
En 2018, Fernando Bonete (Albacete, 34 años) se abrió una cuenta de Instragram con la idea de recomendar sus lecturas entre amigos y conocidos. No tenía la ambición de convertirse en el bookstagrammer con más seguidores de España, pero de repente sucedió. “En 2023 le dieron el Nobel de Literatura a Jon Fosse y prácticamente no lo conocía nadie en nuestro país. De hecho, EL PAÍS había sido uno de los pocos medios españoles que habían prestado atención a su trabajo. Como yo lo había leído y recomendado, la gente empezó a seguirme”, recuerda el influencer, doctor en Comunicación Social, escritor y profesor universitario.
Es el ‘bookstagrammer’ con más seguidores de España: casi medio millón de personas siguen sus recomendaciones literarias
En 2018, Fernando Bonete (Albacete, 34 años) se abrió una cuenta de Instragram con la idea de recomendar sus lecturas entre amigos y conocidos. No tenía la ambición de convertirse en el bookstagrammer con más seguidores de España, pero de repente sucedió. “En 2023 le dieron el Nobel de Literatura a Jon Fosse y prácticamente no lo conocía nadie en nuestro país. De hecho, EL PAÍS había sido uno de los pocos medios españoles que habían prestado atención a su trabajo. Como yo lo había leído y recomendado, la gente empezó a seguirme”, recuerda el influencer, doctor en Comunicación Social, escritor y profesor universitario.
Más de tres millones de personas vieron su reel comentando la obra del esquivo autor y dramaturgo noruego. Dos años después, casi medio millón de usuarios siguen su cuenta (@en_bookle). “Es paradójico. En mi caso, el éxito en las redes sociales se lo debo a un escritor que casi nadie conocía”, dice. No hay una cifra exacta de cuántos libros lee un español al año. La media nacional oscila entre ocho y doce volúmenes anuales. Bonetetiene un documento Excel con sus propias lecturas: entre 120 y 140 títulos al año. “En España leemos pocos”, lamenta.
Pregunta. ¿Los bookstagrammers están sustituyendo a los críticos literarios convencionales?
Respuesta. Yo creo que son complementarios. Pueden convivir. Hay puntos de cruce o unión, pero tienen propósitos diferentes. El crítico literario tiene el propósito o puede llegar a tener el propósito de iluminar la obra o al lector sobre una obra, desentrañar su sentido, su fondo, intentar hacer comprender la obra en un sentido muy profundo. El divulgador de cultura en redes sociales no tiene esa misión, sino la de hablar de su experiencia leyendo ese libro e ir directamente al grano de si la obra le ha gustado y por qué. A veces echamos eso en falta en las críticas, que no te digan si el libro ha gustado o no. El público que busca un fondo, un detalle y una lectura profunda y crítica de una obra debe seguir acudiendo a los críticos literarios. Los que quieran un comentario más experiencial puede encontrarlo en los bookstagrammers.
P. ¿Qué público lo sigue?
R. Las métricas son fundamentales aquí. En mi caso, la mayoría son jóvenes, entre 18 y 25 años, y hay otro núcleo muy fuerte entre 30 y 40 años. Hay un equilibrio muy paritario entre hombres y mujeres, está muy bien repartido, pero en general las mujeres leen más que los hombres.
P. Luego dicen que los jóvenes no leen.
R. En general leemos pocos libros. No es que los jóvenes lean poco, es que la sociedad española lee poco. Solo hay que comparar los índices con Francia o con Alemania. Si uno ve las cifras de libros prestados en bibliotecas y de libros vendidos al año, divididos por el número de población lectora, las cifras no cuadran. Sin embargo, según datos del último lustro, podemos decir que la gente lee cada vez más.
P. ¿Por qué la gente está leyendo más?
R. Tiene que ver con esa sociedad del cansancio de la que habla Byung-Chul Han. Nos sentimos cansados de un contenido digital que al final no nos lleva a desarrollar nuestras verdaderas capacidades y que no nos estimula verdaderamente. Necesitamos algo más. Este fenómeno empezó con la pandemia, cuando nos dimos cuenta de que necesitábamos conectar con algo que fuera más vivo y profundo.

P. ¿Cuál diría que ha sido el libro de 2025 y cuál cree que será el de 2026?
R. El libro de 2025 para mí sigue siendo el de 2024: La península de las casas vacías, de David Uclés. Y no sé si llegará también a ser el libro de 2026. El loco de Dios en el fin del mundo, de Javier Cercas, es otro de los libros de 2025.
P. ¿Qué libro consagrado no le ha gustado?
R. Tengo una cierta manía o antipatía por Roberto Bolaño. Me cuesta mucho, no le termino de pillar el sentido y eso que me he esforzado y he leído muchas de sus novelas. Me pasa lo mismo con Haruki Murakami. Las dos obras que más quebraderos de cabeza me han dado con mis seguidores son 2666 y Tokio Blues. He sufrido mucho con ambas.
P. ¿Y un libro que no haya podido terminar?
R. Termino prácticamente todos. Paloma solitaria, de McMurtry, es el mejor western que se ha escrito. Las primeras 300 páginas me parecieron infumables, pero luego va cogiendo un ritmo, una profundidad, unas dimensiones humanas alucinantes. Si lo hubiera dejado, me habría perdido uno de los libros de mi vida. Hay uno solo que no he terminado: La historia interminable, de Michael Ende.
P. ¿Le han ofrecido dinero por hacer una buena crítica?
R. Acepto hacer campañas de libros, pero siempre manteniendo mi criterio, diciendo lo que me ha gustado y lo que no. A veces directamente digo que no a alguna oferta porque el autor no me dice nada, no me identifico con él o no lo he leído. La gente que te sigue te conoce muy bien y es muy difícil mentir en redes sociales.
P. ¿Le han ofrecido recomendar cosas que no sean libros?
R. Mucho. Para las marcas, los influencers solo somos vallas publicitarias. Punto y final. Porque tenemos una audiencia y son nichos muy identificables con temas que son de interés de las marcas.
P. Este año hubo mucha polémica con el último premio Planeta. ¿Ha leído la novela de Juan del Val?
R. No he leído el libro de Juan. Quiero leerlo para tener una opinión formada. Sobre el Planeta sí tengo una opinión: para mí no es un premio literario, es un premio comercial. En base a ese supuesto, es un premio que está haciendo las cosas muy bien. Garantiza de antemano que el premiado va a vender suficiente y que la campaña de marketing va a vender lo suficiente como para compensar el desembolso que se ha hecho. Considerando ese criterio, es una operación de marketing maestra e intachable. El problema es que queramos contemplarlo desde el punto de vista literario, algo que no es.
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