipo, pero le dije que no. Que me dejara en paz con estas cosas, que me provocaban dolor de cabeza. Por supuesto, no acepté. -Lance Armstrong fue otro caníbal, pero en sentido más negativo. ¿Qué opinión le merece ese episodio en el ciclismo?-Ha provocado mucho daño a este deporte. Es mi opinión. -Ese Giro famoso del 69 tuvo varios capítulos oscuros. Lo ganó Gimondi, sí, pero usted fue excluido en el 16ª etapa. Resultó positivo en el control antidopaje. Dos estimulantes. Era la fencamfamina, misma sustancia que encontraron a su máximo rival un año antes, y que finalmente absolvieron. En su caso, no. ¿Qué pasó ahí?-Estaba para comenzar la etapa. Me hicieron análisis y contranálisis… No sé, sucedió algo raro. Yo era el único que sabía que debía hacer el control, luego no veo motivo alguno para haberme dopado. No sé, quizás alguien quería liquidarme, tenderme una trampa. Otro motivo no veo, la verdad. Repetí, insisto, el análisis y di negativo.-¿Gimondi rechazó la ‘maglia’ rosa por eso?-Sí. Hay algo de universo poético en la figura de Eddy Merckx (17/06/1945), a quien un accidente casi se lo lleva por delante en 1969. En realidad, fueron dos el mismo año, en los que además hubo varias víctimas mortales. Fue casi al inicio de su memorable vida deportiva; décadas antes de -como acostumbra hoy- salir a montar en bicicleta con la cadera recientemente operada (se la fracturó en 2024 tras una caída absurda, y teme que debe volver ahora a pasar por el quirófano) y sus ochenta primaveras ya cumplidas. Entre medias, las dichosas gestas, quizás lo menos importante de todo. «Con doce años me decían que no tenía físico de ciclista. ¿Te das cuenta?».Noticia Relacionada Arranca la ronda gala estandar Si Del Tourmalet a la Loze: los cinco puertos de leyenda del Tour 2025 José Carlos Carabias Tourmalet, Hautacam, Superbagneres, Mont Ventoux y Loze dibujan el perfil de las montañas emblemáticas-Cuénteme esto, ¿cuándo le dijeron no tener un físico de ciclista?-Cuando tenía doce años. ¿Te das cuenta? Después, mi masajista de confianza (Pietro Mazzocchi), me decía que tenía el trasero demasiado grande para montar en bici. -De todas las controversias que le deparó la vida a nivel deportivo (accidentes, positivo por dopaje, anomalía cardíaca y más sinsabores), quería preguntarle por el episodio que pudo costarle la vida en 1969, cuando ya había ganado el primer Tour. Una grave caída en el velódromo de Blois, Francia, durante una carrera de derny. En ella, su entrenador (Fernard Wambst) murió.-Se le rompió el pedal, y el desbarajuste fue letal. Cayó delante resbalándose, y nosotros que llegábamos detrás pasamos por encima. Fue una tragedia del destino. En mi caso, sufrí lesiones importantes, y cuando me desperté estaba en el hospital. Volví a nacer, porque el golpe fue terrible. Me encontré toda mi cabeza cosida por la conmoción cerebral, además de un esguince cervical, desplazamiento de la pelvis y algunas contusiones. -Hablemos de ciclismo, puro y duro ¿Cree que su victoria en las Tres Cimas de Lavaredo (Giro del 1968) fue el punto más alto y sublime de toda su carrera? Nunca un belga había logrado hasta entonces la ronda italiana.-Creo, sin duda, que se trata de una de las mejores prestaciones de toda mi vida. Una subida mágica. Fuga de nueve corredores, Vittorio Adorni incluido… Sí, senté las bases de mi victoria en ese Giro. -Tremenda musculatura la suya. Además, veloz y resistente tanto física como psicológicamente. Usted ya no se acordará, pero tras semejante azote, dijo esto nada más llegar a meta: ‘Superé el hambre, la intemperie… Sí, hay factores que uno no puede controlar. Muchos, diría. Pero uno sí: a nosotros mismos’. ¿Cree en Dios?