Mauro Silva, el del gol viudo

Mauro Silva habita en ese éter glorioso que los aficionados al fútbol paladean, ese fútbol que pendula entre el antaño y lo contemporáneo. Pensar en el él es pensar en el mediocentro de aquel Superdepor en el que los brasileños de Lendoiro se reivindicaron, a la verita de la Torre de Hércules, como mitos dorados que compartían la pasión silente de la ‘saudade’ lusófona. Mauro Silva era un corazón, un pulmón, un seguro en el medio del campo que aprovechaba eso tan mal visto hoy, el futbolista con piernacas, para interceptar, templar y mandar. Había algo italiano en su morenez , en su pundonor ajeno al divismo de sus compatriotas. En casi 400 partidos (369 en concreto) con el Depor, solo marcó un gol, contra el Valencia. Corría un 15 de enero pelón por Mestalla; el césped regular, el equipo che adelantado en el electrónico. Hay que retrotraerse a ese tanto de Mauro Silva que es historia pura del deportivismo. Noticia Relacionada LOS CROMOS DE NIETO / RECUERDOS DE LIGA opinion Si Sergi, puñal izquierdo Jesús Nieto Jurado Hubo jugadores así, de músculo y rayo, a los que no les llegó la tecnología para contar kilómetrosDespués de una falta centrada con los gallegos venidos arriba, la pelota va a la cabeza de Voro, que se la pone como se la ponían a Fernando VII, y Silva que se estrena por sí y por la leyenda y empata un partido que desatascó y que acabó 1 a 3. Los archivos audiovisuales muestran los instantes después del gol, cuando Arsenio Iglesias, ese zorro de Arteixo, hace una mueca, mínima, de aprobación. Como si el fútbol tuviera que ser necesariamente justo con aquel brasileño que donde podía iba declarándose hijo suyo. De ahí las lágrimas de Silva cuando Iglesias se fue a la cancha larga y bien regada de la eternidad. Ambos quedan en el dulce regusto como hacedores de ese quinquenio mágico del Deportivo. Entre otros méritos, tiene una calle en La Coruña, que es callejero que hay que pelear con la mismísima María Pita. Los exquisitos lo rememoran como el jefe de la muralla, cuchillo que partía el campo en dos. De Mauro Silva se sabe que es uno de los principales valedores de la enseñanza del español en su Brasil natal. Que tiene un Mundial, el del 94, en su zurrón. También que con un solo gol se puede habitar el olimpo blanquiazul. La eficacia. Mauro Silva habita en ese éter glorioso que los aficionados al fútbol paladean, ese fútbol que pendula entre el antaño y lo contemporáneo. Pensar en el él es pensar en el mediocentro de aquel Superdepor en el que los brasileños de Lendoiro se reivindicaron, a la verita de la Torre de Hércules, como mitos dorados que compartían la pasión silente de la ‘saudade’ lusófona. Mauro Silva era un corazón, un pulmón, un seguro en el medio del campo que aprovechaba eso tan mal visto hoy, el futbolista con piernacas, para interceptar, templar y mandar. Había algo italiano en su morenez , en su pundonor ajeno al divismo de sus compatriotas. En casi 400 partidos (369 en concreto) con el Depor, solo marcó un gol, contra el Valencia. Corría un 15 de enero pelón por Mestalla; el césped regular, el equipo che adelantado en el electrónico. Hay que retrotraerse a ese tanto de Mauro Silva que es historia pura del deportivismo. Noticia Relacionada LOS CROMOS DE NIETO / RECUERDOS DE LIGA opinion Si Sergi, puñal izquierdo Jesús Nieto Jurado Hubo jugadores así, de músculo y rayo, a los que no les llegó la tecnología para contar kilómetrosDespués de una falta centrada con los gallegos venidos arriba, la pelota va a la cabeza de Voro, que se la pone como se la ponían a Fernando VII, y Silva que se estrena por sí y por la leyenda y empata un partido que desatascó y que acabó 1 a 3. Los archivos audiovisuales muestran los instantes después del gol, cuando Arsenio Iglesias, ese zorro de Arteixo, hace una mueca, mínima, de aprobación. Como si el fútbol tuviera que ser necesariamente justo con aquel brasileño que donde podía iba declarándose hijo suyo. De ahí las lágrimas de Silva cuando Iglesias se fue a la cancha larga y bien regada de la eternidad. Ambos quedan en el dulce regusto como hacedores de ese quinquenio mágico del Deportivo. Entre otros méritos, tiene una calle en La Coruña, que es callejero que hay que pelear con la mismísima María Pita. Los exquisitos lo rememoran como el jefe de la muralla, cuchillo que partía el campo en dos. De Mauro Silva se sabe que es uno de los principales valedores de la enseñanza del español en su Brasil natal. Que tiene un Mundial, el del 94, en su zurrón. También que con un solo gol se puede habitar el olimpo blanquiazul. La eficacia.  

LOS CROMOS DE NIETO/ RECUERDOS DE LIGA

Había algo italiano en su morenez, en su pundonor ajeno al divismo de sus compatriotas

Mauro Silva habita en ese éter glorioso que los aficionados al fútbol paladean, ese fútbol que pendula entre el antaño y lo contemporáneo. Pensar en el él es pensar en el mediocentro de aquel Superdepor en el que los brasileños de Lendoiro se …

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