El submundo de las conspiraciones estalla contra Trump y su Gobierno por los papeles de Epstein

Acusan de traidores a la fiscal general y la dirección del FBI, hasta hace poco «creyentes» en un gran complot, tras concluir ahora que «no hay ninguna lista de clientes ni pruebas creíbles de que Epstein chantajeara a personas prominentes» Leer Acusan de traidores a la fiscal general y la dirección del FBI, hasta hace poco «creyentes» en un gran complot, tras concluir ahora que «no hay ninguna lista de clientes ni pruebas creíbles de que Epstein chantajeara a personas prominentes» Leer  

En julio de 2019, el financiero neoyorkino Jeffrey Epstein fue detenido por prostitución y abuso de menores. No era la primera vez. En 2005, la Fiscalía federal le había considerado culpable de explotar a 36 niñas, algunas de 14 años incluso, a las que el millonario había forzado, engañado, embaucado o pagado a cambio de relaciones sexuales, con él o sus amigos. Fue condenado a prisión, pero tras un sorprendente acuerdo (cerrado por el fiscal Alex Acosta, que sería nombrado años después ministro de Empleo de Trump y reprobado por su «mal juicio») sólo pasó 13 meses entre rejas.

Epstein se había convertido en un personaje importante en la jet set, con propiedades en la ciudad de los rascacielos, Florida, Nuevo México o dos islas en el Caribe. Anfitrión de las mejores fiestas, se codeaba con los más ricos del planeta, presidentes y futuro presidentes (como su amigo Donald Trump), actores, empresarios. En su pasado había también movimientos y conexiones extrañas, pasaportes de países sin vínculo personal, lo que hacía pensar no sólo en amigos muy poderosos, sino en lazos quizás con los servicios de Inteligencia. Su detención en 2019 fue un gran escándalo, pero su muerte en prisión, apenas un mes después, de suicidio según los investigadores, fue el inicio de algo mucho más grande.

Las conspiraciones sobre Epstein, sus negocios, sus crímenes, sus amigos y sus encubridores están a la altura de las más importantes del siglo XX. Para el movimiento MAGA que lidera Donald Trump, o Qanon, que cree que una cábala de hombres lagarto, satánicos y caníbales, al servicio de Hillary Clinton y los Demócratas dirigen una red de prostitución infantil en las alcantarillas y en los sótanos de pizzerías (literalmente), se convirtió en una obsesión, una prioridad. Nunca han creído que el financiero se suicidara, sino que todo es un gran montaje para tapar un asesinato destinado a callarle y que no revelara la lista secreta que guardaba con los nombres de las personas poderosas a las que chantajeaba por sus parafilias sexuales ilegales.

Durante la Presidencia de Joe Biden, la plana mayor de los conspiranoicos online se volcó en el caso. Infinitas horas, recursos, podcast, vídeos, programas y campañas. Trump y el trumpismo no sólo prometieron transparencia, revelar lo que los Demócratas habían ocultado, sino que colocaron en puestos claves de la administración a algunos de los principales creyentes o apologetas de esas teorías. Por ejemplo, Kash Patel, ahora director del FBI, que hace tan sólo cinco meses, en febrero, decía en el programa del agitador Benny Johnson que si «el FBI protege al mayor pederasta de la historia es simplemente por quién está en esa lista».

El 20 de enero, Trump volvió al poder con la promesa de destapar toda la verdad. La fiscal general, Pam Bondi (que fue Fiscal general de Florida ocho años y no tomó medidas contra el financiero a pesar de las denuncias existentes), juró una y otra vez que se publicarían todos los datos, todos los nombres. Llegó a decir que tenía en su mesa la lista completa de clientes de Epstein, algo así como el santo grial de la conspiración, y la estaban cotejando. Pero, desde entonces, nada ha ocurrido. En febrero, su equipo desclasificó una serie de documentos, pero fue un fracaso absoluto que sólo provocó burlas e ira, ya que casi todo ya era de dominio público o resultaba irrelevante. Y esta semana, en lo que ha sido un golpe mortal para el movimiento, su departamento ha dicho que no hay nada que publicar, que no hay secretos, no hay listas, no hay nombres. Nada.

