La cuenta de resultados se empeña en machacar el sentimiento

En este mundo empresarial donde, en mayor o menor medida, todos nos movemos rindiendo cuentas al capital de las ganancias o pérdidas que ofrezcamos en nuestro sector (en los medios de comunicación sabemos bien de qué va esto), poco o nada nos sorprende de aquellas que anuncian plan de reajustes económicos, que no es más que una salida del agujero mediante despidos, es decir, que se haga con las mismas manos el mismo trabajo, o más incluso. Es el mundo que nos ha tocado vivir y toca aceptarlo. No hay dolor. Sin embargo, hay empresas, compañías o en el caso que nos ocupa, clubes de fútbol, que van perdiendo parte de su propia personalidad, esencia e idiosincrasia si van dando patadas en el culo a esas personas que desde su anonimato, conocimiento y sevillismo ayudaron al Sevilla FC a alcanzar cotas inimaginables no hace tanto tiempo. A esos que envenenaron a sus subordinados para elevar el nivel global de cada departamento con sueldos mileuristas. Todo por trabajar para el club que llevan en el corazón desde niños y que ni siquiera esta puñalada provocará que no lo sigan animando desde la segunda línea, desde donde les toque, con la conciencia más que tranquila. No todos pueden dormir a pierna suelta en este mundo de la pelota. A ellos les han robado el privilegio de servir al Sevilla y a sus aficionados como pocos podrían por experiencia y conocimiento. Como casi nadie sabe ni tampoco aprenderá. El reajuste siempre comienza o se centra en los mismos. No en los enchufados. Menos en los consejeros, que para eso heredaron el poder. Y sí en aquellos que, con su opinión propia y formada, colaboraron para poner las primeras piedras del Sevilla grande. H oy es menos grande. Incluso, menos Sevilla .Ya no estamos hablando de la complicación laboral que vivirán ahora cada uno de esos despedidos porque deberíamos detenernos en todos aquellos que alguna vez han perdido un trabajo. No podemos jugar en esa liga porque todos hemos perdido alguna vez un partido. Casi todos deberíamos levantar la mano si contásemos nuestra experiencia como trabajadores. No hay que avergonzase de esto, todo lo contrario. La caída curte más que el pensar que vives en un pedestal cuando estás claramente sobre uno de barro. La cuestión que molesta, chirría e incluso duele, por conocer de primera mano cómo es el valor de esas personas que dicen adiós al Sánchez-Pizjuán sin al menos estar rodeado de las copas que también ayudaron a levantar, es que la decisión se toma por la profunda torpeza e incapacidad empresarial de las personas que han sumido al club de Nervión en la peor crisis económica de su más que centenaria historia. De aquellos que no rebajan sus millonarios emolumentos pero que atizan en su teoría económica a aquellos que incluso en su día te hicieron grande en la hierba, como la prejubilación de Francisco López Alfaro . El gran Francisco. Está visto que ni de historia saben. Y quien no la conoce, la de los errores, está condenado a repetirla.El sevillismo, por contra, ese que salió a manifestarse contra quienes tienen secuestrado a su club porque en su momento invirtiesen en un Sevilla de tiesura generalizada y les saliese la jugada de sus vidas, no olvida. Ni la buena labor de todos los Manolo Salado (por colocar un nombre al que respeto y admiro) que han tenido que ir dejando su silla vacía en este tiempo de desprecio al trabajador sevillista, ni la cacería del consejo de administración contra todo aquél que no huela a su cuerda. Si tienen que salir, que sean los que no asumen mi reinado eterno, pensará más de uno con un poder que, por supuesto, no será para siempre. Por mucho tiempo que cuesta arreglar el destrozo actual, el Sevilla FC regresará al lugar económico, deportivo y sobre todo social, porque un club de fútbol jamás puede ir en contra de su gente, que siempre ha tenido y que recuperarla. No hay mal que cien años dure. Trabajar con un escudo dentro del corazón siempre tendrá un valor incalculable. No hay cuenta de resultados que parezca inmaculada si lleva consigo la expulsión de un sentimiento . Otros menos sentimentales con los goles que recibe el Sevilla siguen arrimados al querer. En fútbol ya nada me sorprende, pero sí muchas cosas que me molestan. Y a la buena gente, a los que la vida deberían proporcionarle buenos momentos, de un tiempo a esta parte sólo le suceden cosas negativas por Nervión. Todo ha dado un vuelco. Y la misma idea se reproduce en el sentido contrario. ¿Por qué será? Para qué