La cuestión que preocupa es que los estrenos se reducirán a partir del año próximo, si Berlín recorta el presupuesto de Cultura como promete Leer La cuestión que preocupa es que los estrenos se reducirán a partir del año próximo, si Berlín recorta el presupuesto de Cultura como promete Leer
Marie-Eve Signeyrole es una autora y directora de escena francesa cuyas producciones se describen como «impresionantes», «vivenciales, en la frontera entre la ópera, el teatro y la performance» y «de una fuerza arrolladora». Está nominada a los Premios Internacionales de la Ópera 2024, en la categoría de directora artística. Signeyrole, que procede del cine, ha comenzado sin embargo la temporada 2024/25 con una lluvia de abucheos al Macbeth estrenado el pasado fin semana en la Deutsche Oper de Berlín.
Para que no se notara que el Shakespeare de Verdi le queda grande sobrecarga por completo la puesta en escena. Adaptó la trama al formato de serie típica de Netflix. Las brujas de Shakespeare y Verdi son programadoras, con sombreros negros, claramente inspiradas en el musical Wicked y añade al reparto un algoritmo con forma de mujer.
Leyenda, thriller de inteligencia artificial, distopía ecológica y psicodrama son los cuatro géneros que toca Signeyrole y, sin embargo, ninguno de ellos se condensa. Que el Macbeth de Signeyrole siguiera a una mediocre Romeo y Julieta en la Staatsoper Unter den Linden no es excepcional, pues por los escenarios berlineses ha pasado en los últimos tiempos casi todo menos calidad, coros y solistas aparte. Lo llaman experimentación, a 200 euros la butaca.
Signeyrole proyecta citas de Maquiavelo y Tocqueville para tratar una supuesta guerra entre Noruega y Escocia, por las últimas reservas de petróleo. Hasta que, en la pausa, la batalla se hace real. Cuando la oferta operística es ilimitada y en Berlín hay tres coliseos, el agrio sabor de boca que dejan producciones como la concebida por Signeyrole se diluye con la siguiente y no siempre para mejor. La cuestión que ahora preocupa es que la cola de estrenos se reducirá sensiblemente a partir del año próximo, si el gobierno de la capital mete la tijera al presupuesto para Cultura, como así promete.
El recorte anunciado a la partida de Cultura es de 130 millones de euros -el 12% del presupuesto- para 2025. Importantes instituciones como la Schaubühne, el Deutsche Theater y el Friedrichstadt-Palast se ven afectadas. La renovación de la Komische Oper, de 10 millones de euros, se pospone, y la financiación de la Berlinale baja de dos a un millón de euros. Con un presupuesto reducido de 1.120 millones de euros, las artes se arriesgan a insolvencias, menos producciones y pérdidas de puestos de trabajo. Los líderes advierten de una crisis cultural mientras se intensifican las protestas contra los recortes.
Concretamente, la Fundación de la Ópera de Berlín, a la que pertenece la Deutsche, la Komische y la Staatsoper, tiene que reducir 15 millones a los 196,5 millones que recibe en subvenciones. El Konzerthaus de Berlín, con 23.812.000 euros en ayudas, deberá arreglárselas con 1,8 millones menos y la Fundación Filarmónica de Berlín tendrá que restar dos millones a los 22.400.000 euros que recibe.
En el Macbeth de Signeyrole hay, como corresponde, asesinatos, suicidios y mucha sangre. En la pausa, tres miembros del coro denuncian los recortes que prevén las autoridades y animan al público a sumarse a la petición en contra. «Encontrarán toda la información en el vestíbulo. Solo tienen que abrir el link del código QR», dice el barítono. Ya se han recogido 106.000 firmas. En la ciudad de Berlín, ahogada por las deudas, el drama está por empezar.
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