-Sí, creo en Dios. Ya no voy a misa ni rezo tanto como antes. La fe sin duda me ha ayudado, pero tampoco hay que depositar demasiado ahí. -Sus grandes rivales fueron Gimondi, De Vlaeminck en las clásicas y José Manuel Fuente, entre otros. Lo dijo siempre.-Fuente era un gran escalador, sin duda. Fortísimo en el Giro, le estimaba y le respetaba. De Gimondi, qué decir… Cuando llegué, él ya había ganado muchísimo. Quizás, el corredor más constante, regular, el más difícil de todos los que tuve. Un contrincante magnífico. -¿Ocaña? En el Tour del 71 le humilló en Los Alpes. Luego, todo el mundo vio lo sucedido, es decir, la caída mientras bajaba el Col de Menté. Una lástima. Usted sufrió lo indecible. La prensa italiana de la época le dio por perdido.-Luis era un magnífico corredor, pero con altibajos. Capaz de lo mejor y lo peor. En la ronda gala que mencionas ganó dos grandes etapas (Nevers-Puy de Dome y Grenoble-Orcieres-Merlette), pero lástima la caída. También para mí, porque me habría gustado ganar el Tour con él compitiendo hasta el último momento. Es como una media victoria. Un gran repertorio a mitad, sí.-Ciudad de México, 1972. Usted [subido en una bici ‘Colnago ad hoc’, clave esta innovación tecnológica)] logró el récord del mundo de la hora. Venía de conseguir, en ese mismo año, Freccia, San Remo, Lieja, Giro, Tour y Lombardía. ¿Es cierto que fue la prueba más difícil y dura de toda su vida? La marca fue un hito. Rompió los límites del deporte.-Llevaba tiempo detrás de eso. Considero que mi carrera, sin esa victoria, no habría sido del todo completa. En agosto, tras el Tour, me sentía fresco. Hicimos una preparación a tres mil metros de altura para adaptarnos al lugar. Lo hice durante seis semanas, y tuve la suerte de batirlo. -Hoy es impensable lograr algo similar a lo de ese bravo 1972.-¿Y qué quieres que te diga? Tenía un gran físico, y esto me permitía lograr todo esto. No veo otros motivos. ¿Pogaçar? Tendrá que intentarlo antes de decir que es o no capaz de emular esto. No te pienses que soy un hombre de otro planeta. -Le gusta mucho el esloveno, ¿verdad?-Grandioso. El más grande de todos, sin duda. Completo, muy completo. Un crack total y absoluto. Carreras de tres semanas, clásicas, en línea… Top mundial. -¿Qué españoles le llaman la atención? Ayuso, Rodríguez, Mas, Landa…-Juan Ayuso es joven, pero creo que en las carreras por etapas no va bien, al menos de momento. Enric Mas ya tiene una edad, y Landa, sí, bueno… A ver si hay más jóvenes, porque no veo ningún candidato para victorias importantes. -¿Sigue montando en bici?-Sí, muy despacio. Ya sabes mis problemas con la cadera. Las prótesis… Ahora, hasta el 18 de julio, tengo que tomar muchos antibióticos. -¿Eso de que le ofrecieron dinero por perder un Giro’69 es cierto?-Sí, claro. Fue Rudy Altig (Salvarani).-La misma escuadra de Felice Gimondi.-Era su compañero de equipo, pero le dije que no. Que me dejara en paz con estas cosas, que me provocaban dolor de cabeza. Por supuesto, no acepté. -Lance Armstrong fue otro caníbal, pero en sentido más negativo. ¿Qué opinión le merece ese episodio en el ciclismo?-Ha provocado mucho daño a este deporte. Es mi opinión. -Ese Giro famoso del 69 tuvo varios capítulos oscuros. Lo ganó Gimondi, sí, pero usted fue excluido en el 16ª etapa. Resultó positivo en el control antidopaje. Dos estimulantes. Era la fencamfamina, misma sustancia que encontraron a su máximo rival un año antes, y que finalmente absolvieron. En su caso, no. ¿Qué pasó ahí?-Estaba para comenzar la etapa. Me hicieron análisis y contranálisis… No sé, sucedió algo raro. Yo era el único que sabía que debía hacer el control, luego no veo motivo alguno para haberme dopado. No sé, quizás alguien quería liquidarme, tenderme una trampa. Otro motivo no veo, la verdad. Repetí, insisto, el análisis y di negativo.-¿Gimondi rechazó la ‘maglia’ rosa por eso?-Sí.