engañarnos, me hago una ligera idea… En este mundo empresarial donde, en mayor o menor medida, todos nos movemos rindiendo cuentas al capital de las ganancias o pérdidas que ofrezcamos en nuestro sector (en los medios de comunicación sabemos bien de qué va esto), poco o nada nos sorprende de aquellas que anuncian plan de reajustes económicos, que no es más que una salida del agujero mediante despidos, es decir, que se haga con las mismas manos el mismo trabajo, o más incluso. Es el mundo que nos ha tocado vivir y toca aceptarlo. No hay dolor. Sin embargo, hay empresas, compañías o en el caso que nos ocupa, clubes de fútbol, que van perdiendo parte de su propia personalidad, esencia e idiosincrasia si van dando patadas en el culo a esas personas que desde su anonimato, conocimiento y sevillismo ayudaron al Sevilla FC a alcanzar cotas inimaginables no hace tanto tiempo. A esos que envenenaron a sus subordinados para elevar el nivel global de cada departamento con sueldos mileuristas. Todo por trabajar para el club que llevan en el corazón desde niños y que ni siquiera esta puñalada provocará que no lo sigan animando desde la segunda línea, desde donde les toque, con la conciencia más que tranquila. No todos pueden dormir a pierna suelta en este mundo de la pelota. A ellos les han robado el privilegio de servir al Sevilla y a sus aficionados como pocos podrían por experiencia y conocimiento. Como casi nadie sabe ni tampoco aprenderá. El reajuste siempre comienza o se centra en los mismos. No en los enchufados. Menos en los consejeros, que para eso heredaron el poder. Y sí en aquellos que, con su opinión propia y formada, colaboraron para poner las primeras piedras del Sevilla grande. H oy es menos grande. Incluso, menos Sevilla .Ya no estamos hablando de la complicación laboral que vivirán ahora cada uno de esos despedidos porque deberíamos detenernos en todos aquellos que alguna vez han perdido un trabajo. No podemos jugar en esa liga porque todos hemos perdido alguna vez un partido. Casi todos deberíamos levantar la mano si contásemos nuestra experiencia como trabajadores. No hay que avergonzase de esto, todo lo contrario. La caída curte más que el pensar que vives en un pedestal cuando estás claramente sobre uno de barro. La cuestión que molesta, chirría e incluso duele, por conocer de primera mano cómo es el valor de esas personas que dicen adiós al Sánchez-Pizjuán sin al menos estar rodeado de las copas que también ayudaron a levantar, es que la decisión se toma por la profunda torpeza e incapacidad empresarial de las personas que han sumido al club de Nervión en la peor crisis económica de su más que centenaria historia. De aquellos que no rebajan sus millonarios emolumentos pero que atizan en su teoría económica a aquellos que incluso en su día te hicieron grande en la hierba, como la prejubilación de Francisco López Alfaro . El gran Francisco. Está visto que ni de historia saben. Y quien no la conoce, la de los errores, está condenado a repetirla.El sevillismo, por contra, ese que salió a manifestarse contra quienes tienen secuestrado a su club porque en su momento invirtiesen en un Sevilla de tiesura generalizada y les saliese la jugada de sus vidas, no olvida. Ni la buena labor de todos los Manolo Salado (por colocar un nombre al que respeto y admiro) que han tenido que ir dejando su silla vacía en este tiempo de desprecio al trabajador sevillista, ni la cacería del consejo de administración contra todo aquél que no huela a su cuerda. Si tienen que salir, que sean los que no asumen mi reinado eterno, pensará más de uno con un poder que, por supuesto, no será para siempre. Por mucho tiempo que cuesta arreglar el destrozo actual, el Sevilla FC regresará al lugar económico, deportivo y sobre todo social, porque un club de fútbol jamás puede ir en contra de su gente, que siempre ha tenido y que recuperarla. No hay mal que cien años dure. Trabajar con un escudo dentro del corazón siempre tendrá un valor incalculable. No hay cuenta de resultados que parezca inmaculada si lleva consigo la expulsión de un sentimiento . Otros menos sentimentales con los goles que recibe el Sevilla siguen arrimados al querer. En fútbol ya nada me sorprende, pero sí muchas cosas que me molestan. Y a la buena gente, a los que la vida deberían proporcionarle buenos momentos, de un tiempo a esta parte sólo le suceden cosas negativas por Nervión. Todo ha dado un vuelco. Y la misma idea se reproduce en el sentido contrario. ¿Por qué será? Para qué engañarnos, me hago una ligera idea…  

