Decía esta semana Pablo Laso que el Real Madrid es el único equipo de Europa capaz de sacar lo mejor de sí mismo cuando más aciago parece su futuro. Una afirmación que se hizo realidad este jueves, después de que los blancos tumbaran al Panathinaikos, actual campeón de la Euroliga. Tras una primera parte muy igualada, los locales se desmelenaron en el tercer cuarto gracias a la dirección de Campazzo , las dentelladas de Musa y la inesperada aparición de Abalde , que firmó uno de sus mejores encuentros en mucho tiempo. Tras sumar cinco derrotas en los primeros ocho duelos, el Madrid parece haber vuelto. De hecho, siempre lo hace. Necesitaba el Madrid buenas noticias, sentirse seguro, adquirir confianza, y los primeros minutos ante el Panathinaikos fueron de lo más prometedores gracias a un parcial de 8-0, con triples de Musa y Abalde incluidos. Se mostraba muy sólido en defensa y jugaba sencillo en ataque, claras sus circulaciones y letal su acierto en el tiro. Volaban los blancos, también gracias en parte al liderazgo del jovencísimo Ndiaye , un jugador al que parece no afectarle ni lo más mínimo la presión o los nervios. El Panathinaikos no defendía, parecía que el partido no iba con él salvo por el gran inicio de Juancho Hernangómez , que puso algo de intención al flojo hacer de los suyos con cinco puntos consecutivos. Las cargas del español hicieron recular al Madrid y los helenos, especialistas en detectar fisuras, comenzaron a calentar sus muñecas. Sin embargo, Campazzo estaba pletórico, empeñado el argentino, autor de 10 puntos en el primer cuarto, en que el Madrid consiguiese una victoria que se antojaba fundamental. Tenían suerte los merengues de que Yurtseven no estuviese fino debajo del aro, porque el Panathinaikos había creado un candado cerca de su aro y conseguía generar en el otro lado de la pista con mucha facilidad. En cambio, como en las últimas semanas, al Madrid le costaba anotar cuando Campazzo estaba en el banco y la indecisión hizo preso al duelo. Irregular ritmo finiquitado tras una falta muy leve de Rathan-Mayes , que hizo que el WiZink sacase toda la tensión que llevaba acumulada tras tanta derrota de su equipo. La pitada al cuadro arbitral puso los pelos de punta. Deck era un guerrillero irreductible, pero Juancho Hernangómez conseguía igualar en garra al argentino, algo que muy poca gente puede hacer en Europa. El madrileño anotó un triple, forzó un salto entre dos y, tras recuperar el balón, Nunn se inventó una falta que le proporcionó tres tiros libres. Repitió el estadounidense ante el roble Tavares, impresionante su plasticidad, y, cuando sonó la bocina del descanso, el Madrid vencía por cinco. Noticia Relacionada Y Ahora Sonsoles estandar No Las cheerleaders del Basquet Manresa, en pie de guerra: «¡No sin nuestra falda!» Maria Sánchez Palomo Las animadoras del equipo de baloncesto manresano se han negado a cambiar el uniforme que utilizaban para sus actuaciones —falda corta y top rojos por pantalón largo negro— y el club las ha despedido de manera «fulminante».Musa saltó al escenario y metió los primeros siete puntos locales de la segunda mitad. El bosnio estaba desatado, el Panathinaikos se cargaba de faltas, la situación parecía controlada. Nunn decidió hacer la guerra por su cuenta y el intercambio de canastas era glorioso, de primerísimo nivel. El Real Madrid salía victorioso, cerraba con mucha energía el rebote y no fallaba desde la línea de personal, su ventaja ya era de dobles dígitos. Mención especial a Abalde , de sus mejores actuaciones en los últimos años, salvaje el gallego en defensa y en el lanzamiento. Siempre que los visitantes amenazaban con reescribir el guion, el Madrid daba un potente golpe en la mesa, ya fuera en forma de triple de Deck o de tapón de Ibaka . La infinita calidad del Panathinaikos hizo que el tramo final del choque no fuese ni mucho menos un camino de rosas, pero los merengues siempre mantuvieron la calma, bien apoyados por los tapones de Tavares , y ya parecen haber encontrado el camino hacia la resurrección Decía esta semana Pablo Laso que el Real Madrid es el único equipo de Europa capaz de sacar lo mejor de sí mismo cuando más aciago parece su futuro. Una afirmación que se hizo realidad este jueves, después de que los blancos tumbaran al Panathinaikos, actual campeón de la Euroliga. Tras una primera parte muy igualada, los