Probablemente la palabra que mejor sintetiza las causas de las crisis financieras sea exceso. Una idea en la que insistió el añorado profesor Emilio Ontiveros y a la que dedicó un libro con el explícito título de Excesos, en 2019. El texto alentaba a revisar los fundamentos de la globalización de la economía mundial durante las últimas décadas, “muy especialmente sus excesos”. Cada vez sabemos más lo que cuesta restaurar los daños de los excesos financieros.
Pese a que los desequilibrios se han reducido de forma sustancial desde la gran crisis, todavía hay vulnerabilidades en el ámbito financiero
Probablemente la palabra que mejor sintetiza las causas de las crisis financieras sea exceso. Una idea en la que insistió el añorado profesor Emilio Ontiveros y a la que dedicó un libro con el explícito título de Excesos, en 2019. El texto alentaba a revisar los fundamentos de la globalización de la economía mundial durante las últimas décadas, “muy especialmente sus excesos”. Cada vez sabemos más lo que cuesta restaurar los daños de los excesos financieros.
El catedrático de Economía Aplicada Josep Oliver, investigador del grupo de reflexión de política económica europeG que dirige el profesor Antoni Castells y al que perteneció Ontiveros, ha analizado los esfuerzos de la economía española para corregir los desequilibrios financieros de los últimos 15 años. En Reabsorción de desequilibrios financieros y resiliencia de la economía española 2008 -2024 una visión a largo plazo, cuantifica precisamente uno de estos desequilibrios, que define como “exceso teórico de crédito al sector privado”. En 2008, en el momento álgido de la burbuja inmobiliaria y crediticia, el exceso teórico de crédito al sector privado ascendió a 748.000 millones de euros, casi el 70% del producto interior bruto (PIB). La corrección ha sido muy intensa y posiblemente se ha pasado de frenada. En 2024 ya no hay exceso, sino un déficit de crédito de 55.000 millones.
Oliver compara estos excesos en Europa en 2010. El crédito al sector privado de los bancos españoles ascendió al 171% del PIB; mientras que el de las entidades alemanas y francesas fue del 88% y 92%, respectivamente. A más crédito, más beneficios.
El duro ajuste aplicado para equilibrar la economía española propició una importante reducción de la deuda privada desde 223% en 2010 al 126% en 2023. La consecuencia fue un parón económico y el empleo de cuantiosas ayudas públicas, que aumentaron el endeudamiento público desde el 36% en 2007 hasta superar el 100% a partir del 2014. Sustancialmente se transformó la deuda privada en deuda pública.
A pesar de esta pesada mochila que seguimos arrastrando desde la crisis financiera, Oliver subraya que “hemos logrado reducir desequilibrios muy importantes de manera sustancial”. Destaca la mejora de relaciones financieras con el resto del mundo. La economía española ha pasado de una fuerte dependencia de la financiación exterior a acumular 13 años seguidos de superávit incluso con fuertes crecimientos del PIB. Otra mejora relevante es la posición de inversión internacional. La deuda neta exterior se ha reducido desde el 97% del PIB en 2009 al 47% en 2024, próximo al 35% exigido por la UE. Sin duda la corrección más relevante ha sido en el empleo, reflejada en el fuerte crecimiento de los afiliados a la Seguridad Social hasta los 21,3 millones.
Restan todavía vulnerabilidades en el ámbito financiero. La concentración de la deuda pública en manos de la banca española supone el 16% de sus activos, frente al 2,8% de Alemania o el 7,6% en Francia. Al tiempo que la deuda pública en poder del Banco de España han pasado del 3% en 2007 al 33% en 2024. Los excesos de unos los pagan muy caro todos.
Economía en EL PAÍS