María Corina Machado, sobre el retraso electoral: «Que pongan la fecha que les dé la gana. El pueblo les dará una nueva derrota»

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«Qué pongan la fecha que les dé la gana. El pueblo venezolano les dará una nueva derrota. A todos». María Corina Machado ha salido al paso del retraso electoral anunciado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), que ha pospuesto al 25 de mayo las elecciones parlamentarias y regionales programadas para abril.

La decisión tomada en el Palacio de Miraflores sucede en medio de las negociaciones entre Donald Trump y Vladimir Putin, principal aliado internacional de Nicolás Maduro, y cuando el acercamiento entre Caracas y Washington ha pulverizado casi todas las esperanzas de la oposición democrática de Venezuela.

En el epicentro de esas conversaciones se han situado las elecciones planteadas por el chavismo, no sólo en busca de la legitimidad perdida del presidente de facto, también para socavar el liderazgo de Machado y de Edmundo González Urrutia en el frente democrático. La revolución bolivariana cuenta para su nuevo fraude electoral con los partidos colaboracionistas clásicos, que aplaudieron el pucherazo del año pasado, y también con dos de los 10 partidos que conforman la Plataforma Unitaria, dispuestos a dar la batalla electoral.

Se trata de Un Nuevo Tiempo, liderado por el gobernador Manuel Rosales, que busca continuar al frente del estado petrolero de Zulia, y del Movimiento Por Venezuela (MPV), de Simón Calzadilla. Aliado de ambos es el excandidato presidencial Henrique Capriles, principal cabecilla de las tesis electoralistas, quien ya votó a hurtadillas en el plebiscito patriótico sobre el Esequibo y quien en las últimas horas ha embestido contra el ganador electoral, Edmundo González Urrutia.

Lo más paradójico de la crisis venezolana es que el huracán que con tanta fuerza sopla en el resto del planeta es apenas una brisa en Venezuela. «Estamos estudiando eso ahora», sopesó con templanza Donald Trump sobre la renovación de las licencias concedidas durante la anterior administración a la petrolera estadounidense Chevrón, que ha elevado en las últimas semanas la producción de oro negro en Venezuela por encima del millón de barriles por día.

Según los reportes de Reuters, en enero Venezuela vendió a EEUU, a través de Chevron, 230.000 barriles de petróleo al día.

Hasta el momento, las decisiones de la Casa Blanca han repercutido directamente contra los propios venezolanos. El cara a cara entre Richard Grenell, enviado especial de Trump, y el propio Maduro en el Palacio de Miraflores, no sólo propició el regreso a EEUU de seis rehenes retenidos en las prisiones de Maduro, también recobró los vuelos de deportación de venezolanos desde el país norteamericano.

La base de Guantánamo ya alberga a un centenar de venezolanos, acusados de militar en el temido Tren de Aragua, pese que una parte de los deportados no tiene antecedentes ni penales ni policiales y otra parte acababa de atravesar la frontera. Las amenazas contra los criollos que llegaron a EEUU con estatus provisional de asilo han desatado el pánico entre ellos.

«La administración Trump hasta ahora no ha tenido una posición tan sólida sobre Venezuela como sobre otros asuntos. Todavía están pensando cómo abordar el tema de Venezuela, siendo que a Trump le interesa que la producción de petróleo aumente lo más posible. Lo único que hay con certeza es que no hay certeza de nada», resume para EL MUNDO el economista José Noguera.

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