Misteriosas criaturas abisales viven a ocho kilómetros de profundidad, donde se pensaba que la vida era imposible

A miles de metros bajo la superficie del norte del Pacífico y en pleno ‘cinturón de Fuego’, una de las regiones más volcánicas del planeta, una gran placa oceánica se desliza lentamente bajo su vecina, la placa continental euroasiática. Y al hacerlo crea una profunda zanja en el mar, un vasto ‘abismo tectónico’ llamado Fosa de Japón y que alcanza, en su punto más bajo, hasta 9.000 metros de profundidad.Hasta ahora, debido a su oscuridad absoluta, el frío extremo, la falta de oxígeno y nutrientes y la enorme presión (que aumenta en razón de 10 atmósferas por cada 100 metros de profundidad), se creía que este desamparado lugar no reunía las condiciones necesarias para la vida. Idea que una nueva exploración con imágenes de rayos X acaba de desmontar por completo al revelar la existencia de un inesperado y bullicioso ecosistema, ajeno al resto del mundo, que prospera en uno de lugares más inaccesibles y hostiles de la Tierra. El descubrimiento de madrigueras en forma de sacacorchos y otras intrincadas estructuras, en efecto, sugiere que ‘ahí abajo’ existe toda una comunidad de criaturas mucho más dinámicas y resistentes de lo que los científicos se habían atrevido siquiera a sospechar.Donde nadie lo esperabaEn un artículo publicado en ‘Nature communications’, en efecto, un equipo de investigadores dirigido por expertos del Servicio Geológico de Finlandia acaba de presentar un detallado análisis de sedimentos depositados a casi 8.000 metros de profundidad en la fosa. Gracias a la tecnología de escaneo de rayos X, el equipo descubrió toda una red de profundos túneles y madrigueras, lo que reveló la presencia de una sorprendente variedad de criaturas de aguas profundas, incluidos organismos similares a los gusanos y pepinos de mar.El trabajo desafía la creencia generalizada de que la llamada ‘zona Hadal’ del océano (entre 6.000 y 11.000 metros de profundidad, por debajo incluso de la zona abisal) es esencialmente estéril. Y muestra claramente que, a pesar de las condiciones extremas, la vida no solo está presente ahí, sino que es notablemente próspera y diversa.«Resulta paradójico -explican a ‘ Live Science’ Jussi Hovikoski y Joonas Virtasalo, autores principales del artículo- que las partes más profundas de nuestros océanos sean más dinámicas y den más soporte a las comunidades bentónicas más diversas que las llanuras abisales circundantes». Llanuras que se encuentran mucho más ‘arriba’ a entre 3.000 y 6.000 metros, en la llamada zona abisal, por encima de la zona Hadal. Una paradoja, desde luego, fascinante y que refleja lo poco que aún sabemos sobre estos ecosistemas extremos.El extraño ciclo de la vidaSegún los investigadores, esto es posible porque la fosa de Japón está sujeta a fuertes corrientes que agitan y transportan el sedimento de las capas superiores, llevando el oxígeno y los nutrientes que hacen posible la vida hasta las capas oceánicas más profundas. Cuando las corrientes cambian, los recursos se agotan, las criaturas mueren y el entero ecosistema se reinicia, proporcionando nuevas oportunidades para la colonización. Los investigadores comparan este ciclo con los incendios forestales en la tierra, que destruyen lo viejo pero preparan el escenario para que florezca una nueva vida. Del mismo modo, una vez que el sedimento se asienta, el fondo del océano se enriquece con nutrientes, atrayendo a nuevas especies oportunistas que explotan rápidamente los nuevos recursos.Los investigadores, además, creen que el papel de criaturas como los pepinos de mar en este proceso es significativo. Estos animales, de hecho, son a menudo los primeros en colonizar los sedimentos recién depositados, cosechando nutrientes y oxígeno antes de que lleguen otros organismos. Con el tiempo, y a medida que en las nuevas capas se agotan los recursos disponibles, llega el turno de los microbios adaptados a condiciones de bajo oxígeno, que se hacen cargo, seguidos de cerca por invertebrados que se alimentan de ellos. Este ciclo repetitivo de destrucción y renovación es vital para mantener un ecosistema saludable y dinámico en los lugares más profundos del océano.MÁS INFORMACIÓN noticia No El riesgo de impacto contra la Tierra del asteroide 2024 YR4 disminuye, pero podría golpear la Luna noticia Si Una única proteína pudo impulsar la aparición del lenguaje humanoLos nuevos hallazgos, por tanto, constituyen la primera evidencia clara de que la fosa de Japón, a pesar de su abrumadora profundidad, es capaz de albergar un entorno biológico aún más diverso que las llanuras abisales