La historia del youtuber que escaló el Everest y ha dividido a la sociedad francesa 

Hace apenas un año y medio, Inoxtag era solo un youtuber seguido por una legión de 7 millones de freaks de los videojuegos… hasta que anunció que escalaría el Everest con apenas 12 meses de entrenamiento y sin tener la más mínima idea de lo que era una montaña. Su anuncio sacudió las redes y como un reguero de pólvora ardiendo, recorrió sus arterias para colarse en el epicentro de las comidillas de los franceses.

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 Inoxtag, un joven de 22 años que solo conocía la vida a través de las pantallas, logra más de 34 millones de visualizaciones con el documental que recoge su recorrido hasta la cima del planeta  

Hace apenas un año y medio, Inoxtag era solo un youtuber seguido por una legión de 7 millones de freaks de los videojuegos… hasta que anunció que escalaría el Everest con apenas 12 meses de entrenamiento y sin tener la más mínima idea de lo que era una montaña. Su anuncio sacudió las redes y como un reguero de pólvora ardiendo, recorrió sus arterias para colarse en el epicentro de las comidillas de los franceses.

Sin término medio, unos le odian, otros le adoran. Si pasas la frontera en Irún y visitas un café de la localidad francesa de Hendaye, todos los feligreses conocen a Inoxtag, cuyo verdadero nombre es Inès Benazzouz (22 años). “Es increíble lo que ha sido capaz de hacer”, sonríe el camarero. “Querrás decir que es increíble lo que han hecho los guías y los sherpas, ¿no? Solo ha demostrado que cualquiera con dinero puede escalar el Everest”. Y entonces se enciende un debate en el bar en el que resulta imposible alcanzar un mínimo consenso. Odioso o no. Falso o no. Ególatra o no. Alpinista o cliente aventajado, el caso es que Inoxtag estrenó su documental recientemente en Youtube y ya cuenta con más de 35 millones de visualizaciones pese a sus casi dos horas y media de duración, dura prueba de concentración para sus jóvenes seguidores acostumbrados a productos de consumo rápido y formato videoclip.

El público espera el inicio de un avance de un documental del Inoxtag titulado ‘Kaizen: 1 año para escalar el Everest’, en el centro de París el 13 de septiembre de 2024.ED JONES (AFP via Getty Images)

Daniel, parisino de 13 años, escaló este verano el Mont Blanc con su padre y un guía. Antes de la cita en Chamonix, apenas había escalado alguna montaña, ni había usado crampones y la nieve que conocía era la de las estaciones de esquí, pero asegura “que el ejemplo de Inoxtag me ha hecho vibrar, me ha permitido descubrir la montaña y ahora la adoro. Sueño con cimas. Me ha cambiado la vida”, reconoce.

Los jóvenes explican el éxito arrollador de Inoxtag, al que siguen como una fuente potencial de inspiración, una luz. Los mensajes que lanza el documental titulado Kaizen (en japonés cambiar a mejor) son sencillos, aunque sospechosos: hay que salir de la habitación para descubrir el mundo, o sin dolor no hay recompensa, o bien la purificación del ser humano a través del deporte repartiendo el mundo entre los que se esfuerzan y los que no lo hacen… Por el camino, olvida recordar que el planeta se asfixia bajo los efectos del cambio climático, denuncian las asociaciones ecologistas francesas.

Los alpinistas alucinan con la tremenda repercusión del documental. No entienden que lo que ellos conocen como algo normalizado sea objeto de una pasión tan desatada entre los jóvenes. Algunos como el gran fotógrafo de montaña Pascal Tournaire o como el célebre himalayista y ex recordman de velocidad en el Everest, Marc Batard, sacuden la cabeza horrorizados mientras se preguntan dónde está el mérito de escalar una montaña reducida a un mero asunto comercial. Para escalar el Everest, cuentan, solo hace falta dinero. Kaizen ha costado 1.200.000 euros, pero sus patrocinadores se frotan las manos ante el retorno publicitario. Incluso los dirigentes de YouTube alucinan. En Francia, los pasados 13 y 14 de septiembre, más de 300.000 espectadores pagaron por ver en las salas de cine del hexágono un documental que podrían haber visto de forma gratuita al día siguiente. Y el 8 de octubre el canal francés TF1 lo ofreció en su programación.

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El metraje recoge la evolución de Inoxtag: desde su vida en su cuarto frente al ordenador hacia el descubrimiento del medio natural y la consecución de logros en la montaña. Al margen de su enorme cuenta de seguidores, Inoxtag es un hijo de su tiempo: sedentario a más no poder, enclaustrado entre cuatro paredes y viviendo su vida a través de las pantallas. Puede que el momento más auténtico del documental tenga como protagonista a su madre, que sin mostrar su rostro ante la cámara suspira aliviada: “Por fin ha entendido que la vida no está frente a las pantallas”. El deporte, y en este caso la montaña, con sus ecos de aventura, parecen acudir al rescate de un tipo aburrido y estresado por su trabajo. Es una vieja historia conocida y a ratos se tiene la sensación de estar siguiendo una de las películas de Rocky Balboa. Aquí, el Everest es el enemigo a noquear y si Sylvester Stallone comía huevos crudos, Inoxtag aprende a alimentarse de forma sana. Y si Stallone corría por las calles sucias, Inoxtag corre por laderas inmaculadas vestido de Nike; y si Rocky hincaba la rodilla sobre el cuadrilátero antes de levantarse, Inoxtag está a punto de no pisar la cima pero acaba haciéndolo.

Los códigos éticos de Inoxtag proceden de los mangas que ha devorado desde que era un niño, no tienen nada que ver con la ética que defienden los alpinistas de élite. Y aunque el influencer denuncia la suciedad de los campos de altura, el robo de bombonas de oxígeno o el abandono de montañeros que agonizan, parece querer decir que todas estas miserias son pequeños inconvenientes con los que lidiar de camino a la cima, lo único realmente importante. Los lloros y la música épica amenizan el fondo del mensaje: serás mejor porque has abrazado un reto difícil, viril y peligroso, porque te has superado a ti mismo.

También existe una contradicción en el recorrido de montaña de un novato como el protagonista. Su guía Mathis Dumas cumple punto por punto el programa habitual de enseñanza: uso de las herramientas, comprensión del medio, progresión lógica o valores propios del montañismo, pero en última instancia acaba fabricando un ser ególatra incapaz de asumir principios del alpinismo tales como el aprendizaje desde la renuncia o la humildad. Y, finalmente, salta a la vista una realidad conocida: si dispones de los mejores medios técnicos y humanos a tu alcance, llegarás a la cima del Everest. O a cualquier cima. Por otro lado, la estructura del filme recuerda al documental 14×8000 de Netflix, visto por millones de usuarios que recoge el periplo del nepalés Nirmal Purja en el Himalaya antes de caer en desgracia por acusaciones de acosos sexual.

YouTube se ha convertido en el alojamiento perfecto de historias de todo tipo. El 6 de octubre se estrenó en este canal el muy esperado documental sobre el escalador Klaas Willems, afectado por una fibrosis quística, que narra su lucha para seguir vivo. Difícilmente alcanzará el éxito de Kaizen, cuyo efecto entre sus jóvenes seguidores resulta un misterio. Al despedirme y salir del bar en Hendaya, los clientes siguen discutiendo sin remedio.

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