Inmigración, aborto, inflación, guerra. Los temas que han centrado la campaña electoral en Estados Unidos se han repetido en estos años con más o menos prioridad. Pero en los últimos comicios, un asunto hasta ahora casi ignorado, cobró cierta importancia: las criptomonedas. Donald Trump ha centrado parte de su campaña en apoyar estas divisas digitales basadas en la tecnología blockchain. El republicano, de hecho, se ha convertido en el primer criptobro presidente de EE UU, no solo por invertir en estos activos, sino también por sus promesas al sector, como la de convertir al país norteamericano en la “capital cripto del planeta”, tal y como afirmó en la conferencia Bitcoin 2024 celebrada el pasado julio en Nashville.
Con la vuelta del republicano a la Casa Blanca el bitcoin ha repuntado un 35%, hasta superar los 93.000 dólares por unidad. Dogecoin, la moneda alabada por Elon Musk, ha escalado hasta un 120%
Inmigración, aborto, inflación, guerra. Los temas que han centrado la campaña electoral en Estados Unidos se han repetido en estos años con más o menos prioridad. Pero en los últimos comicios, un asunto hasta ahora casi ignorado, cobró cierta importancia: las criptomonedas. Donald Trump ha centrado parte de su campaña en apoyar estas divisas digitales basadas en la tecnología blockchain. El republicano, de hecho, se ha convertido en el primer criptobro presidente de EE UU, no solo por invertir en estos activos, sino también por sus promesas al sector, como la de convertir al país norteamericano en la “capital cripto del planeta”, tal y como afirmó en la conferencia Bitcoin 2024 celebrada el pasado julio en Nashville.
La posibilidad de que EE UU sea un hub de los activos digitales ha disparado al sector en los mercados. Fibrilación, euforia, bum: estas palabras describen lo que ha vivido la industria desde el pasado 5 de noviembre. El precio de las principales criptomonedas se ha disparado, especialmente el bitcoin, la pionera, que ha superado los 93.000 dólares intradía por primera vez en su historia (a cierre de jornada, el máximo ha sido de 88.600). Las empresas ligadas a estos activos han experimentado un alza de sus cotizaciones de doble dígito, hasta marcar máximos históricos. A esto, se han sumado también entradas récord de dinero en los ETFs al contado de bitcoin, unos productos de inversión creados por entidades tradicionales de Wall Street que replican la valoración del activo y permiten invertir a fondos o inversores particulares de manera más sencilla: “La demanda [de ETFs] rondaba los 560 millones de dólares el martes. Desde su aprobación en enero, registran 27.000 millones de dólares en flujos netos positivos y se han convertido en los productos más exitosos en la historia”, detalla Manuel Villegas, analista de activos digitales de Julius Baer.
Para entender la dimensión de este éxito, Eric Balchunas, analista senior de ETF de Bloomberg, da algunos datos: el fondo iShares Bitcoin Trust (IBIT) de BlackRock captó 40.000 millones de dólares más rápido que cualquier otro ETF antes (211 días) y ahora es más grande que todos los lanzados en los últimos 10 años. Con el impulso de Trump, los expertos auguran una reactivación de la aprobación, hoy estancada, de nuevos instrumentos de inversión.
El efecto Trump ha impactado de lleno en el ecosistema cripto, un escenario poco previsible hace tan solo cinco años, cuando el republicano despreciaba estos activos considerándolos un timo. En tan solo un lustro ha dado un giro de 180 grados y se presenta ahora como el salvador de la industria ante la “cruzada anti-cripto” de la Administración saliente y de los reguladores, un cambio que tiene fácil explicación: si bien no hay cifras precisas, el número de personas que poseen criptomonedas en Estados Unidos ronda los 50 millones, todo un granero de votos y potenciales donantes.
