La serie que busca cambiar la mirada sensual: “El arte no puede estar por encima de las personas en las escenas de sexo” 

El término “mirada femenina” (o female gaze en su popular anglicismo) se utiliza en cine para hablar de las obras narradas desde la perspectiva de las mujeres, sin objetivizarlas ni en argumento ni en imágenes. Si el séptimo arte hubiera prestado más atención a esta mirada, el término ni existiría. La periodista y crítica cinematográfica Iris Brey (París, 41 años) publicó en 2020 un ensayo para analizar su evolución. Dos años después, decidió que debía pasar a la acción. Quería dejar de teorizar y llevarlo a la práctica con un cambio real. Su primera serie iba a estar bañada por la mirada y deseo sexual femenino. El proyecto era un drama romántico lésbico, y se llamaba Split.

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 La investigadora Iris Brey explora en ‘Split’ una relación romántica lésbica en la que la pasión se coreografía mediante la “mirada femenina”, y con un 80% del equipo femenino: “No quiero reproducir el sistema de opresión en nombre del cine”  

El término “mirada femenina” (o female glaze en su popular anglicismo) se utiliza en cine para hablar de las obras narradas desde la perspectiva de las mujeres, sin objetivizarlas ni en argumento ni en imágenes. Si el séptimo arte hubiera prestado más atención a esta mirada, el término ni existiría. La periodista y crítica cinematográfica Iris Brey (París, 41 años) publicó en 2020 un ensayo para analizar su evolución. Dos años después, decidió que debía pasar a la acción. Quería dejar de teorizar y llevarlo a la práctica con un cambio real. Su primera serie iba a estar bañada por la mirada y deseo sexual femenino. El proyecto era un drama romántico lésbico, y se llamaba Split.

Su estreno coincidió con el éxito de películas que ponían en negro sobre blanco la perspectiva de las directoras: La sustancia, Babygirl, Una joven prometedora… En el centro de Split, disponible bajo demanda en las operadoras con SundanceTV, se encuentran una actriz con pareja masculina y una especialista de cine que comienzan una relación amorosa y sexual de autodescubrimiento. Un conflicto que sirve para tratar temas como el deseo o el aborto. Ellas son Alma Jodorowsky, supermodelo y nieta del cineasta chileno Alejandro Jodorowsky, y Jehnny Beth, exlíder del grupo musical Savages. El mensaje feminista también se traslada detrás de las cámaras: el 80% del equipo fue femenino.

En mi primer libro, Sexo y series (Héroes de papel), descubrí que la televisión era perfecta para contar historias feministas, hablar de la sexualidad de la mujer… sirve para inclinar la balanza contra la pornografía. Crea nuevas imágenes y narrativas en la vida del espectador”, explica Brey, durante las jornadas de Unifrance para promocionar el audiovisual francés a las que EL PAÍS fue invitado en enero. En su libro, analizabaSexo en Nueva York, Friends, Buffy, Girls, Masters of Sex, Orange is the New Black o Transparent. “En muchos aspectos, Split es política. Es una historia de una mujer que conoce a otra, y donde el hombre no es antagonista. Simplemente quiere experimentar algo nuevo. No quería que la rivalidad marcara la historia, sino crear una ficción sin tópicos simplistas”, analiza.

También quería ser política en la forma de producirla. Con un equipo femenino, diversidad racial y LGTBIQ+. “Que todas las voces contaran”, resume: “Como académica estás sola escribiendo en tu habitación. Aquí sentí que creaba en grupo”. Y organizarlo era relevante para ella. Para que esa energía femenina se trasladara también a las muy explícitas escenas sexuales, con la ayuda de una coordinadora de intimidad.

La directora Iris Brey, en el festival Series Mania, en 2023.
La directora Iris Brey, en el festival Series Mania, en 2023.Sylvain Lefevre (Getty Images)

“Era muy importante que las actrices sintieran que valoramos su salud mental, y que se expresaran libremente en plató. No quería destruir a nadie por el camino, robarles algo. En Francia todavía es algo atípico”, asegura Brey. La figura es ya habitual en los rodajes, pero todavía es atacada por alguno. La ganadora al Oscar Anora no utilizó, por ejemplo, coordinadores de intimidad para dar, decían, más naturalidad. Ella lo discute: “Todavía existe la creencia de que la magia del cine sucede por accidente. Yo creo que ese accidente, especialmente en las escenas del sexo, puede tener consecuencias serias en la salud mental y cuerpo de las actrices. Para mí la magia sucede cuando estamos a una. Creo que mis escenas de sexo lucen más naturales y sexy. Pensamos en cómo van a respirar, se miran, se besan… en un espacio donde son libres para ser sus personajes”.

