La guerra de los Márquez: cuando dos hermanos rivalizan en todo lo alto

Se pelean Marc Márquez y Álex Márquez en la pista mientras Roser y Juliá se desdoblan para arropar, empujar y pedir que no pase nada en dos garajes diferentes. Hoy por hoy, los hermanos de Cervera son los dos mejores del Mundial de MotoGP -Álex lidera la general con 140 puntos, uno más que Marc- y la primera pareja fraternal en subir a los dos primeros cajones de un podio, tanto en Tailandia como en Argentina. Unos Zipi y Zape de éxito. «Se pueden pelear, pero sanamente. Porque si no, la bronca que les caerá en casa será monumental», bromeaba la madre de los pilotos en una entrevista en la ‘Ser’ después del primer triunfo familiar, alegría duplicada porque también el sufrimiento es por dos.Hasta llegar aquí, líder de la clasificación y con todos los halagos y confianza depositadas en él, Álex (28 años) ha tenido, como todos los hermanos pequeños, una puerta abierta y otra cerrada. Abrió el camino su hermano, con las dificultades y las recompensas. Y por allí se coló Álex, que no quiere decir sin esfuerzo, pero sí con ciertas baldosas más firmes que su predecesor. Pero también chocó de frente con el peso de ser el segundo, de llegar detrás, de ser el «hermano de», y de unas expectativas tan altas que bien podrían haber echado por tierra sus ilusiones, sus propios méritos y sus ganas de continuar.Pero se lo pasan bien uno y otro encima de la moto, también fuera. Complicidad extrema que se diluye en la pista porque ahí, profesionalidad a tope. Aunque Álex tenga que subrayarlo cada vez que su hermano lo adelanta: «Dejad de pensar que yo le tengo demasiado respeto a Marc. Soy el primero que quiero batirlo y que quiere ganar. Soy más realista que el resto de la gente porque sé perfectamente cómo es Marc y cuáles son sus puntos fuertes». Incluso empieza a escocerle que la etiqueta continúe sobre su hombros a pesar de todo lo demostrado: «Ya me han hecho esta pregunta muchas veces: ‘¿Cuándo vas a perder el respeto a Marc?’ o ‘Respetas demasiado a Marc’, o algo así, y esa pregunta es irrespetuosa hacia mí», indicaba en la rueda de prensa tras ser segundo en Argentina. Tras vencer el pasado domingo en Jerez, ya no se lo preguntaron.Quizá llegue esta presión sobre uno y otro por haber alcanzado las alturas y los focos, pues no había esta presión en otros apellidos comunes, como los que compartían Aleix y Pol, también unidos por sangre, pero separados por equipos, peleando en cada curva. Y tampoco entre los hermanos Gasol , quizá por disfrutar de un deporte colectivo aunque sí tuvieran que medir fuerzas, técnica y calidad en el parqué. En modo amistoso, Marc y Pau fueron los segundos hermanos en protagonizar el salto del partido de los All-Stars en la NBA, tras los gemelos Dick y Tom Van Arsdale, en 1970 y 1971. Pero sí se olvidaron de fraternidades cuando tuvieron que pelear cuando vestían las camisetas de los Memphis y Los Angeles Lakers. «Los dos somos muy competitivos y siempre ha existido un pique sano; ambos lo sabemos. Si le puedo hacer algún mate en la cara o colocarle algún gorro, que nadie dude de que lo haré», admitía Marc en una entrevista en ‘Público’ en aquel primer enfrentamiento en 2008. Willy y Juancho Hernangómez rivalizaron en el parqué de todas las competiciones: la liga ACB, la Euroliga y la NBA.También en fútbol hay muchos casos de hermanos defendiendo camisetas rivales. Nacho y Álex, con cuatro victorias, dos empates y una derrota para el primero; Jakob Murphy venció a Josh en un Newcastle-Cardiff de 2018 que acabó con abrazo y 0-0; dos choques protagonizaron Roland y Frank de Boer; y hasta tres, con tres equipos diferentes, David y Philippe Degen; seis dividieron la casa de Lars y Sven Bender, y doce la de Hamit y Halil Antintop. Taulant y Granit Xhaka incluso defendieron países diferentes: Albania el mayor y Suiza el pequeño; como Jerome y Kevin-Prince Boateng, con Alemania el primero y Ghana el segundo. No se enfrentaron Michael y Brian Laudrup ni, por el momento Iñaki y Nico Williams.Quitarse hasta los títulosLa final de la Liga de Campeones