En la Gran Nube de Magallanes, una de las galaxias satélite de la Vía Láctea, a 163.000 años luz de nosotros, se encuentra WOH G64, una enorme estrella 2.000 veces más grande que nuestro Sol. Si bien fue descubierta por astrónomos europeos en los años 90, en torno a ella lleva más de una década trabajando Keiichi Ohnaka, astrofísico de la Universidad Andrés Bello de Chile. Y pese a que su carrera profesional gira, como un planeta, alrededor de WOH G64, no había podido verla ‘cara a cara’ hasta ahora, cuando gracias al Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral (VLTI de ESO) se ha podido retratar en primer plano a este monstruo que, además, está en las últimas etapas de su vida. Al menos como estrella. Los resultados acaban de publicarse en la revista ‘ Astronomy & Astrophysics ‘. El equipo de Ohnaka descubrió en 2008 que esta estrella, la más grande de su galaxia y clasificada como una supergigante roja -lo que indica que, pese a su gran tamaño, no es muy densa-, estaba rodeada de un enorme anillo de gas y polvo. Los investigadores señalaron que esta ‘rosquilla estelar’ a su alrededor probablemente se ha creado porque está perdiendo masa de una forma violenta, lo que indica que estamos ante una estrella moribunda. Desde entonces, el grupo liderado por Ohnaka lleva estudiando a WOH G64, si bien hasta ahora no había sido posible obtener una imagen real de la estrella y confirmar sus sospechas, si bien con algunas sorpresas.Esperando a la tecnología adecuadaLos astrónomos han podido captar muchas imágenes ampliadas de estrellas de la Vía Láctea, pero nunca de una de fuera de nuestro vecindario cósmico. Para obtener la imagen deseada, el equipo tuvo que esperar al desarrollo de uno de los instrumentos de segunda generación del VLTI, GRAVITY. Este instrumento, que lleva realizando observaciones de forma regular desde 2016, representó un enorme avance en sensibilidad y precisión en comparación con instrumentos anteriores que utilizan interferometría, una técnica que combina la luz de diferentes telescopios para permitir a los astrónomos captar detalles minúsculos en objetos tenues.A la izquierda, la imagen real captada por el telescopio VLTI. A la izquierda, la representación artística de la misma estrella ESO/K. Ohnaka et al., L. CalçadaLos astrónomos pudieron captar, de hecho, el halo de polvo y gas que envuelve a la estrella, si bien les llamó mucho la atención la forma de ‘huevo’ que presentaba. «Estamos entusiasmados porque esto puede estar relacionado con la drástica expulsión de material de la estrella moribunda antes de una explosión de supernova», señala Ohnaka. Es decir, que las erupciones que la estrella moribunda está sufriendo en esta última etapa de su vida están provocando que el material se reparta de forma irregular, creando esa curiosa forma de capullo o incluso una compañera aún no descubierta esté ejerciendo su influencia, creando con su gravedad esta curiosa forma.«Esta estrella es una de las más extremas de su tipo, y cualquier cambio drástico puede acercarla a un final explosivo», dice por su parte Jacco van Loon, director del Observatorio Keele en la Universidad de Keele (Reino Unido). también firmante del artículo y uno de los investigadores que lleva observando a esta gigante desde la década de 1990.Cambio de forma en los últimos tiemposCon los resultados de las observaciones también llevaron a cabo una comparativa con datos antiguos y aquí llegó la sorpresa: la estrella se ha apagado sensiblemente en la última década. «Hemos descubierto que la WOH G64 ha estado experimentando un cambio significativo en los últimos 10 años, lo que nos proporciona una oportunidad única de presenciar la vida de una estrella en tiempo real», señala por su parte Gerd Weigelt, profesor de astronomía en el Instituto Max Planck de Radioastronomía en Bonn (Alemania) y coautor del estudio. En sus etapas finales de vida, las supergigantes rojas se desprenden de sus capas externas de gas y polvo en un proceso que puede durar miles de años. En este fenómeno se alcanza un punto en el que el núcleo ya no es capaz de generar la energía suficiente para ‘sostener’ la enorme masa estelar, y se colapsa debido a su propia gravedad hasta que la