El secretario de Defensa de Estados Unidos apuntar en el gran foro militar de Asia-Pacífico que la amenaza de China es real, al tiempo que presionó a sus aliados en la región para que aumentaran su gasto en defensa Leer El secretario de Defensa de Estados Unidos apuntar en el gran foro militar de Asia-Pacífico que la amenaza de China es real, al tiempo que presionó a sus aliados en la región para que aumentaran su gasto en defensa Leer
Durante el intercambio de ataques en mayo entre India y Pakistán, el ejército paquistaní presumió de que sus cazas JC-10, fabricados en China, habían derribado varios aviones de combate indios Rafale, de fabricación francesa. En las montañas de la disputada región de Cachemira, los paquistaníes bombardearon posiciones indias con misiles de largo alcance PL-15, también fabricados en China, país que suministra más del 80% de las armas importadas por Islamabad.
Aquella fue la primera vez que el mundo vio esas armas punteras chinas desplegadas en un combate real. Las potencias occidentales, sobre todo Estados Unidos, tomaron buena nota y analizaron cada detalle del enfrentamiento, conscientes de que el desarrollo armamentístico de Pekín había sido clave para que su aliado de Pakistán, con una fuerza militar muy inferior a la India, aguantara el intercambio de ataques con el país vecino antes de que ambos acordaran una tregua.
El ascenso del músculo militar chino preocupa mucho en Washington y ha sido uno de los asuntos más relevantes que se están tratando en el Diálogo Shangri-La, el gran foro militar de Asia-Pacífico que arrancó el viernes en un lujoso hotel de Singapur con la presencia de ministros de Defensa, generales y altos funcionarios de 47 países. El acto más esperado era la intervención del secretario de Defensa de EEUU, Pete Hegseth, quien hizo el sábado sus esperadas primeras declaraciones en público sobre la política de seguridad que seguirá el Gobierno de Trump en la región.
Hegseth sorprendió desplegando una narrativa mucho más agresiva y vehemente para apuntar que la amenaza de China es real, al tiempo que presionó a sus aliados en la región para que aumentaran su gasto en defensa y que no dependan tanto de la protección de Washington. «No hay razón para edulcorarlo. La amenaza que representa China es real y podría ser inminente«, soltó. «Tiene que quedar claro para todos que Pekín se está preparando de manera creíble para utilizar potencialmente la fuerza militar para alterar el equilibrio de poder en el Indo-Pacífico», continuó.
El secretario estadounidense dijo que sus aliados asiáticos debían tomar como ejemplo a los países europeos, citando las promesas de los miembros de la OTAN de avanzar hacia el objetivo de gasto de Trump del 5% del PIB. «La disuasión no es barata» subrayó. Sobre la estrategia de su país en la región, Hegseth desveló que EEUU estaba «reorientándose hacia la disuasión de la agresión de la China comunista» porque Asia es «el teatro prioritario de operaciones» de Washington. «Nos comprometemos a garantizar que China no pueda dominarnos a nosotros, ni a nuestros aliados y socios», concluyó.
Los funcionarios estadounidenses han señalado que el propósito de Hegseth es convencer a sus colegas asiáticos de que EEUU es un socio mucho más confiable que China. Un mensaje que no ha cuajado en la mayoría de países de la región, a quienes la guerra comercial de Trump y su imprevisible diplomacia preocupa igual o más que la asertividad de China en puntos calientes como Taiwan o las islas en disputa del Mar de China Meridional.
«Las acciones de Trump han erosionado la legitimidad moral de EEUU y está cambiando su imagen en Asia de liberador a gran perturbador y terrateniente global», dijo a principios de año el entonces ministro de Defensa de Singapur, Ng Eng Hen. «Las tácticas coercitivas de Trump y su creciente presión sobre el orden internacional, creado por el propio EEUU, están llevando la política global por un camino peligroso. Nos dirigimos sin darnos cuenta hacia un mundo sin ley», criticó esta semana José Ramos-Horta, presidente de Timor Oriental, quien recordó el vacío de «poder blando» dejado por Trump en la región después de suspender los programas de ayuda al desarrollo de la USAID.
Pero a diferencia de los bruscos giros de Trump en su agenda de defensa dirigida a Europa, con sus amenazas de retirarse de la OTAN y abandonar a Ucrania en su lucha contra la invasión de Rusia, parece que el papel de defensa que quiere desempeñar Washington en Asia-Pacífico mantiene la línea de anteriores gobiernos estadounidenses, centrada en seguir fortaleciendo los lazos con sus tradicionales aliados para contrarrestar la influencia china.
«Estados Unidos está aquí y no se irá a ninguna parte. Estamos aquí para disuadir a los adversarios que buscan hacernos daño», afirmó el viernes Hegseth en un discurso delante de marines que estaban a bordo de un buque de la armada de EEUU en Singapur.
En los últimos años, el Diálogo Shangri-La ha concentrado la atención internacional por ser uno de los pocos escenarios en los que se encuentran jefes militares de las dos superpotencias. Pero a diferencia de otras ocasiones, Pekín no ha enviado a Singapur a su ministro de Defensa. La delegación china la componen altos funcionarios militares que han celebrado reuniones con representantes de otras naciones asiáticas, de Estados Unidos e invitados procedentes de Reino Unido, Alemania y Francia.
Como en cada foro militar asiático, la situación de Taiwan, la isla autónoma que China considera parte de su territorio, está siendo uno de los temas más delicados a tratar durante el encuentro. Pekín continúa presionando a Taipei con frecuentes simulacros de invasión mientras que su gran valedor internacional, EEUU, sigue ayudando a reforzar las defensas de la isla. En cambio, la administración Trump, a diferencia de la anterior, todavía no se ha pronunciado sobre sí defendería a Taiwan en caso de un ataque de China.
Durante su comparecencia en el foro, Hegseth recogió unas palabras de Trump en las que aseguraba que China no invadirá Taiwan durante su mandato, pero que cualquier acción en esa dirección «tendría consecuencias devastadoras para el Indo-Pacífico y el mundo».
Otro de los asuntos críticos a discutir en Singapur es la amenaza nuclear de Corea del Norte. Hace un par de meses, los medios norcoreanos publicaron imágenes de Kim inspeccionando el primer submarino de propulsión nuclear en construcción, un sistema de armas de entre 6.000 y 7.000 toneladas con capacidad para transportar alrededor de una decena de misiles. Cuando salió la noticia del submarino, muchos analistas pusieron en duda que un país tan aislado, sancionado y empobrecido como Corea del Norte hubiera podido obtener los recursos para construir un arma tan poderosa sin asistencia tecnológica de su aliado de Moscú.
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