de balonmano en 2011 enfrentó a Raúl (Barcelona) y Alberto Entrerríos (Ciudad Real), con victoria de este último. «Recuerdo a mi padre en la grada con una camiseta de cada uno en la mano. ¡Ese día tenía una en cada mano! Es raro, porque tú quieres que tu hermano lo haga bien, pero al mismo tiempo quieres ganar. Era un enfrentamiento de sensaciones, de pensamientos… Es extraño, pero eran enfrentamientos bonitos», decía el pequeño en La Liga Sports.Muchos más partidos compartieron Serena y Venus Williams, que lideraron entre las dos el tenis de finales de los 90 y principios de la década de los 2000. Y muchos títulos se robaron la una a la otra, sin que pesara ni mediara cariño fraternal de por medio. Al contrario, Richard, el padre y entrenador de ambas, las espoleaba para que no miraran la cara de la rival, sino solo el objetivo: ganar, ganar y ganar. En el cómputo global, prevaleció la fortaleza de la pequeña, Serena, que ganó 19 encuentros, por doce de la mayor. De estos 31 duelos, nueve fueron en finales, con tres para Venus y seis para Serena, entre los que se incluyen Roland Garros, Wimbledon y US Open 2002, Abierto de Australia y Wimbledon 2005, Wimbledon y Copa de Maestras 2009 y Abierto de Australia 2017 para la pequeña, y el US Open de 2001 y Wimbledon 2008 para la mayor. Todo queda en casa, pero no.En el único choque que han protagonizado las hermanas Andreeva, Wuhan 2024, fue Erika quien ganó a Mirra. Ahora quizá fuera distinto. Y también con la raqueta se midieron Patrick y John McEnroe, pero había demasiada diferencia entre ellos como para que la rivalidad llegara a ser un problema; el mayor (y más famoso) venció en los tres duelos. Lo mismo pasaba en casa de los Ingebrigtsen , con una clara diferencia entre el velocísimo Jakob y sus hermanos Henri y Filip en el medio fondo. Menos distancia había entre los triatletas Alistair y Jonathan Brownlee; primero y tercero en Londres 2012, primero y segundo en Río 2016. Una forma de pique natural entre hermanos que se magnifica en el deporte: rivales en la pista, doble alegría en casa. O no tanto. Se pelean Marc Márquez y Álex Márquez en la pista mientras Roser y Juliá se desdoblan para arropar, empujar y pedir que no pase nada en dos garajes diferentes. Hoy por hoy, los hermanos de Cervera son los dos mejores del Mundial de MotoGP -Álex lidera la general con 140 puntos, uno más que Marc- y la primera pareja fraternal en subir a los dos primeros cajones de un podio, tanto en Tailandia como en Argentina. Unos Zipi y Zape de éxito. «Se pueden pelear, pero sanamente. Porque si no, la bronca que les caerá en casa será monumental», bromeaba la madre de los pilotos en una entrevista en la ‘Ser’ después del primer triunfo familiar, alegría duplicada porque también el sufrimiento es por dos.Hasta llegar aquí, líder de la clasificación y con todos los halagos y confianza depositadas en él, Álex (28 años) ha tenido, como todos los hermanos pequeños, una puerta abierta y otra cerrada. Abrió el camino su hermano, con las dificultades y las recompensas. Y por allí se coló Álex, que no quiere decir sin esfuerzo, pero sí con ciertas baldosas más firmes que su predecesor. Pero también chocó de frente con el peso de ser el segundo, de llegar detrás, de ser el «hermano de», y de unas expectativas tan altas que bien podrían haber echado por tierra sus ilusiones, sus propios méritos y sus ganas de continuar.Pero se lo pasan bien uno y otro encima de la moto, también fuera. Complicidad extrema que se diluye en la pista porque ahí, profesionalidad a tope. Aunque Álex tenga que subrayarlo cada vez que su hermano lo adelanta: «Dejad de pensar que yo le tengo demasiado respeto a Marc. Soy el primero que quiero batirlo y que quiere ganar. Soy más realista que el resto de la gente porque sé perfectamente cómo es Marc y cuáles son sus puntos fuertes». Incluso empieza a escocerle que la etiqueta continúe sobre su hombros a pesar de todo lo demostrado: «Ya me han hecho esta pregunta muchas veces: ‘¿Cuándo vas a perder el respeto a Marc?’ o ‘Respetas demasiado a Marc’, o algo así, y esa pregunta es irrespetuosa