Las mujeres de más de 60 años resisten como principal dique frente al avance electoral de Vox

Teresa García se siente parte de un espacio menguante: el de quienes tienen claro —“clarísimo”, recalca— que Vox no es una opción. A sus 73 años, esta maestra jubilada residente en Jerez de la Frontera (Cádiz) detecta un apoyo “casi nulo” a Santiago Abascal en su entorno. Pero no solo en su entorno de amigos, sino sobre todo entre sus coetáneas: “Observo que a las mujeres que vivimos la dictadura, que tuvimos que desaprender lo aprendido entonces, nos da miedo que Vox nos vuelva a hundir en la miseria”, afirma. Ahora bien, también percibe que ese “miedo” se disipa fuera de su espacio menguante. “Basta poner la oreja en cualquier conversación en la calle o en la piscina. Los hombres de mi edad pueden ser más conservadores [que las mujeres], pero no suelen ser de Vox. Ahora bien, si oyes sobre todo a algunos chavales jóvenes, ¡uf!”.

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 La población femenina, los grupos de más edad y las personas LGTBIQ+ lastran a Abascal, que sigue su ascenso y ya lidera la intención de voto de hombres y jóvenes  

Teresa García se siente parte de un espacio menguante: el de quienes tienen claro —“clarísimo”, recalca— que Vox no es una opción. A sus 73 años, esta maestra jubilada residente en Jerez de la Frontera (Cádiz) detecta un apoyo “casi nulo” a Santiago Abascal en su entorno. Pero no solo en su entorno de amigos, sino sobre todo entre sus coetáneas: “Observo que a las mujeres que vivimos la dictadura, que tuvimos que desaprender lo aprendido entonces, nos da miedo que Vox nos vuelva a hundir en la miseria”, afirma. Ahora bien, también percibe que ese “miedo” se disipa fuera de su espacio menguante. “Basta poner la oreja en cualquier conversación en la calle o en la piscina. Los hombres de mi edad pueden ser más conservadores [que las mujeres], pero no suelen ser de Vox. Ahora bien, si oyes sobre todo a algunos chavales jóvenes, ¡uf!”.

Aunque es usual que las conclusiones extraídas de la vivencia personal no encajen con las estadísticas, este no es el caso. Por un lado, Vox avanza a toda vela en prácticamente todos los grupos sociales, y es dominante ya entre los varones y los jóvenes, como muestran las encuestas de 40dB. y el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). Al mismo tiempo, aún hay grupos que se resisten, impidiendo a Santiago Abascal competir de tú a tú con Alberto Núñez Feijóo (PP) y Pedro Sánchez (PSOE). Aunque no son los únicos, destacan dos diques de contención: las mujeres y los mayores de 60 años. Cruzando una y otra variable, las mujeres mayores de 60 son la fuerza de oposición demográfica más firme al ascenso ultra.

Un ascenso generalizado

A sus 41 años, Javier García es una expresión de esa España en la que Vox ya va en cabeza. No solo tiene claro su respaldo a Abascal, sino que se siente parte de una sensibilidad creciente para la que Vox es el partido que mejor oferta presenta ante asuntos como la “inmigración descontrolada”, la “unidad de España” o el —a su juicio— exceso de “burocracia”. “Muchos ven a Vox como una forma de protestar contra un sistema que sienten que les ha fallado”, añade García, policía nacional en Sevilla, que niega ser de “ultraderecha” y se declara entre los “aburridos” por temas como el “cambio de señales de tráfico por cuestiones de género”.

Lejos de Le Pen y Meloni

A pesar de un importante ascenso desde el 12,48% obtenido en las urnas en 2023, Vox sigue siendo el tercer partido en estimación de voto, con un 17,4%, a más de diez puntos de los dos grandes, según 40dB. ¿Por qué? ¿Qué se le resiste?

En el electorado femenino, solo el 13,1% planea votar a Abascal, 9,2 puntos menos que en el masculino. El último barómetro del CIS, del jueves, también detecta este obstáculo en el ascenso de Vox. Solo un 8,4% de ellas prevén apoyar a Vox, frente a un 17,6% de ellos. Un hándicap serio si —como dice Abascal— aspiran al primer cajón del podio.

La resistencia de los grupos que —como las mujeres— hacen que Vox aún no compita en pie de igualdad con las dos fuerzas mayoritarias se ve en otras actitudes con las que las casas de encuestas realizan lo que se conoce como cocina de los datos, que dan como fruto la estimación de voto. ¿Ejemplos? En una línea en la que 0 supone que el encuestado no votaría “nunca” a Vox y 10 que lo haría “siempre”, ellas se sitúan en el 2,4, frente al 3,3 ellos, según 40dB. Hasta un 57,4% de las mujeres se colocan en el cero: “nunca”. Tienen “clarísimo” su no a Vox, como la maestra de Jerez. Cuando se pregunta por el partido que suscita más simpatía, solo un 12,7% entre ellas responden Vox, frente a un 20,8% entre ellos. Además, las mujeres se ubican ideológicamente algo más a la izquierda que los varones.

Marine Le Pen y Giorgia Meloni han entrado con fuerza en el electorado femenino con un discurso que no llamaría feminista, pero sí… maternal. O de exaltación de la mujer. Pero Abascal no. Se limita a usar el feminacionalismo, alertando de que las mujeres están en riesgo por la inmigración, sin un mensaje que les muestre respeto. Las dirigentes más destacadas, como Rocío de Meer, son incluso más insultantes, como haciendo méritos, por ejemplo con la negación de la violencia de género”, señala la profesora de Ciencias Políticas de la UNED Carmen Lumbierres, que cree que también pesa un factor histórico: la cercanía de una dictadura que “relegaba a las mujeres”. “Madres y abuelas lo tienen fresco para contárselo a sus hijas y nietas”, observa.

