Los drones rusos provocan el shock en las poblaciones fronterizas del país Leer Los drones rusos provocan el shock en las poblaciones fronterizas del país Leer
Urszula Zaprzaluk recuerda cómo su madre, antes de dormir, le contaba historias de la Segunda Guerra Mundial. El martes despertó con un estruendo en el cielo que parecía surgido de esos recuerdos contagiados: «Me levanté de un salto, me temblaban las piernas… Salí al balcón a ver que pasaba», explica a EL MUNDO. Era la guerra lo que sucedía.
En Wyryki, una aldea en el extremo este de Polonia, todos los vecinos se conocen. Tomasz Wesolowski, jubilado, estaba en su casa viendo las noticias sobre drones rusos que volaban en el espacio aéreo polaco cuando un dron se estrelló contra la parte superior de su casa. Eran las 6.30 horas de la mañana y, en la franja este de Polonia, pegados a la frontera con Bielorrusia y Ucrania, muchos polacos despertaron viendo cómo la guerra ucraniana a la que se habían acostumbrado a ver con espanto en la televisión salía de las pantallas a la calle.
En esta aldea, rica en pastos y pobre en infraestructuras, la resaca de la incursión de drones rusos durará semanas. En todo el país, la provocación rusa ha resucitado miedos del pasado en una población que creció estudiando la cruel historia de un país emparedado entre las potencias europeas más agresivas del siglo XX. El Gobierno polaco reaccionó restringiendo el tráfico aéreo temporalmente en su franja oriental a lo largo de Bielorrusia y Ucrania. Varsovia ha pedido a sus aliados de la OTAN sistemas de defensa aérea y tecnología antidrones.
Los polacos miran al cielo con preocupación. No quieren ser la nueva zona gris europea: «No sé por qué Putin ha lanzado drones aquí pero no se lo deseo a nadie», explicaba ayer Urszula, mientras repasaba los desperfectos que causó en su casa el impacto del dron contra la vivienda de su vecino Tomasz, que se llevó la peor parte y, como repite la gente en el pueblo, «está vivo de milagro».
«No puedo dormir, sabemos que podemos ser los siguientes», comenta Urszula, que recuerda lo que dijo «nuestro presidente de entonces Lech Kaczyski, que avisó de que después de Georgia pueden venir a por nosotros, y ahora temo que eso suceda».
Fue lo primero que pensó cuando «a través de los árboles que a mi vecino le faltaba el techo». El patio de Urszula quedó cubierto de escombros, su chimenea y algunas tejas quedaron dañadas y una ventana estaba rota. En las últimas horas la insistente lluvia ha limpiado las marcas en su muro, «y los soldados me han ayudado a adecentar el entorno, y a arreglar la ventana, les estoy muy agradecida». Era la casa de su familia, nació allí, hicieron renovaciones hace poco.
En la zona se cancelaron todas las clases: es mejor que los niños se queden en casa. La noche del ataque escucharon aviones y helicópteros sobrevolando la aldea. Unos 20 drones entraron en territorio polaco la noche del 10 de septiembre, mientras las Fuerzas Armadas rusas lanzaban otro ataque masivo contra Ucrania. La incursión involucró drones de ataque rusos Shahed y Gerbera, que suelen volar sin ojiva.
Lo sucedido no tiene precedentes, pero sí incógnitas. ¿Qué pretendían los rusos? La OTAN cree que al menos cinco drones tenían como objetivo el centro logístico del aeropuerto de Rzeszów, uno de los principales puntos de transbordo de armas a Ucrania, según informó el periódico alemán Der Spiegel.
Por toddo Wyryki, que está a 20 kilómetros de la frontera ucraniana, los vecinos salieron inmediatamente a la calle para ver qué había pasado. Las alertas al móvil llegaron tarde, ya tras el estruendo. Anna, otra residente de Wyryki, se topó con la explosión cuando fue a cuidar las gallinas. «¿Sobreviviremos otra noche?», se preguntan los más viejos de la aldea. Muchos de ellos ayer seguían aterrorizados.
