En noviembre de 2022, en plena investigación del caso Plusvalenze, por el que aún se sigue enjuiciando a Andrea Agnelli, acusado de inflar plusvalías generadas por la compra y la venta de jugadores, y de la manipular salarios, entre otros delitos, el histórico dueño de la Juventus decidió dar un paso al lado para así no manchar, aún más, la reputación del club bianconeri. Lo hizo ya con una Juventus en decadencia, y no solo institucional. En los últimos cinco años, solo han ganado una Copa de Italia, y su modelo deportivo no parece tocar fondo. Continuos cambios de entrenador y director deportivo, una plantilla irreconocible y una afición hastiada. Noticia Relacionada FÚTBOL estandar No El calvario de Pogba encuentra luz en el Mónaco ESTÍBALIZ ALCÍVAR El campeón del mundo, suspendido por dopaje desde 2023, firma con el club monegasco para reencontrarse con el fútbolUn salto al vacío sin paracaídas bajo el paraguas de John Elkann , nieto de Gianni, primo de Andrea y heredero del club tras la renuncia de este. Sin rumbo sobre el césped, su trabajo en los despachos también deja bastante que desear. La prueba más reciente estuvo aquí, en Estados Unidos, cuando el miércoles 18 de junio, solo seis horas antes del debut de la Juventus en el Mundial, una amplia delegación del club decidió visitar a Donald Trump en la Casa Blanca. Fue un cortejo tan surrealista como polémico. Allí estaba Elkann junto a Maurizio Scanavino, el CEO de la Juventus, Damien Comolli, el director general, y Chiellini, el responsable de estrategia del departamento de fútbol. Además, también estaba Infantino , presidente de la FIFA, Tudor, el cuestionado entrenador al que llevan un mes buscándole sustituto y no logran dar con nadie que acepte el cargo, y una importante representación de la plantilla, con la estrella Vlahovic y los dos internacionales norteamericanos, McKennie y Weah, entre ellos. Fueron 17 minutos de presencia en el despacho oval en los que Donald Trump tocó todos los palos. El presidente número 47 de los Estados Unidos empleó la visita de la Juventus para deslizar su idea de bombardear las instalaciones nucleares de Irán, algo que consumaría tres días más tarde, de lo evitable que fue la Guerra de Secesión o de por qué una mujer no podía jugar con la Juventus masculina. «Realmente, fue una sorpresa. De repente, nos dijeron que teníamos que ir y no hubo opción a decir que no. Y fue todo muy raro, sobre todo cuando empezó a hablar de Irán. Entonces, pensé: ‘Solo quiero jugar al fútbol, tío’», explicó Timothy Weah, hijo del legendario George. Curiosa la posición de Timothy . O, al menos, distinta a la de su padre. A pesar de que Liberia está marcada en rojo por Trump, George (presidente de su país entre 2018 y 2024) felicitó efusivamente a Donald tras ganar las elecciones en noviembre. «La historia de su notable regreso como líder de un mundo libre demuestra el poder de la resiliencia y el trabajo duro, así como la aceptación del pueblo estadounidense de su programa para el país», escribió en sus redes sociales. Su hijo, como McKennie , no comulgó con la felicitación del único Balón de Oro africano de la historia. De hecho, el segundo capitán de la Juventus ya mostró públicamente su repulsa a Trump en junio de 2020, durante las protestas del Black Lives Matter, en el primer mandato de Donald: «No creo que Trump sea el presidente adecuado para Estados Unidos. Es un ignorante, no cumple su palabra y no entiende la responsabilidad que tiene con todo el país. Para mí es un racista».El vínculo de la familia Agnelli con Donald Trump, manifestado públicamente en esa insospechada visita, es una muestra más del poder y la influencia de esta familia en Estados Unidos desde hace más de setenta años. Su imperio, FCA (Fiat Chrysler Automobiles), es uno de los conglomerados de automoción más potentes del mundo, y el número uno de Estados Unidos, incluso por delante de Ford. De hecho, La familia Agnelli se vanagloriaba durante los años sesenta y setenta de ser la única familia en el mundo que levantaba el teléfono y en cinco minutos había hablado con el presidente de EE.UU. y también con el de la URSS. Hoy, lo sigue haciendo con la primera parte, pero por el camino arrastra a una institución del fútbol italiano que pasa por uno de sus peores momentos deportivos e institucionales. En