Si el mileurismo nació en 2005 como una etiqueta para definir la precariedad salarial a la que se veían abocados una gran parte de los trabajadores en aquella época, casi 20 años después, con los precios de muchos de los bienes disparados, el dosmileurismo se ha convertido en la nueva frontera para delimitar la capacidad de un trabajador para salir adelante sin demasiadas dificultades con su sueldo. Una aspiración adquisitiva que, debido a la contención en las alzas de los sueldos de los últimos años frente al aumento del coste de la vida por la inflación —singularmente en los últimos tres años tras la irrupción del coronavirus— y el disparatado coste de la vivienda, todavía se le sigue resistiendo a una gran parte de los ocupados.
El incremento del precio de la vivienda, de la cesta de la compra y de la mayoría de bienes ha elevado el nuevo baremo salarial digno al que no llegan muchos ocupados
Si el mileurismonació en 2005 como una etiqueta para definir la precariedad salarial a la que se veían abocados una gran parte de los trabajadores en aquella época, casi 20 años después, con los precios de muchos de los bienes disparados, el dosmileurismo se ha convertido en la nueva frontera para delimitar la capacidad de un trabajador para salir adelante sin demasiadas dificultades con su sueldo. Una aspiración adquisitiva que, debido a la contención en las alzas de los sueldos de los últimos años frente al aumento del coste de la vida por la inflación —singularmente en los últimos tres años tras la irrupción del coronavirus— y el disparatado coste de la vivienda, todavía se le sigue resistiendo a una gran parte de los ocupados.
Según los datos publicados este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), cuatro de cada diez trabajadores cobraban menos de 2.000 euros brutos al mes en 2023 —una cifra a la que habría que retirar la parte correspondiente del IRPF y de las cotizaciones sociales para llegar al ingreso final neto—. Concretamente, de los cuatro deciles con menores rentas salariales que contempla la estadística, el de mayores ingresos percibía entonces una media de 1.935,54 euros. Al mismo tiempo, dos de cada diez empleados apenas llegaban a los 1.000 euros, cuando el salario mínimo en este ejercicio para una jornada completa era de 1.084 euros mensuales (en 2024 se elevó hasta los 1.134).
En la distribución por deciles que ofrece el INE —que divide los resultados totales en diez grupos de ingresos— se observa cómo en los últimos tres años, los grupos de ingresos más bajos presentan incrementos salariales absolutos menores en comparación con los deciles más altos. Estos son los que quedan por encima de los 3.000 y los 3.800 euros brutos al mes. Una evolución que consolida la desigualdad existente entre los extremos más alejados de la pirámide salarial.
Pese a todo, la capacidad de que los salarios cubran las necesidades vitales de los trabajadores depende del contexto en el que se enmarquen. La vivienda, por ejemplo, ha experimentado subidas continuas a lo largo del último lustro, y hoy el alquiler medio de un piso de 80 metros cuadrados cuesta, según estimaciones de Fotocasa, 986 euros. Al mismo tiempo, la cesta de la compra ha crecido un 47% en los últimos cuatro años, y el precio del kilovatio hora (Kwh) ha disparado el precio de la luz en más del 50% en los últimos cuatro años.
Dejando al margen el incremento de la carestía de la vida, los salarios experimentaron una subida estadísticamente relevante el año pasado que permitió mitigar la pérdida de poder adquisitivo que venía royendo los bolsillos de los trabajadores durante los ejercicios anteriores. El sueldo medio en España subió un 7,28% en 2023, hasta situarse en los 2.273,01 euros brutos al mes. La subida, de 154,22 euros respecto a 2022, es porcentualmente la más elevada desde 2008 y supera con creces la inflación media registrada el año pasado (3,5%).
De acuerdo con la clasificación por ramas laborales que elabora el organismo estadístico, los salarios más altos los recibieron aquellos trabajadores que se desempeñaron en tareas de suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado (4.067,19 euros); en actividades financieras y de seguros (3.542,95 euros); y los trabajadores de la Administración Pública y defensa, y Seguridad Social obligatoria (2.948,87 euros). Por el contrario, en el escalón más bajo de las remuneraciones se colocaron, un año más, las empleadas del servicio doméstico (1.014,46 euros, por debajo de los 1.080 euros que fijaba el salario mínimo entonces); los trabajadores de la hostelería (1.455,92 euros) y aquellas personas que se ocuparon de tareas en agricultura, ganadería y pesca (1.561,65 euros).
Tipo de jornada
Los datos anteriores reflejan la media de las remuneraciones de todos los trabajadores, independientemente de la tipología de su relación laboral. Disgregando entre aquellos que lo hicieron a jornada completa y de manera parcial, los primeros cobraron un salario medio de 2.503,81 euros en 2023, por los 915,68 de los otros. Las subidas salariales para ambos casos fueron de un 7,36% y otro 2,74%, respectivamente. En función de esta separación, se observa que solo aquellos con un trabajo a tiempo completo experimentaron una mejora por encima del incremento del coste de la vida.
El INE también permite realizar distinciones por edad. Siguiendo esta clasificación, fueron los trabajadores de entre 45 y 54 años —los más numerosos, por otra parte, entre el total de ocupados— quienes recibieron sueldos más elevados que el resto: 2.522,24 euros de media. Como sucede también en la comparativa anual, los más jóvenes, de entre 16 y 24 años, volvieron a ser los peor remunerados: 1.378,44 euros.
Por encima de esta fotografía, el instituto estadístico vuelve a evidenciar la existencia de la brecha de género en el reparto salarial. Mientras que los hombres percibieron de media 2.467,88 euros, las mujeres ingresaron 2.063,18; 400 euros menos. Una diferencia que, además, crece respecto a los resultados de 2022, cuando la distancia fue de 366,24 euros.
La diferencia en la cuantía de las rentas del trabajo queda también al descubierto en la distinción por territorios, en una dinámica estadística que sigue comportándose igual que en los últimos años. En 2023, los sueldos del País Vasco volvieron a ser los más generosos (2.624,29 euros); seguidos de los que percibieron los trabajadores de la Comunidad de Madrid (2.575,46 euros); y los de Cataluña (2.439,14 euros).
La distancia es significativa en comparación con aquellas regiones con las pagas más bajas: Extremadura (1.915,94 euros), Canarias (1.987,86 euros) y Murcia (2.027,22 euros). Según esta tabla, el único lugar en el que los salarios bajaron respecto a 2022 fue en Baleares, donde el sueldo medio pasó de 2.305,80 euros a 2.237,14.
Donde no se produjeron grandes cambios fue en las renumeraciones percibidas en función del nivel de formación de los empleados. Aquellos con un título de educación superior recibieron de media unos sueldos de 2.802,40 euros; por los 1.522,51 de aquellos con tan solo estudios de primaria.
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