Sea real o impostado, el discurso trumpista encaja con las prioridades de buena parte de la comunidad cripto: una profunda desconfianza en el sistema financiero tradicional, el Estado y los bancos centrales. Por eso, Trump también encontró en este grupo de inversores una vía para atraer fondos, como el millón de dólares en bitcoins aportados por cada uno de los gemelos Winklevoss, inversores y empresarios en el universo cripto, que se hicieron famosos por la batalla legal que libraron con Mark Zuckerberg sobre la idea original de la red social Facebook.
Los activos digitales se han convertido en un tema político, especialmente después de que Trump lanzara su propio proyecto, el World Liberty Financial, rodeado de figuras favorables al sector, como el fundador de Tesla, Elon Musk (que donó 118 millones de dólares), y de socios como Zak Folkman y Chase Herro, descritos por medios estadounidenses como crypto punks. Charles Hoskinson, cofundador de la plataforma de blockchain ethereum y fundador de Cardano, ha mostrado sus reservas: “Ha cogido algo bipartidista y lo está convirtiendo en partidista”, dijo en una entrevista con el Financial Times.
A los guiños al sector se suman las promesas del republicano al mundo cripto. El plan de crear una reserva estratégica de bitcoin (similar a la del oro), el compromiso de cambiar la cúpula de la Comisión de Bolsa y Valores de EE UU (la SEC) actualmente escéptica ante estos activos, y la adopción de una regulación laxa —a diferencia de MiCA, el reglamento europeo que entrará en vigor a finales de diciembre— crea un nuevo escenario para la industria, que el director ejecutivo de Binance, Richard Teng, definió como el inicio de una “época dorada”. Esto ha dado alas al bitcoin que ha subido hasta un 35% tras la jornada electoral, alcanzando un valor de 1,7 billones de dólares: si fuera una empresa, sería la séptima más valiosa, por delante de Meta y Tesla.
El valor de mercado de todas las criptos juntas ha alcanzado los 2,8 billones, y supera a gigantes como Alphabet y Amazon, gracias al impulso del bitcoin, que supone el 59% del mercado, pero también de otros activos digitales, como ethereum, la segunda más usada, que ha llegado a repuntar un 26%. A estas se suman otros actores secundarios, como solana, que ha subido un 25% y binance coin (BNB), que avanza un 8,3%. No obstante, ninguna de ellas ha logrado batir sus máximos históricos. Villegas explica que se debe a la concentración del mercado en bitcoin, al entorno macroeconómico y a los tipos de interés altos.
Entre todas las criptomonedas, hay una que destaca. Dogecoin, la reina de las memecoins. Estos activos digitales son similares al bitcoin o ethereum, pero no tienen una base tecnológica ni un propósito concreto que los sustente; son aún más volátiles y se suelen disparar al calor de las redes sociales. Dogecoin, célebre por usar la imagen de la popular raza de perro japonesa Shiba Inu, se ha disparado hasta un 120% desde el día de las elecciones, alcanzando un valor de mercado de unos 60.000 millones de dólares, más que BBVA. Este subidón no se debe solo al efecto Trump, sino también a la entrada de Elon Musk en la nueva administración republicana: junto con el empresario Vivek Ramaswamy dirigirá el Departamento de Eficiencia Gubernamental. Como se ha encargado de recordar el propio Musk en X, las siglas de este departamento, DOGE, son el código por el que se conoce a esta moneda en los mercados criptos. El hombre más rico del mundo ha inflado repetidamente esta divisa, a veces alabándola, a veces sugiriendo que se podría usar para comprar coches Tesla. Sus tenencias en Dogecoin han sido objeto de especulación en varias ocasiones, pero a día de hoy se desconoce cuánto posee: el pasado enero, en una conversación en X Spaces, dijo que tiene “un montón de DOGE”, sin detallar la cantidad.
