El reto viral que casi mata a un adolescente: “Tomar la mayor cantidad del medicamento más fuerte que haya en casa”

Un adolescente pasó varios días hospitalizado en dos centros sanitarios de la Comunidad Valenciana, algunos de ellos en la UCI, tras sufrir una grave intoxicación y serias complicaciones después de participar en un reto viral cuyo objetivo era el siguiente: “El más valiente era quien ingiriese la mayor cantidad del fármaco más fuerte que tuvieran los padres en casa”.

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 Un menor tuvo que ser hospitalizado en una UCI de la Comunidad Valenciana tras sufrir una grave intoxicación en una práctica arriesgada sobre la que alertan expertos y sociedades científicas  

Un adolescente pasó varios días hospitalizado en dos centros sanitarios de la Comunidad Valenciana, algunos de ellos en la UCI, tras sufrir una grave intoxicación y serias complicaciones después de participar en un reto viral cuyo objetivo era el siguiente: “El más valiente era quien ingiriese la mayor cantidad del fármaco más fuerte que tuvieran los padres en casa”.

Estas palabras son las que figuran en un trabajo presentado en el reciente congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEP) para describir el caso, ocurrido hace unos meses, con el objetivo de “alertar sobre los riesgos que las redes sociales y los retos virales” pueden suponer en algunas ocasiones. Esta información va a omitir datos que podrían ayudar a la identificación del menor.

“Esta persona consumió varias pastillas de un medicamento indicado para una dolencia neurológica, lo que le provocó una importante alteración de la consciencia. Esto hizo que sufriera un accidente, lo que hizo que un familiar se diera cuenta de lo que estaba ocurriendo”, explican María Sinisterra y Victoria Ordoño, del servicio de Pediatría del Hospital de Manises, autoras del trabajo y dos de las personas que atendieron al adolescente.

A la llegada al primer centro sanitario en el que fue atendido, el paciente alternaba los estados de estupor y agitación, además de sufrir las consecuencias del accidente. Horas antes, había salido con otras personas de su entorno y, tras regresar a casa, siguió conectado con ellas de madrugada a través del teléfono móvil para llevar a cabo el reto viral.

“Los médicos que atendieron inicialmente al adolescente preguntaron a la familia si había tomado algún medicamento o sospechaban del consumo de drogas ilegales, pero esta negó saber algo. Los primeros análisis no revelaron la presencia en el organismo de los tóxicos más habituales, aunque nuevas pruebas más sensibles hechas posteriormente sí identificaron el fármaco en niveles elevados”, cuentan Sinisterra y Ordoño.

Al recuperar la conciencia, el paciente admitió que había consumido el medicamento como parte de un reto en el que competía con amigos y conocidos para encontrar el fármaco “más fuerte” que consumieran sus progenitores y, una vez identificado, ver quién se atrevía a tomar un mayor número de pastillas.

El adolescente fue valorado por “psiquiatría infanto-juvenil”, que “comprueban que realiza autocrítica del episodio y [explica] que su objetivo […] era participar en un juego”. “Actualmente, realiza seguimiento por trabajo social y psiquiatría infanto-juvenil. No ha vuelto a tener conductas de riesgo”, concluye el trabajo presentado en el congreso.

Las autoras destacan el reto que supone la asistencia a este perfil de pacientes, algo para lo que los profesionales habitualmente no suelen contar con formación específica: “Son pacientes muy jóvenes que presentan cuadros clínicos que pueden ser muy graves e incluso suponer un riesgo vital. Requieren una respuesta inmediata, pero luego también un seguimiento y apoyo. Los pediatras participamos en el proceso, pero el abordaje es multidisciplinar y cuenta con la estrecha colaboración de la unidad departamental de salud mental infanto-juvenil de Manises. Esta da soporte en el ingreso y seguimiento ambulatorio posterior”.

Los retos virales han cobrado fuerza en los últimos años como un fenómeno relacionado con las redes sociales y nuevas formas de ocio de los jóvenes. En ocasiones con consecuencias trágicas, como los 11 adolescentes fallecidos entre 2023 y 2024 en Nueva York por el llamado “subway surfing, subir al techo de los vagones de metro y ponerse de pie como si se surfeara una ola.

