Gonzalo siempre llama dos veces

Y Gonzalo apareció.Su cabezazo ante la Juventus de Turín, poderoso y casi nostálgico, nos trajo a la memoria a otros ilustres de la especialidad: Anelka en Múnich, Zamorano en el Clásico, Santillana en cualquier parte, Cristiano en Mestalla. No solo fue un gol de los que casi se escuchan antes de verse, sino una declaración con forma de martillazo: aquí estoy yo, y no me pienso ir .Ese remate vale por varios millones de euros en forma de pase a la siguiente ronda del Mundial de Clubes, y quizá también por un hueco fijo en la plantilla blanca del año que viene. Pero, más allá del gol, lo que Gonzalo transmite es una sensación: la de ser un delantero que no se rinde nunca .Lleva tres goles en el torneo. Ninguno igual al anterior: uno en semifallo, otro de picadita y este último, como decíamos, de cabezazo fulminante . Un catálogo tan amplio como una carta Pantone: tiene goles en todos los tonos y texturas. Gonzalo es ese tipo de delantero que recuerda a los vendedores de puerta en puerta de antes: no se desanima, no se altera, no se da por vencido. Da igual que le hayan cerrado con malos modos en la jugada anterior, él ya está llamando a la siguiente puerta. No hay reproche, no hay resentimiento. Solo insistencia .Toshack decía de Anelka que flotaba como una mariposa y picaba como una avispa. Gonzalo, en cambio, no flota: empuja. Es más martillo que aguijón . Tal vez le falte esa elegancia innata del delantero melifluo que siempre se lleva los elogios, pero ¿quién necesita sutileza cuando la Juventus es un muro compacto que no quiere aventuras?Este martes el Madrid se enfrentó a esa versión contenida y ultraordenada del equipo italiano. En esas situaciones, más que una genialidad, hace falta una herramienta: algo que perfore el asfalto. Gonzalo, sin hacer ruido, hace eso . Taladra, rebota, choca y, de pronto, te ha metido un gol. Como si se hubiera colado por una grieta del sistema.El fútbol tiene algo de literatura: hay héroes, hay épica, hay redenciones improbables. Pero también hay una moral de lo cotidiano, como en Natalia Ginzburg o en Delibes. Gonzalo encarna ese tipo de épica: no la del genio, sino la del que hace bien su trabajo incluso cuando el día no acompaña. Y por eso, cuando la Juventus cerraba todos los pestillos, cuando el partido parecía destinado a dejar al Madrid enredado en un empate infinito, apareció. No con fuegos artificiales, sino con un cabezazo como un portazo . O mejor: como un vendedor que, tras muchos intentos, encuentra al fin una puerta que se abre.Gonzalo llama. Siempre llama. Como el cartero de la vieja novela americana. Que alguien le abra de una vez. Y Gonzalo apareció.Su cabezazo ante la Juventus de Turín, poderoso y casi nostálgico, nos trajo a la memoria a otros ilustres de la especialidad: Anelka en Múnich, Zamorano en el Clásico, Santillana en cualquier parte, Cristiano en Mestalla. No solo fue un gol de los que casi se escuchan antes de verse, sino una declaración con forma de martillazo: aquí estoy yo, y no me pienso ir .Ese remate vale por varios millones de euros en forma de pase a la siguiente ronda del Mundial de Clubes, y quizá también por un hueco fijo en la plantilla blanca del año que viene. Pero, más allá del gol, lo que Gonzalo transmite es una sensación: la de ser un delantero que no se rinde nunca .Lleva tres goles en el torneo. Ninguno igual al anterior: uno en semifallo, otro de picadita y este último, como decíamos, de cabezazo fulminante . Un catálogo tan amplio como una carta Pantone: tiene goles en todos los tonos y texturas. Gonzalo es ese tipo de delantero que recuerda a los vendedores de puerta en puerta de antes: no se desanima, no se altera, no se da por vencido. Da igual que le hayan cerrado con malos modos en la jugada anterior, él ya está llamando a la siguiente puerta. No hay reproche, no hay resentimiento. Solo insistencia .Toshack decía de Anelka que flotaba como una mariposa y picaba como una avispa. Gonzalo, en cambio, no flota: empuja. Es más martillo que aguijón . Tal vez le falte esa elegancia innata del delantero melifluo que siempre se lleva los elogios, pero ¿quién necesita sutileza cuando la Juventus es un muro compacto que no quiere aventuras?Este martes el Madrid se enfrentó a esa versión contenida y ultraordenada del equipo italiano. En esas situaciones, más que una genialidad, hace falta una herramienta: algo que perfore el asfalto. Gonzalo, sin hacer ruido, hace eso . Taladra, rebota, choca y, de pronto, te ha metido un gol. Como si se hubiera colado por una grieta del sistema.El fútbol tiene algo de literatura: hay héroes, hay épica, hay redenciones improbables. Pero también hay una moral de lo cotidiano, como en Natalia Ginzburg o en Delibes. Gonzalo encarna ese tipo de épica: no la del genio, sino la del que hace bien su trabajo incluso cuando el día no acompaña. Y por eso, cuando la Juventus cerraba todos los pestillos, cuando el partido parecía destinado a dejar al Madrid enredado en un empate infinito, apareció. No con fuegos artificiales, sino con un cabezazo como un portazo . O mejor: como un vendedor que, tras muchos intentos, encuentra al fin una puerta que se abre.Gonzalo llama. Siempre llama. Como el cartero de la vieja novela americana. Que alguien le abra de una vez.  