El Sevilla ha activado una nueva ronda de despidos en su plan de reajuste, llevándose por delante a grandes e históricos profesionales

En este mundo empresarial donde, en mayor o menor medida, todos nos movemos rindiendo cuentas al capital de las ganancias o pérdidas que ofrezcamos en nuestro sector (en los medios de comunicación sabemos bien de qué va esto), poco o nada nos sorprende de aquellas … que anuncian plan de reajustes económicos, que no es más que una salida del agujero mediante despidos, es decir, que se haga con las mismas manos el mismo trabajo, o más incluso. Es el mundo que nos ha tocado vivir y toca aceptarlo. No hay dolor. Sin embargo, hay empresas, compañías o en el caso que nos ocupa, clubes de fútbol, que van perdiendo parte de su propia personalidad, esencia e idiosincrasia si van dando patadas en el culo a esas personas que desde su anonimato, conocimiento y sevillismo ayudaron al Sevilla FC a alcanzar cotas inimaginables no hace tanto tiempo. A esos que envenenaron a sus subordinados para elevar el nivel global de cada departamento con sueldos mileuristas. Todo por trabajar para el club que llevan en el corazón desde niños y que ni siquiera esta puñalada provocará que no lo sigan animando desde la segunda línea, desde donde les toque, con la conciencia más que tranquila. No todos pueden dormir a pierna suelta en este mundo de la pelota. A ellos les han robado el privilegio de servir al Sevilla y a sus aficionados como pocos podrían por experiencia y conocimiento. Como casi nadie sabe ni tampoco aprenderá. El reajuste siempre comienza o se centra en los mismos. No en los enchufados. Menos en los consejeros, que para eso heredaron el poder. Y sí en aquellos que, con su opinión propia y formada, colaboraron para poner las primeras piedras del Sevilla grande. Hoy es menos grande. Incluso, menos Sevilla.

Ya no estamos hablando de la complicación laboral que vivirán ahora cada uno de esos despedidos porque deberíamos detenernos en todos aquellos que alguna vez han perdido un trabajo. No podemos jugar en esa liga porque todos hemos perdido alguna vez un partido. Casi todos deberíamos levantar la mano si contásemos nuestra experiencia como trabajadores. No hay que avergonzase de esto, todo lo contrario. La caída curte más que el pensar que vives en un pedestal cuando estás claramente sobre uno de barro. La cuestión que molesta, chirría e incluso duele, por conocer de primera mano cómo es el valor de esas personas que dicen adiós al Sánchez-Pizjuán sin al menos estar rodeado de las copas que también ayudaron a levantar, es que la decisión se toma por la profunda torpeza e incapacidad empresarial de las personas que han sumido al club de Nervión en la peor crisis económica de su más que centenaria historia. De aquellos que no rebajan sus millonarios emolumentos pero que atizan en su teoría económica a aquellos que incluso en su día te hicieron grande en la hierba, como la prejubilación de Francisco López Alfaro. El gran Francisco. Está visto que ni de historia saben. Y quien no la conoce, la de los errores, está condenado a repetirla.

El sevillismo, por contra, ese que salió a manifestarse contra quienes tienen secuestrado a su club porque en su momento invirtiesen en un Sevilla de tiesura generalizada y les saliese la jugada de sus vidas, no olvida. Ni la buena labor de todos los Manolo Salado (por colocar un nombre al que respeto y admiro) que han tenido que ir dejando su silla vacía en este tiempo de desprecio al trabajador sevillista, ni la cacería del consejo de administración contra todo aquél que no huela a su cuerda. Si tienen que salir, que sean los que no asumen mi reinado eterno, pensará más de uno con un poder que, por supuesto, no será para siempre. Por mucho tiempo que cuesta arreglar el destrozo actual, el Sevilla FC regresará al lugar económico, deportivo y sobre todo social, porque un club de fútbol jamás puede ir en contra de su gente, que siempre ha tenido y que recuperarla. No hay mal que cien años dure. Trabajar con un escudo dentro del corazón siempre tendrá un valor incalculable. No hay cuenta de resultados que parezca inmaculada si lleva consigo la expulsión de un sentimiento. Otros menos sentimentales con los goles que recibe el Sevilla siguen arrimados al querer. En fútbol ya nada me sorprende, pero sí muchas cosas que me molestan. Y a la buena gente, a los que la vida deberían proporcionarle buenos momentos, de un tiempo a esta parte sólo le suceden cosas negativas por Nervión. Todo ha dado un vuelco. Y la misma idea se reproduce en el sentido contrario. ¿Por qué será? Para qué engañarnos, me hago una ligera idea…

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