El último Domingo de Resurrección del Papa: una reunión de alto nivel con J.D. Vance y un baño de masas

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El destino ha querido que la última reunión de alto nivel del Papa Francisco fuera con alguien que estaba en las antípodas de su pensamiento en temas muy sensibles. El vicepresidente de Estados Unidos, James David Vance, se vio con él menos de 24 horas antes de su fallecimiento. Ambos se encontraron en el Vaticano sobre las 11:30 de la mañana del Domingo de Resurrección y tuvieron un breve intercambio previo a la tradicional bendición Urbi et Orbi del Sumo Pontífice en la Plaza de San Pedro. La mano derecha de Donald Trump ha recibido la noticia del fallecimiento recién aterrizado en India, donde ha viajado con su familia.

«Mi corazón está con los millones de cristianos de todo el mundo que le querían», señaló en la red social X. «Me alegré de verle ayer, aunque obviamente estaba muy enfermo. Siempre le recordaré por la homilía que pronunció en sus primeros días de COVID. Fue realmente hermosa. Que Dios lo tenga en su gloria», prosiguió.

A pesar de haberse convertido al catolicismo en 2019 y de expresar su fe de manera personal y política, las diferencias entre Vance y el Santo Padre han sido manifiestas en varios asuntos, especialmente en relación a los refugiados y a las deportaciones masivas que está llevando a cabo la Administración Trump. El Papa llegó a tildarlas de «deshonra».

Sin embargo, el vicepresidente estadounidense las justificó a comienzos de año con un concepto teológico de la época medieval: Ordo amoris, que significa orden del amor. Defendió así la jerarquización de las personas. «Amas a tu familia, y luego a tu prójimo, y luego a tu comunidad, y luego amas a tus conciudadanos en tu propio país. Y después de eso, puedes centrarte y dar prioridad al resto del mundo», defendió en plena ola de deportaciones. El Papa Francisco no dudó en rebatir aquella interpretación: «El amor cristiano debe ser universal y no estar limitado por fronteras nacionales», una idea que expresó en varias ocasiones durante su pontificado.

No hubo tiempo para profundizar en aspectos teológicos durante el encuentro relámpago que mantuvieron en el Domus Santa Marta. Se felicitaron por la Pascua en un «breve intercambio de buenos deseos», tal y como lo describió el Vaticano. El Papa Francisco obsequió a J.D. Vance con un rosario bendecido, una corbata y huevos de chocolate para sus tres hijos. Junto a ellos y su mujer partieron pocas horas más tarde rumbo a la India, donde el estadounidense combina placer y trabajo desde este lunes hasta el jueves.

El Papa Francisco y el vicepresidente de EEUU, el domingo.
El Papa Francisco y el vicepresidente de EEUU, el domingo.EFE

El emisario de Trump es uno de los rostros más severos y asertivos del «América primero» y, al mismo tiempo, representa el paradigma de la multiculturalidad estadounidense. Su mujer, Usha Vance, nacida en EEUU e hindú practicante, es una de las alrededor de 1,5 millones de personas que integran la comunidad tegulu en el país. Paradójicamente, sus padres migraron a EEUU desde India en los años 80, probablemente con una visa similar a la que ahora la Administración Trump está revocando, especialmente en el sector tecnológico.

Este es uno de los muchos asuntos que preocupan en la India y que miembros del Parlamento reclamaron que fuera tratado durante el cara a cara de ayer entre Vance y el primer ministro indio, Narendra Modi. Las deportaciones de ciudadanos indios «después de que sus padres hayan gastado los ahorros de toda una vida para costear la educación de sus hijos en ese país», como ha subrayado un congresista indio, ocuparon una agenda marcada por otros asuntos como: los aranceles, el progreso de las relaciones bilaterales, defensa, cooperación tecnológica y asociación estratégica.

Después de esta reunión de alto nivel, apareció por el balcón central de la Basílica de San Pedro, donde le esperaban los miles de romanos, peregrinos y turistas. «Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!», dijo ante el júbilo de los miles de presentes. Tras estas palabras, el Santo Padre dejó que el discurso lo leyera el maestro de ceremonias monseñor Diego Giovanni Ravelli.

Tras impartir la bendición Urbi et Orbi, el Papa dio una nueva sorpresa al subirse al papamóvil, algo que no hacía desde hace meses, para saludar a todos los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y en el comienzo de la contigua Vía de la Conciliación. Como si de su despedida se tratara, saludó a todos los presentes.

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