El Getafe es el segundo equipo menos goleado no solo de la Liga, sino de las cinco competiciones domésticas más importantes de Europa. Es una estadística impactante. Pero no es menos significativo que los madrileños sean los que menos goles marquen: 21 en 25 jornadas. Solo el Valladolid, ya desahuciado, es menos peligroso en ataque. La escuadra de Bordalás aburre a las ovejas. Apenas propone otra cosa que intentar impedir que el contrario anote.La pugna entre los estilos de juego que promueven Bordalás y Pellegrini es antigua. En gran medida encarnan el mismo antagonismo que ya protagonizaran Bilardo y Menotti, Mourinho y Guardiola. Para Bordalás, el césped es un campo de batalla y el fútbol una guerra que se gana a base de disciplina y fuerza. Para doblegar al enemigo, todo vale. Crear espectáculo para que el público se divierta es una utopía.Es posible que Bordalás y el equipo getafense estén hechos el uno para el otro. Porque, como decía Valdano, los entrenadores de espíritu militar son magníficos para sacar el máximo rendimiento a jugadores medianos, mientras los futbolistas creativos se aburren y solo rinden en equipos que quieren el balón. En el minuto 17, la teoría de Valdano quedaba confirmada. Antony conduce, se va de dos rivales y asiste a Isco, que ajusta el balón al palo, con la puntera. Los dos cracks del Betis se bastaron para crear una obra de arte. La afición del Geta solo ve goles así en las botas de los adversarios.Boskov, entrenador del Real Madrid entre 1979 y 1982, estaba tan obsesionado con que sus jugadores marcaran al hombre que les decía: «Si tu hombre se va al váter, tú tiras de la cadena». Los azulones siguen las instrucciones de su míster, como si fueran reclutas obedientes con las órdenes de su superior. Cuando el balón llega a algún jugador del Betis, dos futbolistas locales acuden a la refriega. Es encomiable su disciplina y tesón. Sin embargo, los tanques no pueden parar un ataque relámpago, llevado con precisión y astucia. Los defensas del Geta no supieron frenar a Jesús Rodríguez, ni a los centrocampistas verdiblancos que movieron el balón con maestría.El Betis no solo puso la calidad sobre el césped, sino la movilidad. Para triangular, hace falta cierto virtuosismo técnico y velocidad, tanto para pensar como para ejecutar la jugada. El Cucho Hernández no solo se muestra como un jugador poderoso, sino que no es manco con la pelota: dio un pase a Antony —que pudo marcar—, estrelló un balón en el poste y provocó el penalti del segundo gol. También Johnny Cardoso y Altimira se unieron a jugar con criterio, más allá de ganar todos sus duelos y contener al rival.El Geta basa su juego en destruir el del contrario y colgar balones al área, estilo arcaico donde los haya, que no merece el calificativo de «estilo». El equipo madrileño no descenderá probablemente de categoría y sus jugadores podrán celebrarlo al final de temporada. Pero es muy posible que, dentro de unos años, nadie se acuerde de ellos, como nadie echa de menos a Boskov. Al final, solo los equipos y jugadores que te han hecho disfrutar permanecen en la memoria. Las guerras dejan su huella, pero todo el mundo quiere olvidarlas. Solo a los que crearon belleza y suscitaron emoción les está reservada la inmortalidad.Dentro de unas décadas, cuando todos los que ayer estuvieron sobre el césped de Getafe hayan dejado el fútbol, aún habrá quien rememore «El esplendor en la hierba», el poema de Wordsworth: «Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, que en mi juventud me deslumbraba; aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no debemos afligirnos. Porque la belleza permanece siempre en el recuerdo». El Getafe es el segundo equipo menos goleado no solo de la Liga, sino de las cinco competiciones domésticas más importantes de Europa. Es una estadística impactante. Pero no es menos significativo que los madrileños sean los que menos goles marquen: 21 en 25 jornadas. Solo el Valladolid, ya desahuciado, es menos peligroso en ataque. La escuadra de Bordalás aburre a las ovejas. Apenas propone otra cosa que intentar impedir que el contrario anote.La pugna entre los estilos de juego que promueven Bordalás y Pellegrini es antigua. En gran medida encarnan el mismo antagonismo que ya protagonizaran Bilardo y Menotti, Mourinho y Guardiola. Para Bordalás, el césped es un campo de batalla y el fútbol una guerra que se gana a base de disciplina y fuerza. Para doblegar al enemigo, todo vale. Crear espectáculo para que el público se divierta es una utopía.Es posible que Bordalás y el equipo getafense estén hechos el uno para el otro. Porque, como decía Valdano, los entrenadores de espíritu militar son magníficos para sacar el máximo rendimiento a jugadores medianos, mientras los futbolistas creativos se aburren y solo rinden en equipos que quieren el balón. En el minuto 17, la teoría de Valdano quedaba confirmada. Antony conduce, se va de dos rivales y asiste a Isco, que ajusta el balón al palo, con la puntera. Los dos cracks del Betis se bastaron para crear una obra de arte. La afición del Geta solo ve goles así en las botas de los adversarios.Boskov, entrenador del Real Madrid entre 1979 y 1982, estaba tan obsesionado con que sus jugadores marcaran al hombre que les decía: «Si tu hombre se va al váter, tú tiras de la cadena». Los azulones siguen las instrucciones de su míster, como si fueran reclutas obedientes con las órdenes de su superior. Cuando el balón llega a algún jugador del Betis, dos futbolistas locales acuden a la refriega. Es