La coleta alta, el pelo tirante y planchado. Los brazos en jarras. Es Paula Sevilla (La Solana, 1997). Atleta menuda (1,60). Menuda atleta. Gigante en la final de los 400 metros del Europeo ‘indoor’ de Apeldoorn, donde se colgó el bronce, su primera medalla internacional, igualando el histórico récord de España de Sandra Myers (50.99). Y eso en una prueba que no es la suya (que no era), sin entrenamiento específico y después de un invierno enloquecido que puede transformar su vida.-Una semana desde su medalla en Apeldoorn. ¿Cómo está?-Ha sido una locura. He estado en mi pueblo, con mis seres queridos. Y también he revisado un poco las redes sociales. El bronce ha tenido muchísima repercusión. Siempre he dicho que soy muy humilde y sencilla, y no me doy cuenta del valor que pueden alcanzar las cosas. He disfrutado leyendo comentarios y mensajes. -¿Cómo le han recibido en casa?-Ha habido muchos homenajes. La Solana es un pueblo pequeño, la gente me reconoce por la calle y dice ‘es la que corre’ o ‘es la de la tele’. Es emocionante…-Su refugio.-Sí, totalmente. Soy muy tímida, introvertida, y me da vergüenza la exposición pública. En mi casa me siento protegida, estoy con los míos, puedo ser yo misma. Es mi lugar.Noticias relacionadas opinion Si Desde el tartán Balance agridulce del atletismo español Ignacio Romo estandar No Atletismo Ana Peleteiro y doce más: España va con lo justo al Mundial de Nanjing Javier Asprón-Usted es especialista en 100 y 200. ¿Cómo se ha llegado a este sorprendente y exitoso salto al 400?-Este invierno estaba entrenando muy bien. Me veía rápida. Todos los años suelo hacer algún 400 a modo de entrenamiento. Hice buena marca (53.34), y lo mejor es que, al contrario que otras veces, no acabé muy cansada. Le dije a mi entrenador que si corría otro con gente competitiva podía salir mejor. Me apunté al Campeonato de Madrid, llegué sin cansancio e hice 51.79. Eso fue una revolución para mí. Desde ese momento mi vida cambió. Aquel fin de semana se cerraban las inscripciones para el Campeonato de España y tuve que decidir. Esa marca me hizo decantarme por el 400.-Y en el Campeonato de España también gana.-Fui con mucho miedo. Había planificado para 200 y podía pinchar en cualquier momento. Pero la final fue espectacular, con Gallur entregado. Vino mi familia a verme. Estaba nerviosa por si fallaba, pero aguanté. Fue un momento increíble.-Y de ahí al Europeo, donde logra el bronce e iguala el récord de España de Sandra Myers. Apenas cuatro carreras en 400 y sigue sin techo. De cara al verano ya no tendrá dudas sobre qué distancia hacer…-Hay que cambiar, sí. Aunque da bastante miedo. Creo que he mejorado este invierno porque me he implicado mucho en los entrenamientos y he buscado mi límite. Ahora tendré que meter más volumen, porque el 400 es el doble de distancia de lo que hacía antes. Aun así, me gustaría mantener la misma mentalidad. Cumpliré las órdenes de mi entrenador. Al final es quien sabe. Me considero muy obediente, así que él tendrá que romperse la cabeza y yo confiaré en él.-¿Se atreve a describir las sensaciones de hacer un 400 al límite?-Hay un momento en el que entra el ácido láctico y el cuerpo deja de responder. No controlas tu propio cuerpo y te descompones; pierdes la técnica y dejas de correr como lo harías normalmente. Cuando te falla todo has de intentar mantener la cabeza fría y seguir moviendo las piernas hasta el final, sin crisparte.-Tras el bronce otorgó mucho crédito de lo sucedido a su psicólogo.-Me ha ayudado muchísimo. Durante mucho tiempo he salido a competir solo por la marca. Por debajo de 22.80 en 200, bien. Por encima, mal. Eso genera mucha tensión. Arrastraba con muchas cosas que no podía controlar y me afectaban al rendimiento. Este invierno, en cambio, trabajé con él y dejé de centrarme en la marca. Mi idea era solo bajar a entrenar, sin buscar una marca o resultado. Él me hizo cambiar el foco, centrarme en lo que podía hacer yo y olvidarme del ruido externo. Desde septiembre tuve un cambio de chip. Él me dio herramientas para trabajar por mí misma y no por un resultado concreto. Y el resultado llegó casi solo.-¿Impone más correr un 400 al aire libre que en pista cubierta?-A mí sí, porque la pista cubierta me encanta. Aunque el aire libre sea lo que más prestigio tiene, la cubierta, con sus peraltes, me parece divertida, distinta. Será un mundo nuevo para mí. Tendré que aprender a gestionarlo.-¿Cree que es factible bajar de 50.99?-Si me centro en la marca, me parece dificilísimo, igual que bajar de 51.20 también lo era. Creo que ese punto de inconsciencia y falta de experiencia con el que he afrontado este invierno me ha venido bien. Aun así, creo que con una buena carrera es posible.-¿Qué es lo mejor de ganar una medalla? ¿Cruzar la meta, la ceremonia del podio o cuando te llega la beca?