Servidnos una copa larga, queridos

A ser posible, de marca y no de garrafón; en cualquier caso bebible, por más que la resaca prolongue el posible, incluso probable, dolor de cabeza a sufrir hoy en Huesca y Almería, donde se esperan ambientes de cotillones tardíos. Vuelven béticos y sevillistas al campo, cuadrilátero y no rectángulo en el torneo copero, el camino más corto y menos empedrado para conseguir un título. No sin obstáculos, porque ambos tendrán rivales, no sparrings como en las dos primeras rondas, respetables.El líder de Segunda, en el caso de los nervionenses; otro aspirante al ascenso, sexto clasificado de plata, en el de los heliopolitanos. Ahí es nada si lo comparamos con otras campañas en que equipos de menos fuste nos dejaron en la cuneta.El regreso a la competición se produce horas después de que las respectivas aficiones hayan reafirmado su lealtad a los escudos. En el caso blanquirrojo, con la asistencia masiva a la despedida de Jesús Navas, digna de una leyenda, y en verdiblanco la nutrida presencia en el último entrenamiento de los suyos. Si en el fútbol no hay gol en contra sin fallo propio, nadie le metería un gol a nuestras hinchadas.La atención del aficionado se reparte en estas fechas entre lo reciente o inmediato y lo futurible. De la desmedida decisión de desahuciar de su asiento al máximo accionista de la entidad a la gallarda asistencia de Joaquín y Manuel Pellegrini al adiós a Jesús Navas, una prueba de sevillanía que no es monopolio de nadie, pasando por ese mercado de invierno que no por improductivo en las estadísticas de muchas temporadas mengua la esperanza de todos por un mañana mejor.Y lo más inmediato se cuece hoy lejos de una Sevilla que tiene como denominador común el temblor ilusionado de nuestros niños ante la llegada de Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente. Los habrá también esta tarde, en jornada continua, vestidos de verde y de blanco en El Alcoraz oscense y el Stadium urcitano. Aún de fiestas y con permiso de los abstemios, servidnos una copa larga, queridos. A ser posible, de marca y no de garrafón; en cualquier caso bebible, por más que la resaca prolongue el posible, incluso probable, dolor de cabeza a sufrir hoy en Huesca y Almería, donde se esperan ambientes de cotillones tardíos. Vuelven béticos y sevillistas al campo, cuadrilátero y no rectángulo en el torneo copero, el camino más corto y menos empedrado para conseguir un título. No sin obstáculos, porque ambos tendrán rivales, no sparrings como en las dos primeras rondas, respetables.El líder de Segunda, en el caso de los nervionenses; otro aspirante al ascenso, sexto clasificado de plata, en el de los heliopolitanos. Ahí es nada si lo comparamos con otras campañas en que equipos de menos fuste nos dejaron en la cuneta.El regreso a la competición se produce horas después de que las respectivas aficiones hayan reafirmado su lealtad a los escudos. En el caso blanquirrojo, con la asistencia masiva a la despedida de Jesús Navas, digna de una leyenda, y en verdiblanco la nutrida presencia en el último entrenamiento de los suyos. Si en el fútbol no hay gol en contra sin fallo propio, nadie le metería un gol a nuestras hinchadas.La atención del aficionado se reparte en estas fechas entre lo reciente o inmediato y lo futurible. De la desmedida decisión de desahuciar de su asiento al máximo accionista de la entidad a la gallarda asistencia de Joaquín y Manuel Pellegrini al adiós a Jesús Navas, una prueba de sevillanía que no es monopolio de nadie, pasando por ese mercado de invierno que no por improductivo en las estadísticas de muchas temporadas mengua la esperanza de todos por un mañana mejor.Y lo más inmediato se cuece hoy lejos de una Sevilla que tiene como denominador común el temblor ilusionado de nuestros niños ante la llegada de Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente. Los habrá también esta tarde, en jornada continua, vestidos de verde y de blanco en El Alcoraz oscense y el Stadium urcitano. Aún de fiestas y con permiso de los abstemios, servidnos una copa larga, queridos.  

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