En un memorando, el Departamento de Justicia asegura que después de haber analizado en detalle todo el material disponible, «la revisión sistemática no reveló ninguna lista de clientes incriminatoria. Tampoco se encontraron pruebas creíbles de que Epstein chantajeara a personas prominentes como parte de sus acciones. No descubrimos evidencia que pudiera fundamentar una investigación contra terceros no acusados. En consonancia con revelaciones previas, esta revisión confirmó que Epstein perjudicó a más de mil víctimas. Cada una sufrió un trauma único. La información sensible relacionada con estas víctimas se encuentra entrelazada en todo el material. Esto incluye detalles específicos como los nombres y la imagen de las víctimas, y las descripciones físicas. Una de nuestras mayores prioridades es combatir la explotación infantil y hacer justicia a las víctimas. Perpetuar teorías infundadas sobre Epstein no contribuye a ninguno de esos fines«, concluye el comunicado.

Ese mensaje, esa última frase, ha provocado un cisma y una guerra civil. La ex presentadora de OAN Liz Wheeler y Laura Loomer, la conspiranoica y agitadora número 1 del movimiento MAGA y además amiga y consejera personal del presidente, están pidiendo con furor la cabeza de la fiscal Bondi, que durante años ha sido abogada personal de Trump. Alex Jones, el podcaster que ha acumulado fortuna y millones de seguidores difundiendo todo tipo de barbaridades, como que algunas de las peores matanzas escolares de EEUU jamás existieron [algo por lo que ha sido condenado a pagar 1.000 millones de dólares a las familias de las víctimas], dijo que «iba a vomitar» por las noticias, que calificó como «mierda de caballo, un completo desastre» y se puso a llorar este lunes en su canal, diciendo que Patel y su número 2 en el FBI, Dan Bongino, otro podcaster fan de los misterios que de forma inexplicable acabó en ese puesto, son «idiotas de baja calidad». «El Departamento de Justicia está encubriendo a la CIA y al Mosad. ¡¡¡NADIE SE LO CREE!!!. Acabarán diciendo en el Departamento de Justicia que en realidad, Jeffrey Epstein ni siquiera existió. Esto es repugnante».

Bongino, en febrero antes de jurar el cargo, aseguró que no abandonaría la investigación. «No voy a dejar que esta historia se extinga jamás», insistió apuntado a Bill Clinton nada menos. Pero en mayo, ya siendo alto cargo y con acceso privilegiado, reculó, afirmando que los vídeos muestran que nadie se acercó a la celda de Epstein cuando murió, y que no se encontró evidencia forense que sugiriera que alguien más estuviera presente en ese momento. «No hay ADN, no hay audio, no hay huellas dactilares, no hay sospechosos, no hay cómplices, no hay pistas, no hay nada», dijo entonces. «Si alguien lo tienen, me encantaría verlo».

Las especulaciones hoy, en medio de la ira contra él y su jefe, traidores para los hasta ahora fans, son interminables. Algunos dicen que el silencio de los Demócratas en este tema refleja que algo tienen que esconder, y que si de verdad el presidente estuviera implicado y existieran pruebas, Biden las hubiera usado. Otros, como el ex agente de la CIA John Kiriakou, creen que la culpa no es de Patel y Bongino, sino que «el Estado profundo ha destruido ya las pruebas» y que poco se puede hacer ya. Pero hay decenas de miles de insultos, ataques y amenazas a sus posts en sus redes sociales. Los instigadores del pasado son hoy los que sufren las consecuencias.

El periodista y activista Tucker Carlson, ex presentador estrella de la Fox y muy cercano al presidente, dice que la postura del Departamento de Justicia «Es escabrosa… la gente lo ha seguido durante años, el presidente prometió revelar la verdad sobre esto. Pam Bondi… salió en televisión y dijo: ‘Tenemos la verdad y se la vamos a dar’. Y nada. Esto es muy serio. Es realmente grave», afirmó este martes, acusando a Bondi de «encubrir… delitos muy graves».