-En el estadio lo disfruté mucho. Cuando te dan la bandera y te dicen que eres medalla, ese momento es muy especial. Y sí, está claro lo que dependemos de estos resultados Yo puedo dedicarme al atletismo de forma profesional porque estoy en el CAR. Gracias a los resultados, recibo una beca económica que me permite llevar una vida normal, salir a cenar o darme algún capricho. No podría alquilar un piso en Madrid para entrenar. Llevo diez años en la residencia Blume y cada año he renovado la beca en función de mis resultados. Si en algún momento la hubiera perdido, habría tenido que volver a mi pueblo, y las condiciones que hubiese tenido allí no me habrían llevado a donde estoy.Paula Sevilla, durante la entrevista en ABC Isabel Permuy-¿Cómo es vivir en la Blume, la convivencia con tantos deportistas?-Ahora ya lo he normalizado, pero al principio alucinaba. Yo llegué con 18 años. Veía a Carolina Marín, Lidia Valentín… y llamaba a mi padre: ‘Papá, está comiendo Carolina Marín a tres mesas de mí’. Con el tiempo, he podido conocerlos, hablar con ellos e incluso mantener amistad. Es un ambiente muy bonito. También he conocido a mucha gente del mundo paralímpico, que me ha aportado otras perspectivas. Me siento muy afortunada. Hay gente maravillosa, cada uno con su historia. Conoces al deportista no solo por sus resultados, sino por todo lo que hay detrás. Es algo muy enriquecedor.-¿Cómo empezó en el atletismo?-Tenía 13 o 14 años. Yo jugaba al fútbol, pero un profesor de Educación Física nos hizo unas pruebas de 50 metros. Tomó tiempos con un cronómetro en el patio del colegio, después miró la mejor marca española del momento y llamó a mis padres para sugerirles que probara el atletismo. Justo esta semana me ha enviado un mensaje diciéndome que no tengo techo. Me emociona porque, si hubiera sido por mí, no lo habría intentado. Me gustaba el fútbol porque jugaba en equipo. Pensaba que si corría me llevaría mal con quienes me querían ganar en mi prueba. Y es justo lo contrario. Mis mejores amigas son mis principales rivales.-Entonces, ¿España ha perdido a una gran futbolista?-No, para nada. Lo único que hacía bien era correr de un lado a otro. Técnicamente era pésima con el balón, chutar, regatear… No era lo mío. Me divertía, pero no tenía futuro en el fútbol.-No era otra Salma Paralluelo.-Ni parecido.-Hizo magisterio y ahora estudia Administración y Finanzas. ¿Dónde se ve dentro de diez años?-No lo sé con certeza, pero sé que volveré a mi pueblo. Madrid tiene muchas oportunidades laborales, pero me gustaría una vida tranquila y cercana a los míos. A nivel laboral, me gusta la docencia, pero no me siento preparada para opositar ahora. Ojalá encontrar algo allí, sea en educación o en administración, y vivir tranquilamente.-¿La salud del atletismo español es buena?-Sí, cada vez hay más competencia en más pruebas. Creo que esa es la clave. Todo el mundo está mejorando marcas, y cuando ves a alguien capaz de hacer cierto resultado, piensas que tú también puedes.-Le pregunto por el dopaje. Cada cierto tiempo salta algún escándalo que parece que los deja a todos señalados. ¿Lo siente así?-A veces sí. La trampa está ahí y, desgraciadamente, siempre hay quien cae. Es una pena. Personalmente, lucho por ser yo misma y no querría mostrar una imagen falsa. No entiendo las razones por las que alguien recurre al dopaje. ¿Para qué ganar un oro olímpico si no es legítimo? No sé qué circunstancias pueden llevar a alguien a ese extremo. Cuando haces grandes marcas surge la duda de si la gente pensará mal, pero creo que hay mucha transparencia en el deporte. Ojalá podamos centrarnos en la mayoría limpia. Si alguien hace trampas y lo descubren, que cumpla la sanción. El resto no debemos vernos manchados.-María Pérez comentaba hace unos días que hay demasiadas nacionalizaciones en el atletismo español que perjudican al ‘producto nacional’. ¿Está de acuerdo?-Sí, en parte. Hay muchos motivos detrás de una nacionalización más allá de lo deportivo. Es una situación difícil de juzgar desde fuera. Pero sí creo que, si se apuesta por los deportistas españoles, se pueden conseguir grandes resultados sin necesidad de traer atletas de fuera.-¿Cuánto le afecta estar involucrada en los equipos de relevos a la hora de planificar su preparación individual?-Afecta bastante. Durante los últimos años formo parte del Plan Nacional de Relevos, con muchas concentraciones, y a veces dejas de entrenar tu prueba individual para adaptarte a entrenamientos de relevo. No es algo negativo, es positivo, porque entrenas el relevo y convives con tu equipo. Me gusta el ambiente y estar en grupo; me siento reforzada. También es cierto que, cuando preparas un campeonato solo para el relevo, dejas de lado tu prueba individual. Por ejemplo, el año pasado, para clasificar al relevo para los Juegos, tuvimos picos de forma en meses que, si no fuera por el relevo, no habríamos preparado igual. Este año, con el Mundial de relevos en China, quizá solo se prepare eso y se aparque un poco la prueba individual.-Lo menciono porque ha sufrido las llamadas mínimas de excelencia muchas veces. ¿Cree que son demasiado estrictas?