Cómo y dónde colocar la cámara era básico. Su editor masculino, por ejemplo, decidió dejar fuera de montaje los planos donde limpian una copa menstrual ensangrentada. A él no le interesaba, no lo entendía. “Es nuestra rutina, pero para él no significaba nada. Son cosas que han sido borradas, pero es nuestra experiencia”, explica la directora, que la volvió a incluir. En la primera imagen de la serie, la protagonista aparece con los brazos en alto y sobacos sin afeitar. Brey solo se dio cuenta al leer las críticas de lo rompedor de este gesto corriente.

Las actrices lo ven como uno de los puntos más interesantes de Split. Contaban, por ejemplo, con cinco maneras de besarse, según grados de pasión. La directora era quien marcaba qué número tocaba. Un “baile de lenguas”, bromea Jodorowsky. “Normalmente son las escenas que menos ensayamos, lo que es muy jodido. Todo se calcula, menos el sexo. Pero porque no haya diálogo, no significa que los personajes no hablen con ello”, explica Beth con mucha energía en una charla entre las actrices. El sexo, de hecho, evoluciona durante los cinco capítulos para informar del momento en el que se encuentra cada personaje. Para contarlo, todo estaba ensayado: “No tienes el mismo sexo la primera vez que ves a otro desnudo o la número 100, y el cine nunca toma eso en consideración. Siempre es el mismo movimiento, y es muy poco interesante. Yo quería que se rieran, comieran y hablaran durante el sexo. Es la vida”, argumenta la directora.

Excitación sexual
Nicole Kidman y Harris Dickinson en una escena de ‘Babygirl’ (2024), uno de los ejemplos de la mirada femenina reciente en el cine.Courtesy Everett Collection / Cordon Press

Construir esta coreografía era esencial. “Fue lo más interesante del rodaje, sabíamos exactamente qué hacer. Era natural, y cada escena estaba pautada por la directora de fotografía. Sabíamos cómo nos iba a grabar. Tomas distancia al rodarlo porque está pautado, es un espacio de trabajo. Curiosamente, luego se ve más sexy”, explica Jodorowsky, y concuerda su pareja: “Al principio es mucha teoría, pero después se trabaja como el resto de escenas o más, y se rueda rápido”. Una coreografía similar a la que hacen los especialistas de escenas de acción, protagonistas también de este relato.

Aunque se encuentre en un hotel reconvertido en el mayor mercado de venta de producciones francesas al mundo, Brey es especialmente crítica con la mirada y los esfuerzos que ha hecho su país contra la mirada femenina y el Me Too, sobre el que ha escrito y teorizado: “En Francia hay una resistencia al Me Too y seguimos teniendo la idea de que el director es el ser más poderoso”, apunta. “El director puede decidir lo que quiera y tiene todo el poder sobre el cuerpo de las actrices. No entiendo cómo nos hemos habituado a esa idea, no está bien ni legal ni éticamente. Se piensa que en nombre del arte, podemos hacer lo que sea, conseguir las imágenes que queramos. Pero, aunque hagas arte, no puedes arruinar la vida de otros y tratar mal a personas en su nombre. El arte no debe ponerse por encima. Pienso en todas las actrices que han dejado de trabajar por ello, que han desaparecido”, explica. Como Adèle Haenel, de Retrato de una mujer en llamas, que se retiró por la protección a Gérard Depardieu, Roman Polanski y Dominique Boutonnat. “No quiero reproducir el sistema de opresión en nombre del arte. No merece la pena. Valoro su vida más”, argumenta.

Carey Mulligan, en un momento de ‘Una joven prometedora’, una de las películas que habló de la perspectiva femenina.
Carey Mulligan, en un momento de ‘Una joven prometedora’, una de las películas que habló de la perspectiva femenina.Focus Features

Para ella, esa mirada es simplemente una manera de entregar “más poder” al espectador y que tenga herramientas para entender y sentir la puesta en escena: “No quiero explicarlo todo con palabras. Colocar la cámara es poder. Para no tratar a las personas como objetos. Una vez que ves la mirada masculina, no puedes dejar de verla”. De hecho, lo ve como lo contrario a la censura: “Se puede decir y hacer todo, pero el espectador debe poseer las herramientas para entender cómo reacciona y se siente ante ciertas decisiones estéticas”.

Hoy se presta atención a películas con perspectiva femenina, sí, pero Brey desconfía con los cantos de sirena que anuncian cambio: “Tenemos que tener cuidado y mirar la historia. Hay más atención, pero cuando la pionera cineasta Alice Guy creó sus películas, no pensó que sería borrada de la historia, y lo fue. Soy cauta. Siempre han existido este cine, pero la mayoría ha desaparecido”, advierte.

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