estrella, incapaz de resistir la inmensa presión, explota liberando una inmensa cantidad de energía, convirtiéndose en una supernova.Otras supergigantes rojas WOH G64 no es la única estrella en su tipo intrigante: de esta misma clase es la enigmática Betelgeuse , que experimentó en 2019 un repentino oscurecimiento de más de la mitad de su brillo que hizo pensar a los astrónomos que podríamos asistir a la muerte en directo de una de estas gigantes. Sin embargo, poco después volvió a recuperar su luz – desconcertando aún más a los científicos, que aún barajan varias teorías acerca de lo sucedido -, lo que indicaba que la explosión se haría esperar al menos un poco más. Aparte de la espectacularidad de la supernova, que una estrella se vuelva más débil tiene además otras consecuencias, como que cada vez es más difícil que nuestros instrumentos las vean. Mucho más en el caso de estrellas lejanas como WOH G64, que han sido tan ‘huidizas’ durante tantos años. Sin embargo, los astrónomos tienen mucha esperanza en los instrumentos del futuro, como las actualizaciones planificadas para la instrumentación del VLTI y el futuro GRAVITY+. «Observaciones de seguimiento similares con los instrumentos de ESO serán importantes para comprender lo que está sucediendo en la estrella», concluye Ohnaka. En la Gran Nube de Magallanes, una de las galaxias satélite de la Vía Láctea, a 163.000 años luz de nosotros, se encuentra WOH G64, una enorme estrella 2.000 veces más grande que nuestro Sol. Si bien fue descubierta por astrónomos europeos en los años 90, en torno a ella lleva más de una década trabajando Keiichi Ohnaka, astrofísico de la Universidad Andrés Bello de Chile. Y pese a que su carrera profesional gira, como un planeta, alrededor de WOH G64, no había podido verla ‘cara a cara’ hasta ahora, cuando gracias al Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral (VLTI de ESO) se ha podido retratar en primer plano a este monstruo que, además, está en las últimas etapas de su vida. Al menos como estrella. Los resultados acaban de publicarse en la revista ‘ Astronomy & Astrophysics ‘. El equipo de Ohnaka descubrió en 2008 que esta estrella, la más grande de su galaxia y clasificada como una supergigante roja -lo que indica que, pese a su gran tamaño, no es muy densa-, estaba rodeada de un enorme anillo de gas y polvo. Los investigadores señalaron que esta ‘rosquilla estelar’ a su alrededor probablemente se ha creado porque está perdiendo masa de una forma violenta, lo que indica que estamos ante una estrella moribunda. Desde entonces, el grupo liderado por Ohnaka lleva estudiando a WOH G64, si bien hasta ahora no había sido posible obtener una imagen real de la estrella y confirmar sus sospechas, si bien con algunas sorpresas.Esperando a la tecnología adecuadaLos astrónomos han podido captar muchas imágenes ampliadas de estrellas de la Vía Láctea, pero nunca de una de fuera de nuestro vecindario cósmico. Para obtener la imagen deseada, el equipo tuvo que esperar al desarrollo de uno de los instrumentos de segunda generación del VLTI, GRAVITY. Este instrumento, que lleva realizando observaciones de forma regular desde 2016, representó un enorme avance en sensibilidad y precisión en comparación con instrumentos anteriores que utilizan interferometría, una técnica que combina la luz de diferentes telescopios para permitir a los astrónomos captar detalles minúsculos en objetos tenues.A la izquierda, la imagen real captada por el telescopio VLTI. A la izquierda, la representación artística de la misma estrella ESO/K. Ohnaka et al., L. CalçadaLos astrónomos pudieron captar, de hecho, el halo de polvo y gas que envuelve a la estrella, si bien les llamó mucho la atención la forma de ‘huevo’ que presentaba. «Estamos entusiasmados porque esto puede estar relacionado con la drástica expulsión de material de la estrella moribunda antes de una explosión de supernova», señala Ohnaka. Es decir, que las erupciones que la estrella moribunda está sufriendo en esta última etapa de su vida están provocando que el material se reparta de forma irregular, creando esa curiosa forma de capullo o incluso una compañera aún no descubierta esté ejerciendo su influencia, creando con su gravedad esta curiosa forma.