El beticismo aclama a su entrenador más victorioso

Manuel Pellegrini recibió al inicio del partido el aplauso del público y un obsequio del club en reconocimiento por convertirse en el entrenador verdiblanco con más victorias en toda su historia. A principios de año, más en concreto entre el 11 y el 18 de enero, fueron muchos los aficionados y periodistas que hablaban del «fin de ciclo» del chileno. En esos ocho días, el Betis cayó ante el Valladolid y el Alavés, y dejó que el Barça le endosara una manita para apearle de la Copa del Rey. Algo más de tres meses después, el Betis está ante la primera semifinal europea de su historia, ha asegurado virtualmente su presencia en Europa el año que viene y se sitúa quinto clasificado, en «puesto de Champions». Es uno de los encantos del fútbol: en poco tiempo, uno puede pasar de villano a héroe, de la frustración al júbilo, de las dudas a la confianza.Los castellanos certificaron su descenso: solo han ganado 4 partidos, han empatado otros tantos y han perdido 25. Sin embargo, el Betis ha sido precisamente uno de los pocos equipos que el Valladolid ha conseguido doblegar. Ese es otro de los encantos del fútbol: el partido nunca está ganado de antemano, todo es posible.Pellegrini quiso repetir la estrategia del último encuentro contra el Girona: meter presión desde el principio, marcar pronto para jugar con la ansiedad del rival. El Betis encarriló pronto el partido, con gol de Jesús Rodríguez, pero los pucelanos no tiraron la toalla y empataron en un contragolpe en el minuto 41.En la segunda parte, el Ingeniero introdujo a Lo Celso por Fornals. Sabía que el Valladolid se metería atrás y requería de un hombre que intensificara la circulación del balón. También dio entrada a Abde, Aitor y Perraud en el minuto 60, con la consigna de aumentar el empuje ofensivo. En el minuto 63 marcó Cucho, de formidable remate, a centro de Bartra. En el 65 lo hizo Isco, a pase de Aitor, después de una jugada de tiralíneas. Perraud fusiló en el 84, tras pared con Cucho. Y Abde se apuntó al festival de goles en el 89: 5-1. Los jugadores son los que ganan los partidos, pero el míster hizo su trabajo para crear las mejores condiciones para lograrlo. Hace no demasiado, un futbolista del Betis —cuyo nombre omitiré, para que no le tilden de ‘pelota’— se deshizo en elogios hacia Pellegrini: «Todos los entrenadores son psicólogos e intentan motivar al equipo, pero Manuel baja al terreno de cada jugador, observa y sabe qué tecla tocar en cada momento y además cuenta contigo, tiene a todo el mundo enchufado» —me dijo. Parece fácil, pero no todos los entrenadores son capaces de gestionar 22 egos y que rindan cuando se requiere.Santi Cazorla —que jugó a sus órdenes en el Villarreal y en el Málaga (donde coincidió con Isco y Joaquín)— me contó que Pellegrini le dio el mayor palo de su vida. En el primer día de la pretemporada con el equipo castellonés, le dijo que aún no estaba curtido y que debía madurar en otro equipo. Lo hizo en el Recreativo de Huelva, donde pudo erigirse en líder. Al siguiente año, volvió al Villarreal y triunfó. «Me sentó muy mal, pero, con el tiempo, he visto que me vino bien que me dijera la verdad a la cara y que me obligara a superarme para hacerme mejor jugador». Dicen que Pellegrini se gana el respeto porque es franco y directo, pero calmado, empático, una conjunción harto difícil. Como profesor, me resulta inspirador. Es sabido cuán importante es haberse cruzado con un buen profesor en la vida. A mi hijo le he hablado muchas veces de mi maestro en antropología social: Antonio Mandly. Él tendrá que buscar el suyo. De momento, que se fije en Manuel Luis Pellegrini Ripamonti, acaso el mejor entrenador que ha dirigido al