hacia mí», indicaba en la rueda de prensa tras ser segundo en Argentina. Tras vencer el pasado domingo en Jerez, ya no se lo preguntaron.Quizá llegue esta presión sobre uno y otro por haber alcanzado las alturas y los focos, pues no había esta presión en otros apellidos comunes, como los que compartían Aleix y Pol, también unidos por sangre, pero separados por equipos, peleando en cada curva. Y tampoco entre los hermanos Gasol , quizá por disfrutar de un deporte colectivo aunque sí tuvieran que medir fuerzas, técnica y calidad en el parqué. En modo amistoso, Marc y Pau fueron los segundos hermanos en protagonizar el salto del partido de los All-Stars en la NBA, tras los gemelos Dick y Tom Van Arsdale, en 1970 y 1971. Pero sí se olvidaron de fraternidades cuando tuvieron que pelear cuando vestían las camisetas de los Memphis y Los Angeles Lakers. «Los dos somos muy competitivos y siempre ha existido un pique sano; ambos lo sabemos. Si le puedo hacer algún mate en la cara o colocarle algún gorro, que nadie dude de que lo haré», admitía Marc en una entrevista en ‘Público’ en aquel primer enfrentamiento en 2008. Willy y Juancho Hernangómez rivalizaron en el parqué de todas las competiciones: la liga ACB, la Euroliga y la NBA.También en fútbol hay muchos casos de hermanos defendiendo camisetas rivales. Nacho y Álex, con cuatro victorias, dos empates y una derrota para el primero; Jakob Murphy venció a Josh en un Newcastle-Cardiff de 2018 que acabó con abrazo y 0-0; dos choques protagonizaron Roland y Frank de Boer; y hasta tres, con tres equipos diferentes, David y Philippe Degen; seis dividieron la casa de Lars y Sven Bender, y doce la de Hamit y Halil Antintop. Taulant y Granit Xhaka incluso defendieron países diferentes: Albania el mayor y Suiza el pequeño; como Jerome y Kevin-Prince Boateng, con Alemania el primero y Ghana el segundo. No se enfrentaron Michael y Brian Laudrup ni, por el momento Iñaki y Nico Williams.Quitarse hasta los títulosLa final de la Liga de Campeones de balonmano en 2011 enfrentó a Raúl (Barcelona) y Alberto Entrerríos (Ciudad Real), con victoria de este último. «Recuerdo a mi padre en la grada con una camiseta de cada uno en la mano. ¡Ese día tenía una en cada mano! Es raro, porque tú quieres que tu hermano lo haga bien, pero al mismo tiempo quieres ganar. Era un enfrentamiento de sensaciones, de pensamientos… Es extraño, pero eran enfrentamientos bonitos», decía el pequeño en La Liga Sports.Muchos más partidos compartieron Serena y Venus Williams, que lideraron entre las dos el tenis de finales de los 90 y principios de la década de los 2000. Y muchos títulos se robaron la una a la otra, sin que pesara ni mediara cariño fraternal de por medio. Al contrario, Richard, el padre y entrenador de ambas, las espoleaba para que no miraran la cara de la rival, sino solo el objetivo: ganar, ganar y ganar. En el cómputo global, prevaleció la fortaleza de la pequeña, Serena, que ganó 19 encuentros, por doce de la mayor. De estos 31 duelos, nueve fueron en finales, con tres para Venus y seis para Serena, entre los que se incluyen Roland Garros, Wimbledon y US Open 2002, Abierto de Australia y Wimbledon 2005, Wimbledon y Copa de Maestras 2009 y Abierto de Australia 2017 para la pequeña, y el US Open de 2001 y Wimbledon 2008 para la mayor. Todo queda en casa, pero no.En el único choque que han protagonizado las hermanas Andreeva, Wuhan 2024, fue Erika quien ganó a Mirra. Ahora quizá fuera distinto. Y también con la raqueta se midieron Patrick y John McEnroe, pero había demasiada diferencia entre ellos como para que la rivalidad llegara a ser un problema; el mayor (y más famoso) venció en los tres duelos. Lo mismo pasaba en casa de los Ingebrigtsen , con una clara diferencia entre el velocísimo Jakob y sus hermanos Henri y Filip en el medio fondo. Menos distancia había entre los triatletas Alistair y Jonathan Brownlee; primero y tercero en Londres 2012, primero y segundo en Río 2016. Una forma de pique natural entre hermanos que se magnifica en el deporte: rivales en la pista, doble alegría en casa. O no tanto.  