noviembre de 2022, en plena investigación del caso Plusvalenze, por el que aún se sigue enjuiciando a Andrea Agnelli, acusado de inflar plusvalías generadas por la compra y la venta de jugadores, y de la manipular salarios, entre otros delitos, el histórico dueño de la Juventus decidió dar un paso al lado para así no manchar, aún más, la reputación del club bianconeri. Lo hizo ya con una Juventus en decadencia, y no solo institucional. En los últimos cinco años, solo han ganado una Copa de Italia, y su modelo deportivo no parece tocar fondo. Continuos cambios de entrenador y director deportivo, una plantilla irreconocible y una afición hastiada. Noticia Relacionada FÚTBOL estandar No El calvario de Pogba encuentra luz en el Mónaco ESTÍBALIZ ALCÍVAR El campeón del mundo, suspendido por dopaje desde 2023, firma con el club monegasco para reencontrarse con el fútbolUn salto al vacío sin paracaídas bajo el paraguas de John Elkann , nieto de Gianni, primo de Andrea y heredero del club tras la renuncia de este. Sin rumbo sobre el césped, su trabajo en los despachos también deja bastante que desear. La prueba más reciente estuvo aquí, en Estados Unidos, cuando el miércoles 18 de junio, solo seis horas antes del debut de la Juventus en el Mundial, una amplia delegación del club decidió visitar a Donald Trump en la Casa Blanca. Fue un cortejo tan surrealista como polémico. Allí estaba Elkann junto a Maurizio Scanavino, el CEO de la Juventus, Damien Comolli, el director general, y Chiellini, el responsable de estrategia del departamento de fútbol. Además, también estaba Infantino , presidente de la FIFA, Tudor, el cuestionado entrenador al que llevan un mes buscándole sustituto y no logran dar con nadie que acepte el cargo, y una importante representación de la plantilla, con la estrella Vlahovic y los dos internacionales norteamericanos, McKennie y Weah, entre ellos. Fueron 17 minutos de presencia en el despacho oval en los que Donald Trump tocó todos los palos. El presidente número 47 de los Estados Unidos empleó la visita de la Juventus para deslizar su idea de bombardear las instalaciones nucleares de Irán, algo que consumaría tres días más tarde, de lo evitable que fue la Guerra de Secesión o de por qué una mujer no podía jugar con la Juventus masculina. «Realmente, fue una sorpresa. De repente, nos dijeron que teníamos que ir y no hubo opción a decir que no. Y fue todo muy raro, sobre todo cuando empezó a hablar de Irán. Entonces, pensé: ‘Solo quiero jugar al fútbol, tío’», explicó Timothy Weah, hijo del legendario George. Curiosa la posición de Timothy . O, al menos, distinta a la de su padre. A pesar de que Liberia está marcada en rojo por Trump, George (presidente de su país entre 2018 y 2024) felicitó efusivamente a Donald tras ganar las elecciones en noviembre. «La historia de su notable regreso como líder de un mundo libre demuestra el poder de la resiliencia y el trabajo duro, así como la aceptación del pueblo estadounidense de su programa para el país», escribió en sus redes sociales. Su hijo, como McKennie , no comulgó con la felicitación del único Balón de Oro africano de la historia. De hecho, el segundo capitán de la Juventus ya mostró públicamente su repulsa a Trump en junio de 2020, durante las protestas del Black Lives Matter, en el primer mandato de Donald: «No creo que Trump sea el presidente adecuado para Estados Unidos. Es un ignorante, no cumple su palabra y no entiende la responsabilidad que tiene con todo el país. Para mí es un racista».El vínculo de la familia Agnelli con Donald Trump, manifestado públicamente en esa insospechada visita, es una muestra más del poder y la influencia de esta familia en Estados Unidos desde hace más de setenta años. Su imperio, FCA (Fiat Chrysler Automobiles), es uno de los conglomerados de automoción más potentes del mundo, y el número uno de Estados Unidos, incluso por delante de Ford. De hecho, La familia Agnelli se vanagloriaba durante los años sesenta y setenta de ser la única familia en el mundo que levantaba el teléfono y en cinco minutos había hablado con el presidente de EE.UU. y también con el de la URSS. Hoy, lo sigue haciendo con la primera parte, pero por el camino arrastra a una institución del fútbol italiano que pasa por uno de sus peores momentos deportivos e institucionales.
