Mamen, como agua de Mayo 

Igual que tantos forofos juegan a imaginar su once inicial soñado, yo fantaseo muy a menudo con mi parrilla televisiva ideal. En ella, a fuerza de decantarse año a año, hay muchos nombres propios recurrentes. Una lista larga de gente —actores, guionistas, directores, etc.— que me gustaría, en el caso de la ficción, que tuvieran una serie siempre en emisión. Uno de ellos, Silvia Abril.

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 Me gusta ‘Mamen Mayo’ porque a pesar de su singularidad dentro del género del que forma parte, es una serie tradicional  

Igual que tantos forofos juegan a imaginar su once inicial soñado, yo fantaseo muy a menudo con mi parrilla televisiva ideal. En ella, a fuerza de decantarse año a año, hay muchos nombres propios recurrentes. Una lista larga de gente —actores, guionistas, directores, etc.— que me gustaría, en el caso de la ficción, que tuvieran una serie siempre en emisión. Uno de ellos, Silvia Abril.

Así que estoy de suerte, porque se acaba de estrenar en SkyShowtime Mamen Mayo, una serie peculiar, creada por Eduard Solà, que solo en 2024 ha estrenado, como coguionista, Casa en llamas, La virgen roja, Querer y esta serie: un año para él que muchos querríamos para toda una carrera. En Mamen Mayo, Abril interpreta a una mediadora, encargada de solucionar conflictos derivados del reparto de herencias. Con lo acostumbrados que estamos dentro y fuera de la ficción a ver a herederos sacarse las entrañas unos a otros para llevárselo muerto —con perdón—, aquí viene Mamen a conciliar voluntades.

Me gusta Mamen Mayo porque es una serie de fórmula, un procedimental sin ínfulas, mezclado con un mockumentary, con su caso por episodio, sus declaraciones a cámara, sus resoluciones, sus breves apuntes de tramas horizontales engarzados en la episódica y su monstruo final del videojuego, en este caso interpretado por Toni Acosta, que también tiene un puesto titular en mi tele perfecta. Me gusta Mamen Mayo porque a pesar de su singularidad dentro del género del que forma parte, una originalidad que también destacó recientemente dentro de la misma casa en Poker Face, es una serie tradicional, de esas a las que muchos con vocación de auteurs siguen mirando por encima del hombro. Y porque tiene vocación de happy end; espíritu buenrrollero y, si me apuras, naif a lo Elsbeth. Me gusta Mamen Mayo porque al lado de Silvia Abril están Clara Sans, Pablo Capuz y Mona Martínez, que interpreta a una experta tasadora a ojo y cuyo valor como actriz es incalculable. Y me gusta Mamen Mayo porque, sintiéndolo mucho para sus artífices, está en el equipo de los perdedores: se estrena en una plataforma que cuenta con pocos abonados, con muy poca promoción y en un mal momento para captar atención, tras el estreno de Celeste la semana pasada. Ojalá logre una segunda temporada: le vendría muy bien asentar su recorrido e incidir en sus fortalezas. Y a mí también, por darle continuidad a varios miembros de mi parrilla imaginada.

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