Se pelean Marc Márquez y Álex Márquez en la pista mientras Roser y Juliá se desdoblan para arropar, empujar y pedir que no pase nada en dos garajes diferentes. Hoy por hoy, los hermanos de Cervera son los dos mejores del Mundial de MotoGP – … Álex lidera la general con 140 puntos, uno más que Marc- y la primera pareja fraternal en subir a los dos primeros cajones de un podio, tanto en Tailandia como en Argentina. Unos Zipi y Zape de éxito.

«Se pueden pelear, pero sanamente. Porque si no, la bronca que les caerá en casa será monumental», bromeaba la madre de los pilotos en una entrevista en la ‘Ser’ después del primer triunfo familiar, alegría duplicada porque también el sufrimiento es por dos.

Hasta llegar aquí, líder de la clasificación y con todos los halagos y confianza depositadas en él, Álex (28 años) ha tenido, como todos los hermanos pequeños, una puerta abierta y otra cerrada. Abrió el camino su hermano, con las dificultades y las recompensas. Y por allí se coló Álex, que no quiere decir sin esfuerzo, pero sí con ciertas baldosas más firmes que su predecesor. Pero también chocó de frente con el peso de ser el segundo, de llegar detrás, de ser el «hermano de», y de unas expectativas tan altas que bien podrían haber echado por tierra sus ilusiones, sus propios méritos y sus ganas de continuar.

Pero se lo pasan bien uno y otro encima de la moto, también fuera. Complicidad extrema que se diluye en la pista porque ahí, profesionalidad a tope. Aunque Álex tenga que subrayarlo cada vez que su hermano lo adelanta: «Dejad de pensar que yo le tengo demasiado respeto a Marc. Soy el primero que quiero batirlo y que quiere ganar. Soy más realista que el resto de la gente porque sé perfectamente cómo es Marc y cuáles son sus puntos fuertes». Incluso empieza a escocerle que la etiqueta continúe sobre su hombros a pesar de todo lo demostrado: «Ya me han hecho esta pregunta muchas veces: ‘¿Cuándo vas a perder el respeto a Marc?’ o ‘Respetas demasiado a Marc’, o algo así, y esa pregunta es irrespetuosa hacia mí», indicaba en la rueda de prensa tras ser segundo en Argentina. Tras vencer el pasado domingo en Jerez, ya no se lo preguntaron.