En el cielo Polonia y sus aliados lograron derribar una cuarta parte de los drones: El cálculo oficial es que los cazas derribaron tres de los 25 drones y el otro fue derribado o se desplomó por sí solo. Es un combate desigual incluso aunque hubiesen sido interceptados todos. Los cazas punteros F-35 atacaron a los drones rusos, cuyo precio es de unos miles de euros, con misiles AIM-9 Sidewinder, cada uno con un coste de 400.000 euros. Los sistemas de defensa aérea se desarrollaron sin tener en cuenta que los ataques podrían implicar drones baratos a gran escala. La guerra de Ucrania ha cambiado las reglas para siempre.
Aunque Rusia no ha destruido gran cosa con este ataque, todo el mundo hace sus cálculos y sabe que si sucediese a diario y a gran escala, la OTAN —igual que le pasa a Ucrania hoy— tendría problemas para neutralizar tantas baratijas en el cielo. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, defendió el poder de la alianza: «Siempre tenemos que ir un paso por delante. Pero creo que anoche [10 de septiembre] demostramos que somos capaces de defender cada centímetro del territorio de la OTAN».
El presidente Karol Nawrocki señaló que las incursiones tenían como objetivo poner a prueba a la OTAN. El ministro de Defensa, Wladyslaw Kosiniak-Kamysz, cree que el apoyo logístico de Polonia a Ucrania puede haber sido una motivación para las incursiones: la mayor parte de la ayuda a Ucrania transita a través de Polonia.
Mientras Europa trata de adivinar, Moscú eludió dar pistas, diciendo que este tipo de acusaciones son «la retórica habitual de Varsovia y otras capitales europeas». La OTAN no sabe qué harán a partir de ahora los rusos en el cielo europeo. Los rusos saben a partir de ahora hasta dónde llegan las capacidades antiaéreas de los europeos.
El ministerio de Defensa ruso ha dicho que no planeaban atacar objetivos en territorio polaco. Varsovia no cree ni una palabra de Moscú. Las autoridades polacas creen que Rusia llevó a cabo una «provocación» deliberada. «Se trató de un ataque de saturación, cuyo objetivo era desbordar las defensas aéreas mediante drones. Y algunos de estos drones, llamados señuelos, violaron el espacio aéreo polaco», señalaba el analista Marek Kozubal en el periódico Rzeczpospolita.
Algunos drones, generalmente los del modelo Gerbera, regresaron a Ucrania, mientras que otros se adentraron en el país. Lo más inusual: algunos sobrevolaron Bielorrusia. En lo que hay consenso es que la gran cantidad de drones rusos que cruzaron a la vez a Polonia indica que la incursión fue deliberada.
Esta vez Moscú quería poder decir que fue seguramente un accidente al tiempo que dejaba con su agresividad claro que no es ninguna casualidad. Si Putin empieza a poner presión sobre el flanco este de la OTAN para que se desplieguen allí más sistemas Patriot (como va a suceder en Polonia) el resultado será que cada cohete desplegado allí será uno menos enviado a Ucrania.
Por toda la región de Lublin se ven estos días camiones de reclutas. Circunspectos bajo el chaparrón, buscan trozos de drones para recabar datos sobre qué trama el enemigo. La extensión es muy amplia, en el gobierno hay dudas de que se llegue a saber todo sobre ‘la noche de los drones’: cuáles fueron derribados, cuales cayeron en el sitio elegido por Moscú y cuáles simplemente se desviaron. El ministerio del Interior informa de que en Polonia se encontraron los restos de 16 drones casi una veintena de sitios distintos.
El Gobierno holandés ya ha anunciado que proporcionará a Polonia dos sistemas de defensa aérea Patriot, armas antidrones y 300 soldados para finales de 2025. El Gobierno checo ha prometido proporcionar tres helicópteros Mi-171S. Polonia solicitó horas después de los hechos la aplicación del Artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte.
Pero a pesar de la solidaridad, Polonia ve su extremo este convertirse en una zona gris donde la seguridad en el suelo y el tránsito en el cielo empiezan a estar limitados. En la franja oriental ya solo se permitirá el vuelo de aeronaves militares por la noche, y durante el día sólo pueden hacerlo quienes hayan notificado su vuelo a las autoridades polacas. El presente trastocado en Ucrania empieza a replicarse en el este de Polonia.
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