Betis en toda su historia. Manuel Pellegrini recibió al inicio del partido el aplauso del público y un obsequio del club en reconocimiento por convertirse en el entrenador verdiblanco con más victorias en toda su historia. A principios de año, más en concreto entre el 11 y el 18 de enero, fueron muchos los aficionados y periodistas que hablaban del «fin de ciclo» del chileno. En esos ocho días, el Betis cayó ante el Valladolid y el Alavés, y dejó que el Barça le endosara una manita para apearle de la Copa del Rey. Algo más de tres meses después, el Betis está ante la primera semifinal europea de su historia, ha asegurado virtualmente su presencia en Europa el año que viene y se sitúa quinto clasificado, en «puesto de Champions». Es uno de los encantos del fútbol: en poco tiempo, uno puede pasar de villano a héroe, de la frustración al júbilo, de las dudas a la confianza.Los castellanos certificaron su descenso: solo han ganado 4 partidos, han empatado otros tantos y han perdido 25. Sin embargo, el Betis ha sido precisamente uno de los pocos equipos que el Valladolid ha conseguido doblegar. Ese es otro de los encantos del fútbol: el partido nunca está ganado de antemano, todo es posible.Pellegrini quiso repetir la estrategia del último encuentro contra el Girona: meter presión desde el principio, marcar pronto para jugar con la ansiedad del rival. El Betis encarriló pronto el partido, con gol de Jesús Rodríguez, pero los pucelanos no tiraron la toalla y empataron en un contragolpe en el minuto 41.En la segunda parte, el Ingeniero introdujo a Lo Celso por Fornals. Sabía que el Valladolid se metería atrás y requería de un hombre que intensificara la circulación del balón. También dio entrada a Abde, Aitor y Perraud en el minuto 60, con la consigna de aumentar el empuje ofensivo. En el minuto 63 marcó Cucho, de formidable remate, a centro de Bartra. En el 65 lo hizo Isco, a pase de Aitor, después de una jugada de tiralíneas. Perraud fusiló en el 84, tras pared con Cucho. Y Abde se apuntó al festival de goles en el 89: 5-1. Los jugadores son los que ganan los partidos, pero el míster hizo su trabajo para crear las mejores condiciones para lograrlo. Hace no demasiado, un futbolista del Betis —cuyo nombre omitiré, para que no le tilden de ‘pelota’— se deshizo en elogios hacia Pellegrini: «Todos los entrenadores son psicólogos e intentan motivar al equipo, pero Manuel baja al terreno de cada jugador, observa y sabe qué tecla tocar en cada momento y además cuenta contigo, tiene a todo el mundo enchufado» —me dijo. Parece fácil, pero no todos los entrenadores son capaces de gestionar 22 egos y que rindan cuando se requiere.Santi Cazorla —que jugó a sus órdenes en el Villarreal y en el Málaga (donde coincidió con Isco y Joaquín)— me contó que Pellegrini le dio el mayor palo de su vida. En el primer día de la pretemporada con el equipo castellonés, le dijo que aún no estaba curtido y que debía madurar en otro equipo. Lo hizo en el Recreativo de Huelva, donde pudo erigirse en líder. Al siguiente año, volvió al Villarreal y triunfó. «Me sentó muy mal, pero, con el tiempo, he visto que me vino bien que me dijera la verdad a la cara y que me obligara a superarme para hacerme mejor jugador». Dicen que Pellegrini se gana el respeto porque es franco y directo, pero calmado, empático, una conjunción harto difícil. Como profesor, me resulta inspirador. Es sabido cuán importante es haberse cruzado con un buen profesor en la vida. A mi hijo le he hablado muchas veces de mi maestro en antropología social: Antonio Mandly. Él tendrá que buscar el suyo. De momento, que se fije en Manuel Luis Pellegrini Ripamonti, acaso el mejor entrenador que ha dirigido al Betis en toda su historia.  

