La CDU y el SPD toman posiciones para la negociación del futuro Gobierno de Alemania

Los conservadores están centrados en cómo allanar el camino de la legislatura y el mayor escollo será, como lo ha sido hasta ahora, el freno de la deuda. Leer Los conservadores están centrados en cómo allanar el camino de la legislatura y el mayor escollo será, como lo ha sido hasta ahora, el freno de la deuda. Leer  

Las fichas se mueven deprisa en el tablero del poder. En el Partido Socialdemócrata (SPD), la estrepitosa derrota electoral del domingo se endulza ya con las perspectivas de una gran coalición con los conservadores de la Unión Cristianodemócrata (CDU), aunque no quieren dar la impresión de tener prisa. Cambios a la vista sin embargo no hay. Ninguno de los copresidentes, Lars Klingbeil y Saskia Esken, ve razones para dimitir. La responsabilidad era de Olaf Scholz.

Klingbeil declaró en un primer momento que el partido necesitaba renovación y un cambio generacional. Ahora -y a pesar de que tuvo mucho que ver en la derrota del canciller- quiere ampliar su poder y suceder a Rolf Mützenich al frente del grupo parlamentario. Este miércoles se presentará a la elección de los nuevos diputados. Saldrá elegido, pero a muchos no ha gustado ese acopio de poder. Klingbeil asegura que no tiene más ambición que la de obtener el mandato lo más fuerte posible del partido para las negociaciones con la CDU/CSU. Y en ese contexto ha negado estar compitiendo con el ministro de Defensa en funciones, Boris Pistorius, a quien muchos en el partido habían imaginado como candidato a canciller. Según Klingbeil, todo lo que haya que hacer ahora se hará también en estrecha consulta con Pistorius.

Esken tampoco se da por aludida por el batacazo. Quiere continuar y presentarse a la reelección en la próxima conferencia del partido. Lleva cinco años y medio trabajando por la unidad del SPD y tiene «la intención de seguir haciéndolo», ha subrayado la socialdemócrata en respuesta a una pregunta sobre si creía que debía seguir en el cargo. Esken también se ve en el equipo negociador, pero cada vez es más criticada dentro del partido.

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En resumen, Klingbeil y Esken no iban en serio cuando dijeron aquello de «ganamos y perdemos juntos», al aceptar la voluntad de Scholz de concurrir a las elecciones con todas las encuestas en contra. Tampoco de diseñar un programa que dio prioridad a la migración para atacar a la CDU/CSU en vez de centrarse en las pensiones o la protección del clima, la paz y la seguridad, la economía y la justicia social.

Klingbei quiere volver a las raíces de la socialdemocracia, ocuparse de las personas trabajadoras y centrarse en el combate los altos alquileres y la falta de viviendas asequibles, un reclamo para recuperar el electorado joven, que se ha ido a los extremos, a Die Linke (La Izquierda) y a Alternativa para Alemania (AfD).

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Pero esas son cuestiones de partido y las prioridades son otras en estos momentos. El grupo parlamentario ha menguado. Tendrá 120 en lugar de 207 diputados. Uno de ellos será Scholz, pero ya ha anunciado que no tiene intención de sentarse a negociar un acuerdo de coalición que al futuro canciller, Friedrich Merz, le gustaría tener listo para Semana Santa. Klingbeil no se ha puesto fechas: «Aquí no hay ningún automatismo. En ningún momento debe crearse la impresión de que los socialdemócratas ya se ven en el próximo Gobierno», ha afirmado. Además, el SPD dejará que sus miembros decidan sobre un posible acuerdo de coalición en última instancia. «Los afiliados tienen la última palabra», advierte Klingbeil. A nivel interno, se espera que el proceso dure unas dos semanas. El SPD cuenta con unos 360.000 afiliados.

La CDU/CSU está más centrada en cómo allanar el camino de la legislatura y el mayor escollo será, como lo ha sido en el que ahora acaba, el freno de la deuda. Y nadie mejor que el antiguo Bundestag para sacar al futuro gobierno las castañas del fuego, dando el visto bueno a la creación de un nuevo fondo especial para gastos de defensa. «No me gustaría descartar la posibilidad de que a la vista de los cambios tan dinámicos en política exterior y de la creciente situación de amenaza, sean necesarias decisiones muy rápidas específicamente en el ámbito de la política exterior y de seguridad», afirmó ayer el secretario parlamentario del grupo parlamentario CDU/CSU, Thorsten Frei, hombre de confianza de Merz. Frei precisó que lo que sugería «es algo completamente distinto a la cuestión de si se debe reformar el freno de la deuda en general, lo que yo lo desaconsejaría jurídica y políticamente».

Los líderes de los grupos parlamentarios de los Verdes y el SPD no lo entendieron así. «Resulta amargo que Merz rechazara una reforma del freno de la deuda con una mayoría de dos tercios de la CDU/CSU, el SPD y los Verdes por razones tácticas de partido antes de las elecciones parlamentarias y ahora lo pida», dijo Katharina Dröge, líder de los Verdes. Mützenich recordó en nombre del SPD que ofreció a Merz en los últimos meses discutir una reforma del freno de la deuda. «Lo rechazó una y otra vez. Y tengo que decir que me sorprende lo rápido que se puede reinventar de repente la rueda en las últimas horas».

Merz quiere un cambio de gobierno limpio y rápido. Si el Bundestag saliente puede actuar, «no hay que desaprovechar la oportunidad», dice. «Si llegamos a un acuerdo que quepa en 20 folios, mejor que uno de 170. Mejor actualizar cada año que meternos en un corsé para cuatro«. Esa es su posición. Y tiene las de ganar.

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