Hay algo de universo poético en la figura de Eddy Merckx (17/06/1945), a quien un accidente casi se lo lleva por delante en 1969. En realidad, fueron dos el mismo año, en los que además hubo varias víctimas mortales. Fue casi al … inicio de su memorable vida deportiva; décadas antes de -como acostumbra hoy- salir a montar en bicicleta con la cadera recientemente operada (se la fracturó en 2024 tras una caída absurda, y teme que debe volver ahora a pasar por el quirófano) y sus ochenta primaveras ya cumplidas. Entre medias, las dichosas gestas, quizás lo menos importante de todo. «Con doce años me decían que no tenía físico de ciclista. ¿Te das cuenta?».
-Cuénteme esto, ¿cuándo le dijeron no tener un físico de ciclista?
-Cuando tenía doce años. ¿Te das cuenta? Después, mi masajista de confianza (Pietro Mazzocchi), me decía que tenía el trasero demasiado grande para montar en bici.
-De todas las controversias que le deparó la vida a nivel deportivo (accidentes, positivo por dopaje, anomalía cardíaca y más sinsabores), quería preguntarle por el episodio que pudo costarle la vida en 1969, cuando ya había ganado el primer Tour. Una grave caída en el velódromo de Blois, Francia, durante una carrera de derny. En ella, su entrenador (Fernard Wambst) murió.
-Se le rompió el pedal, y el desbarajuste fue letal. Cayó delante resbalándose, y nosotros que llegábamos detrás pasamos por encima. Fue una tragedia del destino. En mi caso, sufrí lesiones importantes, y cuando me desperté estaba en el hospital. Volví a nacer, porque el golpe fue terrible. Me encontré toda mi cabeza cosida por la conmoción cerebral, además de un esguince cervical, desplazamiento de la pelvis y algunas contusiones.
-Hablemos de ciclismo, puro y duro ¿Cree que su victoria en las Tres Cimas de Lavaredo (Giro del 1968) fue el punto más alto y sublime de toda su carrera? Nunca un belga había logrado hasta entonces la ronda italiana.
-Creo, sin duda, que se trata de una de las mejores prestaciones de toda mi vida. Una subida mágica. Fuga de nueve corredores, Vittorio Adorni incluido… Sí, senté las bases de mi victoria en ese Giro.
-Tremenda musculatura la suya. Además, veloz y resistente tanto física como psicológicamente. Usted ya no se acordará, pero tras semejante azote, dijo esto nada más llegar a meta: ‘Superé el hambre, la intemperie… Sí, hay factores que uno no puede controlar. Muchos, diría. Pero uno sí: a nosotros mismos’. ¿Cree en Dios?
-Sí, creo en Dios. Ya no voy a misa ni rezo tanto como antes. La fe sin duda me ha ayudado, pero tampoco hay que depositar demasiado ahí.
-Sus grandes rivales fueron Gimondi, De Vlaeminck en las clásicas y José Manuel Fuente, entre otros. Lo dijo siempre.
-Fuente era un gran escalador, sin duda. Fortísimo en el Giro, le estimaba y le respetaba. De Gimondi, qué decir… Cuando llegué, él ya había ganado muchísimo. Quizás, el corredor más constante, regular, el más difícil de todos los que tuve. Un contrincante magnífico.
