Lamine sólo marca de madrugada

Un penalti anulado por el VAR y un gol de Mbappé que corrió la misma suerte, fueron lo justo, una justicia que claramente contrasta con el atávico victimismo arbitral de la comarca visitante. Si en los partidos anteriores Fermín demostró que es sensacional cuando depende de su fuerza explosiva, en el Bernabéu aprendimos que es lo mismo pero al revés cuando tiene que pensar y tomar decisiones. Lo que no fue ningún aprendizaje porque ya se sabía de mucho antes, es que Lamine Yamal empieza a ser carga para su equipo toda vez que el rey de la madrugada en los hoteles de lujo de su ciudad.El segundo gol de Mbappé subió al marcador pero lo habían subido mucho antes al cerebro de Hansi Flick, Alejandro Echevarría y Deco cuando le advirtieron de que a su línea defensiva le habían descubierto el truco. Con demasiada facilidad se pudo Bellingham dar la vuelta y poner al francés el balón definitivo. Presión débil. Falta de tensión competitiva. Sólo Tec, providencial, evitaba que a la media hora la goleada local fuera un escándalo. Un Barça indolente, retórico en su posesión, menguado por la incomparecencia de su estrella. Un Barça voluntarioso pero que no daba para más y sólo gracias a la soberbia actuación de su portero permanecía en el partido. Ante los insistentes regalos de la defensa local pudo empatar, Fermín mediante, cuando más ahogado estaba por el incesante martilleo local. Otra demostración de fuerza poco pensada. El Barça necesitó muy poco marcar y el Madrid, demasiado. Más por demérito madridista -ni se puede fallar tanto delante, ni temblar tanto detrás- que por méritos propios -con la alta excepción de Tec-, los azulgrana tuvieron un respiro con el empate y hasta una ocasión para ponerse por delante, pero era un espejismo y el Madrid se encargó de aclararlo.Xabi Alonso parecía el equipo emergente, con ganas de futuro, todavía imperfecto, muy inocente, pero creciendo alrededor de una idea; y Flick era como si sus jugadores -con unos registros, sobre todo defensivos, pésimos – hubieran subido a hacerle compañía en la grada. Eric se lamentó mucho del penalti por mano que le pitaron, pero el caso es que alzó el brazo, queriendo o no, y desvió al hacerlo la trayectoria del balón. De poco importó su queja, y a pesar de ella el castigo, porque era la tarde de Tec, que acudió una vez más al rescate de sus compañeros y en una parada que tuvo mucho más de talento que de suerte, desvió el buen disparo de Mbappé. Pero el Barça tenía muy poca energía, pocos cambios interesantes -Araujo y Casadó entraron por Eric y Ferran-, y lo único que le acercaba al empate era que el Madrid no marcaba el tercero.Este Barça no necesita fichar a nadie , ni a un nuevo entrenador ni grandes cambios de idea futbolística. Sólo necesita que a Lamine Yamal recuerde que le pagan por marcar en el terreno de juego y no en las juergas de madrugada que monta con su novia en los hoteles de lujo de Barcelona. Un penalti anulado por el VAR y un gol de Mbappé que corrió la misma suerte, fueron lo justo, una justicia que claramente contrasta con el atávico victimismo arbitral de la comarca visitante. Si en los partidos anteriores Fermín demostró que es sensacional cuando depende de su fuerza explosiva, en el Bernabéu aprendimos que es lo mismo pero al revés cuando tiene que pensar y tomar decisiones. Lo que no fue ningún aprendizaje porque ya se sabía de mucho antes, es que Lamine Yamal empieza a ser carga para su equipo toda vez que el rey de la madrugada en los hoteles de lujo de su ciudad.El segundo gol de Mbappé subió al marcador pero lo habían subido mucho antes al cerebro de Hansi Flick, Alejandro Echevarría y Deco cuando le advirtieron de que a su línea defensiva le habían descubierto el truco. Con demasiada facilidad se pudo Bellingham dar la vuelta y poner al francés el balón definitivo. Presión débil. Falta de tensión competitiva. Sólo Tec, providencial, evitaba que a la media hora la goleada local fuera un escándalo. Un Barça indolente, retórico en su posesión, menguado por la incomparecencia de su estrella. Un Barça voluntarioso pero que no daba para más y sólo gracias a la soberbia actuación de su portero permanecía en el partido. Ante los insistentes regalos de la defensa local pudo empatar, Fermín mediante, cuando más ahogado estaba por el incesante martilleo local. Otra demostración de fuerza poco pensada. El Barça necesitó muy poco marcar y el Madrid, demasiado. Más por demérito madridista -ni se puede fallar tanto delante, ni temblar tanto detrás- que por méritos propios -con la alta excepción de Tec-, los azulgrana tuvieron un respiro con el empate y hasta una ocasión para ponerse por delante, pero era un espejismo y el Madrid se encargó de aclararlo.Xabi Alonso parecía el equipo emergente, con ganas de futuro, todavía imperfecto, muy inocente, pero creciendo alrededor de una idea; y Flick era como si sus jugadores -con unos registros, sobre todo defensivos, pésimos – hubieran subido a hacerle compañía en la grada. Eric se lamentó mucho del penalti por mano que le pitaron, pero el caso es que alzó el brazo, queriendo o no, y desvió al hacerlo la trayectoria del balón. De poco importó su queja, y a pesar de ella el castigo, porque era la tarde de Tec, que acudió una vez más al rescate de sus compañeros y en una parada que tuvo mucho más de talento que de suerte, desvió el buen disparo de Mbappé. Pero el Barça tenía muy poca energía, pocos cambios interesantes -Araujo y Casadó entraron por Eric y Ferran-, y lo único que le acercaba al empate era que el Madrid no marcaba el tercero.Este Barça no necesita fichar a nadie , ni a un nuevo entrenador ni grandes cambios de idea futbolística. Sólo necesita que a Lamine Yamal recuerde que le pagan por marcar en el terreno de juego y no en las juergas de madrugada que monta con su novia en los hoteles de lujo de Barcelona.  image

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