En noviembre de 2022, en plena investigación del caso Plusvalenze, por el que aún se sigue enjuiciando a Andrea Agnelli, acusado de inflar plusvalías generadas por la compra y la venta de jugadores, y de la manipular salarios, entre otros delitos, el histórico dueño … de la Juventus decidió dar un paso al lado para así no manchar, aún más, la reputación del club bianconeri. Lo hizo ya con una Juventus en decadencia, y no solo institucional. En los últimos cinco años, solo han ganado una Copa de Italia, y su modelo deportivo no parece tocar fondo. Continuos cambios de entrenador y director deportivo, una plantilla irreconocible y una afición hastiada.
Un salto al vacío sin paracaídas bajo el paraguas de John Elkann, nieto de Gianni, primo de Andrea y heredero del club tras la renuncia de este. Sin rumbo sobre el césped, su trabajo en los despachos también deja bastante que desear. La prueba más reciente estuvo aquí, en Estados Unidos, cuando el miércoles 18 de junio, solo seis horas antes del debut de la Juventus en el Mundial, una amplia delegación del club decidió visitar a Donald Trump en la Casa Blanca.
Fue un cortejo tan surrealista como polémico. Allí estaba Elkann junto a Maurizio Scanavino, el CEO de la Juventus, Damien Comolli, el director general, y Chiellini, el responsable de estrategia del departamento de fútbol. Además, también estaba Infantino, presidente de la FIFA, Tudor, el cuestionado entrenador al que llevan un mes buscándole sustituto y no logran dar con nadie que acepte el cargo, y una importante representación de la plantilla, con la estrella Vlahovic y los dos internacionales norteamericanos, McKennie y Weah, entre ellos.
Fueron 17 minutos de presencia en el despacho oval en los que Donald Trump tocó todos los palos. El presidente número 47 de los Estados Unidos empleó la visita de la Juventus para deslizar su idea de bombardear las instalaciones nucleares de Irán, algo que consumaría tres días más tarde, de lo evitable que fue la Guerra de Secesión o de por qué una mujer no podía jugar con la Juventus masculina. «Realmente, fue una sorpresa. De repente, nos dijeron que teníamos que ir y no hubo opción a decir que no. Y fue todo muy raro, sobre todo cuando empezó a hablar de Irán. Entonces, pensé: ‘Solo quiero jugar al fútbol, tío’», explicó Timothy Weah, hijo del legendario George.
Curiosa la posición de Timothy. O, al menos, distinta a la de su padre. A pesar de que Liberia está marcada en rojo por Trump, George (presidente de su país entre 2018 y 2024) felicitó efusivamente a Donald tras ganar las elecciones en noviembre. «La historia de su notable regreso como líder de un mundo libre demuestra el poder de la resiliencia y el trabajo duro, así como la aceptación del pueblo estadounidense de su programa para el país», escribió en sus redes sociales.
Su hijo, como McKennie, no comulgó con la felicitación del único Balón de Oro africano de la historia. De hecho, el segundo capitán de la Juventus ya mostró públicamente su repulsa a Trump en junio de 2020, durante las protestas del Black Lives Matter, en el primer mandato de Donald: «No creo que Trump sea el presidente adecuado para Estados Unidos. Es un ignorante, no cumple su palabra y no entiende la responsabilidad que tiene con todo el país. Para mí es un racista».
El vínculo de la familia Agnelli con Donald Trump, manifestado públicamente en esa insospechada visita, es una muestra más del poder y la influencia de esta familia en Estados Unidos desde hace más de setenta años. Su imperio, FCA (Fiat Chrysler Automobiles), es uno de los conglomerados de automoción más potentes del mundo, y el número uno de Estados Unidos, incluso por delante de Ford. De hecho, La familia Agnelli se vanagloriaba durante los años sesenta y setenta de ser la única familia en el mundo que levantaba el teléfono y en cinco minutos había hablado con el presidente de EE.UU. y también con el de la URSS. Hoy, lo sigue haciendo con la primera parte, pero por el camino arrastra a una institución del fútbol italiano que pasa por uno de sus peores momentos deportivos e institucionales.
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