-¿Ocaña? En el Tour del 71 le humilló en Los Alpes. Luego, todo el mundo vio lo sucedido, es decir, la caída mientras bajaba el Col de Menté. Una lástima. Usted sufrió lo indecible. La prensa italiana de la época le dio por perdido.
-Luis era un magnífico corredor, pero con altibajos. Capaz de lo mejor y lo peor. En la ronda gala que mencionas ganó dos grandes etapas (Nevers-Puy de Dome y Grenoble-Orcieres-Merlette), pero lástima la caída. También para mí, porque me habría gustado ganar el Tour con él compitiendo hasta el último momento. Es como una media victoria. Un gran repertorio a mitad, sí.
-Ciudad de México, 1972. Usted [subido en una bici ‘Colnago ad hoc’, clave esta innovación tecnológica)] logró el récord del mundo de la hora. Venía de conseguir, en ese mismo año, Freccia, San Remo, Lieja, Giro, Tour y Lombardía. ¿Es cierto que fue la prueba más difícil y dura de toda su vida? La marca fue un hito. Rompió los límites del deporte.
-Llevaba tiempo detrás de eso. Considero que mi carrera, sin esa victoria, no habría sido del todo completa. En agosto, tras el Tour, me sentía fresco. Hicimos una preparación a tres mil metros de altura para adaptarnos al lugar. Lo hice durante seis semanas, y tuve la suerte de batirlo.
-Hoy es impensable lograr algo similar a lo de ese bravo 1972.
-¿Y qué quieres que te diga? Tenía un gran físico, y esto me permitía lograr todo esto. No veo otros motivos. ¿Pogaçar? Tendrá que intentarlo antes de decir que es o no capaz de emular esto. No te pienses que soy un hombre de otro planeta.
-Le gusta mucho el esloveno, ¿verdad?
-Grandioso. El más grande de todos, sin duda. Completo, muy completo. Un crack total y absoluto. Carreras de tres semanas, clásicas, en línea… Top mundial.
-¿Qué españoles le llaman la atención? Ayuso, Rodríguez, Mas, Landa…
-Juan Ayuso es joven, pero creo que en las carreras por etapas no va bien, al menos de momento. Enric Mas ya tiene una edad, y Landa, sí, bueno… A ver si hay más jóvenes, porque no veo ningún candidato para victorias importantes.
-¿Sigue montando en bici?
-Sí, muy despacio. Ya sabes mis problemas con la cadera. Las prótesis… Ahora, hasta el 18 de julio, tengo que tomar muchos antibióticos.
-¿Eso de que le ofrecieron dinero por perder un Giro’69 es cierto?
-Sí, claro. Fue Rudy Altig (Salvarani).
-La misma escuadra de Felice Gimondi.
-Era su compañero de equipo, pero le dije que no. Que me dejara en paz con estas cosas, que me provocaban dolor de cabeza. Por supuesto, no acepté.
-Lance Armstrong fue otro caníbal, pero en sentido más negativo. ¿Qué opinión le merece ese episodio en el ciclismo?
-Ha provocado mucho daño a este deporte. Es mi opinión.
-Ese Giro famoso del 69 tuvo varios capítulos oscuros. Lo ganó Gimondi, sí, pero usted fue excluido en el 16ª etapa. Resultó positivo en el control antidopaje. Dos estimulantes. Era la fencamfamina, misma sustancia que encontraron a su máximo rival un año antes, y que finalmente absolvieron. En su caso, no. ¿Qué pasó ahí?
-Estaba para comenzar la etapa. Me hicieron análisis y contranálisis… No sé, sucedió algo raro. Yo era el único que sabía que debía hacer el control, luego no veo motivo alguno para haberme dopado. No sé, quizás alguien quería liquidarme, tenderme una trampa. Otro motivo no veo, la verdad. Repetí, insisto, el análisis y di negativo.
-¿Gimondi rechazó la ‘maglia’ rosa por eso?
-Sí.
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