«Esta estrella es una de las más extremas de su tipo, y cualquier cambio drástico puede acercarla a un final explosivo», dice por su parte Jacco van Loon, director del Observatorio Keele en la Universidad de Keele (Reino Unido). también firmante del artículo y uno de los investigadores que lleva observando a esta gigante desde la década de 1990.Cambio de forma en los últimos tiemposCon los resultados de las observaciones también llevaron a cabo una comparativa con datos antiguos y aquí llegó la sorpresa: la estrella se ha apagado sensiblemente en la última década. «Hemos descubierto que la WOH G64 ha estado experimentando un cambio significativo en los últimos 10 años, lo que nos proporciona una oportunidad única de presenciar la vida de una estrella en tiempo real», señala por su parte Gerd Weigelt, profesor de astronomía en el Instituto Max Planck de Radioastronomía en Bonn (Alemania) y coautor del estudio. En sus etapas finales de vida, las supergigantes rojas se desprenden de sus capas externas de gas y polvo en un proceso que puede durar miles de años. En este fenómeno se alcanza un punto en el que el núcleo ya no es capaz de generar la energía suficiente para ‘sostener’ la enorme masa estelar, y se colapsa debido a su propia gravedad hasta que la estrella, incapaz de resistir la inmensa presión, explota liberando una inmensa cantidad de energía, convirtiéndose en una supernova.Otras supergigantes rojas WOH G64 no es la única estrella en su tipo intrigante: de esta misma clase es la enigmática Betelgeuse , que experimentó en 2019 un repentino oscurecimiento de más de la mitad de su brillo que hizo pensar a los astrónomos que podríamos asistir a la muerte en directo de una de estas gigantes. Sin embargo, poco después volvió a recuperar su luz – desconcertando aún más a los científicos, que aún barajan varias teorías acerca de lo sucedido -, lo que indicaba que la explosión se haría esperar al menos un poco más. Aparte de la espectacularidad de la supernova, que una estrella se vuelva más débil tiene además otras consecuencias, como que cada vez es más difícil que nuestros instrumentos las vean. Mucho más en el caso de estrellas lejanas como WOH G64, que han sido tan ‘huidizas’ durante tantos años. Sin embargo, los astrónomos tienen mucha esperanza en los instrumentos del futuro, como las actualizaciones planificadas para la instrumentación del VLTI y el futuro GRAVITY+. «Observaciones de seguimiento similares con los instrumentos de ESO serán importantes para comprender lo que está sucediendo en la estrella», concluye Ohnaka.
Ubicada en la Gran Nube de Magallanes a 160.000 años luz de nosotros, WOH G64 está cercana a su muerte, por lo que cada vez será más complicado que nuestros instrumentos la capten
En la Gran Nube de Magallanes, una de las galaxias satélite de la Vía Láctea, a 163.000 años luz de nosotros, se encuentra WOH G64, una enorme estrella 2.000 veces más grande que nuestro Sol. Si bien fue descubierta por astrónomos europeos en los años 90, en torno a ella lleva más de una década trabajando Keiichi Ohnaka, astrofísico de la Universidad Andrés Bello de Chile. Y pese a que su carrera profesional gira, como un planeta, alrededor de WOH G64, no había podido verla ‘cara a cara’ hasta ahora, cuando gracias al Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral (VLTI de ESO) se ha podido retratar en primer plano a este monstruo que, además, está en las últimas etapas de su vida. Al menos como estrella. Los resultados acaban de publicarse en la revista ‘Astronomy & Astrophysics‘.
El equipo de Ohnaka descubrió en 2008 que esta estrella, la más grande de su galaxia y clasificada como una supergigante roja -lo que indica que, pese a su gran tamaño, no es muy densa-, estaba rodeada de un enorme anillo de gas y polvo. Los investigadores señalaron que esta ‘rosquilla estelar’ a su alrededor probablemente se ha creado porque está perdiendo masa de una forma violenta, lo que indica que estamos ante una estrella moribunda. Desde entonces, el grupo liderado por Ohnaka lleva estudiando a WOH G64, si bien hasta ahora no había sido posible obtener una imagen real de la estrella y confirmar sus sospechas, si bien con algunas sorpresas.