-A veces te centras mucho en el relevo, y esa apuesta no siempre se recompensa después. Es una situación complicada. Desde el Mundial de Oregón empecé a sufrir por esas mínimas, y fue duro. Allí sentí que había excepciones que me dejaban fuera. Al final, esas mínimas se impusieron y ya tenía claro que si no hacía 22.80 no podría competir en individual, así que me refugié en los relevos. Al menos podía aportar mi granito de arena y tener esa oportunidad. Es difícil, porque, si te centras en la prueba individual y no sale, te vienes abajo, pero si estás en el relevo mantienes la motivación. Es una situación con luces y sombras.-De Apeldoorn pudo salir con dos medallas gracias al relevo. ¿Cómo vivió la descalificación y posterior recalificación de Países Bajos?-La verdad, yo estaba en una nube. Al terminar el relevo me sentía muy orgullosa de mis compañeras porque bajamos el récord de España seis segundos, algo increíble en una prueba de velocidad. Ya estaba hablando con los medios y no me enteré de la descalificación. Intenté aislarme un poco para no vivir tantos altibajos emocionales: un momento somos medalla, al siguiente no. Incluso nos hicieron ponernos el chándal de premiación, pero luego todo se deshizo. Cuando me dijeron que habían descalificado a Holanda supe que era complicado, porque era el país anfitrión. Tampoco vi en directo lo que pasó con la neerlandesa. Después, viendo las imágenes, sí se ve que se cruza con la inglesa, y entiendo que las británicas podrían haber luchado por algo más, porque su última relevista era muy buena. Pero no hubo choque ni nada demasiado grave; pienso que la holandesa intentó apartarse, no creo que fuera intencionado. Preferí quedarme con nuestra gran marca y no entrar en polémicas. La próxima vez estaremos ahí de nuevo, en una final increíble, y ojalá podamos luchar otra vez por las medallas.-¿Cómo es Femke Bol en las distancias cortas?-Es muy maja. Todo el equipo de relevos estaba ilusionadísimo porque ella y Klaver son grandes referentes para nosotras, y se dieron cuenta de que existíamos. Nos hicimos una foto con ellas después, y fueron muy amables, nos desearon mucha suerte. Conocemos a Aauri Bokesa, que ha entrenado con ellas, y nos mandó un mensaje reenviado de la propia Femke. Además, empezaron a seguirnos en Instagram y todas estábamos emocionadas en el avión, compartiendo pantallazos. Es encantadora, una gran referente del 400. Nos hizo mucha ilusión salir en la misma línea de salida con ella.-Hablamos de tres grandes citas en 2025: el Mundial de relevos, la Copa de Europa de Naciones en Vallehermoso y el Mundial de Tokio. ¿Se puede con todo al final?-Ese es el objetivo. Creo que hasta Tokio, en septiembre, hay bastante tiempo. Para los entrenadores es más complicado, porque deben programarlo todo, pero creo que sí se puede. Entre junio y septiembre hay margen. En mayo, tras la pista cubierta, la mayoría de relevistas renunciamos al Mundial de China porque no había tiempo material para entrenar con tanto viaje. Confío en que lleguemos al Mundial de relevos, clasifiquemos, y tengamos otro mes para preparar la Copa de Europa de Naciones. De junio a septiembre hay tiempo de sobra. Es abrumador, pero tenemos buenos entrenadores en España. El año pasado ya vivimos una temporada estresante con la clasificación para los Juegos. Ojalá podamos estar todos en forma en agosto y septiembre. La coleta alta, el pelo tirante y planchado. Los brazos en jarras. Es Paula Sevilla (La Solana, 1997). Atleta menuda (1,60). Menuda atleta. Gigante en la final de los 400 metros del Europeo ‘indoor’ de Apeldoorn, donde se colgó el bronce, su primera medalla internacional, igualando el histórico récord de España de Sandra Myers (50.99). Y eso en una prueba que no es la suya (que no era), sin entrenamiento específico y después de un invierno enloquecido que puede transformar su vida.-Una semana desde su medalla en Apeldoorn. ¿Cómo está?-Ha sido una locura. He estado en mi pueblo, con mis seres queridos. Y también he revisado un poco las redes sociales. El bronce ha tenido muchísima repercusión. Siempre he dicho que soy muy humilde y sencilla, y no me doy cuenta del valor que pueden alcanzar las cosas. He disfrutado leyendo comentarios y mensajes. -¿Cómo le han recibido en casa?-Ha habido muchos homenajes. La Solana es un pueblo pequeño, la gente me reconoce por la calle y dice ‘es la que corre’ o ‘es la de la tele’. Es emocionante…-Su refugio.-Sí, totalmente. Soy muy tímida, introvertida, y me da vergüenza la exposición pública. En mi casa me siento protegida, estoy con los míos, puedo ser yo misma. Es mi lugar.Noticias relacionadas opinion Si Desde el tartán Balance agridulce del atletismo español Ignacio Romo estandar No Atletismo Ana Peleteiro y doce más: España va con lo justo al Mundial de Nanjing Javier Asprón-Usted es especialista en 100 y 200. ¿Cómo se ha llegado a este sorprendente y exitoso salto al 400?