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Tratar con Javier Milei no es sencillo; su carácter es especial. Aun así, muchos esperaban que la Presidencia lo llevara por el camino obligado de cualquier jefe de Estado: relacionarse no sólo con aquellos que comparten su ideología, sino también con los que piensan diferente a él. Al fin y al cabo, el presidente representa al país y sus intereses, no a sus ideas políticas personales. Vana esperanza: la lista de desairados y desencantados por el presidente argentino es enorme.
Está el caso de Gabriel Boric, el presidente más a la izquierda en Chile desde Salvador Allende en los años 70. El 10 de diciembre de 2023, Boric mostró responsabilidad y cruzó la cordillera de los Andes para asistir a la asunción de Milei, un hombre en las antípodas de su pensamiento, pero a cargo de un país con el que comparte una de las fronteras más extensas del planeta. El flamante presidente argentino no le regaló ni un segundo de sonrisa; pareció no tomar en cuenta el gesto de Boric, que se diferenciaba así de la decisión de Luiz Inácio Lula da Silva de no pisar Buenos Aires ese día.
«Yo fui al cambio de mando del presidente Milei, como corresponde a un jefe de Estado (…). Puedo tener diferencias ideológicas con Milei, pero siempre lo he tratado con respeto. Lo conversamos personalmente no sólo en Argentina, cuando fui al cambio de mando, sino también en Suiza, en la cumbre por la paz en Ucrania», explicó Boric en septiembre, en Nueva York, durante la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU).
Lo cierto es que Milei jamás visitó oficialmente Chile, aunque sí buscó reunirse con sus principales empresarios, mientras que con Boric ni siquiera mantiene contacto telefónico. Algo parecido le sucedió a Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay hasta marzo de este año: pese a cierta cercanía ideológica, el mandatario argentino fue incapaz de impulsar una visita de Estado a Montevideo o Buenos Aires, capitales separadas por un breve vuelo en helicóptero. Los encuentros con Lacalle Pou fueron informales u obligados por las cumbres del Mercosur. Yamandú Orsi, el presidente de izquierdas que gobierna hoy Uruguay, logró ser recibido en julio durante media hora en Buenos Aires, precisamente en una cumbre del Mercosur. La visita de Milei a Montevideo aún se hace esperar.
Nadie esperaba que Milei se relacionara con el presidente colombiano, Gustavo Petro, pero cuando en una entrevista con CNN lo definió como «asesino terrorista», Bogotá y Buenos Aires estuvieron cerca de la ruptura.
Eso nunca sucedió entre la Casa Rosada y el Palacio del Planalto, porque la relación entre las dos mayores economías de Sudamérica es demasiado importante. En junio de 2024, Milei se negó a pedirle disculpas a Lula por haberlo llamado «corrupto comunista». Y lo hizo con un argumento que espantó a los diplomáticos argentinos y brasileños: «¿Desde cuándo hay que pedir perdón por decir la verdad?». La relación entre ambos no existe, pese a que en julio, en la última cumbre del Mercosur, Milei intentó cambiar alguna broma y se mostró solícito con un Lula impertérrito. A esa altura, el argentino ya había entendido que convertir la alta política mundial en un juego de fanatismo encierra peligros.
¿Qué países americanos visitó oficialmente Milei en sus dos años de Gobierno? Los Estados Unidos de Donald Trump, El Salvador de Nayib Bukele y el Paraguay de Santiago Peña. ¿Y en el resto del mundo? La Italia de Giorgia Meloni, el Israel de Benjamin Netanyahu y El Vaticano, cuando aún vivía el Papa Francisco y ya con León XIV entronizado. Estados Unidos fue el país más visitado por un presidente que pasó tres de 22 meses de Gobierno en el exterior: 14 veces.
Pero la lista de desairados y decepcionados por Milei va mucho más allá de mandatarios extranjeros, y tiene su impacto en las elecciones legislativas de medio mandato que se celebran este domingo en Argentina.
Hay que comenzar por su vicepresidenta, Victoria Villarruel, a la que hace un año que no le habla y, según medios argentinos, llama en la intimidad «Bicha-cruel». Milei sospecha que la vicepresidenta trabaja para quitarle el puesto y, conocedores de la intimidad del Senado, que preside Villarruel, dicen a EL MUNDO que el presidente tiene cierta razón: sí, su número dos mantiene reuniones en las que se habla de que debe prepararse para un eventual salto a la Casa Rosada.
Nicolás Posse, el primer jefe de Gabinete de Milei, duró apenas unos meses en el cargo. El presidente se refirió sin piedad a él cuando se le preguntó por las razones del despido: «Fue eyectado. Hace 18 años que era amigo. No cumplió los objetivos y se fue. Pista, afuera. Acá hay que cumplir los objetivos. El que no los cumple, por más que lo conozca hace 20 años, afuera».
Posse fue acusado de haber atacado la única lealtad inquebrantable de Milei: la que tiene hacia su hermana Karina. El entonces jefe de Gabinete, que tenía en su órbita los servicios de espionaje, habría espiado a la Secretaría General de la Presidencia. Cierto o no, fue fulminado por el hombre que define como «el jefe» a su hermana.
Triturada sin piedad fue también la primera canciller de Milei, Diana Mondino, que en realidad podría haber sido la vicepresidenta: Milei le envió un WhatsApp ofreciéndole ser su compañera de fórmula, pero Mondino demoró unos minutos en contestar. Impaciente, Milei le ofreció la candidatura a Villarruel.
El siguiente canciller de Milei, el multimillonario Gerardo Werthein, prefirió adelantarse y renunciar antes de ser humillado por el presidente y sus «trolls» digitales».
También se sintió traicionado Diego Spagnuolo, a cargo de la Agencia Nacional de Discapacidad, denunciante de corrupción en el Gobierno y despedido por Milei a partir de esa denuncia. Abogado, era amigo del presidente y una de las cuatro personas que más veces lo visitaba en la residencia presidencial de Olivos.
Prácticamente todos los 24 gobernadores del país pueden decir lo mismo: ellos ayudaron a Milei y sólo recibieron insultos y promesas sin cumplir. Tras las elecciones llega, quizás, la hora de la revancha. ¿También para diputados y senadores maltratados y marginados que armaron sus propios grupos en el Parlamento?
La cuenta de X (antes Twitter) «Arrepentidos de Milei» (@ArrepentidosLLA) tiene 250.000 seguidores y parece ya una cuenta afín al peronismo, tal es su nivel de crítica al presidente.
No llega a eso Mauricio Macri, aunque el ex presidente es otro de los grandes traicionados por Milei, que calificó a su partido de «fracasado» y a él mismo de «viejo». Pero el presidente necesita hoy al ex mandatario. Los próximos días dirán si Milei aún puede recuperar algunos de los apoyos que en menos de dos años dinamitó.
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