Quizá llegue esta presión sobre uno y otro por haber alcanzado las alturas y los focos, pues no había esta presión en otros apellidos comunes, como los que compartían Aleix y Pol, también unidos por sangre, pero separados por equipos, peleando en cada curva. Y tampoco entre los hermanos Gasol, quizá por disfrutar de un deporte colectivo aunque sí tuvieran que medir fuerzas, técnica y calidad en el parqué. En modo amistoso, Marc y Pau fueron los segundos hermanos en protagonizar el salto del partido de los All-Stars en la NBA, tras los gemelos Dick y Tom Van Arsdale, en 1970 y 1971. Pero sí se olvidaron de fraternidades cuando tuvieron que pelear cuando vestían las camisetas de los Memphis y Los Angeles Lakers. «Los dos somos muy competitivos y siempre ha existido un pique sano; ambos lo sabemos. Si le puedo hacer algún mate en la cara o colocarle algún gorro, que nadie dude de que lo haré», admitía Marc en una entrevista en ‘Público’ en aquel primer enfrentamiento en 2008. Willy y Juancho Hernangómez rivalizaron en el parqué de todas las competiciones: la liga ACB, la Euroliga y la NBA.

También en fútbol hay muchos casos de hermanos defendiendo camisetas rivales. Nacho y Álex, con cuatro victorias, dos empates y una derrota para el primero; Jakob Murphy venció a Josh en un Newcastle-Cardiff de 2018 que acabó con abrazo y 0-0; dos choques protagonizaron Roland y Frank de Boer; y hasta tres, con tres equipos diferentes, David y Philippe Degen; seis dividieron la casa de Lars y Sven Bender, y doce la de Hamit y Halil Antintop. Taulant y Granit Xhaka incluso defendieron países diferentes: Albania el mayor y Suiza el pequeño; como Jerome y Kevin-Prince Boateng, con Alemania el primero y Ghana el segundo. No se enfrentaron Michael y Brian Laudrup ni, por el momento Iñaki y Nico Williams.

Quitarse hasta los títulos

La final de la Liga de Campeones de balonmano en 2011 enfrentó a Raúl (Barcelona) y Alberto Entrerríos (Ciudad Real), con victoria de este último. «Recuerdo a mi padre en la grada con una camiseta de cada uno en la mano. ¡Ese día tenía una en cada mano! Es raro, porque tú quieres que tu hermano lo haga bien, pero al mismo tiempo quieres ganar. Era un enfrentamiento de sensaciones, de pensamientos… Es extraño, pero eran enfrentamientos bonitos», decía el pequeño en La Liga Sports.

Muchos más partidos compartieron Serena y Venus Williams, que lideraron entre las dos el tenis de finales de los 90 y principios de la década de los 2000. Y muchos títulos se robaron la una a la otra, sin que pesara ni mediara cariño fraternal de por medio. Al contrario, Richard, el padre y entrenador de ambas, las espoleaba para que no miraran la cara de la rival, sino solo el objetivo: ganar, ganar y ganar. En el cómputo global, prevaleció la fortaleza de la pequeña, Serena, que ganó 19 encuentros, por doce de la mayor. De estos 31 duelos, nueve fueron en finales, con tres para Venus y seis para Serena, entre los que se incluyen Roland Garros, Wimbledon y US Open 2002, Abierto de Australia y Wimbledon 2005, Wimbledon y Copa de Maestras 2009 y Abierto de Australia 2017 para la pequeña, y el US Open de 2001 y Wimbledon 2008 para la mayor. Todo queda en casa, pero no.

En el único choque que han protagonizado las hermanas Andreeva, Wuhan 2024, fue Erika quien ganó a Mirra. Ahora quizá fuera distinto. Y también con la raqueta se midieron Patrick y John McEnroe, pero había demasiada diferencia entre ellos como para que la rivalidad llegara a ser un problema; el mayor (y más famoso) venció en los tres duelos.

Lo mismo pasaba en casa de los Ingebrigtsen, con una clara diferencia entre el velocísimo Jakob y sus hermanos Henri y Filip en el medio fondo. Menos distancia había entre los triatletas Alistair y Jonathan Brownlee; primero y tercero en Londres 2012, primero y segundo en Río 2016. Una forma de pique natural entre hermanos que se magnifica en el deporte: rivales en la pista, doble alegría en casa. O no tanto.

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