-Este invierno estaba entrenando muy bien. Me veía rápida. Todos los años suelo hacer algún 400 a modo de entrenamiento. Hice buena marca (53.34), y lo mejor es que, al contrario que otras veces, no acabé muy cansada. Le dije a mi entrenador que si corría otro con gente competitiva podía salir mejor. Me apunté al Campeonato de Madrid, llegué sin cansancio e hice 51.79. Eso fue una revolución para mí. Desde ese momento mi vida cambió. Aquel fin de semana se cerraban las inscripciones para el Campeonato de España y tuve que decidir. Esa marca me hizo decantarme por el 400.-Y en el Campeonato de España también gana.-Fui con mucho miedo. Había planificado para 200 y podía pinchar en cualquier momento. Pero la final fue espectacular, con Gallur entregado. Vino mi familia a verme. Estaba nerviosa por si fallaba, pero aguanté. Fue un momento increíble.-Y de ahí al Europeo, donde logra el bronce e iguala el récord de España de Sandra Myers. Apenas cuatro carreras en 400 y sigue sin techo. De cara al verano ya no tendrá dudas sobre qué distancia hacer…-Hay que cambiar, sí. Aunque da bastante miedo. Creo que he mejorado este invierno porque me he implicado mucho en los entrenamientos y he buscado mi límite. Ahora tendré que meter más volumen, porque el 400 es el doble de distancia de lo que hacía antes. Aun así, me gustaría mantener la misma mentalidad. Cumpliré las órdenes de mi entrenador. Al final es quien sabe. Me considero muy obediente, así que él tendrá que romperse la cabeza y yo confiaré en él.-¿Se atreve a describir las sensaciones de hacer un 400 al límite?-Hay un momento en el que entra el ácido láctico y el cuerpo deja de responder. No controlas tu propio cuerpo y te descompones; pierdes la técnica y dejas de correr como lo harías normalmente. Cuando te falla todo has de intentar mantener la cabeza fría y seguir moviendo las piernas hasta el final, sin crisparte.-Tras el bronce otorgó mucho crédito de lo sucedido a su psicólogo.-Me ha ayudado muchísimo. Durante mucho tiempo he salido a competir solo por la marca. Por debajo de 22.80 en 200, bien. Por encima, mal. Eso genera mucha tensión. Arrastraba con muchas cosas que no podía controlar y me afectaban al rendimiento. Este invierno, en cambio, trabajé con él y dejé de centrarme en la marca. Mi idea era solo bajar a entrenar, sin buscar una marca o resultado. Él me hizo cambiar el foco, centrarme en lo que podía hacer yo y olvidarme del ruido externo. Desde septiembre tuve un cambio de chip. Él me dio herramientas para trabajar por mí misma y no por un resultado concreto. Y el resultado llegó casi solo.-¿Impone más correr un 400 al aire libre que en pista cubierta?-A mí sí, porque la pista cubierta me encanta. Aunque el aire libre sea lo que más prestigio tiene, la cubierta, con sus peraltes, me parece divertida, distinta. Será un mundo nuevo para mí. Tendré que aprender a gestionarlo.-¿Cree que es factible bajar de 50.99?-Si me centro en la marca, me parece dificilísimo, igual que bajar de 51.20 también lo era. Creo que ese punto de inconsciencia y falta de experiencia con el que he afrontado este invierno me ha venido bien. Aun así, creo que con una buena carrera es posible.-¿Qué es lo mejor de ganar una medalla? ¿Cruzar la meta, la ceremonia del podio o cuando te llega la beca?-En el estadio lo disfruté mucho. Cuando te dan la bandera y te dicen que eres medalla, ese momento es muy especial. Y sí, está claro lo que dependemos de estos resultados Yo puedo dedicarme al atletismo de forma profesional porque estoy en el CAR. Gracias a los resultados, recibo una beca económica que me permite llevar una vida normal, salir a cenar o darme algún capricho. No podría alquilar un piso en Madrid para entrenar. Llevo diez años en la residencia Blume y cada año he renovado la beca en función de mis resultados. Si en algún momento la hubiera perdido, habría tenido que volver a mi pueblo, y las condiciones que hubiese tenido allí no me habrían llevado a donde estoy.Paula Sevilla, durante la entrevista en ABC Isabel Permuy-¿Cómo es vivir en la Blume, la convivencia con tantos deportistas?-Ahora ya lo he normalizado, pero al principio alucinaba. Yo llegué con 18 años. Veía a Carolina Marín, Lidia Valentín… y llamaba a mi padre: ‘Papá, está comiendo Carolina Marín a tres mesas de mí’. Con el tiempo, he podido conocerlos, hablar con ellos e incluso mantener amistad. Es un ambiente muy bonito. También he conocido a mucha gente del mundo paralímpico, que me ha aportado otras perspectivas. Me siento muy afortunada. Hay gente maravillosa, cada uno con su historia. Conoces al deportista no solo por sus resultados, sino por todo lo que hay detrás. Es algo muy enriquecedor.-¿Cómo empezó en el atletismo?-Tenía 13 o 14 años. Yo jugaba al fútbol, pero un profesor de Educación Física nos hizo unas pruebas de 50 metros. Tomó tiempos con un cronómetro en el patio del colegio, después miró la mejor marca española del momento y llamó a mis padres para sugerirles que probara el atletismo. Justo esta semana me ha enviado un mensaje diciéndome que no tengo techo. Me emociona porque, si hubiera sido por mí, no lo habría intentado. Me gustaba el fútbol porque jugaba en equipo. Pensaba que si corría me llevaría mal con quienes me querían ganar en mi prueba. Y es justo lo contrario. Mis mejores amigas son mis principales rivales.