Reino Unido reconocerá el Estado palestino en septiembre si Israel no decreta el alto el fuego

El primer ministro británico anuncia que lo hará en septiembre, como Emmamnuel Macron, y establece una serie de condiciones Leer El primer ministro británico anuncia que lo hará en septiembre, como Emmamnuel Macron, y establece una serie de condiciones Leer  

El Reino Unido reconocerá formalmente el Estado palestino en septiembre, justo antes de la Asamblea General de Naciones Unidas, salvo que el Gobierno israelí que dirige Benjamin Netanyahu tome «medidas sustanciales» para poner fin a la crisis humanitaria en Gaza, deje claro que no se anexionará Cisjordania y se comprometa a un proceso de paz a largo plazo que conduzca a una solución sólida basada en la Constitución de dos Estados, uno judío, y otro palestino.

Un portavoz de la residencia del primer ministro, Downing Street, ha justificado la decisión debido a «la situación cada vez más intolerable en Gaza y a la disminución de las perspectivas de un proceso de paz hacia una solución de dos Estados». Esos dos factores hacen que «ahora sea el momento adecuado para avanzar en ese objetivo».

Keir Starmer, que comunicó su decisión al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, insistió en que que no existe equivalencia entre Israel y el grupo terrorista palestino Hamas, que es el que inició la actual guerra el 7 de octubre de 2023. Reino Unido mantiene sus exigencias a Hamas, que incluyen la liberación de todos los rehenes que tiene en su poder (unos 20 vivos y los cadáveres de otros tantos), la aceptación de un alto el fuego, un desarme unilateral completo, y la renuncia a cualquier tipo de papel o función política en un futuro gobierno de Gaza.

La respuesta de Israel fue casi inmediata. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel afirmó en una publicación en X que los planes de Reino Unido constituyen una «recompensa para Hamas» y perjudicarían los esfuerzos por alcanzar un alto el fuego en Gaza.

Starmer ha decidido invertir capital político en la solución de la crisis humanitaria de Gaza. El primer ministro británico había convocado hoy una reunión urgente de su gabinete -el equivalente español del Consejo de Ministros- para tratar la cuestión, a pesar de que el Gobierno se encontraba de vacaciones.

El primer ministro laborista (un partido equivalente a la socialdemocracia en el continente) siempre ha insistido en que el Reino Unido solo reconocería Palestina si está en marcha un plan de paz destinado a la creación de dos estados, uno israelí y otro palestino, lo que, en la práctica, suponía aplazar indefinidamente la decisión, al menos mientras la situación en la región no cambie radicalmente. Y en esa línea ha sido su anuncio de hoy.

Un tercio de los diputados laboristas y varios miembros del gabinete de Starmer le han presionado para que reconozca a Palestina, siguiendo los pasos del presidente francés, Emmanuel Macron, que ha anunciado que en septiembre Francia llevará a cabo esa decisión y llegó a usar su discurso ante el Parlamento británico, hace tres semanas, para pedir a Londres que adopte la misma medida. Entre los que demandan el reconocimiento están colaboradores muy estrechos e influyentes del primer ministro, como la viceprimer ministra y ministra de Vivienda, Angela Rayner, situada a la izquierda de Starmer pero muy lejos del ala ‘dura’ izquierda laborista, que exige medidas que el primer ministro no va a cumplir, como el embargo de armas a Israel, y algunos de cuyos miembros se han escindido del laborismo por, entre otras razones, la guerra de Gaza.

Toda esa presión de las bases y de sus propios colaboradores está haciendo que Starmer haya flexibilizado su postura. Una señal fue la enviada el viernes, cuando el secretario del Tesoro británico, James Murray, declaró que el Gobierno se encuentra «totalmente comprometido a reconocer a Palestina», pero matizando que la cuestión era «cuándo».

Starmer parece haber jugado sus bazas con Donald Trump. El primer ministro británico, que tiene la misma expresividad que una estaca, pasó el lunes con el líder más histriónico del mundo en el momento actual – Trump- hablando en gran medida de Palestina y Ucrania. Pese a las diferencias de personalidad, la reunión fue bien, y Trump dio un giro de 180 grados en su posición en relación al conflicto.

Así, en una comparecencia con la prensa ayer, lunes, Trump declaró que las imágenes que llegan de Gaza «son verdaderamente de hambruna». Eso contradecía su propia posición, mantenida prácticamente hasta dos días antes, de que Israel estaba haciendo lo correcto en el territorio, lo que implicaba aceptar las palabras del primer ministro de ese país, Benjamin Netanyahu, de que no hay problemas humanitarios en la región. «Tenemos que hacer que esos niños coman», dijo Trump, en relación a la entrega de ayuda. La posición de Estados Unidos es clave, porque la práctica totalidad de las Fuerzas Armadas de Israel son fabricadas o financiadas por EEUU.

La nueva posición de Trump tras su encuentro con Starmer parece ser uno de los elementos que han llevado a Netanyahu a permitir la entrada de ayuda humanitaria. Otro factor que podría haber jugado un papel menor, según la UE, es la exclusión de Israel de un programa científico europeo. Pero la gran cuestión es que si Starmer quiere hacer creer que la llegada de ayuda humanitaria a Gaza va a abrir las puertas a una paz estable, va a tener que trabajar mucho para lograrlo.

Porque el nuevo sistema, que cuenta con la colaboración de Egipto, Jordania e Israel -ésta última imprescindible para el éxito del proyecto- establece una serie de puntos de entrada y distribución de comida en Gaza al margen de los de la ONG estadounidense GHF (las siglas en inglés de Apoyo Humanitario para Gaza) cuyo sistema ha provocado cientos de muertes entre los civiles palestinos a manos de soldados israelíes y de contratistas de EEUU. Eso implica que Israel reabrirá una serie de pasos fronterizos que estaban cerrados además de rutas aéreas y terrestres desde Jordania y Egipto, para facilitar la entrada de alimentos, combustible y otros suministros esenciales. El plan también prevé la reconstrucción de infraestructuras críticas y la protección del personal humanitario.

Esos objetivos no parecen suficiente para terminar un conflicto que lleva 21 meses y que ha costado 60.000 vidas palestinas hasta la fecha, según el Ministerio de Salud de Gaza, controlado por el grupo terrorista Hamas, o más de 74.000 hasta octubre de 2024, es decir, hace nueve meses, de acuerdo con un estudio independiente publicado en la revista científica británica ‘The Lancet’. Además, cerca de 2.000 israelíes -entre civiles y militares- ha muerto desde que comenzó la guerra. Hamas mantiene a 40 secuestrados de esa nacionalidad, de los que unos 20 parecen haber muerto.

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