menos profundas. Toda una sorpresa para los científicos. A miles de metros bajo la superficie del norte del Pacífico y en pleno ‘cinturón de Fuego’, una de las regiones más volcánicas del planeta, una gran placa oceánica se desliza lentamente bajo su vecina, la placa continental euroasiática. Y al hacerlo crea una profunda zanja en el mar, un vasto ‘abismo tectónico’ llamado Fosa de Japón y que alcanza, en su punto más bajo, hasta 9.000 metros de profundidad.Hasta ahora, debido a su oscuridad absoluta, el frío extremo, la falta de oxígeno y nutrientes y la enorme presión (que aumenta en razón de 10 atmósferas por cada 100 metros de profundidad), se creía que este desamparado lugar no reunía las condiciones necesarias para la vida. Idea que una nueva exploración con imágenes de rayos X acaba de desmontar por completo al revelar la existencia de un inesperado y bullicioso ecosistema, ajeno al resto del mundo, que prospera en uno de lugares más inaccesibles y hostiles de la Tierra. El descubrimiento de madrigueras en forma de sacacorchos y otras intrincadas estructuras, en efecto, sugiere que ‘ahí abajo’ existe toda una comunidad de criaturas mucho más dinámicas y resistentes de lo que los científicos se habían atrevido siquiera a sospechar.Donde nadie lo esperabaEn un artículo publicado en ‘Nature communications’, en efecto, un equipo de investigadores dirigido por expertos del Servicio Geológico de Finlandia acaba de presentar un detallado análisis de sedimentos depositados a casi 8.000 metros de profundidad en la fosa. Gracias a la tecnología de escaneo de rayos X, el equipo descubrió toda una red de profundos túneles y madrigueras, lo que reveló la presencia de una sorprendente variedad de criaturas de aguas profundas, incluidos organismos similares a los gusanos y pepinos de mar.El trabajo desafía la creencia generalizada de que la llamada ‘zona Hadal’ del océano (entre 6.000 y 11.000 metros de profundidad, por debajo incluso de la zona abisal) es esencialmente estéril. Y muestra claramente que, a pesar de las condiciones extremas, la vida no solo está presente ahí, sino que es notablemente próspera y diversa.«Resulta paradójico -explican a ‘ Live Science’ Jussi Hovikoski y Joonas Virtasalo, autores principales del artículo- que las partes más profundas de nuestros océanos sean más dinámicas y den más soporte a las comunidades bentónicas más diversas que las llanuras abisales circundantes». Llanuras que se encuentran mucho más ‘arriba’ a entre 3.000 y 6.000 metros, en la llamada zona abisal, por encima de la zona Hadal. Una paradoja, desde luego, fascinante y que refleja lo poco que aún sabemos sobre estos ecosistemas extremos.El extraño ciclo de la vidaSegún los investigadores, esto es posible porque la fosa de Japón está sujeta a fuertes corrientes que agitan y transportan el sedimento de las capas superiores, llevando el oxígeno y los nutrientes que hacen posible la vida hasta las capas oceánicas más profundas. Cuando las corrientes cambian, los recursos se agotan, las criaturas mueren y el entero ecosistema se reinicia, proporcionando nuevas oportunidades para la colonización. Los investigadores comparan este ciclo con los incendios forestales en la tierra, que destruyen lo viejo pero preparan el escenario para que florezca una nueva vida. Del mismo modo, una vez que el sedimento se asienta, el fondo del océano se enriquece con nutrientes, atrayendo a nuevas especies oportunistas que explotan rápidamente los nuevos recursos.Los investigadores, además, creen que el papel de criaturas como los pepinos de mar en este proceso es significativo. Estos animales, de hecho, son a menudo los primeros en colonizar los sedimentos recién depositados, cosechando nutrientes y oxígeno antes de que lleguen otros organismos. Con el tiempo, y a medida que en las nuevas capas se agotan los recursos disponibles, llega el turno de los microbios adaptados a condiciones de bajo oxígeno, que se hacen cargo, seguidos de cerca por invertebrados que se alimentan de ellos. Este ciclo repetitivo de destrucción y renovación es vital para mantener un ecosistema saludable y dinámico en los lugares más profundos del océano.MÁS INFORMACIÓN noticia No El riesgo de impacto contra la Tierra del asteroide 2024 YR4 disminuye, pero podría golpear la Luna noticia Si Una única proteína pudo impulsar la aparición del lenguaje humanoLos nuevos hallazgos, por tanto, constituyen la primera evidencia clara de que la fosa de Japón, a pesar de su abrumadora profundidad, es capaz de albergar un entorno biológico aún más diverso que las llanuras abisales menos profundas. Toda una sorpresa para los científicos.  

