Llega el retinal, el ‘primo’ del retinol que… ¿viene a relevarle?

Ambos principios activos son derivados de la vitamina A y su objetivo es el mismo: mejorar el aspecto de la piel y ralentizar su envejecimiento. Ambos principios activos son derivados de la vitamina A y su objetivo es el mismo: mejorar el aspecto de la piel y ralentizar su envejecimiento.  

Viernes, 3 de octubre 2025, 00:29

| Actualizado 00:42h.

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Si haces una pequeña encuesta entre dermatólogos, especialistas en medicina estética y farmacéuticos y les pides que se queden con un único ingrediente de todos los que utilizan a diario en sus consultas, lo más probable es que elijan los retinoides, «básicamente porque valen para todo». Y no, no es una manera de hablar. Estos derivados de la vitamina A son la estrella indiscutible de los tratamientos faciales, tanto es así que es uno de los principios activos más buscados en Google por delante de ingredientes tan conocidos como el ácido hialurónico o los antioxidantes.

Los retinoides funcionan en la piel como una especie de ‘chico para todo’ que lo mismo «retrasan los signos del envejecimiento prematuro, que mejoran el aspecto de las arrugas y manchas o tratan patologías como el acné o la rosácea. Actúan como un transformador de la piel durante la noche», señala Gema Herrerías, experta en dermofarmacia y creadora de su propia línea de productos cosméticos. La dermatóloga Paloma Borregón no puede estar más de acuerdo. «Son los que han demostrado una mayor eficacia con resultados visibles desde los primeros meses: estimulan la creación de colágeno, regulan la producción de grasa, suavizan las arrugas de expresión, atenúan las manchas, favorecen la renovación celular…», añade la directora médica de la Clínica Kalosia (Madrid).

El más conocido es el retinol, una especie de santo grial de los tratamientos cosméticos, pero de un tiempo a esta parte también se escucha hablar mucho del retinal. Y las diferencias entre ambos ingredientes van más allá de la vocal del nombre. Ambos principios activos pertenecen a la familia de los retinoides. Es decir, son derivados de la vitamina A y su objetivo es el mismo: mejorar el aspecto de la piel y ralentizar su envejecimiento. Ahora bien, como sus características moleculares son distintas, también los son sus usos y esto se traduce en que se comportan de manera diferente según el tipo de piel sobre la que se apliquen. A grandes rasgos se puede decir que el retinol funciona mejor en pieles resistentes, con manchas y arrugas, mientras que el retinal es más adecuado para rostros sensibles o con acné.

Cuidado con ‘lo más potente’

«El retinol (forma alcohol) necesita dos pasos de conversión hasta transformarse en ácido retinoico, por eso suele actuar de forma más gradual que el retinal. Bien formulado, mejora la textura, la uniformidad del tono y la apariencia de arrugas. Eso sí, se trata de un ingrediente fotosensible e inestable, por lo que requiere sistemas específicos de estabilización –microencapsulado, formulaciones anhidras, antioxidantes…– y envases opacos. Suele funcionar especialmente bien para minimizar la irritación inicial y proteger la función barrera cuando se acompaña de calmantes y reparadores como la niacinamida, las ceramidas o el pantenol», explica Gema Herrerías, autora del libro ‘Código piel. El manual que tu rutina necesita’.

El retinal, sin embargo, no necesita tantos pasos como el retinol para convertirse en ácido retinoico y esto significa que actúa más rápido en la piel. «En general, se puede decir que este principio activo es más potente que el retinol manteniendo una muy buena tolerancia en la mayoría de pieles. Además de renovar y unificar el tono, destaca por su actividad antibacteriana y antioxidante, muy interesante en pieles con tendencia acneica y poros obstruidos», añade la farmacéutica sevillana.

El retinol y retinal son los retinoides cosméticos más conocidos, pero no son los únicos. «Existen otros como los ésteres (retinyl palmitate) y formas de nueva generación (sodium retinoyl hyaluronate, tocopheryl retinoate…), diseñados para mejorar estabilidad, biodisponibilidad y tolerancia. Pero con los retinoides, la clave no es usar lo más potente sino lo que mejor le funciona a cada uno sin comprometer la barrera cutánea».

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