encomiable su disciplina y tesón. Sin embargo, los tanques no pueden parar un ataque relámpago, llevado con precisión y astucia. Los defensas del Geta no supieron frenar a Jesús Rodríguez, ni a los centrocampistas verdiblancos que movieron el balón con maestría.El Betis no solo puso la calidad sobre el césped, sino la movilidad. Para triangular, hace falta cierto virtuosismo técnico y velocidad, tanto para pensar como para ejecutar la jugada. El Cucho Hernández no solo se muestra como un jugador poderoso, sino que no es manco con la pelota: dio un pase a Antony —que pudo marcar—, estrelló un balón en el poste y provocó el penalti del segundo gol. También Johnny Cardoso y Altimira se unieron a jugar con criterio, más allá de ganar todos sus duelos y contener al rival.El Geta basa su juego en destruir el del contrario y colgar balones al área, estilo arcaico donde los haya, que no merece el calificativo de «estilo». El equipo madrileño no descenderá probablemente de categoría y sus jugadores podrán celebrarlo al final de temporada. Pero es muy posible que, dentro de unos años, nadie se acuerde de ellos, como nadie echa de menos a Boskov. Al final, solo los equipos y jugadores que te han hecho disfrutar permanecen en la memoria. Las guerras dejan su huella, pero todo el mundo quiere olvidarlas. Solo a los que crearon belleza y suscitaron emoción les está reservada la inmortalidad.Dentro de unas décadas, cuando todos los que ayer estuvieron sobre el césped de Getafe hayan dejado el fútbol, aún habrá quien rememore «El esplendor en la hierba», el poema de Wordsworth: «Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, que en mi juventud me deslumbraba; aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no debemos afligirnos. Porque la belleza permanece siempre en el recuerdo».
El Getafe es el segundo equipo menos goleado no solo de la Liga, sino de las cinco competiciones domésticas más importantes de Europa. Es una estadística impactante. Pero no es menos significativo que los madrileños sean los que menos goles marquen: 21 en 25 jornadas. … Solo el Valladolid, ya desahuciado, es menos peligroso en ataque. La escuadra de Bordalás aburre a las ovejas. Apenas propone otra cosa que intentar impedir que el contrario anote.
La pugna entre los estilos de juego que promueven Bordalás y Pellegrini es antigua. En gran medida encarnan el mismo antagonismo que ya protagonizaran Bilardo y Menotti, Mourinho y Guardiola. Para Bordalás, el césped es un campo de batalla y el fútbol una guerra que se gana a base de disciplina y fuerza. Para doblegar al enemigo, todo vale. Crear espectáculo para que el público se divierta es una utopía.
Es posible que Bordalás y el equipo getafense estén hechos el uno para el otro. Porque, como decía Valdano, los entrenadores de espíritu militar son magníficos para sacar el máximo rendimiento a jugadores medianos, mientras los futbolistas creativos se aburren y solo rinden en equipos que quieren el balón. En el minuto 17, la teoría de Valdano quedaba confirmada. Antony conduce, se va de dos rivales y asiste a Isco, que ajusta el balón al palo, con la puntera. Los dos cracks del Betis se bastaron para crear una obra de arte. La afición del Geta solo ve goles así en las botas de los adversarios.
Boskov, entrenador del Real Madrid entre 1979 y 1982, estaba tan obsesionado con que sus jugadores marcaran al hombre que les decía: «Si tu hombre se va al váter, tú tiras de la cadena». Los azulones siguen las instrucciones de su míster, como si fueran reclutas obedientes con las órdenes de su superior. Cuando el balón llega a algún jugador del Betis, dos futbolistas locales acuden a la refriega. Es encomiable su disciplina y tesón. Sin embargo, los tanques no pueden parar un ataque relámpago, llevado con precisión y astucia. Los defensas del Geta no supieron frenar a Jesús Rodríguez, ni a los centrocampistas verdiblancos que movieron el balón con maestría.
El Betis no solo puso la calidad sobre el césped, sino la movilidad. Para triangular, hace falta cierto virtuosismo técnico y velocidad, tanto para pensar como para ejecutar la jugada. El Cucho Hernández no solo se muestra como un jugador poderoso, sino que no es manco con la pelota: dio un pase a Antony —que pudo marcar—, estrelló un balón en el poste y provocó el penalti del segundo gol. También Johnny Cardoso y Altimira se unieron a jugar con criterio, más allá de ganar todos sus duelos y contener al rival.
El Geta basa su juego en destruir el del contrario y colgar balones al área, estilo arcaico donde los haya, que no merece el calificativo de «estilo». El equipo madrileño no descenderá probablemente de categoría y sus jugadores podrán celebrarlo al final de temporada. Pero es muy posible que, dentro de unos años, nadie se acuerde de ellos, como nadie echa de menos a Boskov. Al final, solo los equipos y jugadores que te han hecho disfrutar permanecen en la memoria. Las guerras dejan su huella, pero todo el mundo quiere olvidarlas. Solo a los que crearon belleza y suscitaron emoción les está reservada la inmortalidad.
Dentro de unas décadas, cuando todos los que ayer estuvieron sobre el césped de Getafe hayan dejado el fútbol, aún habrá quien rememore «El esplendor en la hierba», el poema de Wordsworth: «Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, que en mi juventud me deslumbraba; aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no debemos afligirnos. Porque la belleza permanece siempre en el recuerdo».
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