El cambio climático adelanta la primavera y alarga el verano, mientras dispara los pólenes El cambio climático adelanta la primavera y alarga el verano, mientras dispara los pólenes
Bienvenidos al desfile de pañuelos porque este verano la alergia bate récords. «Los datos apuntan a que se incrementa cada año el número de personas … afectadas», admite la investigadora en microbiología e inmunología María Dolores Cima. «Sobre todo en esta época debido a los pólenes». Ay, esa palabra que da ganas de estornudar a casi tres de cada diez europeos. «Entre un 20% y un 30% de la población sufre algún tipo de rinitis alérgica y es un problema sanitario que va a más», concreta.
Haga memoria el lector. «Tengo una alergia muy fuerte». Si entre los suyos hay alguien que la sufre, seguramente habrá escuchado esa frase en las últimas semanas varias veces. Hay razones que lo explican. «Este año, además de calor, ha llovido mucho en los últimos meses y eso dispara la concentración de polen en el aire», explica Cima, que es directora del máster en Gestión Ambiental y Energética en las Organizaciones de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
La lluvia tiene un doble efecto según cuándo se produzca. Puede servir para limpiar el ambiente cuando la concentración de polen es muy alta pero, cuando es abundante en primavera, es justo lo que necesitan las plantas para germinar y en eso las temidas gramíneas no son una excepción. Si cuando viaja en coche ve los campos exuberantes alrededor, como sucede estos días, puede dar por seguro que los alérgicos lo estarán pasando mal.
El otro factor que influye es el calor y en esto juega en contra el cambio climático. «Sí, está relacionado con las alergias. Es una realidad que las temperaturas van en aumento. Cada año se bate el registro del anterior al alza. En 2023 vivimos un pico de temperaturas altas pero 2024 lo ha superado. Es evidente que, a la larga, hay un incremento gradual en la temperatura general». ¿Y ese ascenso qué provoca? «Hace que la primavera se adelante y que se alteren los ciclos de floración. Germinan antes las plantas». La estampa de campos con flores en febrero a la que nos venimos acostumbrando no es una buena señal. Que el otoño tarde cada vez más en llegar empeora la situación.
Al margen de ese verano invencible, uno se pregunta por qué las alergias afectan cada vez más a gente. ¿Nuestro organismo las tolera cada vez peor o la exposición es mayor? «Estamos cada vez más concentrados en ciudades y tenemos cada vez menos contacto con animales y plantas», apunta la experta. «Nuestro sistema es más débil y está menos acostumbrado», añade. La verdad es que no reaccionamos ante todo tipo de plantas. «Las gramíneas generan un polen que es especialmente alergénico y también el plátano de sombra», detalla. En España hay otras alergias que son algo menos conocidas, como a la olea, al ciprés, a la salsola y a la parietaria.
Un mapa
Algunos de los pólenes se convierten todavía en más alergénicos por efecto de la contaminación. «Influye una mayor concentración de CO2. Sabemos que es necesario para vivir pero, cuando la concentración es muy alta en zonas urbanas donde estamos rodeados de asfalto y cemento, se produce un efecto isla de calor», indica Cima. No es solo que la contaminación afecte es que además el polen queda mucho más concentrado. No se disipa. Esta es la razón por la que muchos alérgicos notan algo que les resulta paradójico, que empeoran cuando están en la ciudad y experimentan una mejoría cuando van el campo. En los lugares más abiertos, aunque haya más polen, la concentración es más baja.
¿Podemos hacer algo o debemos asumir que la alergia será una batalla constante y cíclica, de efectos cada vez mayores? Los expertos creen que sí, que hay una parte que está en nuestras manos o, mejor dicho, en las de las autoridades. En primer lugar, crear «un mapa predictivo para informar a la ciudadanía aprovechando la inteligencia artificial». No hablamos de ese que vemos en los telediarios con el estado actual de los niveles de polen. Esto va más allá. Según las lluvias, vientos y otros parámetros somos ya capaces de conocer dónde lo pasarán peor los alérgicos en las próximas horas y días. «Sería positiva una estrategia multidisciplinar desde la parte de salud pública», reclama la experta.
Si podemos alertar a tiempo a los alérgicos de que viene un temporal de alergia, quedará en sus manos tomar medidas, exponerse menos en las horas centrales del día, no hacer deporte al aire libre o utilizar filtros. Incluso alejarse de los puntos donde tendrá más incidencia.
A largo plazo, la solución pasa, según los expertos, por «ir avanzando hacia un urbanismo sostenible donde se eviten las islas de calor». Si eso viniera acompañado de una rebaja sostenida de los niveles de contaminación, miel sobre hojuelas. Quizá así se pueda revertir una previsión preocupante: las sociedades científicas estiman que, para 2050, la mitad de los europeos sufrirán alguna alergia.
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