locales se desmelenaron en el tercer cuarto gracias a la dirección de Campazzo , las dentelladas de Musa y la inesperada aparición de Abalde , que firmó uno de sus mejores encuentros en mucho tiempo. Tras sumar cinco derrotas en los primeros ocho duelos, el Madrid parece haber vuelto. De hecho, siempre lo hace. Necesitaba el Madrid buenas noticias, sentirse seguro, adquirir confianza, y los primeros minutos ante el Panathinaikos fueron de lo más prometedores gracias a un parcial de 8-0, con triples de Musa y Abalde incluidos. Se mostraba muy sólido en defensa y jugaba sencillo en ataque, claras sus circulaciones y letal su acierto en el tiro. Volaban los blancos, también gracias en parte al liderazgo del jovencísimo Ndiaye , un jugador al que parece no afectarle ni lo más mínimo la presión o los nervios. El Panathinaikos no defendía, parecía que el partido no iba con él salvo por el gran inicio de Juancho Hernangómez , que puso algo de intención al flojo hacer de los suyos con cinco puntos consecutivos. Las cargas del español hicieron recular al Madrid y los helenos, especialistas en detectar fisuras, comenzaron a calentar sus muñecas. Sin embargo, Campazzo estaba pletórico, empeñado el argentino, autor de 10 puntos en el primer cuarto, en que el Madrid consiguiese una victoria que se antojaba fundamental. Tenían suerte los merengues de que Yurtseven no estuviese fino debajo del aro, porque el Panathinaikos había creado un candado cerca de su aro y conseguía generar en el otro lado de la pista con mucha facilidad. En cambio, como en las últimas semanas, al Madrid le costaba anotar cuando Campazzo estaba en el banco y la indecisión hizo preso al duelo. Irregular ritmo finiquitado tras una falta muy leve de Rathan-Mayes , que hizo que el WiZink sacase toda la tensión que llevaba acumulada tras tanta derrota de su equipo. La pitada al cuadro arbitral puso los pelos de punta. Deck era un guerrillero irreductible, pero Juancho Hernangómez conseguía igualar en garra al argentino, algo que muy poca gente puede hacer en Europa. El madrileño anotó un triple, forzó un salto entre dos y, tras recuperar el balón, Nunn se inventó una falta que le proporcionó tres tiros libres. Repitió el estadounidense ante el roble Tavares, impresionante su plasticidad, y, cuando sonó la bocina del descanso, el Madrid vencía por cinco. Noticia Relacionada Y Ahora Sonsoles estandar No Las cheerleaders del Basquet Manresa, en pie de guerra: «¡No sin nuestra falda!» Maria Sánchez Palomo Las animadoras del equipo de baloncesto manresano se han negado a cambiar el uniforme que utilizaban para sus actuaciones —falda corta y top rojos por pantalón largo negro— y el club las ha despedido de manera «fulminante».Musa saltó al escenario y metió los primeros siete puntos locales de la segunda mitad. El bosnio estaba desatado, el Panathinaikos se cargaba de faltas, la situación parecía controlada. Nunn decidió hacer la guerra por su cuenta y el intercambio de canastas era glorioso, de primerísimo nivel. El Real Madrid salía victorioso, cerraba con mucha energía el rebote y no fallaba desde la línea de personal, su ventaja ya era de dobles dígitos. Mención especial a Abalde , de sus mejores actuaciones en los últimos años, salvaje el gallego en defensa y en el lanzamiento. Siempre que los visitantes amenazaban con reescribir el guion, el Madrid daba un potente golpe en la mesa, ya fuera en forma de triple de Deck o de tapón de Ibaka . La infinita calidad del Panathinaikos hizo que el tramo final del choque no fuese ni mucho menos un camino de rosas, pero los merengues siempre mantuvieron la calma, bien apoyados por los tapones de Tavares , y ya parecen haber encontrado el camino hacia la resurrección
Decía esta semana Pablo Laso que el Real Madrid es el único equipo de Europa capaz de sacar lo mejor de sí mismo cuando más aciago parece su futuro. Una afirmación que se hizo realidad este jueves, después de que los blancos tumbaran al Panathinaikos, actual campeón de la Euroliga. Tras una primera parte muy igualada, los locales se desmelenaron en el tercer cuarto gracias a la dirección de Campazzo, las dentelladas de Musa y la inesperada aparición de Abalde, que firmó uno de sus mejores encuentros en mucho tiempo. Tras sumar cinco derrotas en los primeros ocho duelos, el Madrid parece haber vuelto. De hecho, siempre lo hace.