Manuel Pellegrini recibió al inicio del partido el aplauso del público y un obsequio del club en reconocimiento por convertirse en el entrenador verdiblanco con más victorias en toda su historia. A principios de año, más en concreto entre el 11 y el 18 de … enero, fueron muchos los aficionados y periodistas que hablaban del «fin de ciclo» del chileno. En esos ocho días, el Betis cayó ante el Valladolid y el Alavés, y dejó que el Barça le endosara una manita para apearle de la Copa del Rey. Algo más de tres meses después, el Betis está ante la primera semifinal europea de su historia, ha asegurado virtualmente su presencia en Europa el año que viene y se sitúa quinto clasificado, en «puesto de Champions». Es uno de los encantos del fútbol: en poco tiempo, uno puede pasar de villano a héroe, de la frustración al júbilo, de las dudas a la confianza.

Los castellanos certificaron su descenso: solo han ganado 4 partidos, han empatado otros tantos y han perdido 25. Sin embargo, el Betis ha sido precisamente uno de los pocos equipos que el Valladolid ha conseguido doblegar. Ese es otro de los encantos del fútbol: el partido nunca está ganado de antemano, todo es posible.

Pellegrini quiso repetir la estrategia del último encuentro contra el Girona: meter presión desde el principio, marcar pronto para jugar con la ansiedad del rival. El Betis encarriló pronto el partido, con gol de Jesús Rodríguez, pero los pucelanos no tiraron la toalla y empataron en un contragolpe en el minuto 41.

En la segunda parte, el Ingeniero introdujo a Lo Celso por Fornals. Sabía que el Valladolid se metería atrás y requería de un hombre que intensificara la circulación del balón. También dio entrada a Abde, Aitor y Perraud en el minuto 60, con la consigna de aumentar el empuje ofensivo. En el minuto 63 marcó Cucho, de formidable remate, a centro de Bartra. En el 65 lo hizo Isco, a pase de Aitor, después de una jugada de tiralíneas. Perraud fusiló en el 84, tras pared con Cucho. Y Abde se apuntó al festival de goles en el 89: 5-1. Los jugadores son los que ganan los partidos, pero el míster hizo su trabajo para crear las mejores condiciones para lograrlo.

Hace no demasiado, un futbolista del Betis —cuyo nombre omitiré, para que no le tilden de ‘pelota’— se deshizo en elogios hacia Pellegrini: «Todos los entrenadores son psicólogos e intentan motivar al equipo, pero Manuel baja al terreno de cada jugador, observa y sabe qué tecla tocar en cada momento y además cuenta contigo, tiene a todo el mundo enchufado» —me dijo. Parece fácil, pero no todos los entrenadores son capaces de gestionar 22 egos y que rindan cuando se requiere.

Santi Cazorla —que jugó a sus órdenes en el Villarreal y en el Málaga (donde coincidió con Isco y Joaquín)— me contó que Pellegrini le dio el mayor palo de su vida. En el primer día de la pretemporada con el equipo castellonés, le dijo que aún no estaba curtido y que debía madurar en otro equipo. Lo hizo en el Recreativo de Huelva, donde pudo erigirse en líder. Al siguiente año, volvió al Villarreal y triunfó. «Me sentó muy mal, pero, con el tiempo, he visto que me vino bien que me dijera la verdad a la cara y que me obligara a superarme para hacerme mejor jugador».

Dicen que Pellegrini se gana el respeto porque es franco y directo, pero calmado, empático, una conjunción harto difícil. Como profesor, me resulta inspirador. Es sabido cuán importante es haberse cruzado con un buen profesor en la vida. A mi hijo le he hablado muchas veces de mi maestro en antropología social: Antonio Mandly. Él tendrá que buscar el suyo. De momento, que se fije en Manuel Luis Pellegrini Ripamonti, acaso el mejor entrenador que ha dirigido al Betis en toda su historia.

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