Érase una vez un príncipe indio, Siddharta Gautama , que cansado de lo huero de su existencia se embarcó en un viaje espiritual en busca de la razón de su sufrimiento y de cómo acabar con él. Asceta, eremita, meditador («hay gente pa tó», pudo decir de él Rafael Gómez «El Gallo», como con Ortega y Gasset tras saberlo «pensador»), sus enseñanzas se convirtieron en los cimientos del budismo y él, por extensión, en Buda, cuya traducción sería «El Iluminado». «Iluminado, by Antony» es un equipamiento especial que, fuera de carta, sacará una marca deportiva para rentabilizar su fichaje por el Real Betis . Ahora le toca a él «iluminar» al equipo.La piqueta está demoliendo el último vestigio del antiguo Benito Villamarín y, coincidiendo con ello, el club se encuentra levantando el proyecto deportivo más ambicioso de su historia, en el que el brasileño parte como una de sus piedras angulares. Se espera mucho de él, pero no sería realista ni justo cargar sobre sus espaldas toda la responsabilidad de la consecución de los objetivos. Sí un rendimiento regular en su papel de goleador y asistente y más visibilidad en los partidos trascendentes, donde pudo echarse de menos su condición de líder.El compromiso del brasileño, fuera de toda duda a tenor de lo vivido en el mercado veraniego, será fútil de no contar con el del resto del plantel. Confesaba Manuel Pellegrini su decepción por los réditos obtenidos en los cuatro partidos disputados hasta ahora. Si podría excusarse ese inicio por las ausencias de titulares (acreditados o presuntos), no cabe ya achacarlo a ello a partir de mañana contra el Levante . Se ha recuperado a muchos jugadores, hubo quince días para acelerar el rodaje físico y táctico del plantel, y se ha puesto en manos del técnico un grupo equilibrado y potente a priori. Toca demostrarlo tras el parón de selecciones y antes del próximo, a comienzos de octubre, para no descolgarse del pelotón de cabeza. Y para eso, créanme, mucho mejor asumir el espíritu del Fuenteovejuna de Lope, que el de Siddharta Gautama. Érase una vez un príncipe indio, Siddharta Gautama , que cansado de lo huero de su existencia se embarcó en un viaje espiritual en busca de la razón de su sufrimiento y de cómo acabar con él. Asceta, eremita, meditador («hay gente pa tó», pudo decir de él Rafael Gómez «El Gallo», como con Ortega y Gasset tras saberlo «pensador»), sus enseñanzas se convirtieron en los cimientos del budismo y él, por extensión, en Buda, cuya traducción sería «El Iluminado». «Iluminado, by Antony» es un equipamiento especial que, fuera de carta, sacará una marca deportiva para rentabilizar su fichaje por el Real Betis . Ahora le toca a él «iluminar» al equipo.La piqueta está demoliendo el último vestigio del antiguo Benito Villamarín y, coincidiendo con ello, el club se encuentra levantando el proyecto deportivo más ambicioso de su historia, en el que el brasileño parte como una de sus piedras angulares. Se espera mucho de él, pero no sería realista ni justo cargar sobre sus espaldas toda la responsabilidad de la consecución de los objetivos. Sí un rendimiento regular en su papel de goleador y asistente y más visibilidad en los partidos trascendentes, donde pudo echarse de menos su condición de líder.El compromiso del brasileño, fuera de toda duda a tenor de lo vivido en el mercado veraniego, será fútil de no contar con el del resto del plantel. Confesaba Manuel Pellegrini su decepción por los réditos obtenidos en los cuatro partidos disputados hasta ahora. Si podría excusarse ese inicio por las ausencias de titulares (acreditados o presuntos), no cabe ya achacarlo a ello a partir de mañana contra el Levante . Se ha recuperado a muchos jugadores, hubo quince días para acelerar el rodaje físico y táctico del plantel, y se ha puesto en manos del técnico un grupo equilibrado y potente a priori. Toca demostrarlo tras el parón de selecciones y antes del próximo, a comienzos de octubre, para no descolgarse del pelotón de cabeza. Y para eso, créanme, mucho mejor asumir el espíritu del Fuenteovejuna de Lope, que el de Siddharta Gautama.
Si podría excusarse el inicio del Betis por las ausencias de titulares, no cabe ya achacarlo a ello a partir de mañana contra el Levante
Érase una vez un príncipe indio, Siddharta Gautama, que cansado de lo huero de su existencia se embarcó en un viaje espiritual en busca de la razón de su sufrimiento y de cómo acabar con él. Asceta, eremita, meditador («hay gente pa tó», pudo … decir de él Rafael Gómez «El Gallo», como con Ortega y Gasset tras saberlo «pensador»), sus enseñanzas se convirtieron en los cimientos del budismo y él, por extensión, en Buda, cuya traducción sería «El Iluminado». «Iluminado, by Antony» es un equipamiento especial que, fuera de carta, sacará una marca deportiva para rentabilizar su fichaje por el Real Betis. Ahora le toca a él «iluminar» al equipo.
La piqueta está demoliendo el último vestigio del antiguo Benito Villamarín y, coincidiendo con ello, el club se encuentra levantando el proyecto deportivo más ambicioso de su historia, en el que el brasileño parte como una de sus piedras angulares. Se espera mucho de él, pero no sería realista ni justo cargar sobre sus espaldas toda la responsabilidad de la consecución de los objetivos. Sí un rendimiento regular en su papel de goleador y asistente y más visibilidad en los partidos trascendentes, donde pudo echarse de menos su condición de líder.
El compromiso del brasileño, fuera de toda duda a tenor de lo vivido en el mercado veraniego, será fútil de no contar con el del resto del plantel. Confesaba Manuel Pellegrini su decepción por los réditos obtenidos en los cuatro partidos disputados hasta ahora. Si podría excusarse ese inicio por las ausencias de titulares (acreditados o presuntos), no cabe ya achacarlo a ello a partir de mañana contra el Levante. Se ha recuperado a muchos jugadores, hubo quince días para acelerar el rodaje físico y táctico del plantel, y se ha puesto en manos del técnico un grupo equilibrado y potente a priori. Toca demostrarlo tras el parón de selecciones y antes del próximo, a comienzos de octubre, para no descolgarse del pelotón de cabeza. Y para eso, créanme, mucho mejor asumir el espíritu del Fuenteovejuna de Lope, que el de Siddharta Gautama.
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