Necesitaba el Madrid buenas noticias, sentirse seguro, adquirir confianza, y los primeros minutos ante el Panathinaikos fueron de lo más prometedores gracias a un parcial de 8-0, con triples de Musa y Abalde incluidos. Se mostraba muy sólido en defensa y jugaba sencillo en ataque, claras sus circulaciones y letal su acierto en el tiro. Volaban los blancos, también gracias en parte al liderazgo del jovencísimo Ndiaye, un jugador al que parece no afectarle ni lo más mínimo la presión o los nervios.
El Panathinaikos no defendía, parecía que el partido no iba con él salvo por el gran inicio de Juancho Hernangómez, que puso algo de intención al flojo hacer de los suyos con cinco puntos consecutivos. Las cargas del español hicieron recular al Madrid y los helenos, especialistas en detectar fisuras, comenzaron a calentar sus muñecas. Sin embargo, Campazzo estaba pletórico, empeñado el argentino, autor de 10 puntos en el primer cuarto, en que el Madrid consiguiese una victoria que se antojaba fundamental.
Tenían suerte los merengues de que Yurtseven no estuviese fino debajo del aro, porque el Panathinaikos había creado un candado cerca de su aro y conseguía generar en el otro lado de la pista con mucha facilidad. En cambio, como en las últimas semanas, al Madrid le costaba anotar cuando Campazzo estaba en el banco y la indecisión hizo preso al duelo. Irregular ritmo finiquitado tras una falta muy leve de Rathan-Mayes, que hizo que el WiZink sacase toda la tensión que llevaba acumulada tras tanta derrota de su equipo. La pitada al cuadro arbitral puso los pelos de punta.
Deck era un guerrillero irreductible, pero Juancho Hernangómez conseguía igualar en garra al argentino, algo que muy poca gente puede hacer en Europa. El madrileño anotó un triple, forzó un salto entre dos y, tras recuperar el balón, Nunn se inventó una falta que le proporcionó tres tiros libres. Repitió el estadounidense ante el roble Tavares, impresionante su plasticidad, y, cuando sonó la bocina del descanso, el Madrid vencía por cinco.
Musa saltó al escenario y metió los primeros siete puntos locales de la segunda mitad. El bosnio estaba desatado, el Panathinaikos se cargaba de faltas, la situación parecía controlada. Nunn decidió hacer la guerra por su cuenta y el intercambio de canastas era glorioso, de primerísimo nivel. El Real Madrid salía victorioso, cerraba con mucha energía el rebote y no fallaba desde la línea de personal, su ventaja ya era de dobles dígitos. Mención especial a Abalde, de sus mejores actuaciones en los últimos años, salvaje el gallego en defensa y en el lanzamiento.
Siempre que los visitantes amenazaban con reescribir el guion, el Madrid daba un potente golpe en la mesa, ya fuera en forma de triple de Deck o de tapón de Ibaka. La infinita calidad del Panathinaikos hizo que el tramo final del choque no fuese ni mucho menos un camino de rosas, pero los merengues siempre mantuvieron la calma, bien apoyados por los tapones de Tavares, y ya parecen haber encontrado el camino hacia la resurrección
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