Esperando a la tecnología adecuada
Los astrónomos han podido captar muchas imágenes ampliadas de estrellas de la Vía Láctea, pero nunca de una de fuera de nuestro vecindario cósmico. Para obtener la imagen deseada, el equipo tuvo que esperar al desarrollo de uno de los instrumentos de segunda generación del VLTI, GRAVITY. Este instrumento, que lleva realizando observaciones de forma regular desde 2016, representó un enorme avance en sensibilidad y precisión en comparación con instrumentos anteriores que utilizan interferometría, una técnica que combina la luz de diferentes telescopios para permitir a los astrónomos captar detalles minúsculos en objetos tenues.
Los astrónomos pudieron captar, de hecho, el halo de polvo y gas que envuelve a la estrella, si bien les llamó mucho la atención la forma de ‘huevo’ que presentaba. «Estamos entusiasmados porque esto puede estar relacionado con la drástica expulsión de material de la estrella moribunda antes de una explosión de supernova», señala Ohnaka. Es decir, que las erupciones que la estrella moribunda está sufriendo en esta última etapa de su vida están provocando que el material se reparta de forma irregular, creando esa curiosa forma de capullo o incluso una compañera aún no descubierta esté ejerciendo su influencia, creando con su gravedad esta curiosa forma.
«Esta estrella es una de las más extremas de su tipo, y cualquier cambio drástico puede acercarla a un final explosivo», dice por su parte Jacco van Loon, director del Observatorio Keele en la Universidad de Keele (Reino Unido). también firmante del artículo y uno de los investigadores que lleva observando a esta gigante desde la década de 1990.
Cambio de forma en los últimos tiempos
Con los resultados de las observaciones también llevaron a cabo una comparativa con datos antiguos y aquí llegó la sorpresa: la estrella se ha apagado sensiblemente en la última década. «Hemos descubierto que la WOH G64 ha estado experimentando un cambio significativo en los últimos 10 años, lo que nos proporciona una oportunidad única de presenciar la vida de una estrella en tiempo real», señala por su parte Gerd Weigelt, profesor de astronomía en el Instituto Max Planck de Radioastronomía en Bonn (Alemania) y coautor del estudio.
En sus etapas finales de vida, las supergigantes rojas se desprenden de sus capas externas de gas y polvo en un proceso que puede durar miles de años. En este fenómeno se alcanza un punto en el que el núcleo ya no es capaz de generar la energía suficiente para ‘sostener’ la enorme masa estelar, y se colapsa debido a su propia gravedad hasta que la estrella, incapaz de resistir la inmensa presión, explota liberando una inmensa cantidad de energía, convirtiéndose en una supernova.
Otras supergigantes rojas
WOH G64 no es la única estrella en su tipo intrigante: de esta misma clase es la enigmática Betelgeuse, que experimentó en 2019 un repentino oscurecimiento de más de la mitad de su brillo que hizo pensar a los astrónomos que podríamos asistir a la muerte en directo de una de estas gigantes. Sin embargo, poco después volvió a recuperar su luz –desconcertando aún más a los científicos, que aún barajan varias teorías acerca de lo sucedido-, lo que indicaba que la explosión se haría esperar al menos un poco más.
Aparte de la espectacularidad de la supernova, que una estrella se vuelva más débil tiene además otras consecuencias, como que cada vez es más difícil que nuestros instrumentos las vean. Mucho más en el caso de estrellas lejanas como WOH G64, que han sido tan ‘huidizas’ durante tantos años. Sin embargo, los astrónomos tienen mucha esperanza en los instrumentos del futuro, como las actualizaciones planificadas para la instrumentación del VLTI y el futuro GRAVITY+. «Observaciones de seguimiento similares con los instrumentos de ESO serán importantes para comprender lo que está sucediendo en la estrella», concluye Ohnaka.
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