Los zapatos respetuosos se desaconsejan «en críos que se caen con frecuencia, desgastan más la suela de un lado que de otro o tienen molestias» Los zapatos respetuosos se desaconsejan «en críos que se caen con frecuencia, desgastan más la suela de un lado que de otro o tienen molestias»
Son los zapatos de moda, el calzado respetuoso, también conocido como ‘barefoot’, ese que imita la forma de andar descalzo y que arrasa sobre todo entre los más pequeños por sus supuestos beneficios para el desarrollo del pie. Pero, ¿este tipo de calzado flexible, con suela plana y sin apenas refuerzo es realmente bueno para los críos?, se preguntan muchos padres ante esta nueva tendencia. «Son beneficiosos para la salud de los pies, sí, pero no sirven para todos», advierten los podólogos.
«Ahora hay una cierta predisposición a pensar que este tipo de zapatos son ideales para todo el mundo… y no es así. Antes de comprar el calzado para el nuevo curso es muy importante no dejarse llevar por modas y tener en cuenta la morfología del pie de cada crío. No cabe duda de que los ‘barefoot’ son una muy buena opción para promover la salud de nuestros pies, pero no es el calzado más adecuado para todos los niños ni siquiera para todos los adultos. Se desaconseja, por ejemplo, en críos que se caen con frecuencia, que desgastan más la suela de una lado que de otro, con pies valgos ( los talones se tornan hacia afuera y las puntas de los pies hacia adentro) o cavos (exceso de altura del arco plantar)», insiste la podóloga Cristina Martínez, miembro de la de junta directiva del Colegio Oficial de Podología de la Comunidad Valenciana (ICOPCV).
En estos casos, llevar calzado respetuoso «supone un mayor riesgo de padecer lesiones y molestias si no se introducen de forma progresiva y, además, no siempre son duraderos para el uso intensivo del cole», argumentan los expertos.
Poco a poco
«Ahora estamos tomando conciencia sobre este asunto y la importancia de que el calzado respete la anatomía de nuestros miembros inferiores, el problema es que con los años, nuestros pies se han ido acostumbrando a esas hormas poco respetuosas y pasar de un tipo de calzado a otro requiere una transición para que se adapte todo el sistema de movimiento corporal y no padecer enfermedades o alteraciones biomecánicas», añade el podólogo Jorge Escoto.
Entre los beneficios que se le atribuyen al calzado ‘barefoot’ destacan tres: «Favorece el desarrollo muscular y articular del pie, que permite la propiocepción –el pie reconoce el terreno que pisa–, evita las deformidades que puede causar un calzado demasiado rígido o estrecho y aporta mayor comodidad y ligereza».
Antes de comprar
Si el niño no tiene problemas de pisada ni otras necesidades especiales, el primer paso antes de comprar un calzado ‘barefoot’ es comprobar que realmente es respetuoso, porque algunas marcas se aprovechan de que este tipo de zapatos están de moda para subirse al carro de esta tendencia y vender como respetuosos sandalias, zapatillas de deporte o zapatos que no lo son. «Tienen que tener la puntera ancha, suela flexible y un contrafuerte inexistente o mínimo. Además, es fundamental probar varios modelos y tallas porque cada crío tiene su forma y es muy importante adaptar el calzado a las necesidades reales del pie en crecimiento», explica Cristina Martínez.
También se aconseja revisar que el calzado «no tenga costuras internas que puedan molestar al niño, que esté fabricado en materiales naturales como la piel y que favorezca la comodidad y la durabilidad», coinciden ambos expertos.
Cómo elegir bien el calzado de los niños
1. El material: «Escoge un calzado de piel porque ayudará a la transpirabilidad del pie y se adaptará a su contorno sin provocar lesiones», explica el podólogo Jorge Escoto.
2. La talla: La pauta que se debe seguir en este caso es que en el espacio entre el talón y el zapato podamos meter un dedo de la mano. Esto equivale a que debe existir un margen de entre 1 o 1,5 centímetros. «Si se compra más grande, se corre el riesgo de que al niño le baile el pie dentro del calzado, aumente su inestabilidad y provoque alguna lesión que se podría haber evitado».
3. La plantilla: Tiene que estar confeccionada con materiales con alta capacidad de amortiguación y ser extraíble, «de esta forma, si es necesario introducir un tratamiento ortopodológico podría hacerse sin causar presiones en los pies».
4. Sujeción: El pie debe estar bien sujeto, por lo que la recomendación de los expertos es que vaya acordonado o con velcro para que se pueda ajustar al contorno del pie del niño de forma cómoda y controlada.
5. Evitar los zapatos ‘heredados’: Llevar los zapatos de los hermanos o de los primos es una práctica muy frecuente. Sin embargo, los podólogos alertan de los problemas que puede ocasionar este calzado ‘heredado’ en el pie del niño: desde rozaduras hasta contagio por hongos y, en los casos más graves, deformidades, generación de patologías derivadas de un mal apoyo o la alteración de su manera de caminar.
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