-Entonces, ¿España ha perdido a una gran futbolista?-No, para nada. Lo único que hacía bien era correr de un lado a otro. Técnicamente era pésima con el balón, chutar, regatear… No era lo mío. Me divertía, pero no tenía futuro en el fútbol.-No era otra Salma Paralluelo.-Ni parecido.-Hizo magisterio y ahora estudia Administración y Finanzas. ¿Dónde se ve dentro de diez años?-No lo sé con certeza, pero sé que volveré a mi pueblo. Madrid tiene muchas oportunidades laborales, pero me gustaría una vida tranquila y cercana a los míos. A nivel laboral, me gusta la docencia, pero no me siento preparada para opositar ahora. Ojalá encontrar algo allí, sea en educación o en administración, y vivir tranquilamente.-¿La salud del atletismo español es buena?-Sí, cada vez hay más competencia en más pruebas. Creo que esa es la clave. Todo el mundo está mejorando marcas, y cuando ves a alguien capaz de hacer cierto resultado, piensas que tú también puedes.-Le pregunto por el dopaje. Cada cierto tiempo salta algún escándalo que parece que los deja a todos señalados. ¿Lo siente así?-A veces sí. La trampa está ahí y, desgraciadamente, siempre hay quien cae. Es una pena. Personalmente, lucho por ser yo misma y no querría mostrar una imagen falsa. No entiendo las razones por las que alguien recurre al dopaje. ¿Para qué ganar un oro olímpico si no es legítimo? No sé qué circunstancias pueden llevar a alguien a ese extremo. Cuando haces grandes marcas surge la duda de si la gente pensará mal, pero creo que hay mucha transparencia en el deporte. Ojalá podamos centrarnos en la mayoría limpia. Si alguien hace trampas y lo descubren, que cumpla la sanción. El resto no debemos vernos manchados.-María Pérez comentaba hace unos días que hay demasiadas nacionalizaciones en el atletismo español que perjudican al ‘producto nacional’. ¿Está de acuerdo?-Sí, en parte. Hay muchos motivos detrás de una nacionalización más allá de lo deportivo. Es una situación difícil de juzgar desde fuera. Pero sí creo que, si se apuesta por los deportistas españoles, se pueden conseguir grandes resultados sin necesidad de traer atletas de fuera.-¿Cuánto le afecta estar involucrada en los equipos de relevos a la hora de planificar su preparación individual?-Afecta bastante. Durante los últimos años formo parte del Plan Nacional de Relevos, con muchas concentraciones, y a veces dejas de entrenar tu prueba individual para adaptarte a entrenamientos de relevo. No es algo negativo, es positivo, porque entrenas el relevo y convives con tu equipo. Me gusta el ambiente y estar en grupo; me siento reforzada. También es cierto que, cuando preparas un campeonato solo para el relevo, dejas de lado tu prueba individual. Por ejemplo, el año pasado, para clasificar al relevo para los Juegos, tuvimos picos de forma en meses que, si no fuera por el relevo, no habríamos preparado igual. Este año, con el Mundial de relevos en China, quizá solo se prepare eso y se aparque un poco la prueba individual.-Lo menciono porque ha sufrido las llamadas mínimas de excelencia muchas veces. ¿Cree que son demasiado estrictas?-A veces te centras mucho en el relevo, y esa apuesta no siempre se recompensa después. Es una situación complicada. Desde el Mundial de Oregón empecé a sufrir por esas mínimas, y fue duro. Allí sentí que había excepciones que me dejaban fuera. Al final, esas mínimas se impusieron y ya tenía claro que si no hacía 22.80 no podría competir en individual, así que me refugié en los relevos. Al menos podía aportar mi granito de arena y tener esa oportunidad. Es difícil, porque, si te centras en la prueba individual y no sale, te vienes abajo, pero si estás en el relevo mantienes la motivación. Es una situación con luces y sombras.-De Apeldoorn pudo salir con dos medallas gracias al relevo. ¿Cómo vivió la descalificación y posterior recalificación de Países Bajos?-La verdad, yo estaba en una nube. Al terminar el relevo me sentía muy orgullosa de mis compañeras porque bajamos el récord de España seis segundos, algo increíble en una prueba de velocidad. Ya estaba hablando con los medios y no me enteré de la descalificación. Intenté aislarme un poco para no vivir tantos altibajos emocionales: un momento somos medalla, al siguiente no. Incluso nos hicieron ponernos el chándal de premiación, pero luego todo se deshizo. Cuando me dijeron que habían descalificado a Holanda supe que era complicado, porque era el país anfitrión. Tampoco vi en directo lo que pasó con la neerlandesa. Después, viendo las imágenes, sí se ve que se cruza con la inglesa, y entiendo que las británicas podrían haber luchado por algo más, porque su última relevista era muy buena. Pero no hubo choque ni nada demasiado grave; pienso que la holandesa intentó apartarse, no creo que fuera intencionado. Preferí quedarme con nuestra gran marca y no entrar en polémicas. La próxima vez estaremos ahí de nuevo, en una final increíble, y ojalá podamos luchar otra vez por las medallas.