ESBOZOS Y RASGUÑOS

Lleva tres goles en el torneo. Ninguno igual al anterior: uno en semifallo, otro de picadita y este último, como decíamos, de cabezazo fulminante

Y Gonzalo apareció.

Su cabezazo ante la Juventus de Turín, poderoso y casi nostálgico, nos trajo a la memoria a otros ilustres de la especialidad: Anelka en Múnich, Zamorano en el Clásico, Santillana en cualquier parte, Cristiano en Mestalla. No solo fue un … gol de los que casi se escuchan antes de verse, sino una declaración con forma de martillazo: aquí estoy yo, y no me pienso ir.

Ese remate vale por varios millones de euros en forma de pase a la siguiente ronda del Mundial de Clubes, y quizá también por un hueco fijo en la plantilla blanca del año que viene. Pero, más allá del gol, lo que Gonzalo transmite es una sensación: la de ser un delantero que no se rinde nunca.

Lleva tres goles en el torneo. Ninguno igual al anterior: uno en semifallo, otro de picadita y este último, como decíamos, de cabezazo fulminante. Un catálogo tan amplio como una carta Pantone: tiene goles en todos los tonos y texturas. Gonzalo es ese tipo de delantero que recuerda a los vendedores de puerta en puerta de antes: no se desanima, no se altera, no se da por vencido. Da igual que le hayan cerrado con malos modos en la jugada anterior, él ya está llamando a la siguiente puerta. No hay reproche, no hay resentimiento. Solo insistencia.

Toshack decía de Anelka que flotaba como una mariposa y picaba como una avispa. Gonzalo, en cambio, no flota: empuja. Es más martillo que aguijón. Tal vez le falte esa elegancia innata del delantero melifluo que siempre se lleva los elogios, pero ¿quién necesita sutileza cuando la Juventus es un muro compacto que no quiere aventuras?

Este martes el Madrid se enfrentó a esa versión contenida y ultraordenada del equipo italiano. En esas situaciones, más que una genialidad, hace falta una herramienta: algo que perfore el asfalto. Gonzalo, sin hacer ruido, hace eso. Taladra, rebota, choca y, de pronto, te ha metido un gol. Como si se hubiera colado por una grieta del sistema.

El fútbol tiene algo de literatura: hay héroes, hay épica, hay redenciones improbables. Pero también hay una moral de lo cotidiano, como en Natalia Ginzburg o en Delibes. Gonzalo encarna ese tipo de épica: no la del genio, sino la del que hace bien su trabajo incluso cuando el día no acompaña.

Y por eso, cuando la Juventus cerraba todos los pestillos, cuando el partido parecía destinado a dejar al Madrid enredado en un empate infinito, apareció. No con fuegos artificiales, sino con un cabezazo como un portazo. O mejor: como un vendedor que, tras muchos intentos, encuentra al fin una puerta que se abre.

Gonzalo llama. Siempre llama. Como el cartero de la vieja novela americana. Que alguien le abra de una vez.

ABC Premium

Límite de sesiones alcanzadas

  • El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.

Volver a intentarABC Premium

Has superado el límite de sesiones

  • Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.

Sigue navegando

Artículo solo para suscriptores

 RSS de noticias de deportes

Noticias Similares