Merz hereda una Alemania estancada pero con la Bolsa acechando máximos históricos

Si alguien en Alemania hubiera sufrido un apagón informativo durante los últimos dos años y medio, y su única referencia sobre la evolución económica del país hubiera sido el Dax, su conclusión más probable sería que la actividad está viviendo un asombroso bum expansivo. El principal índice de la Bolsa germana subió un 20,3% en 2023, un 18,85% en 2024, y este año pelea con el Ibex español por ser la más rentable del continente (+16% en poco más de cuatro meses).

Seguir leyendo

 El nuevo canciller lidiará con el declive industrial y una guerra comercial especialmente lesiva para las empresas germanas  

Si alguien en Alemania hubiera sufrido un apagón informativo durante los últimos dos años y medio, y su única referencia sobre la evolución económica del país hubiera sido el Dax, su conclusión más probable sería que la actividad está viviendo un asombroso bum expansivo. El principal índice de la Bolsa germana subió un 20,3% en 2023, un 18,85% en 2024, y este año pelea con el Ibex español por ser la más rentable del continente (+16% en poco más de cuatro meses).

La realidad, sin embargo, es bastante más compleja. Y menos halagüeña de lo que refleja el espejismo de los gráficos de las cotizadas. Es cierto que el nuevo canciller, Friedrich Merz, toma posesión en un entorno plácido para los mercados financieros, pero mientras las mayores compañías del país ganan tamaño en pleno fervor inversor, la economía ha ido acumulando malas noticias: el PIB se contrajo tres décimas en 2023, y otras dos en 2024. Alemania solo había experimentado una vez en su historia reciente dos años consecutivos en negativo, y fue hace más de dos décadas, en 2002 y 2003.

Entonces, el desempleo aumentó drásticamente más allá del 11%, mientras que hoy está en el 6,3%. Si bien la cifra es muy inferior, rebasa ya ligeramente la media de la zona euro, y ha tocado máximos desde mediados de 2020. Los despidos por parte de grandes empresas como Volkswagen, Thyssenkrupp, Bayer, Bosch, DHL, Mercedes-Benz, Audi, Siemens o BASF han enturbiado las perspectivas de un mercado laboral que se había habituado a moverse en zona de pleno empleo (el paro llegó a estar por debajo del 5% en 2019).

El contexto internacional ha jugado en su contra: el fin del gas ruso barato tras el conflicto en Ucrania, y los síntomas de debilidad de China, uno de los grandes destinos de sus exportaciones, ha ido seguido de la guerra comercial de Donald Trump, un cóctel explosivo que ha levantado un velo de dudas sobre el futuro de la locomotora europea. En el lado empresarial, algunos de los primeras espadas han navegado bien esas olas, pero el tejido exportador incluye a multitud de compañías de mediano tamaño con menor músculo para reaccionar.

El liderazgo de Merz se veía, por tanto como un revulsivo para encarar ese entorno tan problemático. Pero su comienzo no ha sido el soñado. Julian Zimmermann, analista del Sector Público y Soberano de Scope Ratings, estima que el inédito fracaso en la primera ronda para ser elegido canciller, cuando Merz no consiguió los votos necesarios, la Bolsa germana reculó con fuerza por momentos, y en medio del estupor, fue necesario repetir el trámite de forma urgente, pone de manifiesto la fragilidad de la coalición y las dificultades que afrontará el democristiano para alcanzar consensos en torno a reformas políticamente sensibles. “Ahora, la próxima gran prueba serán las negociaciones de los presupuestos federales para 2025 y 2026. No obstante, estas deberían verse facilitadas por el margen fiscal creado tras la reforma del freno a la deuda en marzo de 2025″, explica.

2025 ha empezado con buen pie. El PIB avanzó dos décimas en el primer trimestre, lo que permite al país esquivar la recesión, una posibilidad nada descabellada tras la caída de dos décimas sufrida en el último trimestre de 2024. Está por ver hasta qué punto se trata de un cambio de tendencia y no de algo puntual por un adelanto en las compras por parte de compañías estadounidenses, que trataron de almacenar todo el producto posible antes del anuncio de aranceles de Donald Trump el 2 de abril.

El hundimiento bursátil que siguió a ese día golpeó a la Bolsa alemana como al resto, pero la recuperación ha sido en V. El Dax está a apenas un 1% de volver a máximos. Y cuatro empresas germanas —SAP, Siemens, Deutsche Telekom y Allianz— están entre las 100 mayores del mundo por capitalización bursátil, el país que más tiene tras Estados Unidos (58), China (16) y el Reino Unido (cinco). La primera, SAP, un gigante del software que está invirtiendo con fuerza en inteligencia artificial, destronó recientemente a la farmacéutica danesa Novo Nordisk y a la francesa LVMH como la empresa más valiosa de Europa en Bolsa, con 320.000 millones de euros, y ocupa el puesto 26 a nivel global.

Rearme

A esa pujanza se unen otras compañías como la armamentística Rheinmetall (+175% en Bolsa este año), que está monetizando el interés de inversores ávidos de exposición a los multimillonarios planes de defensa en Alemania y Europa; o la resurrección de Deutsche Bank (+41% en este 2025), durante un tiempo señalada junto a la fenecida Credit Suisse como eslabón débil de la banca europea.

Su auge contrasta con el declive de su industria más señera, la automovilística, enfrentada a una tormenta perfecta por la transición al coche eléctrico, la competencia de nuevas firmas chinas mucho más baratas como Great Wall Motors, BYD, Chery y SAIC, y las tensiones comerciales desatadas por Trump, que ha impuesto un arancel del 25% a los coches no fabricados en Estados Unidos. Cuesta encontrar algún fabricante alemán al que le esté yendo bien últimamente: Porsche se deja un 46% en 12 meses, BMW y Mercedes un 25%, y Volskwagen un 18%.

Fuera del ámbito bursátil, Merz también se encuentra un mercado de bonos apaciguado. El pasado 5 de marzo, el anuncio de sus planes de gasto público desataron el peor día para la deuda alemana desde la caída del Muro, con el tipo de interés del bund alemán a 10 años subiendo 29 puntos básicos, la mayor alza desde 1990, hasta el 2,79. Dos meses después, sin embargo, las aguas parecen haber vuelto a su cauce, y la rentabilidad ronda el 2,53%.

 Economía en EL PAÍS

Noticias Similares