-¿Cómo es Femke Bol en las distancias cortas?-Es muy maja. Todo el equipo de relevos estaba ilusionadísimo porque ella y Klaver son grandes referentes para nosotras, y se dieron cuenta de que existíamos. Nos hicimos una foto con ellas después, y fueron muy amables, nos desearon mucha suerte. Conocemos a Aauri Bokesa, que ha entrenado con ellas, y nos mandó un mensaje reenviado de la propia Femke. Además, empezaron a seguirnos en Instagram y todas estábamos emocionadas en el avión, compartiendo pantallazos. Es encantadora, una gran referente del 400. Nos hizo mucha ilusión salir en la misma línea de salida con ella.-Hablamos de tres grandes citas en 2025: el Mundial de relevos, la Copa de Europa de Naciones en Vallehermoso y el Mundial de Tokio. ¿Se puede con todo al final?-Ese es el objetivo. Creo que hasta Tokio, en septiembre, hay bastante tiempo. Para los entrenadores es más complicado, porque deben programarlo todo, pero creo que sí se puede. Entre junio y septiembre hay margen. En mayo, tras la pista cubierta, la mayoría de relevistas renunciamos al Mundial de China porque no había tiempo material para entrenar con tanto viaje. Confío en que lleguemos al Mundial de relevos, clasifiquemos, y tengamos otro mes para preparar la Copa de Europa de Naciones. De junio a septiembre hay tiempo de sobra. Es abrumador, pero tenemos buenos entrenadores en España. El año pasado ya vivimos una temporada estresante con la clasificación para los Juegos. Ojalá podamos estar todos en forma en agosto y septiembre.
La coleta alta, el pelo tirante y planchado. Los brazos en jarras. Es Paula Sevilla (La Solana, 1997). Atleta menuda (1,60). Menuda atleta. Gigante en la final de los 400 metros del Europeo ‘indoor’ de Apeldoorn, donde se colgó el bronce, su primera … medalla internacional, igualando el histórico récord de España de Sandra Myers (50.99). Y eso en una prueba que no es la suya (que no era), sin entrenamiento específico y después de un invierno enloquecido que puede transformar su vida.
-Una semana desde su medalla en Apeldoorn. ¿Cómo está?
-Ha sido una locura. He estado en mi pueblo, con mis seres queridos. Y también he revisado un poco las redes sociales. El bronce ha tenido muchísima repercusión. Siempre he dicho que soy muy humilde y sencilla, y no me doy cuenta del valor que pueden alcanzar las cosas. He disfrutado leyendo comentarios y mensajes.
-¿Cómo le han recibido en casa?
-Ha habido muchos homenajes. La Solana es un pueblo pequeño, la gente me reconoce por la calle y dice ‘es la que corre’ o ‘es la de la tele’. Es emocionante…
-Su refugio.
-Sí, totalmente. Soy muy tímida, introvertida, y me da vergüenza la exposición pública. En mi casa me siento protegida, estoy con los míos, puedo ser yo misma. Es mi lugar.
-Usted es especialista en 100 y 200. ¿Cómo se ha llegado a este sorprendente y exitoso salto al 400?
-Este invierno estaba entrenando muy bien. Me veía rápida. Todos los años suelo hacer algún 400 a modo de entrenamiento. Hice buena marca (53.34), y lo mejor es que, al contrario que otras veces, no acabé muy cansada. Le dije a mi entrenador que si corría otro con gente competitiva podía salir mejor. Me apunté al Campeonato de Madrid, llegué sin cansancio e hice 51.79. Eso fue una revolución para mí. Desde ese momento mi vida cambió. Aquel fin de semana se cerraban las inscripciones para el Campeonato de España y tuve que decidir. Esa marca me hizo decantarme por el 400.
-Y en el Campeonato de España también gana.
-Fui con mucho miedo. Había planificado para 200 y podía pinchar en cualquier momento. Pero la final fue espectacular, con Gallur entregado. Vino mi familia a verme. Estaba nerviosa por si fallaba, pero aguanté. Fue un momento increíble.
-Y de ahí al Europeo, donde logra el bronce e iguala el récord de España de Sandra Myers. Apenas cuatro carreras en 400 y sigue sin techo. De cara al verano ya no tendrá dudas sobre qué distancia hacer…
-Hay que cambiar, sí. Aunque da bastante miedo. Creo que he mejorado este invierno porque me he implicado mucho en los entrenamientos y he buscado mi límite. Ahora tendré que meter más volumen, porque el 400 es el doble de distancia de lo que hacía antes. Aun así, me gustaría mantener la misma mentalidad. Cumpliré las órdenes de mi entrenador. Al final es quien sabe. Me considero muy obediente, así que él tendrá que romperse la cabeza y yo confiaré en él.
-¿Se atreve a describir las sensaciones de hacer un 400 al límite?
-Hay un momento en el que entra el ácido láctico y el cuerpo deja de responder. No controlas tu propio cuerpo y te descompones; pierdes la técnica y dejas de correr como lo harías normalmente. Cuando te falla todo has de intentar mantener la cabeza fría y seguir moviendo las piernas hasta el final, sin crisparte.