En España, el pasado mes de diciembre, la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) alertó sobre el Superman Challenge, un reto viral difundido en TikTok consistente en que “un adolescente adopta la postura de vuelo del conocido superhéroe, sostenido por compañeros, [y que] en las versiones más extremas el participante es lanzado al aire o hacia atrás, multiplicando el riesgo de lesiones graves”.

Otras veces, en cambio, los retos tienen un carácter lúdico y altruista, como uno de los primeros en convertirse en un fenómeno global hace una década, el IceBucket Challenge. Este consistía en tirarse un cubo de agua helada por encima y retar a hacer lo mismo a otros para concienciar sobre la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). La iniciativa logró recaudar 180 millones de euros en dos años para la investigación de esta enfermedad. Otros proponen objetivos como limpiar una playa y colgar fotos del antes y el después, o iniciativas similares.

“Los retos son y han sido a lo largo de la historia del ser humano un componente social, que es especialmente relevante en la etapa de la adolescencia. Forman parte de los rituales que componen la identidad del grupo. Solo una pequeña parte de ellos entraña riesgos, entre el 6% y el 9% según nuestros datos. Aunque esto pasa ahora y sucedía en el pasado”, explica Joaquín González-Cabrera, investigador senior en el Instituto de Transferencia e Investigacion (ITEI) de la Universidad Internacional de La Rioja.

Ser el que más aguantaba sobre la vía del tren antes de la llegada del convoy o el que desde más altura se tiraba al agua desde un acantilado son dos ejemplos de retos históricos —y extremos—. “La mayoría eran mucho más inocentes, simples juegos. La clave ahora no está tanto en la palabra ‘reto’, sino en el ‘viral’. Hace 20 años, esto era algo que quedaba en la pandilla. Ahora llega a ser masivo. Esto hace que tienda a ser más extremo porque siempre habrá alguien que lo pueda llevar un poco más allá, lo que lo hace potencialmente más dañino”, añade.

Impacto de la tecnología en la adolescencia. Relaciones, riesgos y oportunidades, hecho por UNICEF con la participación de 50.000 adolescentes, es el mayor estudio hecho hasta la fecha en España sobre la relación entre los menores y las nuevas tecnologías. “Los resultados son una fotografía muy precisa sobre cómo usan la tecnología los chicos y chicas de nuestro entorno y, sobre todo, cómo se relacionan a través de las pantallas y los dispositivos electrónicos”, defienden sus autores. El objetivo de la investigación es “facilitar información clave como herramienta de análisis y reflexión para orientar actuaciones en el ámbito familiar, educativo y normativo; que permitan fortalecer los mecanismos educativos, preventivos y de protección necesarios”.

González-Cabrera destaca datos como que el 58,4% de alumnos de la ESO reconoce llevar el móvil a su habitación por las noches y que el 21,6% se conecta al dispositivo más tarde de medianoche casi todos los días. El 98,5% de ellos está registrado en al menos una red social y el 83,5% en tres o más, mientras el 61,5% admite “tener varias cuentas o perfiles en una misma red social”.

Son porcentajes que, según este experto, evidencian la necesidad de ofrecer a los menores herramientas que les ayuden a navegar con seguridad en en mundo que muchas veces tampoco es muy bien conocido por los progenitores: “Es importante normalizar en el hogar el hablar con los adolescentes sobre lo que les despierta interés como primer paso para ayudarles a identificar riesgos. Hacerles ver que a veces se pueden arrepentir, identificar señales como que uno se ríe pero los demás no, pensar sobre qué ocurriría si alguien de la familia lo viera o cómo se sentirá el menor pasado un tiempo…”.

Los institutos de educación secundaria también tienen un papel importante. Muchos incluyen contenidos que promueven una relación saludable con dispositivos electrónicos y redes sociales. El ITEI, por ejemplo, ha desarrollado un programa, denominado Safety.net, que se presenta como de “Prevención Multi-riesgos de Internet” y ofrece herramientas para gestionar adecuadamente los retos virales y prevenir otros fenómenos como el ciberacoso, el sexteo —el envío de mensajes sexuales—, trastornos con los videojuegos, apuestas…

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