El fundador de Tesla ha anunciado su nombramiento con una imagen en X: la del perro Shiba Inu, al lado de una bandera de EE UU y el nombre del nuevo organismo, sin dar demasiada importancia a la posible manipulación de las cotizaciones. Para Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano y del Centro de Estudios de Política Europea (CEPS), este es el ejemplo paradigmático de cómo hacer una mala utilización de los criptoactivos. “Me genera mucha preocupación que una persona que vaya a estar al frente de la administración Trump se dedique a postear esto cuando se trata de activos especulativos que no tienen ningún valor intrínseco detrás, ningún respaldo”, comenta. Para la experta, el riesgo es que estos anuncios estén calentando a los mercados, favoreciendo la entrada de inversores minoristas poco sofisticados y que sean estos, al final, los que experimenten fuertes pérdidas.
Las empresas cripto, en máximos
El efecto Trump no ha sido solo gasolina para las criptomonedas. Las firmas del sector también han experimentado un fuerte repunte al calor de la vuelta del republicano a la Casa Blanca. Simon Peters, analista de la plataforma de inversión y trading multiactivo eToro, lo recalca: “Las acciones relacionadas con el sector cripto, como las empresas de minería, se posicionaron como los activos con mejor rendimiento en los mercados bursátiles tras el resultado electoral”.
MicroStrategy es el ejemplo emblemático. Desde hace cuatro años, la compañía de software, fundada en 1989, ha apostado todo al bitcoin. El 10 de agosto de 2020, su fundador y actual presidente, Michael Saylor, firme defensor de las criptos, empezó a comprar este activo, en teoría para cubrirse de la inflación. En poco tiempo, convirtió la compañía en un acumulador de bitcoin: vende deuda para poder comprar este activo digital. Ninguna empresa es dueña de tantos como ella: con unos 18.000 millones de dólares en bitcoin en su balance, acaba de anunciar su intención de multiplicar la cifra vendiendo hasta 42.000 millones de dólares en acciones y deuda. Por ello, los títulos de esta compañía son muy sensibles a los movimientos de la moneda y desde aquel 10 de agosto repuntan un 2.500%. Desde la victoria de Trump, avanzan más de un 40% y han marcado nuevos máximos históricos en 356,59 dólares por acción.
Coinbase, la mayor plataforma de negociación de criptoactivos de EE UU, también repunta más de un 40% desde el 5 de noviembre. Poco antes de las elecciones, su director legal, Paul Grewal, sugirió que ambos candidatos implicarían una mejora respecto a la administración saliente, ante la perspectiva de una mayor claridad regulatoria. Junto al exchange, compañías de minería de criptos (proceso mediante el cual se verifican y validan las transacciones en una red de criptomonedas, a la vez que se crean nuevas unidades de estos activos), como Mara Holdings y Riot Platforms, suben un 55%, tras la promesa de Trump de impulsar la actividad minera y bajar impuestos. “¡Queremos que todo el bitcoin restante se PRODUZCA EN ESTADOS UNIDOS!”, publicó el republicano en su propia red social, Truth Social, el pasado junio.
Si bien parece que los mercados se están enfriando algo, los analistas creen que el impulso alcista en el mercado cripto podría seguir y, en el caso del bitcoin, el sueño de alcanzar los 100.000 dólares antes de finales de año está a solo un paso de cumplirse. Villegas, de Julius Baer, no se aventura a hacer previsiones, pero explica que no ve obstáculos que puedan impedir una subida de los precios de este activo.
Mientras tanto, la mirada de los inversores está puesta en EE UU. El margen de maniobra de Trump para cumplir sus promesas es amplio: los republicanos, en efecto, lograron el control total del Congreso, tanto de la Cámara de los Representantes como del Senado, que previsiblemente será el parlamento más criptofriendly de siempre. No obstante, algunos analistas se muestran cautos. Judith Arnal advierte del riesgo de poner a alguien procripto al frente de la SEC: “A Gary Gensler [presidente de la institución] no lo puede despedir porque es una autoridad independiente, pero le puede hacer la vida muy complicada. Poner al frente de la SEC a alguien procripto o tener un Congreso procripto, ¿qué quiere decir? ¿Desregulación absoluta? ¿El salvaje oeste? En el medio plazo, para las actividades que generan mayor valor añadido en este ecosistema, creo que no es positivo”.
Economía en EL PAÍS