-Tras el bronce otorgó mucho crédito de lo sucedido a su psicólogo.
-Me ha ayudado muchísimo. Durante mucho tiempo he salido a competir solo por la marca. Por debajo de 22.80 en 200, bien. Por encima, mal. Eso genera mucha tensión. Arrastraba con muchas cosas que no podía controlar y me afectaban al rendimiento. Este invierno, en cambio, trabajé con él y dejé de centrarme en la marca. Mi idea era solo bajar a entrenar, sin buscar una marca o resultado. Él me hizo cambiar el foco, centrarme en lo que podía hacer yo y olvidarme del ruido externo. Desde septiembre tuve un cambio de chip. Él me dio herramientas para trabajar por mí misma y no por un resultado concreto. Y el resultado llegó casi solo.
-¿Impone más correr un 400 al aire libre que en pista cubierta?
-A mí sí, porque la pista cubierta me encanta. Aunque el aire libre sea lo que más prestigio tiene, la cubierta, con sus peraltes, me parece divertida, distinta. Será un mundo nuevo para mí. Tendré que aprender a gestionarlo.
-¿Cree que es factible bajar de 50.99?
-Si me centro en la marca, me parece dificilísimo, igual que bajar de 51.20 también lo era. Creo que ese punto de inconsciencia y falta de experiencia con el que he afrontado este invierno me ha venido bien. Aun así, creo que con una buena carrera es posible.
-¿Qué es lo mejor de ganar una medalla? ¿Cruzar la meta, la ceremonia del podio o cuando te llega la beca?
-En el estadio lo disfruté mucho. Cuando te dan la bandera y te dicen que eres medalla, ese momento es muy especial. Y sí, está claro lo que dependemos de estos resultados Yo puedo dedicarme al atletismo de forma profesional porque estoy en el CAR. Gracias a los resultados, recibo una beca económica que me permite llevar una vida normal, salir a cenar o darme algún capricho. No podría alquilar un piso en Madrid para entrenar. Llevo diez años en la residencia Blume y cada año he renovado la beca en función de mis resultados. Si en algún momento la hubiera perdido, habría tenido que volver a mi pueblo, y las condiciones que hubiese tenido allí no me habrían llevado a donde estoy.
Isabel Permuy
-¿Cómo es vivir en la Blume, la convivencia con tantos deportistas?
-Ahora ya lo he normalizado, pero al principio alucinaba. Yo llegué con 18 años. Veía a Carolina Marín, Lidia Valentín… y llamaba a mi padre: ‘Papá, está comiendo Carolina Marín a tres mesas de mí’. Con el tiempo, he podido conocerlos, hablar con ellos e incluso mantener amistad. Es un ambiente muy bonito. También he conocido a mucha gente del mundo paralímpico, que me ha aportado otras perspectivas. Me siento muy afortunada. Hay gente maravillosa, cada uno con su historia. Conoces al deportista no solo por sus resultados, sino por todo lo que hay detrás. Es algo muy enriquecedor.
-¿Cómo empezó en el atletismo?
-Tenía 13 o 14 años. Yo jugaba al fútbol, pero un profesor de Educación Física nos hizo unas pruebas de 50 metros. Tomó tiempos con un cronómetro en el patio del colegio, después miró la mejor marca española del momento y llamó a mis padres para sugerirles que probara el atletismo. Justo esta semana me ha enviado un mensaje diciéndome que no tengo techo. Me emociona porque, si hubiera sido por mí, no lo habría intentado. Me gustaba el fútbol porque jugaba en equipo. Pensaba que si corría me llevaría mal con quienes me querían ganar en mi prueba. Y es justo lo contrario. Mis mejores amigas son mis principales rivales.
-Entonces, ¿España ha perdido a una gran futbolista?
-No, para nada. Lo único que hacía bien era correr de un lado a otro. Técnicamente era pésima con el balón, chutar, regatear… No era lo mío. Me divertía, pero no tenía futuro en el fútbol.
-No era otra Salma Paralluelo.
-Ni parecido.
-Hizo magisterio y ahora estudia Administración y Finanzas. ¿Dónde se ve dentro de diez años?
-No lo sé con certeza, pero sé que volveré a mi pueblo. Madrid tiene muchas oportunidades laborales, pero me gustaría una vida tranquila y cercana a los míos. A nivel laboral, me gusta la docencia, pero no me siento preparada para opositar ahora. Ojalá encontrar algo allí, sea en educación o en administración, y vivir tranquilamente.
-¿La salud del atletismo español es buena?
-Sí, cada vez hay más competencia en más pruebas. Creo que esa es la clave. Todo el mundo está mejorando marcas, y cuando ves a alguien capaz de hacer cierto resultado, piensas que tú también puedes.
-Le pregunto por el dopaje. Cada cierto tiempo salta algún escándalo que parece que los deja a todos señalados. ¿Lo siente así?