En su programa, Carlson fue claro. «Sólo se me ocurren dos posibles explicaciones. La primera es que Trump está involucrado, que Trump está en la lista, que tienen una grabación de Trump haciendo algo horrible. No lo creo. Primero, he hablado mucho con Trump sobre esto y lo conozco. Él no es así, sean cuales sean sus pecados, no creo que le gusten las cosas sexuales extrañas. Pero sobre todo, si toda esta información la tenía la administración Biden y si hubiera pruebas de que Trump hubiera estado involucrado en actividades sexuales ilegales, ¿crees que quienes inventaron el RussiaGate no las habrían filtrado? ¡Anda ya!», añadió debatiendo con un invitado.

Por todo eso, su conclusión es la misma que Alex Jones. «La única otra explicación que se me ocurre es que los servicios de inteligencia están en el centro de esta historia, tanto estadounidenses como israelíes, y están siendo protegidos. Creo que esa parece la más obvia», zanja Carlson. Loomer también lo veo obvio, indicando que «claramente» Epstein trabajaba para los servicio secretos o que estos están intentando proteger a nombres poderosos, matando incluso para ello.

Por si fuera poco, el Gobierno ha alimentado aún más a la bestia con una decisión incompresible. En estos años se han publicado en foros y audios decenas de miles de comentarios y análisis sobre cada imagen, testimonio, los planos de la prisión donde se suicidó, la ubicación de las cámaras, los horarios de los turnos de los guardas, testimonios de algunos diciendo que se habían falsificado documentos y registros horarios. En este contexto, en que cada mínimo detalle sólo refuerza los prejuicios, Justicia ha publicado un video de una hora de duración, cuya existencia ya se había revelado, del pasillo frente a la celda de Epstein. Pero de forma inexplicable, a la grabación parece faltarle un minuto justo antes de la medianoche. El reloj en pantalla salta de las 23:58:58 a las 00:00, lo que evidentemente ha hecho arder internet. La explicación de Bondi sobre un sistema que funciona así y cada día se resetea sólo ha empeorado las elucubraciones.

A ese cóctel explosivo sólo le falta un elemento: el rol de Trump, al que sus críticos le enseñan una y otra vez las decenas de fotos que existen en fiestas con Epstein y su socia Ghislaine Maxwell. O una entrevista del año 2002 en la que afirmaba que el financiero era un «tío estupendo» al que conocía desde hacía 15 años: «Es muy divertido estar con él. Incluso se dice que le gustan las mujeres guapas tanto como a mí, y muchas de ellas son bastante jóvenes». Otra rama aborda la cuestión a través de amigos comunes. Se sabe que Leon Black, fundador de Apollo Global Management, pagó a Epstein más de 150 millones de dólares por «asesoramiento fiscal e inmobiliario», según su declaración. En 2023, Black pagó 62 millones de dólares por inmunidad en una demanda contra Epstein. Hace unos meses, Trump nombró al hijo de Leon Black para un cargo menor de finanzas al desarrollo.

«¿Siguen hablando de Epstein? Se ha hablado de este tipo durante años. ¿Sigue la gente hablando de este cretino? No puedo creer que estés haciendo una pregunta sobre Epstein», ha dicho este mismo martes el presidente, visiblemente molesto. El hombre más rico del mundo, Elon Musk, curiosamente, se ha convertido en uno de los más activos en esta campaña. En decenas de mensajes publicados o difundidos desde su cuenta en las últimas 48 horas, Musk ha arremetido contra la Administración, culpándola de mantener la «farsa» sobre Epstein. La razón, a su juicio está muy clara. No lo ha puesto negro sobre blanco ahora, pero sí hace unas semanas cuando le declaró la guerra al presidente: «La razón de que el Gobierno no haya publicado los archivos de Epstein», dijo el dueño de X, «es porque Trump sale en ellos», añadió presumiendo de que iba a lanzar «la gran bomba».

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