La dictadura cubana destierra a EEUU a José Daniel Ferrer, el principal líder opositor: «La lucha yo la voy a continuar»

El emblemático dirigente anticastrista había anunciado que aceptaba la salida del país a cambio de la libertad para proteger a su familia. «Nunca pensé tener que abandonar la isla», declaró a su llegada a Miami. Leer El emblemático dirigente anticastrista había anunciado que aceptaba la salida del país a cambio de la libertad para proteger a su familia. «Nunca pensé tener que abandonar la isla», declaró a su llegada a Miami. Leer  

«Es el mismo José Daniel Ferrer el que ha llegado a Miami, un león», aseguró el congresista cubanoamericano Mario Díaz-Balart tras su primer encuentro con el líder opositor cubano, deportado a EEUU por la dictadura. Horas antes, las primeras imágenes del coordinador general de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu) y presidente del Consejo para la Transición Democrática (CTDC), sentado en un avión con su mujer y tres hijas y con destino a la libertad, dieron la vuelta al mundo cuando la aeronave ni siquiera había aterrizado en suelo estadounidense.

Ferrer fue excarcelado de la prisión de Mar Verde y conducido directamente al aeropuerto con un fuerte despliegue de la Seguridad del Estado y acompañado por los dos enviados del Departamento de Estado, cuya misión al viajar a la isla era llevarse al disidente al precio que fuera.

«Ha llegado con espíritu fuerte y dispuesto a seguir en la lucha», confirmó otro congresista, Carlos Giménez, estrecho aliado del secretario de Estado, el también cubanoamericano Marco Rubio. La familia Ferrer pasará distintos exámenes médicos antes de presentarse ante la Prensa.

Una de las primeras conclusiones del exilio de Ferrer es que el gobierno cubano no ha conseguido arrancarle alguna de las imposiciones tan buscadas en las últimas semanas. «La salida se produce tras una solicitud formal del gobierno de EEUU y la aceptación expresa de Ferrer, en el marco de las formalidades de aplicación y cumplimiento de la ley que existen entre ambos países», aseguró la cancillería cubana.

En la decisión de Ferrer, que cuenta con el apoyo del exilio y de la disidencia interna, ha pesado sobremanera las amenazas sufridas por su familia y también los malos tratos constantes, que terminaron hace unas semanas de cara al viaje de ayer. El desmantelamiento del trabajo social de la Unpacu, que proporcionaba alimentos a centenares de familias en apuros en el oriente de la isla, y su frustración ante el «sectarismo y la falta de efectividad» de la oposición también sumaron en la decisión final de un luchador que es considerado un héroe en las filas opositoras.

En su carta de hace casi dos semanas, cuando anticipó que aceptaría las ofertas de la dictadura para exiliarse sin renunciar a sus principios, Ferrer apuntó a EEUU como lugar para su destierro, incluso excluyó a Washington de sus críticas por la «complicidad» del mundo libre con la tiranía castrista.

«He sido sometido a brutales golpizas, torturas, humillaciones, amenazas de muerte. Y otros tratos crueles inhumanos y degradantes por esbirros y otros instrumentos de la peor dictadura que ha conocido el continente americano. Mi familia también ha sido objeto de la más despiadada persecución. Todo con la intención de obligarme a abandonar mi país. O a renunciar a la lucha no violenta a favor de la libertad, la democracia y los derechos humanos y el bienestar de mi patria», resumió Ferrer su misiva, dada a conocer por su hermana en Facebook.

«Ferrer, reconocido por su trayectoria de casi cuatro décadas de resistencia pacífica frente a la dictadura, toma esta decisión en respuesta tanto a su responsabilidad personal y familiar como los años de represalias, torturas físicas y psicológicas a las que ha sido sometido», precisó el CTDC en un comunicado.

El ensañamiento del régimen cubano contra Ferrer, uno de los interlocutores de Barack Obama en su histórico viaje a La Habana de 2016, no conoce límites. Ya cuando fue condenado a muerte tras la Primavera Negra de 2003, Fidel Castro le propuso que saliera del país para no ser fusilado. Ferrer se negó y pagó con ocho años de cárcel en una primera etapa. Luego llegaron varios años más hasta la mañana del 11J de 2021, el día que los cubanos se rebelaron contra la dictadura. A Ferrer ni siquiera le dejaron llegar a la manifestación espontánea que se formó en Santiago.

Ya en ese momento la dictadura le consideraba el Navalni cubano, por lo que aplicó en su contra todo tipo de castigos y tratos crueles, incluidos envenenamientos y ataques sónicos.

Gracias a los acuerdos con el Vaticano y con la administración de Joe Biden, Ferrer fue liberado a principios de año. Pero tres meses después, tras la muerte del Papa Francisco, La Habana decidió encarcelarle de nuevo. Su acción social y política molestaba demasiado al régimen castrista.

«Que no se confundan sus verdugos: este exilio va a ser corto», advirtió Rosa María Payá, miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

«Su situación no es un hecho aislado. Forma parte de la estrategia sistemática de silenciar a quienes disienten, encarcelarles bajo circunstancias extremas y expulsarles por pedir justicia y defender los derechos humanos», subrayó Amnistía Internacional (AI).

En la actualidad, el gobierno de La Habana mantiene entre rejas a 1.185 presos políticos, más que el chavismo en Venezuela (841).

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