-A veces sí. La trampa está ahí y, desgraciadamente, siempre hay quien cae. Es una pena. Personalmente, lucho por ser yo misma y no querría mostrar una imagen falsa. No entiendo las razones por las que alguien recurre al dopaje. ¿Para qué ganar un oro olímpico si no es legítimo? No sé qué circunstancias pueden llevar a alguien a ese extremo. Cuando haces grandes marcas surge la duda de si la gente pensará mal, pero creo que hay mucha transparencia en el deporte. Ojalá podamos centrarnos en la mayoría limpia. Si alguien hace trampas y lo descubren, que cumpla la sanción. El resto no debemos vernos manchados.
-María Pérez comentaba hace unos días que hay demasiadas nacionalizaciones en el atletismo español que perjudican al ‘producto nacional’. ¿Está de acuerdo?
-Sí, en parte. Hay muchos motivos detrás de una nacionalización más allá de lo deportivo. Es una situación difícil de juzgar desde fuera. Pero sí creo que, si se apuesta por los deportistas españoles, se pueden conseguir grandes resultados sin necesidad de traer atletas de fuera.
-¿Cuánto le afecta estar involucrada en los equipos de relevos a la hora de planificar su preparación individual?
-Afecta bastante. Durante los últimos años formo parte del Plan Nacional de Relevos, con muchas concentraciones, y a veces dejas de entrenar tu prueba individual para adaptarte a entrenamientos de relevo. No es algo negativo, es positivo, porque entrenas el relevo y convives con tu equipo. Me gusta el ambiente y estar en grupo; me siento reforzada. También es cierto que, cuando preparas un campeonato solo para el relevo, dejas de lado tu prueba individual. Por ejemplo, el año pasado, para clasificar al relevo para los Juegos, tuvimos picos de forma en meses que, si no fuera por el relevo, no habríamos preparado igual. Este año, con el Mundial de relevos en China, quizá solo se prepare eso y se aparque un poco la prueba individual.
-Lo menciono porque ha sufrido las llamadas mínimas de excelencia muchas veces. ¿Cree que son demasiado estrictas?
-A veces te centras mucho en el relevo, y esa apuesta no siempre se recompensa después. Es una situación complicada. Desde el Mundial de Oregón empecé a sufrir por esas mínimas, y fue duro. Allí sentí que había excepciones que me dejaban fuera. Al final, esas mínimas se impusieron y ya tenía claro que si no hacía 22.80 no podría competir en individual, así que me refugié en los relevos. Al menos podía aportar mi granito de arena y tener esa oportunidad. Es difícil, porque, si te centras en la prueba individual y no sale, te vienes abajo, pero si estás en el relevo mantienes la motivación. Es una situación con luces y sombras.
-De Apeldoorn pudo salir con dos medallas gracias al relevo. ¿Cómo vivió la descalificación y posterior recalificación de Países Bajos?
-La verdad, yo estaba en una nube. Al terminar el relevo me sentía muy orgullosa de mis compañeras porque bajamos el récord de España seis segundos, algo increíble en una prueba de velocidad. Ya estaba hablando con los medios y no me enteré de la descalificación. Intenté aislarme un poco para no vivir tantos altibajos emocionales: un momento somos medalla, al siguiente no. Incluso nos hicieron ponernos el chándal de premiación, pero luego todo se deshizo. Cuando me dijeron que habían descalificado a Holanda supe que era complicado, porque era el país anfitrión. Tampoco vi en directo lo que pasó con la neerlandesa. Después, viendo las imágenes, sí se ve que se cruza con la inglesa, y entiendo que las británicas podrían haber luchado por algo más, porque su última relevista era muy buena. Pero no hubo choque ni nada demasiado grave; pienso que la holandesa intentó apartarse, no creo que fuera intencionado. Preferí quedarme con nuestra gran marca y no entrar en polémicas. La próxima vez estaremos ahí de nuevo, en una final increíble, y ojalá podamos luchar otra vez por las medallas.
-¿Cómo es Femke Bol en las distancias cortas?
-Es muy maja. Todo el equipo de relevos estaba ilusionadísimo porque ella y Klaver son grandes referentes para nosotras, y se dieron cuenta de que existíamos. Nos hicimos una foto con ellas después, y fueron muy amables, nos desearon mucha suerte. Conocemos a Aauri Bokesa, que ha entrenado con ellas, y nos mandó un mensaje reenviado de la propia Femke. Además, empezaron a seguirnos en Instagram y todas estábamos emocionadas en el avión, compartiendo pantallazos. Es encantadora, una gran referente del 400. Nos hizo mucha ilusión salir en la misma línea de salida con ella.
-Hablamos de tres grandes citas en 2025: el Mundial de relevos, la Copa de Europa de Naciones en Vallehermoso y el Mundial de Tokio. ¿Se puede con todo al final?
-Ese es el objetivo. Creo que hasta Tokio, en septiembre, hay bastante tiempo. Para los entrenadores es más complicado, porque deben programarlo todo, pero creo que sí se puede. Entre junio y septiembre hay margen. En mayo, tras la pista cubierta, la mayoría de relevistas renunciamos al Mundial de China porque no había tiempo material para entrenar con tanto viaje. Confío en que lleguemos al Mundial de relevos, clasifiquemos, y tengamos otro mes para preparar la Copa de Europa de Naciones. De junio a septiembre hay tiempo de sobra. Es abrumador, pero tenemos buenos entrenadores en España. El año pasado ya vivimos una temporada estresante con la clasificación para los Juegos. Ojalá podamos estar todos en forma en agosto y septiembre.
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