A miles de metros bajo la superficie del norte del Pacífico y en pleno ‘cinturón de Fuego’, una de las regiones más volcánicas del planeta, una gran placa oceánica se desliza lentamente bajo su vecina, la placa continental euroasiática. Y al hacerlo crea una profunda … zanja en el mar, un vasto ‘abismo tectónico’ llamado Fosa de Japón y que alcanza, en su punto más bajo, hasta 9.000 metros de profundidad.

Hasta ahora, debido a su oscuridad absoluta, el frío extremo, la falta de oxígeno y nutrientes y la enorme presión (que aumenta en razón de 10 atmósferas por cada 100 metros de profundidad), se creía que este desamparado lugar no reunía las condiciones necesarias para la vida. Idea que una nueva exploración con imágenes de rayos X acaba de desmontar por completo al revelar la existencia de un inesperado y bullicioso ecosistema, ajeno al resto del mundo, que prospera en uno de lugares más inaccesibles y hostiles de la Tierra. El descubrimiento de madrigueras en forma de sacacorchos y otras intrincadas estructuras, en efecto, sugiere que ‘ahí abajo’ existe toda una comunidad de criaturas mucho más dinámicas y resistentes de lo que los científicos se habían atrevido siquiera a sospechar.

Donde nadie lo esperaba

En un artículo publicado en ‘Nature communications’, en efecto, un equipo de investigadores dirigido por expertos del Servicio Geológico de Finlandia acaba de presentar un detallado análisis de sedimentos depositados a casi 8.000 metros de profundidad en la fosa. Gracias a la tecnología de escaneo de rayos X, el equipo descubrió toda una red de profundos túneles y madrigueras, lo que reveló la presencia de una sorprendente variedad de criaturas de aguas profundas, incluidos organismos similares a los gusanos y pepinos de mar.

El trabajo desafía la creencia generalizada de que la llamada ‘zona Hadal’ del océano (entre 6.000 y 11.000 metros de profundidad, por debajo incluso de la zona abisal) es esencialmente estéril. Y muestra claramente que, a pesar de las condiciones extremas, la vida no solo está presente ahí, sino que es notablemente próspera y diversa.

«Resulta paradójico -explican a ‘Live Science’ Jussi Hovikoski y Joonas Virtasalo, autores principales del artículo- que las partes más profundas de nuestros océanos sean más dinámicas y den más soporte a las comunidades bentónicas más diversas que las llanuras abisales circundantes». Llanuras que se encuentran mucho más ‘arriba’ a entre 3.000 y 6.000 metros, en la llamada zona abisal, por encima de la zona Hadal. Una paradoja, desde luego, fascinante y que refleja lo poco que aún sabemos sobre estos ecosistemas extremos.

El extraño ciclo de la vida

Según los investigadores, esto es posible porque la fosa de Japón está sujeta a fuertes corrientes que agitan y transportan el sedimento de las capas superiores, llevando el oxígeno y los nutrientes que hacen posible la vida hasta las capas oceánicas más profundas. Cuando las corrientes cambian, los recursos se agotan, las criaturas mueren y el entero ecosistema se reinicia, proporcionando nuevas oportunidades para la colonización. Los investigadores comparan este ciclo con los incendios forestales en la tierra, que destruyen lo viejo pero preparan el escenario para que florezca una nueva vida. Del mismo modo, una vez que el sedimento se asienta, el fondo del océano se enriquece con nutrientes, atrayendo a nuevas especies oportunistas que explotan rápidamente los nuevos recursos.

Los investigadores, además, creen que el papel de criaturas como los pepinos de mar en este proceso es significativo. Estos animales, de hecho, son a menudo los primeros en colonizar los sedimentos recién depositados, cosechando nutrientes y oxígeno antes de que lleguen otros organismos. Con el tiempo, y a medida que en las nuevas capas se agotan los recursos disponibles, llega el turno de los microbios adaptados a condiciones de bajo oxígeno, que se hacen cargo, seguidos de cerca por invertebrados que se alimentan de ellos. Este ciclo repetitivo de destrucción y renovación es vital para mantener un ecosistema saludable y dinámico en los lugares más profundos del océano.

Los nuevos hallazgos, por tanto, constituyen la primera evidencia clara de que la fosa de Japón, a pesar de su abrumadora profundidad, es capaz de albergar un entorno biológico aún más diverso que las llanuras abisales menos profundas. Toda una sorpresa para los científicos.

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