El Rey Felipe, junto a decenas de mandatarios, asiste a la esperada inauguración del Gran Museo Egipcio, la faraónica obra del Egipto moderno

El museo es el clavo ardiente al que se agarra el régimen de Al Sisi para insuflar oxígeno a las maltrechas arcas de la nación en medio de la grave inestabilidad que azota a la región Leer El museo es el clavo ardiente al que se agarra el régimen de Al Sisi para insuflar oxígeno a las maltrechas arcas de la nación en medio de la grave inestabilidad que azota a la región Leer  

Su imponente fachada triangular de vidrio tiene la osadía de intentar rivalizar con las tres milenarias pirámides que se alzan en la misma explanada de Giza. Y, en verdad, tiene mucho también de empresa faraónica el Gran Museo Egipcio -conocido como GEM- que al fin ha abierto sus puertas este sábado con una fastuosa ceremonia de inauguración presidida por el presidente Abdel Fatah al Sisi y que ha reunido a mandatarios de 79 países, incluidos casi 40 jefes de Estado o primeros ministros, entre ellos el Rey Felipe VI.

Pero, en este caso, en vez de tratarse de las más magníficas tumbas de todos los tiempos destinadas a asegurar la eternidad de los faraones -que a fin de cuentas es lo que son las pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos-, el GEM se ha concebido como un soberbio escaparate del mundo moderno, con el objeto tanto de que el Egipto de hoy recupere algo de su esplendor pasado como, sobre todo, de generar dinero a raudales en forma de atracción del turismo.

En la imagen, el Rey Felipe, junto al resto de invitados.
En la imagen, el Rey Felipe, junto al resto de invitados.E. M.

Es, en definitiva, el clavo ardiente al que se agarra el régimen de Al Sisi para insuflar oxígeno a las maltrechas arcas de la nación, y de paso para exhibir poder blando a través del mejor tesoro del país, que es su infinito y espectacular patrimonio cultural, proyectando una imagen amable y apetecible de Egipto al mundo, máxime en un contexto tan sombrío marcado por la guerra en la vecina Franja de Gaza, en la que las autoridades cairotas han desempeñado un papel tan alabado en los despachos de poder internacionales -véase Trump– como criticado en cambio por unas poblaciones árabes cuyas voces son silenciadas por la censura y la represión, ambas perfectamente manejadas por el propio Al Sisi.

El matrimonio Al Sisi, rodeado de varios dirigentes, incluida en primera fila la reina Rania de Jordania.
El matrimonio Al Sisi, rodeado de varios dirigentes, incluida en primera fila la reina Rania de Jordania.E. M.

Aunque cualquier dirigente actual empequeñece ante la colosal figura de granito de 11 metros de altura de uno de los soberanos más célebres de la historia del Egipto faraónico, Ramsés el Grande, que preside soberbio el atrio de entrada al GEM, y que este sábado ha ejercido casi de anfitrión para saludar a la hornada de dirigentes mundiales que no han querido perderse la apertura.

Además del mencionado Rey de España, han acudido tras la estela de quienes ejercieron durante milenios como intermediarios de los dioses y los humanos el rey Felipe de los Belgas; la reina Mary de Dinamarca; el príncipe heredero de Omán, Sayyid Theyazin bin Haitham Al Said; el Heredero de Bahréin, Jeque Salman bin Hamad bin Isa Al Jalifa; el gran duque retirado Enrique de Luxemburgo; el príncipe Alberto de Mónaco; la reina Rania de Jordania; el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier; su homólogo portugués, Marcelo Rebelo de Sousa; el presidente de Colombia, Gustavo Petro; o el líder de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abás, entre otros muchos.

El Gran Museo, iluminado, este sábado por la noche.
El Gran Museo, iluminado, este sábado por la noche.Efe

El acto central de la inauguración del Gran Museo del Cairo consiste en un espectáculo con más de dos centenares de artistas, todos volcados en una recreación de uno de los periodos históricos que más fascinación siguen despertando, ante la atenta mirada del ramillete de dirigentes presentes, sobre todo de Europa, Oriente Próximo y África. Todo precedido de una exhibición lumínica con drones que ha deslumbrado a los cairotas.

El proyecto del GEM se anunció a bombo y platillo en junio de 2005. El centenario edificio de la céntrica Plaza Tahrir de El Cairo empezaba a caerse a pedazos como para albergar decenas de miles de piezas pertenecientes a la antigua civilización egipcia. Y se presupuestó en 450 millones la construcción de un espacio ultramoderno junto a las tres pirámides. Pero, lo que tenía que haberse concluido en 2010, ha tardado finalmente 20 años y, como cabía imaginar, su coste se ha disparado a más del doble.

No han sido pocos, además, los problemas de índole social y política que han rodeado al alumbramiento del museo. La Primavera Árabe de 2011 que acabó con el gobierno de Hosni Mubarak y colocó en el poder a Mohamed Mursi, de los Hermanos Musulmanes, llevó a que las obras del GEM se paralizaran varios años. Con el golpe militar de 2013 y la instauración del régimen de mano dura de Al Sisi, respaldado por Washington y las potencias europeas, el Gran Museo siguió su curso y se convirtió, de hecho, en una obsesión del nuevo mandatario para convertirlo en el símbolo de esta era.

Llegarían después la pandemia universal de Covid y la profunda crisis económica que tanto golpeó al norte de África, y parecía que la inauguración del GEM no iba a hacerse nunca realidad. E incluso tuvo que suspenderse el pasado verano, cuando todo estaba ya organizado, porque la tensión regional, con el recrudecimiento de la ofensiva israelí en Gaza y la guerra entre Tel Aviv y Teherán, impedían que un acontecimiento cultural de esta magnitud pudiera tener el efecto propagandístico deseado.

Y, así, hasta hoy. En menos de un mes, Al Sisi se ha erigido en coanfitrión, siempre a la sombra, eso sí, de Donald Trump, de la ceremonia de firma de la paz en la devastada Franja palestina, y en este caso en el protagonista del mayor evento de diplomacia cultural en mucho tiempo. A pesar de que la necesaria estabilidad en la región no acaba de llegar. En Gaza no se han alejado del todo las bombas. Y al sur de Egipto, Sudán es otro escenario del horror más insoportable, que sufre la mayor crisis humanitaria del momento y donde el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) está perpetrando una matanza atroz en la región de Darfur ante la inacción de la comunidad internacional.

El GEM, con sus 24.000 metros cuadrados, exhibe hasta 50.000 piezas arqueológicas, una cantidad mareante, y tiene entre sus joyas de la corona los 5.000 objetos pertenecientes al ajuar funerario de Tutankamón -hallados en su tumba por el arqueólogo británico Howard Carter en 1922-, por primera vez reunidos en un solo espacio. Las autoridades egipcias confían en que esta apertura sea un imán que dispare el turismo. Este 2025 se cerrará con 18 millones de visitantes extranjeros a Egipto, cifra que El Cairo confía en elevar hasta los 30 millones dentro de un lustro. Y es que el sector representa hoy casi el 9% del PIB nacional y da empleo a más de 2,7 millones de personas. No faltan razones para seguir explotando la gallina de los huevos de oro y confiar en que, hoy como en el pasado, los faraones garanticen la prosperidad de los simples mortales.

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