Otro factor de resistencia es, según Lumbierres, la “fuerza” que, pese a la división del movimiento, conserva el feminismo: “Venimos de manifestaciones del 8-M brutales en número y transversalidad. Eso ni salió de la nada ni se ha diluido”. El sociólogo Carlos M. Abella, director de la consultora AV, coincice: “Los logros del feminismo han sido mayúsculos. Las mujeres tienen una conciencia nítida de lo que se juegan”.

Santiago Abascal y Giorgia Meloni en un acto de Hermanos de Italia en Roma en 2023.

La curva de la edad

La otra piedra en el camino de Vox la ponen quienes han dejado atrás la juventud. A partir de los 44 años, empieza la cuesta abajo en intención de voto a Abascal, más pronunciada cuantas más velas se soplan en el cumpleaños. De 55 a 64, un 15% de intención de voto; a partir de 65, solo un 10,1%, según 40dB. Hay un abismo entre este dato y el 28,3% entre 25 y 34, principal bastión de Vox. La resistencia se ve otra vez tanto en la simpatía como volviendo a la línea en la que 0 es no votar nunca a Vox y 10 hacerlo siempre: los mayores de 65 apenas superan el 2. Hasta un 61,2% dicen que jamás apoyarían a Vox.

La debilidad de Vox entre las generaciones mayores también se ve en el CIS, donde su rendimiento es sobre todo desastroso entre los votantes de 75 en adelante: 3% de intención de voto para Abascal, a un abismo del 22,1% de Feijóo y del 33% de Sánchez.

La composición demográfica española multiplica el daño que sufre Abascal por este talón de Aquiles. De los 37,46 millones de ciudadanos censados para votar en 2023, un 44,6% (16,72 millones) tenían más de 55 años, cuando ya Vox no es dominante. Además, las dos generaciones mayores, tal y como las clasifica el CIS (65-74 y 75 en adelante), son las que más claro tienen que irán a votar; las dos más jóvenes (18-24 y 25-34), las que presentan más dudas.

Lumbierres, profesora en la UNED, recuerda que los mayores también se le resistieron a Podemos o Ciudadanos, porque su voto “tiende a ser más fiel al partido de siempre”. Además, añade, este colectivo es menos penetrable para el catastrofismo de Vox. “Muchos jubilados han ganado poder adquisitivo y tienen vivienda”, explica: “Incluso entre los que se inclinen a la derecha, es más difícil que cale un discurso según el cual todo es ruina. Son una burbuja al margen de la sociedad del malestar”.

El muro más grueso

Si Vox —expresado grosso modo— topa con las mujeres y los mayores, el muro se hace más grueso cuando se junta lo uno con lo otro. Mientras Abascal va perdiendo fuelle a medida que los electores son mayores, dentro de cada grupo de edad son siempre ellas las más alejadas de Vox.

Se ve cuando 40dB. cruza datos de sexo y generación. Entre las mujeres de 60 y más años, la intención de voto a Abascal se queda en el 8,3%, frente al 20,8% a Feijóo y al 25,1% a Sánchez. Por entender lo que significa ese 8,3%, el segundo grupo cruzando sexo y edad con menos intención de voto a Vox es el de las mujeres de la generación X (44 a 59 años), con un 15,3%. Es todo un sumidero para Vox. En las últimas generales, las mujeres con derecho al voto mayores de 60, que abarcan las generaciones boomer —nacidas entre mediados de los 40 y 1964— y silenciosa —entre 1928 y mediados de los 40—, eran 7,3 millones, el 19,4% del censo.

Que existan diques no significa que hayan permanecido intactos ante la pujanza ultra. En el último año, la intención de voto a Abascal en 40dB. ha subido también en los grupos menos permeables a Vox. ¿Ejemplos? Del 8,2% al 10,1% entre los mayores de 65, del 9% al 13,1% entre las mujeres. El CIS también muestra subidas.

El escollo LGTBIQ+

A los huesos duros de roer para Vox se suman las personas LGTBIQ+. Una encuesta de la FELGTBI+ y 40dB. de marzo estima para Vox un apoyo del 9,1% de este electorado, lo que sitúa al partido cuarto, detrás de Sumar.

Estimación de voto en el colectivo LGTBIQ+ (Barras divididas)

Aunque es probable que el rendimiento de Abascal haya mejorado desde entonces, Lumbierres ve aquí otro escollo para Vox. “Ahora está intentando llegar a este electorado con el discurso según el cual los inmigrantes no respetan sus derechos, pero le queda mucho para dejar de pagar el precio de criminalizar al colectivo”, explica.

Otras flaquezas son territoriales. Abascal sigue sin carburar en Euskadi, donde se queda en un 6,5% en intención de voto, según 40dB. El sociólogo Abella pronostica que comunidades con doble identidad nacional, como Cataluña, Galicia y el País Vasco, serán siempre plazas difíciles para la ultraderecha española. No obstante, sigue viendo en las mujeres, y más cuanto mayor es su edad, su principal obstáculo. Y eso que, afirma, Vox es un partido impulsado por un viento de cola global. “Arrastrados por unas redes sociales, que premian el bulo y el mensaje de odio, Vox crece sin hacer nada, o nada propositivo, solo espoleando el odio a sus chivos expiatorios”, señala Abella, que se pregunta “cuánto durará la ola”. Porque no durará demasiado, pronostica: “Es un ciclo al que seguirá otro de sentido inverso. Un discurso basado exclusivamente en el miedo y el odio acaba cansando”.

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